Re: Practicantes de Artes Marciales Cristianos
Aikido
El aikido es un arte marcial japonés creado por Morihei Ueshiba entre los años 30 y 60. Ueshiba concibió el Aikido sintetizando su experiencia vital y filosófica con sus amplios conocimientos de escuelas de jujutsu, kenjutsu (esgrima japonesa), naginata, yariyubu y otras técnicas de combate con armas.
El Aikido tradicional enfatiza el desarrollo de la armonía entre mente, el cuerpo y el espíritu. Es un arte orientado a la defensa, con una dinámica elegante, en el cual el practicante redirige el movimiento y la energía del ataque hacia su oponente. Los practicantes pueden tener cualquier estatura, peso o edad. A diferencia de otras artes marciales, se requieren bastantes años de práctica continuada para conseguir una efectividad real en las técnicas.
La práctica
En las clases los alumnos observan la demostración de ejercicios que lleva a cabo el profesor, para luego trabajar con uno o varios compañeros intentando repetir los movimientos y mejorar su técnica, experimentando con los principios básicos del aikido. Antes de comenzar hacemos unos ejercicios de estiramiento y calentamiento de las articulaciones, ya que el progreso en la flexibilidad (no sólo mental) es imprescindible para nuestra práctica.
La etiqueta en el dojo
Las normas de etiqueta facilitan el desarrollo de la práctica, aprovechando al máximo el tiempo disponible, y permiten mostrar nuestro respeto y gratitud hacia las enseñanzas de O' Sensei, Morihei Ueshiba, y hacia nuestros maestros, compañeros de práctica, visitantes y también hacia el lugar en que practicamos.
Por supuesto que en Occidente las reglas de conducta social son diferentes que en Japón. Pero tradicionalmente seguimos la etiqueta básica de Aikido, lo que nos permitirá practicar en cualquier dojo del mundo, y no olvidemos que como en cualquier arte marcial se requiere una mínima disciplina.
Al entrar y salir del dojo, saluda en dirección del Kamiza (lugar de honor, donde suele estar el retrato de O'Sensei) y una vez comenzada la clase solicita permiso si necesitas entrar o salir.
Algunos minutos antes del entrenamiento, debes estar en el tatami sentado en seiza en línea con el resto de practicantes (de más antigüedad o mayor grado, a menor antigüedad o menor grado); puedes utilizar estos momentos para vaciar la mente de los asuntos cotidianos y así concentrar tu atención en la práctica.
La clase comienza con una ceremonia de saludo en cuyo final se invita a la práctica diciendo "onegaishimasu". Si llegas con retraso, espera en seiza a la entrada del tatami hasta que el profesor te haga una seña para entrar a la clase.
Coloca las armas donde no molesten y de forma que puedas cogerlas rápidamente cuando las necesites.
Observa a los practicantes más avanzados y sigue su ejemplo.
Si estás lesionado en los tobillos o rodillas y no puedes sentarte en seiza, hazlo con las piernas cruzadas delante y la espalda recta; no te apoyes en paredes ni columnas.
Cuando el instructor muestra una técnica, permanece en seiza y pon toda tu atención. Tras la demostración, saluda al profesor y luego al compañero con el que trabajarás la técnica mostrada.
Habla lo menos posible sobre el tatami.
Todos los practicantes deben responsabilizarse de la limpieza del dojo. El tatami debe limpiarse después de cada práctica.
En el tatami está prohibido comer, beber, fumar o masticar chicle.
Deja fuera del tatami tu reloj o joyas; pueden ser molestas tanto para tí como para tus compañeros.
Mantén tu keikogi(chaqueta y pantalón de práctica), obi(cinturón) y hakama siempre limpios y presentables.
Utiliza las armas con cuidado y respeto. No te apoyes en ellas a modo de bastón ni juegues con ellas; tampoco las dejes donde supongan un peligro o molestia. Cerciórate de que no tengan zonas astilladas.
La clase finaliza con una ceremonia de saludo a cuyo final se agradece la práctica diciendo "domo arigato" o "domo arigato gozaimashita". Los asistentes permanecen en seiza momentos después de que el profesor se haya levantado para salir del tatami. En nuestro dojo es costumbre también saludar al último compañero con quien hemos practicado.