Estimado Leal
Partiré por decirle que mi vida espiritual y por sobretodo, mi convertimiento a Dios, no depende de una versión bíblica; ni de ésta, ni de la otra; … depende de Dios; y a él, no podemos encasillarlo en alguna versión específica de su Palabra.
Yo estoy afirmado en lo que su Palabra dice, y eso me basta y sobra: “Si recibimos el testimonio de los hombres, el testimonio de Dios es mayor.” (1 Juan 5:9) Como puede usted ver, estoy buscando cada día el “testimonio que es mayor”:… el de Dios. Dios no cambia, no necesita Dios ser examinado cada día, para saber si lo que dijo ayer es lo mismo de hoy, o si lo que dijo ayer, lo dice mejor o peor, el día de hoy.
Dios no necesita ser revisado ni examinado a la luz del conocimiento ni de los mejores “santos capacitados”, aunque estos hayan gastado sus vidas en estudiar miles de manuscritos. Y… ese es mi fundamento: Dios… el que no necesita revisión, ni modernización, ni renovación. El que tiene más de cinco mil años; ese es mi fundamento… Su Palabra, solo me ha ayudado a encontrarme con quien es mayor que su Palabra. Su Palabra no da vida;… pero Dios, Jesús, sí da vida:
“Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros OS PARECE que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. Y NO QUERÉIS VENIR A MÍ, para que TENGÁIS VIDA” (Juan 5:39)
La Palabra de Dios para mí, tiene la segunda importancia; Dios la primera; por lo que aunque su Palabra tiene suma importancia; no la tiene toda, comparada con el autor de ella:
“Tenemos también la Palabra profética más permanente, a la cual hacéis bien de estar atentos como a UNA ANTORCHA que alumbra en lugar oscuro hasta que EL DÍA esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19)
Jesús es el DIA PERFECTO, el LUCERO DE LA MAÑANA…. Su palabra, ante él… es solo una ANTORCHA… ¿puede usted comparar una antorcha frente a la luz del día cuando es perfecto?
De modo mi estimado, que aunque amo su palabra, la respeto como a nada en éste mundo, es mi amiga día y noche, miel a mi paladar, y si pudiera comerme su Palabra literalmente, lo haría; … pero entre lo que su Palabra me da y lo que me da Dios,… tengo clarísimo, en darle a su Palabra el lugar que le corresponde y a Dios el suyo… el primer lugar para Dios, en orden de prioridades…
Y esto lo tengo muy, pero muy claro y presente; … porque no quiero pasarme la vida obsesionado por su palabra… embelezado en ella … y dejar de conocer a Dios y encontrar mi delicia en Dios. No quiero que se me vaya el tiempo, estudiando el griego, el hebreo el arameo, y todas las variantes de cada palabra… y que se me vaya la vida sin haber gustado a Dios, sin haberle conocido personalmente, sin caminar con él, recibir de él, amarle a él, adorarle a él… y recibir de él sus caricias, su afecto, su misericordia,… Todo esto, no me lo da su Palabra, me lo da Dios… pero para eso, debo estar tan apercibido y tan absorto en él; que no pierda la oportunidad de conocer y palpar lo más grande que hombre alguno pueda imaginar…. Y en esto mi amado hermano, encuentro armonía con todos los que han creído en Dios, desde los mismos apóstoles hacia acá:
“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos mirado, y palparon nuestra manos tocante al Verbo de vida; Porque la vida fue manifestada, y vimos, y testificamos, y os anunciamos aquella vida eterna, la cual estaba con el Padre, y nos ha aparecido. Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros TENGAIS COMUNION CON NOSOTROS, y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1:1-3)
Algunos, han perdido el tiempo examinando cada palabra, concepto, cotejando, escudriñando, comparando, revisando, renovando y etc. etc. etc. etc…. Que se les ha ido la vida, y han perdido la oportunidad de conocer personalmente a Dios; palparle, sentirlo a su lado, confirmando con su presencia, con el testimonio divino, mayor que el de los hombres, que Dios es vivo, real, verdadero, genuino… y que podemos conocerlo aquí, y mejor allá en la eternidad…
Confío en su Palabra, de la forma en que ella ha llegado a mis manos, lo considero una provisión de Dios, Dios no es menor que los hombres, ni menos capacitado, para tener que esperar, hasta que llegaran los eruditos y santos capacitados para arreglar lo que Dios no ha podido arreglar a través de los siglos…
Confío en su palabra, cada vez que la abro, me deleito instantáneamente en ella, que me da el tiempo de mostrarme a Dios, llevarme a él; … para convertirme a él. No me veo en la vacilación, de abrir su Palabra y no saber si es cierto lo que dice o no, si es un versículo espurio o no, si está en griego y dice lo mismo que en hebreo o en arameo, mi fundamento no es movible, ni sometido al análisis de eruditos… Mi fundamento está firme, lo que creo de su palabra me lo confirma Dios, y vivo tranquilo, amando su palabra, comiendo cada palabra, cada concepto, cada enseñanza instantáneamente, sin tener que ir primero a comprobar, si está escrito así o asá, si le pusieron o le sacaron… vivo feliz con la Palabra que Dios me ha dado, con la misma Palabra con que se han convertido a Dios miles de creyentes; y que hace más de treinta años ha sido mi delicia… y me ha llevado a Cristo, a Dios, en nada ha fallado en la obra que Dios hace en mi corazón.
Sin embargo, ¿Cuánto confías tu en su Palabra? ¿Puedes ir a ella con la confianza y tranquilidad como voy yo a ella? ¿puedes comerla con absoluta confianza o la medio masticas?...
Pues, estimado Leal, déjame tranquilo con mi Palabra de Dios. a mi me ha hecho tanto bien y a los míos, como no te imaginas… Por, lo demás, Dios no me va a condenar por saber menos o más , en griego, en hebreo, o en arameo; por tener más letra que otros o no… ....Sino, me recibirá si es que me conoce… y si yo lo conozco, y le permití obrar en mi corazón.
Dios no le abre las puertas al que sabe más… sino, a aquel que más, o menos, poco, o mucho, sabe de su palabra, pero que con lo poco se convirtió a Dios, o fue convertido por él.
Si tienes algo que aportar al tema ¡adelante!... Pero si solo vas a entrar a corregir desde “TU” verdad… entonces no mires hacia mi persona; no solo de aghora, sino de antes, ya sabes mi postura... asi es que tranquilo.... Si el conocimiento que llevas te permite menospreciarme, pues ... entonces me quedo con lo poco que tengo.
Dios te bendiga