Re: UN ROSARIO AL DIA, ASEGURA LA SALVACION TUYA??
amiguita antes de condenar una fé debes estar conciente de k tus conocimientos respecto a sus dogmas de fe
sean biblicos, el hecho de k malinterpretes las escrituras no significa k tngas la verdad, la verdad es jesucristo y la gloria es para el te respondere algunas de las preguntas por las k se critica el catolicismo
¿Los católicos adoran las imágenes? No, los católicos no adoran las imágenes.
 Las imágenes son representaciones de Nuestro Señor Jesucristo, de la  Santísima Virgen, de los Ángeles o de los Santos, que nos ayudan a  recordarlos, a amarlos y a invocarlos.
  
 Es análogo a lo que sucede con las fotografías de nuestros seres  queridos: cuando tenemos el gusto de mirarlas, estamos pensando en las  personas representadas, y no en las fotografías en cuanto pedazos de  papel.
 ¿Pero  no dice la Biblia que está prohibido hacer imágenes?
 No.  Lo que Dios prohibió fue adorar a las imágenes.
 En el Antiguo Testamento Dios prohibió a los hebreos que hicieran  imágenes, no porque se tratase de algo malo en sí mismo, sino por causa  de las circunstancias: los israelitas vivían en medio de pueblos paganos  idólatras (es decir, que creían que las estatuas eran dioses o tenían  propiedades divinas, y por eso las adoraban) y tenían mucha tendencia a  imitarlos.  Para evitar que cayesen en el error de los paganos, Dios  prohibió la representación de la divinidad por medio de pinturas o  estatuas (Éxodo 20, 4-5; Deuteronomio 5, 6-10)
 Sin embargo, el mismo Dios mandó varias veces que los judíos hicieran  estatuas o representaciones simbólicas.
 ¿En  qué parte de la Biblia están esas órdenes?
 Esas órdenes están en varias partes de las Sagradas Escrituras.
 En el libro del éxodo (que narra la huída de los judíos de la  esclavitud en Egipto), Dios les mandó que hicieran imágenes que  representasen a los Querubines, para que fuesen colocadas a los lados de  la cubierta del Arca de la Alianza (Éxodo 25, 17-22)
 En otra ocasión, cuando los judíos se rebelaron contra Moisés en el  desierto, fueron castigados por Dios.  Arrepentidos, pidieron perdón.   Entonces Dios le mandó a Moisés que hiciera una serpiente de bronce  como una señal: todos aquellos que estuviesen heridos y la mirasen,  serían curados (Números 21, 8)  Esa serpiente de bronce simbolizaba a  Nuestro Señor Jesucristo, conforme fue certificado por el mismo  Salvador: “Al modo que Moisés en el desierto levantó la serpiente de  bronce; así es menester que el Hijo del hombre sea levantado; para que  todo aquel que crea en Él, no perezca, sino que logre la vida eterna”  (Jn. 3, 14-15)
 En fin, por orden expresa de Dios, también Salomón, al construir el  Templo de Jerusalén, puso significativas imágenes que servían de adorno y  de instrucción para el pueblo (III Reyes 6, 23-32; 7, 25-30; I Crónicas  28, 17-19, etc.)
 Y  en el Nuevo Testamento, ¿tampoco hay prohibición de hacer imágenes?
 En el Nuevo Testamento no hay prohibición alguna de hacer imágenes.   Se mantiene sólo la prohibición a la idolatría; es decir, de considerar  a las imágenes como dioses y adorarlas: “Adorarás al Señor Dios tuyo, y  a Él solo servirás.”  (Lc. 4, 8.  Ver también I Tesalonicenses 1, 9; I  Corintios 5, 10; Efesios 5, 5; I Juan 5, 21)
 ¿Usa  la Biblia alguna vez figuras simbólicas de Dios?
 Sí.  Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento encontramos  figuras y símbolos para referirse a Dios: el profeta Daniel habla del  anciano lleno de días, para sugerir la eternidad de Dios (Daniel 7,  9-10); el Divino Espíritu Santo se manifestó en forma de paloma y de  lenguas de fuego (Mt. 3, 16; Mc. 1, 10; Lc. 3,22; Jn. 1, 32; Hechos 2,  3)
 ¿Por  qué hacer pinturas o imágenes de Jesús, de la Virgen y de los Santos?
 Cristo Nuestro Señor y su purísima Madre, así como los Santos, tienen  una fisonomía humana.  Representar esa fisonomía para ayudarnos a que  nos acordemos mejor de ellos y a pedir su intercesión, no sólo no está  prohibido, sino que es recomendable.
¿Cómo se explica la mediación de Nuestra Señora, de los Ángeles y  de los Santos? 
Nuestro Señor Jesucristo es el único mediador entre Dios y los  hombres, como enseña San Pablo.  Siendo al mismo tiempo Dios y hombre,  Él une los dos extremos que necesitan ser reconciliados, el hombre y  Dios.
 No obstante, esa mediación absoluta de Cristo no impide que haya  otras mediaciones subordinadas y dependientes de la suya (cfr. Gal. 3,  19)
 La Santísima Virgen fue el instrumento del que Dios quizo valerse  para la Encarnación del Verbo, escogiéndola como Madre de Jesucristo, el  Mediador universal.  María tiene una relación y una unión tan íntima  con su Divino Hijo que, por los méritos de Él, puede Ella obtener que  nos conceda las gracias divinas.
 No se trata, pues, de una mediación diferente de la mediación de  Nuestro Señor, sino de una participación, por voluntad divina, en la  mediación de Jesucristo; una asociación de la Madre a la mediación de su  Divino Hijo.
 De modo semejante, los Santos y los Ángeles están unidos a Dios por  su amor y fidelidad; son los amigos de Dios y Dios no dejará de atender  sus pedidos.  Así, podemos recurrir a ellos para obtener el auxilio del  Cielo.
 Entonces,  ¿venerando a María Santísima y recurriendo a Ella estamos agradando a  Dios?
 Perfectamente.  Obrando así estamos imitando al Arcángel San Gabriel,  que la saludó de parte del mismo Dios: “Dios te salve, ¡oh llena de  gracia!” (Lc. 1, 28);  y estamos haciendo lo mismo que Santa Isabel que,  llena del Espíritu Santo, exclamó: “Bendita tu eres entre [todas] las  mujeres” (Lc. 1, 42)
  ¿Existe  en la Biblia alguna prueba de que debemos imitar en eso al Arcángel San  Gabriel y a Santa Isabel?
 Sí.  La propia Virgen profetizó que esa veneración le sería prestada  hasta el fin del mundo.  Respondiendo a la salutación de su prima, Ella  entonó el bellísimo cántico de acción de gracias dirigido a Dios, en el  cual proclamó: “ya desde ahora me llamarán Bienaventurada todas las  generaciones” (Lc. 1, 48)
 ¿Se  puede probar según los Evangelios la eficacia de la intercesión de  María?
 Los Evangelistas atestiguan la eficacia de la intercesión de María  Santísima para alcanzarnos favores, ya sean de orden espiritual o  material.
 San Lucas presenta a Nuestra Señora santificando a San Juan Bautista  cuando todavía él estaba en el vientre materno.  Al visitar a su prima  Santa Isabel, ésta, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Bendita tu eres  entre [todas] las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre!  Y ¿de  dónde a mí tanto bien que venga la Madre de mi Señor a visitarme?  Pues  lo mismo fue penetrar la voz de tu salutación en mis oídos, que dar  saltos de júbilo la criatura en mi vientre” (Lc. 1, 42-45)
 La intercesión de María Santísima, incluso para pedidos de orden  material, es resaltada por San Juan en el episodio de las bodas de Caná.   Faltó vino en la fiesta del matrimonio al que Nuestro Señor y su Santa  Madre habían asistido.  María tuvo pena de los recién casados por la  humillación que iban a pasar.  Se dirigió entonces a su hijo, pidiéndole  que hiciera un milagro.  Por insistencia de María, Él transformó el  agua en vino, realizando así su primer milagro público (Jn. 2, 1-11)