La palabra “secta” evoca imágenes disímiles y contradictorias tales como grupos religiosos, iluminados, ritos extraños, corrupción de menores, desapariciones, grandes negocios muertes masivas, entre otras. Una de las razones de ello deriva de que hasta el momento, no se ha alcanzado una definición completamente satisfactoria del término secta. Este, popularmente remite a movimientos difusos de origen protestante o grupos que van tras las enseñanzas de algún gurú de moda.
Pero la podemos definir como:
“Movimientos totalitarios, caracterizados por la adscripción de personas totalmente dependientes de las ideas de un líder, que pueden presentarse bajo las formas de identidad religiosa, asociación cultural, centro científico o grupo terapéutico; que utilizan las técnicas de control mental y de persuasión coercitiva para que todos los miembros dependan de la dinámica y del grupo y pierdan su estructura y su idea de pensamiento individual a favor de la idea colectiva, creándose muchas veces un fenómeno de epidemia psíquica.”
Los primeros síntomas que pueden indicar que una persona se ha vuelto hacia una secta son los siguientes (Cave destacar también que los mismos no indican necesariamente una vinculación sectaria, revisten por lo tanto el carácter de indicativos pero no de determinantes):
Comportamiento esquivo. Evidencia una molestia cuando se lo interroga respecto a sus actividades individuales.
Cambio de comunicación. Los gestos y la forma de hablar del individuo cambian al igual que el trato con sus semejantes.
Cambio de amistades. Las amistades mantenidas a lo largo de los años se quiebran y se reúne con un grupo de amigos diferentes y por motivos diferentes.
Bajo rendimiento escolar y cambio en los planes de estudio. Se observa como el rendimiento escolar o laboral decrece marcadamente y su estudio se direcciona hacia otros temas ajenos a los normales.
Matrimonios y separaciones repentinas. Los individuos se casan de forma prematura con personas que acaban de conocer o se separan de personas con las que habían mantenido relaciones afectuosas.
Cambios en las posturas religiosas. Modificación acentuada en las ideas filosóficas, políticas y religiosas.
Cambios en las apariencias. Los cambios dependen mucho de la secta a la que se adhiere la persona en cuestión, los que van de la vestimenta a la utilización de algún instrumento distintivo.
Diversos trastornos psicológicos. La variedad de trastornos es amplísima... algunos buenos ejemplos pueden ser: estados de excitación más o menos prolongados, dificultades para afrontar actividades habituales y la demencia.