Re: Análisis de la guerra de reforma y el rol de la ICR en ella.
SIGAMOS
ACCIONES CRISTERAS Parte IV
Asalto al Tren de la Barca, Jalisco (continuación)
(La imagen muestra como quedó el tren descarrilado después del asalto e incendio provocado por los cristeros)
En el asalto perecieron todos los miembros de la escolta y varios pasajeros fueron acuchillados por los asaltantes, mismos que luego incendiaron el tren causando otras muertes. (74) los carros fueron incendiados con los heridos todavía abordo. (75) este brutal acto, fue, en palabras del historiador Francis Patrick Doole:
“Una horrible carnicería, pues cundió el pánico entre los pasajeros que, gritando, trataron de escapar solo para morir en medio de las balas”. (76)
Las tres cuartas partes del pasaje, como lo señala el general Cristóbal Rodríguez, “eran en su mayoría gentes humildes y seguramente católicas, y tuvieron allí la muerte más atroz”. (77) En la fiera batalla, que duró tres horas, los 57 soldados de la escolta del tren repelieron el ataque en los vagones de segunda clase y se parapetaron en las ruedas de los carros, en el Express y en la locomotora. Los cristeros, por su parte, asesinaron a decenas de pasajeros indefensos (incluidos mujeres y niños).
El periódico Excelsior, en la edición del 21 de abril de 1927, así resaltó la nota:
“Se quemaron todos los carros y pasando a cuchillo a la mayor parte de los pasajeros de segunda, muchos de los cuales fueron quemados vivos dentro de los mismos carros del tren. Este salvaje atentado supera en barbarie a cuantos se conocen en la historia de México”. (78)
El diario antes citado, en su editorial del 23 de abril, así concluía:
“Un suceso desgarrador y sangriento, como pocos solían ocurrir, se ha sumado a la serie de los que cada día lamentamos. Este caso, por su ferocidad, emula a cuantos habíamos visto en tiempos anteriores en los que no se mencionaba a Cristo. Un saldo de ciento treinta vidas humanas, muchas de ellas niños inocentes no puede menos que causar justa indignación y horror aquí y en el Vaticano. Jalisco se ha visto asolado por una lucha de carácter religioso que ha degenerado en actos que deben horrorizar a las personas de corazón bien puesto, cualquiera que sea su credo. Los atentados salvajes, las venganzas innobles, los delitos contra la propiedad y la vida, deben ser reprimidos con mano dura, sea quien fuere el que los cometa; y no debe haber persona sensata que los apruebe, porque desprestigian a cualquier causa”. (79)
De acuerdo al historiador Moisés González Navarro, algunos actores sociales “atribuyeron al arzobispo Orozco y Jiménez la ‘autoría intelectual’ de ese asalto y al futuro arzobispo de México Darío Miranda haber participado ‘con el grado de general cristero’”. (80)
Coincido, para finalizar este capítulo, con el punto de vista del general Cristóbal Rodríguez, cuando señala que
“Muchos se han esforzado todos los que han escrito parcialmente acerca de esta rebelión, en aminorar la gravedad de este crimen y de ocultar los detalles de inaudita crueldad y salvajismo que revistió”. (81)
CITAS
(72) Rivero del Val, op. Cit. Pp. 138-139
(73) El Universal Gráfico, 21 de abril de 1927
(74) Muriá, op. Cot. P. 385
(75) Barbosa, op. Cit. P. 399
(76) Dooley, op. cit. p. 124
(77) Rodríguez, Cristóbal, La iglesia católica y la rebelión cristera en México (1926-29), p. 150
(78) Excelsior, 21 de abril de 1927
(79) De la mora, Gabriel, Del tiempo de los cristeros, pp. 64-68
(80) González Navarro, op. Cit. P. 381
(81) Rodríguez, Cristóbal, op. Cit. P. 150
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******Tomado de: Campos, Jimenez, Laura. Los nuevos beatos cristeros. México
y CONTINUAREMOS indagando este asunto! la verdad no puede ocultarse.
Saludos en Cristo
SIGAMOS
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Asalto al Tren de la Barca, Jalisco (continuación)
(La imagen muestra como quedó el tren descarrilado después del asalto e incendio provocado por los cristeros)
En el asalto perecieron todos los miembros de la escolta y varios pasajeros fueron acuchillados por los asaltantes, mismos que luego incendiaron el tren causando otras muertes. (74) los carros fueron incendiados con los heridos todavía abordo. (75) este brutal acto, fue, en palabras del historiador Francis Patrick Doole:
“Una horrible carnicería, pues cundió el pánico entre los pasajeros que, gritando, trataron de escapar solo para morir en medio de las balas”. (76)
Las tres cuartas partes del pasaje, como lo señala el general Cristóbal Rodríguez, “eran en su mayoría gentes humildes y seguramente católicas, y tuvieron allí la muerte más atroz”. (77) En la fiera batalla, que duró tres horas, los 57 soldados de la escolta del tren repelieron el ataque en los vagones de segunda clase y se parapetaron en las ruedas de los carros, en el Express y en la locomotora. Los cristeros, por su parte, asesinaron a decenas de pasajeros indefensos (incluidos mujeres y niños).
El periódico Excelsior, en la edición del 21 de abril de 1927, así resaltó la nota:
“Se quemaron todos los carros y pasando a cuchillo a la mayor parte de los pasajeros de segunda, muchos de los cuales fueron quemados vivos dentro de los mismos carros del tren. Este salvaje atentado supera en barbarie a cuantos se conocen en la historia de México”. (78)
El diario antes citado, en su editorial del 23 de abril, así concluía:
“Un suceso desgarrador y sangriento, como pocos solían ocurrir, se ha sumado a la serie de los que cada día lamentamos. Este caso, por su ferocidad, emula a cuantos habíamos visto en tiempos anteriores en los que no se mencionaba a Cristo. Un saldo de ciento treinta vidas humanas, muchas de ellas niños inocentes no puede menos que causar justa indignación y horror aquí y en el Vaticano. Jalisco se ha visto asolado por una lucha de carácter religioso que ha degenerado en actos que deben horrorizar a las personas de corazón bien puesto, cualquiera que sea su credo. Los atentados salvajes, las venganzas innobles, los delitos contra la propiedad y la vida, deben ser reprimidos con mano dura, sea quien fuere el que los cometa; y no debe haber persona sensata que los apruebe, porque desprestigian a cualquier causa”. (79)
De acuerdo al historiador Moisés González Navarro, algunos actores sociales “atribuyeron al arzobispo Orozco y Jiménez la ‘autoría intelectual’ de ese asalto y al futuro arzobispo de México Darío Miranda haber participado ‘con el grado de general cristero’”. (80)
Coincido, para finalizar este capítulo, con el punto de vista del general Cristóbal Rodríguez, cuando señala que
“Muchos se han esforzado todos los que han escrito parcialmente acerca de esta rebelión, en aminorar la gravedad de este crimen y de ocultar los detalles de inaudita crueldad y salvajismo que revistió”. (81)
CITAS
(72) Rivero del Val, op. Cit. Pp. 138-139
(73) El Universal Gráfico, 21 de abril de 1927
(74) Muriá, op. Cot. P. 385
(75) Barbosa, op. Cit. P. 399
(76) Dooley, op. cit. p. 124
(77) Rodríguez, Cristóbal, La iglesia católica y la rebelión cristera en México (1926-29), p. 150
(78) Excelsior, 21 de abril de 1927
(79) De la mora, Gabriel, Del tiempo de los cristeros, pp. 64-68
(80) González Navarro, op. Cit. P. 381
(81) Rodríguez, Cristóbal, op. Cit. P. 150
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******Tomado de: Campos, Jimenez, Laura. Los nuevos beatos cristeros. México
y CONTINUAREMOS indagando este asunto! la verdad no puede ocultarse.
Saludos en Cristo