La enfermiza fe de los iberoamericanos

28 Febrero 1999
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Dos lecturas últimamente me han dado alguna pista para develar el misterio de la “rara fe” de nuestros hermanos en la vieja Iberia y en el Nuevo Mundo.
La llamo de “rara” no sólo por diferir bastante de la fe de los cristianos neotestamentarios, sino incluso de los anglosajones, germanos, eslavos y chinos. Con ello no digo que la fe de estos hermanos no padezca de anomalías -que desconozco-, pero al menos parece como que comenzara a encontrarle explicación a cierto “estilo de fe” que no sólo desentona con la de los tiempos apostólicos, sino también con la de otros pueblos.
Si algún provecho podemos sacar de este estudio, es que si identificamos el virus, quizás, con la gracia de Dios, podamos aislarlo.
Desde hace una década comparto con vosotros lo que voy aprendiendo, y aunque a veces debatimos fuertemente, reconozco que vuestro aporte me ha sido imprescindible y enriquecedor. No osaría avanzar en este campo a no ser con vuestro concurso. No importa si de vez en cuando me asestáis un mandoble que echa a rodar mi cabeza tan lejos que me demoro en encontrarla. Lo cierto es que vuestros cuestionamientos y observaciones me exigen un mayor estudio, así como mis planteamientos también lo exigen de vosotros. Hurgar en las Escrituras, en la Historia, y en la realidad circundante, es todo un ejercicio que nos reporta no solamente rédito intelectual, sino lo que más nos importa: lo espiritual. Así que estaré expectante de vuestras reacciones al tema.
Para empezar, creo que podemos admitir que la fe que recibimos por gracia, como un don de Dios por el oír de su Palabra, viene a nosotros pletórica de vida y completamente saludable. Pero si luego, no la alimentamos debidamente, descuidando el meditar en la Palabra, la oración y la comunión con los hermanos, no es de extrañar que se enfríe, mengüe y hasta arriesgue un naufragio. Sabedor de esto, Pablo instruía a Tito a que los ancianos en la iglesia –entre otras cosas-, fueran “sanos en la fe” (Tito 2:2), pues por negligencia la fe de algunos puede ser trastornada (2Ti 2:18) y por motivaciones espurias otros se extravían y desvían de la fe (1Ti 6: 10, 21).
El hecho que llama poderosamente la atención entre los cristianos evangélicos que profesamos nuestra total adhesión a la sana doctrina de la Palabra de Dios, es la confusión existente por la aceptación como verdadero de todo conocimiento proveniente de la Biblia pero que no obliga a proceder en consecuencia. O sea, tácitamente se admite que la doctrina, con su conjunto de principios, verdades y mandamientos bíblicos, no sólo ha de creerse y enseñarse, sino practicarse.
Luego, en nuestra experiencia congregacional, absortos asistimos al desgraciado espectáculo de verlos perder fuerza hasta desvanecerse por completo. Es como si la doctrina estuviera para ser enseñada desde el púlpito, escuchada desde las bancas, y prontamente olvidada finalizada la reunión.
Acá se nos dirá que esto es responsabilidad exclusiva de cada cual ¡y es cierto! Pero lo insólito se da cuando invitamos al mismo expositor a que haga su parte en llevar adelante lo que ha enseñado. Los ojos se ponen vidriosos como si nos estuviéramos tomando demasiado a pecho lo que acabamos de oír. Parece haber consenso que exponer la sana doctrina es suficiente muestra de fidelidad al Señor y su Palabra. Si un oyente pretendiera animar al predicador y a sus auditores a pasar seguidamente a poner en acción lo aprendido, su inusual entusiasmo será tomado por fanatismo. En las conversaciones personales se da lo mismo. La elocuencia y pasión mostrada por el orador desde el púlpito, se transforma luego en una indisimulada reticencia a seguir meneando el asunto, y por no fastidiarle dejamos al impasible expositor refugiado en su apatía. Si esto nos ocurre con los que traen la Palabra, no podemos esperar mejores cosas de los que se la llevan a su casa.
¿Cómo andaría nuestra salud si tras dar las gracias por los alimentos levantamos la mesa y regresamos los platos llenos a la cocina?
¿Cómo puede subsistir nuestra fe si aspirando el delicioso aroma de los manjares sólidos no los asimilamos a nuestra vida sino que nos conformamos con su fragancia?
Retener en nuestra memoria las letras de las verdades bíblicas no nos infunde el poder vital de la Palabra de Dios.
Despavoridos ante tamaña realidad, miramos a todos lados y vemos como el mundo –el religioso, inclusive-, hace de la manera desde siempre acostumbrada. Entonces decidimos en nuestro fuero íntimo seguir profesando una cosa mientras continuamos haciendo la otra. Tal dicotomía anula nuestra identidad, ya que pasamos a ser piezas en el engranaje de un sistema estructural.
Nos consta que la Biblia es la Palabra de Dios, que Jesús es nuestro Señor y muchísimas cosas más; pero parece alcanzar con que llevemos nuestra Biblia a su paseo dominical; que Jesús permanezca en el cielo -pues tampoco tenemos ningún apuro por su regreso-, y que las demás cosas mejor queden como están.
Acá es donde debemos examinarnos nosotros mismos a ver si todavía estamos en la fe (2Co 13:5), pues “cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lc 18:8).
Al conversar con hermanos cristianos de temas bíblicos y espirituales, es desalentadora la apatía con que son recibidas nuestras iniciativas. Por ética, algo se nos responde, pero apenas lo necesario para no pasar por maleducados. Percibiendo cierta incomodidad somos inhibidos a proseguir. Por supuesto que hay excepciones, pero hablamos de lo que generalmente experimentamos en nuestro trato fraternal.
Cuando citamos un texto que expone claramente un innegable principio bíblico, a veces se nos responde que “habría que estudiarlo mejor” -pero sin mostrar interés alguno en hacerlo-; otras se nos dice que convendría mirar otras versiones bíblicas o cerciorarse si el sentido que le damos es el del original. Todo ello sería muy pertinente si fuese acompañado del sincero propósito de verificar lo que se alega. Al no hacerlo, se termina por caer en ese funesto relativismo tendiente a devaluar la Palabra de Dios, dejando en entredicho las verdades bíblicas que se expresan con plena convicción.
Así, el diagnóstico de esta “fe enfermiza” responde al síntoma de la incoherencia de lo que se profesa creer con la indolencia simultánea.
Las lecturas a las que me referí al comienzo, y que pienso que nos dan una buena pista para “identificar al virus” las hallé en un cuento de Unamuno “San Manuel Bueno, Mártir” y en el artículo “El “factor Dios” del premio Nobel de Literatura portugués José Saramago. Ambos pueden leerse íntegros en www.ciudadseva.com en la sección Cuentos.
Para no ser demasiado extenso en este aporte introductorio, dejaré para el próximo mis deducciones tras aquellas lecturas.
Mientras tanto, los “cristianos pensantes” del Foro ya pueden ir haciendo diente con un tema que promete atraer serias y hondas reflexiones de los hermanos foristas.
Ricardo.
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

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Solo quiero comentar que la doctrina verdadera que no se vive, en la vida cotidiana, es fe muerta e inútil ...

Santiago 1:22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.

Santiago 1:23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.

Santiago 1:24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.

Santiago 1:25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.


Que Dios les bendiga a todos

Paz a la gente de buena voluntad
 
Una tesis en consulta

Una tesis en consulta

El artículo El “Factor Dios” de José Saramago fue escrito apenas una semana después de los atentados del 11-Set-2001. El autor encontró en tal horror el factor religioso que pudo motivar y alentar a extremistas islámicos. Comienza su exposición con las masacres perpetradas por los británicos (de mayoría protestante) en la India, siguiendo luego con la de portugueses (católicos) en Angola. El tercer y último caso que trae a colación es en Israel (de religión judía) donde soldados sujetan y rompen la mano de un palestino por haber arrojado piedras. De tres fotografías extrae el Nobel portugués su idea de aquel atentado en Nueva York. La corrobora todavía con las grandes matanzas en las guerras mundiales y las demás del pasado siglo XX. Alemanes y estadounidenses (mayoritariamente protestantes) fueron responsables de tales atrocidades. Aprovecha también de la Inquisición para llegar a su tácita conclusión: “Dios es inocente” –dice- porque no existe; porque de no ser el escritor ateo lo pondría como único culpable. Así, para Saramago, el “factor Dios” (para él apenas un nombre inventado por el hombre), es un múltiple asesino que en nombre de la religión ha sido culpable de exterminios, persecuciones y las peores crueldades.
La historia parece darle la razón al portugués, dado que los ejemplos que pone son tan ciertos como bien sabidos.
Pero algo tenemos que decir los creyentes: falsos y malos religiosos siempre los hubo y los hay.
Pero también siempre hubieron judíos, musulmanes, católicos y protestantes que en su tiempo y lugar marcaron la diferencia, denunciando a quienes se arrogaban del nombre de Dios para legitimar sus crímenes.
La España de la Baja Edad Media da un mentís a Saramago, cuando a sus universidades concurrían estudiantes de toda Europa atraídos por la proverbial celebridad de sus aulas bajo el magisterio de sabios profesores cristianos, judíos y musulmanes. La pacífica convivencia entre ellos permitía incluso sabias disputas ejercitando al máximo la inteligencia de maestros y alumnos. De haberse perpetuado esta situación, no habría nunca perdido España su sitial de privilegio. Lamentablemente, como sabemos, la ambición de monarcas, conquistadores y clérigos les llevó a poseer el mundo entero, para ir perdiendo luego todo finalizando el siglo XIX.
El artículo de Saramago puede ser plenamente refutado, y aunque ganas no me faltan, no es ahora la ocasión para ello.
Sí, hay que concordar con el escritor, que los dirigentes de las diversas religiones han sutilmente apostatado de su fe para servirse del poder temporal de los imperios de turno.
Profesar con la boca y con un libro en la mano una fe que transige a que con la otra empuñe la espada u oprima el botón para soltar una bomba o disparar un misil, es una incoherencia absoluta. El concepto de “guerra justa” fue inventado por el diablo e inducido en la mentalidad de políticos y militares. En los tiempos antiguos morían los soldados en los campos de batalla; modernamente, mueren los civiles en las ciudades bombardeadas.
Con el accionar del mundo, involucrándose de continuo en guerras y revoluciones, nuestros hermanos iberoamericanos aprendieron a contemporizar con aquello que su misma fe reprobaba. Este es un factor.
El relato de don Miguel de Unamuno (San Manuel Bueno, mártir), sorprende al lector, porque el personaje del mismo, un cura párroco de aldea, respetado, amado y admirado por la comunidad -al grado que luego de muerto se inicie el expediente de su beatificación-, resultaba no ser todo lo creyente que cualquiera se imaginaría. Su voz callaba hacia el final del Credo cuando este era recitado por la feligresía. Insólitamente, aunque con sus prédicas, consejos y el ejemplo de su propia vida, santa y consagrada, inspiraba en los demás la misma fe que profesaba, apurado por la narradora a que le dijera si de veras creía en la otra vida y el mundo venidero, se puso a sollozar y se rehusó a seguir con el asunto. Fingiéndose creyente sin serlo, en una conversación franca dijo: “Hay que creer todo lo que cree y enseña a creer la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica, Romana. ¡Y basta!”. A un hijo espiritual, preocupado por las supersticiones del pueblo aconsejó:
-¡Déjalos! ¡Es tan difícil hacerles comprender dónde acaba la creencia ortodoxa y dónde empieza la superstición! Y más para nosotros. Déjalos, pues, mientras se consuelen. Vale más que lo crean todo, aun cosas contradictorias entre sí, a no que no crean nada.
Próximo a morir recomendó: “Oíd: cuidad de estas pobres ovejas, que se consuelen de vivir, que crean lo que yo no he podido creer”.
Pienso que Unamuno pinta con acierto a algún cura conocido de él en su infancia, cuya falta de fe, pese a una vida tan meritoria, seguramente le afectó muchísimo.
Y nosotros también, en ocasiones fuimos impactados por la apatía con que sacerdotes católicos reaccionaban a nuestra iniciativa de entrar en un tema teológico o espiritual. Buenos curas párrocos probablemente han prestado un invalorable servicio comunitario, pese a no destacarse precisamente por la profundidad de su sentimiento religioso.
Bien sabemos la forma con que fueron “evangelizados” y “cristianizados” los indígenas americanos desde Colón en adelante.
Ellos aprendieron que de bautizarse, vestir y hacer como los españoles y portugueses, les iría mucho mejor a que no lo hicieran.
Los esclavos africanos llevados al Brasil y al Caribe, también aprendieron.
Pero en México, Centroamérica y Perú, los amerindios que concurrían a las catedrales cristianas emplazadas sobre los restos de sus templos destruidos por los conquistadores, hasta el día de hoy mantienen su culto sobre el mismo piso y ascendiendo por las mismas gradas como lo hacían sus ancestros.
La aspersión de un poco de agua sobre ellos acompañada de algunas frases en latín, era un compromiso menor frente a la ventaja que su sometimiento les reportaba. Ya se arreglarían ellos para que de su connivencia con los misioneros perdurara su religión en un sincretismo con el catolicismo romano. En aquellas etnias que conservaron su idioma nativo, más fácilmente pervivió su religión con el ropaje más bonito traído por los europeos. No se convirtieron por convicción religiosa alguna, sino por imperio de las superiores armas y caballería de los conquistadores.
Y bien, todo esto sirve para formular la siguiente tesis:
-La enfermiza fe de nuestros hermanos iberoamericanos se debe al sustrato católico romano.
Demasiado conocido es el diálogo con el católico tradicional quien al ser preguntado por lo que cree, responde que “lo que la Iglesia cree”, y cuando se le pide que diga que cree la Iglesia, contesta “lo que yo creo”, y así ad infinítum.
No podemos fácilmente substraernos a nuestra propia idiosincrasia, tradición y cultura. Aunque nos hayamos convertido al Evangelio con la triple fórmula reformada incluida: La Biblia, toda la Biblia, nada más que la Biblia, permanece todavía latente esa tendencia ancestral. Creemos ahorrarnos un problema si aceptamos sin chistar lo que nuestra iglesia y denominación cree, pues al fin y al cabo, difícilmente Dios se anime a condenar por herejes a tantos millones de personas que profesan la misma creencia. Nos hacemos a la idea que por ancho y frecuentado que esté el camino que transitamos no por ello acabaría en la perdición.
Entiendo que sin tal sustrato católico romano, prontamente seguiríamos lo que Dios nos dice en su Palabra, sin poner reparos a mandamientos claros ni decir que esto o aquello “es relativo” para restarle importancia.
Cristianos de otras culturas, africanos y asiáticos, principalmente, no condicionan su fe a su propio gusto y capricho, al modo que nosotros hacemos. Aunque en una primera instancia proclamamos aceptar como Palabra de Dios toda la Sagrada Escritura y seguir la sana doctrina, a poco se hace evidente que somos muy capaces de soslayar esto, cortar por aquí y recortar por allá. Como citara Monseñor Straubinger introduciendo su versión de la Biblia en español: “Cada protestante es en potencia fundador y sumo pontífice de su propia iglesia, basada en la Biblia, interpretada a su antojo”. Aunque no me agrade el dicho, me consta que es verdadero.
Con esto queda introducido el tema, si es que a alguien realmente preocupa el deterioro “de la fe que una vez ha sido dada a los santos” (Judas 3).
Positivamente creo que es posible revertir el daño que afecta a la fe de nuestros hermanos, identificando el germen contaminante.
Si nos liberamos de los viejos esquemas mentales, todavía es posible que seamos enseñados por Dios para andar fielmente en obediencia.
Ricardo.
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

Vaya intolerancia religiosa, y eso que usan el mismo dios.

Aquí es donde vive la pregunta, ¿cual religion es la verdadera?, ¿judios, cristianos, musulmanes, quien de ellos dice la verdad?
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

Vaya intolerancia religiosa, y eso que usan el mismo dios.

Aquí es donde vive la pregunta, ¿cual religion es la verdadera?, ¿judios, cristianos, musulmanes, quien de ellos dice la verdad?
!Ninguna! La verdad no la encontrarás en ninguna religión. La verdad la encontrarás en Cristo Jesús, solamente.

Dios te bendice!

Greivin.
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

!Ninguna! La verdad no la encontrarás en ninguna religión. La verdad la encontrarás en Cristo Jesús, solamente.

Dios te bendice!

Greivin.

pero pues no se puede conocer sobre la vida de jesus sin ver la biblia y la biblia fue hecha por medio de la religion, asi que pues esta dificil eso
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

pero pues no se puede conocer sobre la vida de jesus sin ver la biblia y la biblia fue hecha por medio de la religion, asi que pues esta dificil eso
No, eso no es cierto! Yo soy un ejemplo vivo de ello. Yo fui ateo toda mi vida hasta los 38 años. Nunca quise aceptar, leer, saber, o conocer sobre absolutamente nada que tuviera que ver con Dios, y a pesar de ello, llegó a mi vida de una forma sobrenatural y me transformó de la noche a la mañana. A partir de allí dejé de ser quien era y me trasnformé en lo que soy ahora. Nada, absolutamente nada en este mundo hubiera podido lograrlo. Ni mi familia, ni mi esposa ni mis hijos ni ningún pastor o cura...Absolutamente nadie! Cristo mismo me buscó y me convenció por medio de su Espíritu de que estaba equibocado y esto lo logró después de una noche de borracheras, mujeres y drogas. En el pero momento de mi mala vida. Para la mañana siguiente, ya no era el mismo hasta hoy.

Lee mi testimonio en la sección de testimonios. Allí hago una declaración de lo que me pasó. "Testimonio del mejor de los Ateos"

Dios te bendice!

Greivin.
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

!Ninguna! La verdad no la encontrarás en ninguna religión. La verdad la encontrarás en Cristo Jesús, solamente.

Dios te bendice!

Greivin.

Esa es tu opinion como cristiano pero los judios dicen que Jesús fue solo un profeta, entonces?
 
RECAPACITANDO

RECAPACITANDO

La reacción a mi propuesta y expectativa “con un tema que promete atraer serias y hondas reflexiones de los hermanos foristas”, para nada se ha cumplido.
Admito ahora que los foristas en verdad son muy pocos, ya que a la mayoría no le interesa tanto el estudiar y debatir aspectos controversiales de nuestra fe, sino más bien chatear brevemente discrepando más con las personas que con sus ideas.
Admito también que si me hubiera concretado a criticar la “fe” de los católicos romanos iberoamericanos ¡otro gallo cantaría!
Pero exponer que la debilucha fe de los nuestros siga como por inercia la tendencia natural arraigada desde siglos entre los que descendemos de españoles y portugueses, no sólo suma una inquietud más a las muchas que ya tenemos sin lograr conmovernos, sino que cuesta considerarla siquiera verosímil, ya que no nos gusta que se indague sobre la salud de nuestra fe.
Reafirmo una vez más para que nadie tenga dudas, que una fe puesta en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios y nuestro Salvador, es inconmovible e imperecedera pues es un don de Dios conferido de pura gracia, y que la Palabra de Dios alimenta y el Espíritu Santo ilumina, mientras crece y se desarrolla en la comunión de los hermanos en cualquier lugar que estos se congreguen a Su nombre.
Digo nomás, que lo que tantos profesan asintiendo a lo arriba expresado, se distorsiona luego en muchos que pareciéndoles haber ya conseguido su Pasaporte al cielo, se olvidan fácilmente de las responsabilidades contraídas en su servicio a Dios, a los hermanos y al prójimo.
Entonces es lógico que nos hagamos la pregunta: ¿Estarán sus nombres escritos en el libro de la vida, o apenas en uno de miembros de la iglesia, o en un certificado de bautismo?
Con esto no se pretende sobresaltar a los salvos, sino apenas a cuantos creyéndose salvos viven y actúan como si no lo fueran.
Porque a aquellos que sí recibieron la palabra como de Dios y no de hombres, les dice Pablo que la misma “actúa en vosotros los creyentes” (1Ts 2:13).
Pero cuando ella se vuelve inocua e inoperante entre cristianos que toman de la Biblia lo que les conviene; maximizando unos textos, minimizando otros, y echando a la papelera de reciclaje el resto, ¿qué diremos a esto?
-¡Yo no hago tal cosa! –gritan todos.
Sin embargo fácilmente nos encontramos en el Foro con quienes agrandan, sobresaltan y colorean versículos favoritos, al tiempo que nada dicen sobre otros que se les presentan sin especial destaque.
Ojalá que la brevedad de este mensaje invite a muchos a su lectura.
Cordiales saludos.
Ricardo.
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

!Ninguna! La verdad no la encontrarás en ninguna religión. La verdad la encontrarás en Cristo Jesús, solamente.

Dios te bendice!

Greivin.

Quisiera hacerte una pregunta Greivin, ¿cómo sabés que la verdad está en Cristo Jesús?
//410n5o//
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

Quisiera hacerte una pregunta Greivin, ¿cómo sabés que la verdad está en Cristo Jesús?
//410n5o//
!Tienes que conocerlo para que lo puedas constatar! No puedo ni nadie podrá convencerte de ello con ningún argumento. Solamente Cristo te pordrá dar testimonio de la verdad y para ello tienes que captarlo en tu corazón.

Dios te bendice!

Greivin.
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

!Tienes que conocerlo para que lo puedas constatar! No puedo ni nadie podrá convencerte de ello con ningún argumento. Solamente Cristo te pordrá dar testimonio de la verdad y para ello tienes que captarlo en tu corazón.

Dios te bendice!

Greivin.

Gracias por la respuesta, aunque aclaro que no busco que me convensan ni yo de convencerlos de nada, sólo pregunto. Qué recomendarías para poder captarlo sin tener que recurrir a leer La Biblia?
//410n5o//
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

Quisiera hacerte una pregunta Greivin, ¿cómo sabés que la verdad está en Cristo Jesús?
//410n5o//

Bueno, entre otras cosas porque Él aseguró ser el camino, la verdad y la vida. Vivió congruente con ello, murio con ello y por ello; y lo demostró resucitando ante una nube de testigos.

Por lo que si no puedes demostrar lo contrario, mejor creelo.

Un saludo
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

Bueno, entre otras cosas porque Él aseguró ser el camino, la verdad y la vida. Vivió congruente con ello, murio con ello y por ello; y lo demostró resucitando ante una nube de testigos.

Por lo que si no puedes demostrar lo contrario, mejor creelo.

Un saludo

Y que pasa con las otras religiones?
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

Gracias por la respuesta, aunque aclaro que no busco que me convensan ni yo de convencerlos de nada, sólo pregunto. Qué recomendarías para poder captarlo sin tener que recurrir a leer La Biblia?
//410n5o//
Yo no lo conocí por medio de la biblia, ni siquiera leyendo la biblia. Así que no es leyendo la biblia que lo conoces, eso se hace después para conocer mas de su vida y de su obra.

Simplemente entra en tu habitación y dile, como creyendo que te escucha, que quieres conocerle. Si realmente lo haces de corazón creyendo, no tardará en mostrarse a ti. No me preguntes de que forma lo hará porque el escoge la forma según cada uno de nosotros y según su voluntad. Pero nunca falla cuando lo hacemos creyendo. Recuerda que el es Santo y puro, pero aún así no pretende que te presentes sin todos tus errores y pecados, simplemente con un corazón arrepentido y dispuesto a cambiar.

Dios te bendice!

Greivin.
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

Y que pasa con las otras religiones?

No lo se, tú me preguntaste por una Persona: Jesucristo

Ahora que si Buda o cualquier otro hombre dijo que "nadie va a Dios sino a trevés de Él" como aseguró Jesús (con esto eliminas todas las religiones y de más lideres religiosos), si de verdad estas convencido que otro hombre hizo lo mismo, entonces ve y siguelo a él, pero si no es así, entonces trata de encontrar, creer y entender a Jesucristo. Es lo menos que yo haría.

Saludos
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

No, eso no es cierto! Yo soy un ejemplo vivo de ello. Yo fui ateo toda mi vida hasta los 38 años. Nunca quise aceptar, leer, saber, o conocer sobre absolutamente nada que tuviera que ver con Dios, y a pesar de ello, llegó a mi vida de una forma sobrenatural y me transformó de la noche a la mañana. A partir de allí dejé de ser quien era y me trasnformé en lo que soy ahora. Nada, absolutamente nada en este mundo hubiera podido lograrlo. Ni mi familia, ni mi esposa ni mis hijos ni ningún pastor o cura...Absolutamente nadie! Cristo mismo me buscó y me convenció por medio de su Espíritu de que estaba equibocado y esto lo logró después de una noche de borracheras, mujeres y drogas. En el pero momento de mi mala vida. Para la mañana siguiente, ya no era el mismo hasta hoy.

Lee mi testimonio en la sección de testimonios. Allí hago una declaración de lo que me pasó. "Testimonio del mejor de los Ateos"

Dios te bendice!

Greivin.
entonces porque dios no nos cambia a todos como a usted señor?
ya lei su testimonio y se lo enseñe a mi papa y me dijo que era algo muy comun que gente enferma de alcoholismo o drogadiccion como usted terminaran abrazando las creencias ya que les dan esperanza para salir de su situacion. yo creo que pues a mi papa va a estar dificil que le suceda lo mismo que a usted ya que mi papa no bebe casi nada, no fuma, no usa drogas, hace ejercisio, no se pelea con mi mama( en parte porque ella ya murio, je) me ah educado yo creo bien ya que aunque me han ofrecido drogas nunca las eh probado y pues somo dentro de lo que cabe muy felices sin necesidad de dios, mi papa siempre acepta debatir con gente teista como el les dice y me dice que jamas debo insultar a nadie sin importar su creencia ya que todos tenemos derecho a creer en lo que queramos, mi papa es ateo desde su juventud y ya tiene 40 años
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

entonces porque dios no nos cambia a todos como a usted señor?
ya lei su testimonio y se lo enseñe a mi papa y me dijo que era algo muy comun que gente enferma de alcoholismo o drogadiccion como usted terminaran abrazando las creencias ya que les dan esperanza para salir de su situacion. yo creo que pues a mi papa va a estar dificil que le suceda lo mismo que a usted ya que mi papa no bebe casi nada, no fuma, no usa drogas, hace ejercisio, no se pelea con mi mama( en parte porque ella ya murio, je) me ah educado yo creo bien ya que aunque me han ofrecido drogas nunca las eh probado y pues somo dentro de lo que cabe muy felices sin necesidad de dios, mi papa siempre acepta debatir con gente teista como el les dice y me dice que jamas debo insultar a nadie sin importar su creencia ya que todos tenemos derecho a creer en lo que queramos, mi papa es ateo desde su juventud y ya tiene 40 años

y pues somo dentro de lo que cabe muy felices sin necesidad de dios,

?que es ser feliz para ti?
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

y pues somo dentro de lo que cabe muy felices sin necesidad de dios,

?que es ser feliz para ti?

para mi ser feliz es sentir que mis necesidades estan cubiertas, sentirme querido por mi familia (mi papa) no sentir vacios sentimentales, que pueda reirme por algo que me cause gracia y sentirme libre, el hecho de que pueda dormir tranquilo todas las noches, ya saben, que no sientra tristeza siempre, para mi las personas infelices son las que no se siemten plenas, las que sienten que les falta algo en su vida, claro la felicidad es diferente para cada quien
 
Re: La enfermiza fe de los iberoamericanos

para mi ser feliz es sentir que mis necesidades estan cubiertas, sentirme querido por mi familia (mi papa) no sentir vacios sentimentales, que pueda reirme por algo que me cause gracia y sentirme libre, el hecho de que pueda dormir tranquilo todas las noches, ya saben, que no sientra tristeza siempre, para mi las personas infelices son las que no se siemten plenas, las que sienten que les falta algo en su vida, claro la felicidad es diferente para cada quien

?que sucedera cuando te falten esas cosas/? ?A donde miraras o buscaras?

La diferencia entre la felicidad de un cristiano y un no cristiano es la esperanza que tenemos aun ante las adversidades , sufrimientos, enfermedades, etc.

cuando asesinaban a los primeros cristianos ante los leones, estos cantaban alabanza y los no creyentes se asombraban y no entendian ..hoy no es diferente