He creido conveniente abrir un tema dedicado exclusivamente a este punto,
por la importancia teológica que reviste y su consiguiente efecto sobre el pueblo de Dios.
En el epígrafe que descubre y denuncia todo lo relacionado con el sistema conocido como los G12, en uno de sus últimos aportes viene un artículo
traducido del portugués con el título:
G12: doctrina enseña que el hombre debe perdonar a Dios.
En una reunión reciente en mi país (Uruguay) se enseñó y repartió un estudio
sobre el tema EL PODER DEL PERDON, que en la segunda parte : II - EL PERDON LIBERA PERDON, en el apartado 3 - Nuestro perdón libera sanidad,
se dice que ese perdón debe ser triple:
a) perdonarse a sí mismo
b) perdonar a otros
c) perdonar a Dios.
Tanto aquí como en el citado artículo nada se explica sobre qué significa
"perdonar a Dios", ni de cuales Escrituras proceda tal enseñanza.
Son conocidos los casos (entre inconversos) en que la pérdida de un ser
querido ha arrancado el clamor:
- ¡No le perdono a Dios que se haya llevado a mi hijo!
Luego, cuando la persona se convierte, es ella la que le pide perdón a Dios por haber blasfemado de tal modo, con la tácita aceptación de la voluntad divina, y sin quedar rastros de aquel reproche.
Es de temer que hermanos que hayan estado involucrados con los G12 y luego se desvincularon, hayan con todo conservado conceptos y manuales que piensan que todavía tienen mucho de bueno para seguir compartiendo con otros. De esta manera las malas doctrinas se propagan como un virus, sin que sus portadores sean siquiera conscientes del mal que trasmiten.
Invito pues a los compañeros foristas, antes que nada, a que aporten información en cuanto a los argumentos y pasajes bíblicos que sustenten tal idea, de la que yo no concozco precedente alguno en los casi dos milenios de historia de la iglesia de Cristo. Luego, conocidos los alegatos a favor,
podemos examinarlos y dar cuenta de la razón o sinrazón que nos merezcan.
Espero pues, vuestras contribuciones al tema, y ruego al Webmaster comprenda que la especialidad del asunto requiere de su propio epígrafe.
Ricardo.
por la importancia teológica que reviste y su consiguiente efecto sobre el pueblo de Dios.
En el epígrafe que descubre y denuncia todo lo relacionado con el sistema conocido como los G12, en uno de sus últimos aportes viene un artículo
traducido del portugués con el título:
G12: doctrina enseña que el hombre debe perdonar a Dios.
En una reunión reciente en mi país (Uruguay) se enseñó y repartió un estudio
sobre el tema EL PODER DEL PERDON, que en la segunda parte : II - EL PERDON LIBERA PERDON, en el apartado 3 - Nuestro perdón libera sanidad,
se dice que ese perdón debe ser triple:
a) perdonarse a sí mismo
b) perdonar a otros
c) perdonar a Dios.
Tanto aquí como en el citado artículo nada se explica sobre qué significa
"perdonar a Dios", ni de cuales Escrituras proceda tal enseñanza.
Son conocidos los casos (entre inconversos) en que la pérdida de un ser
querido ha arrancado el clamor:
- ¡No le perdono a Dios que se haya llevado a mi hijo!
Luego, cuando la persona se convierte, es ella la que le pide perdón a Dios por haber blasfemado de tal modo, con la tácita aceptación de la voluntad divina, y sin quedar rastros de aquel reproche.
Es de temer que hermanos que hayan estado involucrados con los G12 y luego se desvincularon, hayan con todo conservado conceptos y manuales que piensan que todavía tienen mucho de bueno para seguir compartiendo con otros. De esta manera las malas doctrinas se propagan como un virus, sin que sus portadores sean siquiera conscientes del mal que trasmiten.
Invito pues a los compañeros foristas, antes que nada, a que aporten información en cuanto a los argumentos y pasajes bíblicos que sustenten tal idea, de la que yo no concozco precedente alguno en los casi dos milenios de historia de la iglesia de Cristo. Luego, conocidos los alegatos a favor,
podemos examinarlos y dar cuenta de la razón o sinrazón que nos merezcan.
Espero pues, vuestras contribuciones al tema, y ruego al Webmaster comprenda que la especialidad del asunto requiere de su propio epígrafe.
Ricardo.