Re: Elena White lo predijo
Estimados hermanos. Saludos cordiales.
Estimo muy interesante este tema, y como han aparecido voces que dan un sonido incierto a la trompeta, es bueno poner el correcto fundamento, el cual es Cristo:
Veamos lo que dijo una destacada escritora:
"Nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo para ministrar incansablemente a la necesidad del hombre. "Tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias," a fin de poder ministrar a toda necesidad de la humanidad. Vino para quitar la carga de enfermedad, miseria y pecado. Era su misión traer completa restauración a los hombres; vino para darles salud, paz y perfección de carácter.
Diversas eran las circunstancias y necesidades de aquellos que solicitaban su ayuda, y ninguno de los que acudían a él se iba sin haber recibido ayuda. De él fluía un raudal de poder sanador, y los hombres eran sanados en cuerpo, mente y alma.
La obra del Salvador no se limitaba a lugar o tiempo alguno. Su compasión no conocía límites. Verificaba su obra de curación y enseñanza en tan grande escala que no había en toda Palestina edificio bastante amplio para contener las multitudes que acudían a él. En las verdes laderas de las colinas de Galilea, en los caminos, a orillas del mar, en las sinagogas, y en todo lugar donde se le podía llevar enfermos, encontraba su hospital. En toda ciudad, todo pueblo, toda aldea donde pasara, imponía las manos a los afligidos, y los sanaba. Dondequiera que hubiese corazones listos para recibir su mensaje, él los consolaba con la seguridad del amor de su Padre celestial. Durante todo el día servia a los que acudían a él; y por la noche atendía a los que durante el día debían trabajar para ganar una pitanza con que sostener a sus familias.
Jesús llevaba el peso aterrador de la responsabilidad por la salvación de los hombres. El sabía que a menos que hubiese un cambio radical en los principios y propósitos de la especie humana, todo se perdería. Tal era la carga de su alma, y nadie podía apreciar el peso que descansaba sobre él. En la niñez, en la juventud y en la edad viril, anduvo solo. Sin embargo, era estar en el cielo hallarse en su presencia. Día tras día hacia frente a pruebas y tentaciones; día tras día se hallaba en contacto con el mal, y presenciaba su poder sobre aquellos a quienes él trataba de bendecir y salvar. Sin embargo, no desmayaba ni se desalentaba.
En todo, ponía sus deseos en estricta conformidad con su misión. Glorificaba su vida subordinando todo en ella a la voluntad de su Padre. Cuando, en la niñez, su madre, encontrándolo en la escuela de los rabinos, dijo: "Hijo, ¿por qué nos has hecho así?" él contestó, -y su respuesta es la nota descollante de la obra de toda su vida,-"¿Qué hay? ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me conviene estar?"
La suya fue una vida de constante abnegación. El no tenía hogar en este mundo, excepto el que la bondad de sus amigos le proveía como viajero. Vino a vivir en favor nuestro la vida de los más pobres, y a andar y trabajar entre los menesterosos y los que sufrían. No fue reconocido ni honrado mientras andaba entre la gente por la cual había hecho tanto.
Siempre se mostró paciente y gozoso, y los afligidos lo saludaban como un mensajero de vida y paz. Vela las necesidades de hombres y mujeres, de niños y jóvenes, y a todos daba la invitación: "Venid a mí." OE 42,43
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.