Re: ¿De qué tiene que arrepentirse la Iglesia Católica?
Claro que no me leí un caso entero, ni de ahora, y mucho menos de hace siglos. Todo el mundo sabe lo que pasó con Galileo, no me vengan con vueltas. Hasta la misma iglesia católica admitió que se había equivocado. Es que no permitían la libertad de expresión.
Metieron preso de por vida a uno de los grandes científicos de la historia, y le prohibieron estudiar y publicar cosas. Ni que hablar que ésto fué porque lo hicieron decir que la tierra estaba quieta. Si se hubiese negado, seguramente lo hubiesen liquidado.
No admitieron que alguien piense distinto a ellos. Y esos fueron los primeros brotes, porque antes ni siquiera permitían que broten. En la edad media nadie dijo ni una sola palabra, porque los quemaban. La ciencia se estancó.
Copérnico esperó a ser anciano para publicar su teoría, porque claro, tenía miedo de que lo torturen o lo quemen.
Y siempre les asoman esos tintes de intolerancia. Por suerte ahora ni se compara con aquellas épocas que fueron de las peores de la humanidad.
Y muchízimo antes, no se si podríamos decir iglesia católica, más bien era el cristianismo original, raíz de todo el cristianismo actual, incluída por supuesto la iglesia católica, eran bravísmimos. A Hipatía, por negarse a convertirse al cristianismo, la despedazaron y esparcieron sus restos por las calles de Alejandría, donde vivía Hipatía.
La llegada del cristianismo fué nociva para la ciencia. Cuando llegó el cristianismo, la ciencia calló en un pozo de 1500 años, y comenzó a salir recién en esas épocas de copérnico, galileo, etc. Si eso era la salida, imaginen lo que era en la edad media misma!!!!!!
saludos.
Lo siguiente es un extracto de la historia de Galileo en WIKIPEDIA (creo que podria ser una informacion imparcial)
En estos cuatro días de discusión, Galileo, para probar que la Tierra giraba alrededor del Sol cita el fenómeno de las mareas, afirmando que eso se debía a la "sacudida" provocada por la Tierra en dicho movimiento, lo cual era erróneo. En cambio, el argumento aportado más tarde por los inquisidores para rebatirla, era la correcta: que el flujo y reflujo de las mareas se debe a la atracción de la luna. Sin embargo Galileo se burló de ellos. Es decir, Galileo, en lugar de presentar sus tesis como hipótesis, se lanzó a darlas por concluidas aportando sólo errores y, además, abusando de la comprensión entusiasta de la Iglesia. Debemos señalar aquí que la teoría del movimiento de la Tierra no se demostraría científicamente como un hecho sino hasta 1748, y más tarde, con el célebre péndulo de Foucault en 1851.
Además, Galileo había propuesto la reinterpretación de la Biblia en algunos versículos que él entendía que habían quedado refutados con sus hipótesis astronómicas, abandonando así el campo estrictamente científico, en el que no sólo tenía absoluta libertad, sino además, las felicitaciones de la Iglesia, para adentrarse en otro campo que, como científico, no le correspondía: el teológico. Galileo, desoyendo los consejos de moderación provenientes de quienes le reportaron honores y ayudas, incluyendo el propio Papa, quien era su amigo, además de admirador, publicó su citado libro, con la carga burlesca, que llegó a poner en boca de Simplicio.
Por otro lado, Galileo escribió su citada obra en lengua vulgar, en vez de hacerlo en el idioma culto utilizado entonces entre los hombres de ciencia, el latín, y ello con el fin de "puentear" a los teólogos y demás hombres de ciencia y llegar inmediatamente al hombre de la calle. Lo cual fue juzgado como una actitud precipitada porque no era prudente hacer llegar hipótesis aún no confirmadas todavía como hechos y desarrolladas por los sabios, al hombre común.
Además, Galileo no sólo se permitió insultar a sus amigos y protectores, entre ellos el propio papa, sino también a los hombres de ciencia de su época, a la sazón los astrónomos jesuitas del Colegio Romano, contra los que lanzaba diatribas en las que llamaba a los que no aceptaban el sistema copernicano: "imbécil con la cabeza llena de pájaros" "apenas digno de ser llamado hombre" " una mancha en el honor del género humano" "que se ha quedado en la niñez" y otras descalificaciones por el estilo.
De esta manera, la Iglesia percibió en Galileo cierta soberbia, misma que fue la le llevó al procesamiento. En realidad fue toda esta serie de comportamientos, la razón principal que le llevó a Galileo a ser condenado por la Iglesia en 1633 y no su defensa de la tesis copernicana en sí.
El papa mismo se alinea entonces rápidamente con la opinión de los adversarios de Galileo: él le había pedido una presentación objetiva de las dos teorías, no un alegato por Copérnico. Galileo es entonces convocado de nuevo por el Santo Oficio, el 1 octubre 1632. Enfermo, no puede acudir a Roma hasta febrero de 1633. Los interrogatorios prosiguen hasta el 21 de junio donde la amenaza de tortura es evocada bajo órdenes del papa; Galileo cede.
El 22 de junio 1633, en el convento dominicano de Santa María sopra Minerva, Roma, se emite la sentencia: Galileo es condenado a la prisión de por vida (pena inmediatamente conmutada por residencia de por vida por Urbano VIII) y su obra es prohibida. Él pronuncia igualmente la fórmula de abjuración que el Santo Oficio había preparado y agradeció a los diez cardenales que lo habían defendido, y en especial a los tres cardenales que habían pedido su exculpación. Notemos de paso que Galileo no pronunció jamás la famosa frase «Y sin embargo se mueve» (Eppur si muove), la cual fue inventada por un periodista inglés en 1757, y repetida más tarde por el italiano Giuseppe Baretti, otro periodista.
Finalmente, la condena fue esta: la obligación de rezar una vez por semana los siete salmos penitenciales, durante el plazo de tres años, más la de no alejarse demasiado de su lujosa villa en Arcetri, pena esta última que fue levantada enseguida.