Respecto a Juan 1:1...
Respecto a Juan 1:1...
En la siguiente cita, se muestra que eruditos han considerado la ausencia del artículo definido en Juan 1:1 como una muestra de que se señala a una
cualidad, más bien que a una identidad definida...
*** it-2 págs. 81-82 Jesucristo ***
¿Por qué se refieren algunas traducciones de la Biblia a Jesús como “Dios”, mientras que otras le llaman “un dios”?
Algunas versiones de la Biblia traducen Juan 1:1 de la siguiente manera: “En el principio la Palabra existía y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. El texto griego lee literalmente: “En principio era la palabra, y la palabra era hacia el dios, y dios era la palabra”. El traductor tiene que poner las mayúsculas según las normas del idioma al que traduce. Está claro que es apropiado escribir con mayúscula la expresión “el dios”, pues se refiere al Dios Todopoderoso, con quien estaba la Palabra. No*obstante, la mayúscula de la palabra “dios” en el segundo caso no*está justificada.
La Traducción del Nuevo Mundo traduce así este texto: “En el principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios”. Es verdad que el artículo indefinido (“un”) no*está en el texto griego, pero eso no*significa que no*pueda usarse en la traducción, pues en el griego koiné o común este artículo no*existía. Por lo tanto, los traductores deben incluir o no*el artículo indefinido en todas las Escrituras Griegas Cristianas según su entendimiento del significado del texto. Todas las traducciones españolas de las Escrituras Griegas contienen el artículo indefinido cientos de veces, aunque la mayoría no*lo usa en Juan 1:1. No*obstante, su inclusión en la traducción de este versículo tiene buen fundamento.
En primer lugar, debe notarse que el texto mismo muestra que la Palabra estaba “con Dios”, de modo que no*podía ser Dios, es decir, el Dios Todopoderoso. (Note también el vs.*2, que sería innecesario si el vs.*1 dijera en realidad que la Palabra era Dios.) Además, la segunda vez que se usa en el versículo la palabra para “dios” (gr. the·ós) no*lleva el artículo definido “el” (gr. ho). Ernst Haenchen escribió sobre este hecho en un comentario sobre el evangelio de Juan (caps.*1-6): “En este período [the·ós] y [ho the·ós] (‘dios, divino’, y ‘el Dios’) no*eran lo mismo*[...]. De hecho, para el*[...] Evangelista, solo el Padre era ‘Dios’ ([ho the·ós]; cf. 17:3); ‘el Hijo’ estaba subordinado a él (cf. 14:28). Sin embargo, en este pasaje esa relación solo se insinúa, pues lo que se resalta es la proximidad de uno al otro.*[...] En el monoteísmo judío y cristiano era perfectamente posible hablar de seres divinos que existían junto a Dios o bajo él, pero no idénticos a él. Fil 2:6-10 lo demuestra. En este pasaje Pablo se refiere precisamente a un ser divino de esa clase, que después se hizo hombre en Jesucristo.*[...] De modo que ni en Filipenses ni en Juan 1:1 se trata de una relación dialéctica de dos en uno, sino de la unión personal de dos entidades”. (John*1, traducción al inglés de R.*W.*Funk, 1984, págs. 109, 110.)
Después de dar como traducción de Juan 1:1c “y divina (de la categoría de divinidad) era la Palabra”, Haenchen sigue diciendo: “En este caso, el verbo ‘era’ ([en]) simplemente tiene sentido predicativo. Y por ello ha de darse más atención al predicado nominal: [the·ós] no*es lo mismo que [ho the·ós] (‘divino’ no*es lo mismo que ‘Dios’)” (págs. 110, 111). Al tratar este tema, Philip B.*Harner dice que la construcción gramatical de Juan 1:1 incluye un predicado sin el artículo definido “el” antecediendo al verbo, una construcción que tiene principalmente un significado cualitativo y que muestra que “el logos posee la naturaleza de theós”. Más adelante dice: Creo que “en Juan 1:1 la fuerza cualitativa del predicado es tan importante que el nombre [the·ós] no*puede considerarse definido”. (Journal of Biblical Literature, 1973, págs. 85,*87.) Otros traductores también reconocen que el término griego es cualitativo y se refiere a la naturaleza de la Palabra, por lo que traducen la frase: “la Palabra*[...] era divina”. (Sd; compárese con An American Translation, Moffat; véase el apéndice de NM, pág. 1578, 1579.)
Las Escrituras Hebreas muestran de manera clara y coherente que hay un solo Dios Todopoderoso, el Creador de todas las cosas y el Altísimo, cuyo nombre es Jehová. (Gé 17:1; Isa 45:18; Sl 83:18.) Por esa razón, Moisés pudo decir a la nación de Israel: “Jehová nuestro Dios es un solo Jehová. Y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza vital”. (Dt 6:4,*5.) Las Escrituras Griegas Cristianas no*contradicen esta enseñanza que los siervos de Dios han aceptado y creído durante miles de años, sino que, por el contrario, la apoyan. (Mr 12:29; Ro 3:29,*30; 1Co 8:6; Ef 4:4-6; 1Ti 2:5.) El mismo Jesucristo dijo: “El Padre es mayor que yo”, y se refirió al Padre como su Dios, “el único Dios verdadero”. (Jn 14:28; 17:3; 20:17; Mr 15:34; Rev 1:1; 3:12.) En muchas ocasiones Jesús expresó su inferioridad y subordinación a su Padre. (Mt 4:9,*10; 20:23; Lu 22:41,*42; Jn 5:19; 8:42; 13:16.) Aun después de su ascensión al cielo, sus apóstoles continuaron transmitiendo la misma idea. (1Co 11:3; 15:20, 24-28; 1Pe 1:3; 1Jn 2:1; 4:9,*10.)
Estos hechos suministran una base sólida para traducir “la Palabra era un dios” en Juan 1:1. La posición preeminente que ocupa la Palabra entre las criaturas de Dios como el Primogénito, aquel por medio de quien Dios creó todas las cosas y el que actuaba como su Portavoz, da base para que se le llame “un dios” o poderoso. La profecía mesiánica de Isaías 9:6 predijo que se le llamaría “Dios Poderoso”, aunque no*el Dios Todopoderoso, y que sería el “Padre Eterno” de todos aquellos que tuvieran el privilegio de vivir bajo su gobernación. El celo de su propio Padre, “Jehová de los ejércitos”, haría posible el cumplimiento de esta predicción. (Isa 9:7.) Si al adversario de Dios, Satanás el Diablo, se le llama un “dios” (2Co 4:4) debido a su dominio sobre hombres y demonios (1Jn 5:19; Lu 11:14-18), con mucha más razón y propiedad se puede llamar “un dios” al Hijo primogénito de Dios, “el dios unigénito”, como lo llaman los manuscritos más confiables de Juan 1:18.
Cuando los opositores acusaron a Jesús de ‘hacerse a sí mismo un dios’, su respuesta fue: “¿No está escrito en su Ley: ‘Yo dije: “Ustedes son dioses”’? Si él llamó ‘dioses’ a aquellos contra quienes vino la palabra de Dios, y sin embargo la Escritura no*puede ser nulificada, ¿me dicen ustedes a mí, a quien el Padre santificó y despachó al mundo: ‘Blasfemas’, porque dije: Soy Hijo de Dios?”. (Jn 10:31-37.) En esa ocasión Jesús citó del Salmo 82, donde se llama “dioses” a jueces humanos a quienes Dios condenó por no*ejecutar justicia. (Sl 82:1, 2, 6,*7.) Con estas palabras Jesús demostró que no*era razonable acusarle de blasfemia por haber declarado que era, no*Dios, sino el Hijo de Dios.
Esta acusación de blasfemia surgió como resultado de que Jesús dijera: “Yo y el Padre somos uno”. (Jn 10:30.) Pero su respuesta, examinada ya en parte, muestra que Jesús no*había alegado ser el Padre o Dios mismo. Para entender qué quería decir Jesús con aquella expresión, hay que analizar el contexto de su declaración. Él hablaba de sus obras y del cuidado de las “ovejas” que lo seguirían. Tanto sus obras como sus palabras mostraron que había unidad —no desunión y falta de armonía— entre él y su Padre, y este hecho se destacó en su respuesta. (Jn 10:25, 26, 37,*38; compárese con 4:34; 5:30; 6:38-40; 8:16-18.) En lo que respecta a sus “ovejas”, él y su Padre también estaban en unidad para protegerlas y conducirlas a vida eterna. (Jn 10:27-29; compárese con Eze 34:23,*24.) La oración de Jesús a favor de la unidad de todos sus discípulos, tanto los de aquel entonces como los que habían de venir en el futuro, muestra que el ser uno con su Padre no*se refiere a identidad personal, sino a unidad de propósito y acción. De este modo, los siervos de Jesús podrían ‘todos ellos ser uno’, tal como él y su Padre eran uno. (Jn 17:20-23.)
En armonía con esto, cuando Jesús respondió a una pregunta de Tomás, dijo: “Si ustedes me hubieran conocido, habrían conocido a mi Padre también; desde este momento lo conocen y lo han visto”. Y en respuesta a una pregunta de Felipe, añadió: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también”. (Jn 14:5-9.) De nuevo, la siguiente explicación de Jesús muestra que eso era así debido a que representó fielmente a su Padre, habló Sus palabras e hizo Sus obras. (Jn 14:10,*11; compárese con Jn 12:28, 44-49.) En esa misma ocasión, la noche de su muerte, dijo a estos mismos discípulos: “El Padre es mayor que yo”. (Jn 14:28.)
El significado de que los discípulos ‘vieran’ al Padre al ver a Jesús, también se puede entender a la luz de otros casos de las Escrituras. Por ejemplo, Jacob le dijo a Esaú: “He visto tu rostro como si viera el rostro de Dios, puesto que me recibiste con placer”. Dijo esto porque la reacción de Esaú había estado en consonancia con la oración de Jacob a Dios. (Gé 33:9-11; 32:9-12.) Cuando las preguntas que Dios le hizo a Job desde una tempestad de viento le aclararon su entendimiento, Job dijo: “De oídas he sabido de ti, pero ahora mi propio ojo de veras te ve”. (Job 38:1; 42:5; véase también Jue 13:21,*22.) Los “ojos de su corazón” habían sido iluminados. (Compárese con Ef 1:18.) La declaración de Jesús en cuanto a ver al Padre ha de entenderse figuradamente, no*de modo literal, como él mismo aclaró en Juan 6:45 y según lo que Juan escribió mucho tiempo después de la muerte de Jesús: “A Dios ningún hombre lo ha visto jamás; el dios unigénito que está en la posición del seno para con el Padre es el que lo ha explicado”. (Jn 1:18; 1Jn 4:12.)