GENERALMENTE, TODOS SOMOS CONSCIENTES DE QUE NUESTRA BUENA VOLUNTAD COMO CRISTIANOS, NO NOS HACE PERFECTOS A LOS OJOS DE LOS DEMÁS.
Partiendo de aquí, reconociendo que tenemos defectos, os invito a intentar entre todos conocernos mejor, para comprender también mejor a los demás y comunicarnos de forma más efectiva y práctica.
Una manera cristiana de empezar, podría ser confesar (todos conservamos en este medio el anonimato - es fácil), algunas de las faltas y errores que nosotros mismos hemos conseguido reconocer en nuestras actitudes y nuestro caracter.
Para algunos, será más facil comenzar desahogándose por las actitudes que le hacen daño de otros, para una vez aliviados de su tensión o resentimiento, pasar a examinar su propia conducta.
Para animaros a colaborar en esta discusión, empezaré por reconocer una de las faltas de las que soy consciente, en mi comunicación con los demás.
La que en primer lugar me causa más sensación de culpa por la falta de caridad, es no tener siempre calma para escuchar con atención y tranquilidad, lo que otros me tienen que decir. Interrumpo y empiezo a hablar de lo que yo siento u opino sobre el tema, POR AYUDAR, PERO SIN PARARME A PENSAR SOBRE EL DERECHO que el otro tiene (tan legítimo como lo es el mio), de expresarse y ser escuchado hasta que acabe de decir lo que está expresando.
Ahora os diré también, algo que me hace daño en la actitud de algunas personas:
El ver que no se da importancia a lo que digo, que no se comenta y que se cambia de tema, como si nada hubiera sido dicho.
Aunque parezca mentira, nuestra sana intención en cumplir con la Ley de Cristo, no nos impide ser muchas veces faltos de empatía y comprensión hacia quien necesita como nosotros, ser escuchado y valorado, ser aconsejado o consolado de forma cálida, sin autoritarismo y sin juicio condenatorio por su expresión de sentimientos o dudas y temores, sin recibir la impresión de que se expone a nuestra censura y castigo.
Estas actitudes en nuestros interlocutores, nos hacen buscar la justificación de nuestro dolor en su mala disposición hacia nosotros, cuando muchas veces no son debidas a animadversión personal, si no a un estado de tensión (propia o del amigo o hermano), a un defecto inconsciente en el caracter del que nos escucha, o a una falta de forma adecuada en el tiempo o el tono de nuestra comunicación, que provoca normalmente una respuesta en consonancia...
Amigos, espero colaboración de vosotros. Para mi, este tema de la comunicación entre las personas, es de mucha importancia, pues son muchos los dolores, miedos e incomprensiones que podríamos evitarnos unos a otros, si nuestra actitud en una conversación o diálogo, fuera más positiva, menos agresiva para los demás.
Conocernos mejor a nosotros mismos, intentar comprender a los demás, dejar de creernos prefectos, reconocer nuestros errores, buscar ayuda para nuestras dudas y lagunas de conocimiento, en un tema tan de vital importancia como es la comunicación entre personas que conviven y necesitan sentirse aceptados y valorados, que el menosprecio solo nos puede llevar a que continúen existiendo sentimientos de tristeza, de rechazo, de culpa, de resentimiento, de temor, de desilusión, de desamor, etc.
Los cristianos tenemos los medios y la libertad que nos da Cristo, para curarnos y tranquilizarnos y apoyarnos unos a otros. Utilicémoslos en todos los ámbitos y ayudémonos y estimulemos a nuestros hermanos con nuestra sana comprensión, a una mejor y mayor práctica de misericordia y caridad, que en suma, es lo que hace tan necesario el conocimiento de las necesidades de uno mismo y de los demás.
¡Hala, hermanos, animáos y aportar vuestros comentarios para contribuir a la mejoría en el cuerpo de Cristo!..
...Esta es una inmejorable "terapia de grupo"