Re: Noticia de último momento: Los 144K sabrán el día y la hora de la 2da venida de J
Estimado ernesto gil. Saludos cordiales.
He aquí el quid del asunto:
La Voz de Dios
"Y el Señor también rugirá desde Sión, y dará su voz desde Jerusalén; y los cielos y la tierra serán sacudidos; pero el Señor será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel". Joel 3:16.
Los escritores y lectores de la segunda venida, normalmente han confundido la voz de Dios, la cual sacudirá los cielos y la tierra, con la "voz del Hijo de Dios", la cual llamará a los santos. Pero yo pienso, que deberíamos ver claramente, que aquí hay dos eventos distintos. La voz de Dios, que sacudirá los cielos y la tierra, "sale de Sión", y es dicha "desde Jerusalén"; pero antes que la voz de Jesús llama a los santos durmientes, él tiene que dejar el santuario celestial, y "descender del cielo", con sus santos ángeles. Entonces, y no antes, enviará a sus ángeles a "reunir a sus elegidos, desde los cuatro vientos"; mientras su voz los llama para que se le reúnan "en el aire". Si la voz de Dios, la cual se dará "desde Jerusalén", alcanza a los santos, y entonces ellos serán llevados para reunirlos con el Señor en Jerusalén. Pero yo pienso que todos debiéramos concordar en este punto, que Jesús primero tiene que "descender desde el cielo" con los ángeles; entonces comisiona a la hueste celestial, para conducir a los santos para que se le reúnan "en el aire", mientras su voz los llama. Mat. 24:30-31, 1Tes. 4:16-17, 2 Tes. 1:7.
En el derramamiento de las siete tazas, Apoc. 16:17, leemos: "y vino una gran voz desde el templo del cielo, desde el trono, diciendo, “está hecho”. Al mismo tiempo, hay un gran terremoto, producido por la "voz desde el trono", la cual sacude las ciudades de las naciones, y remueve las islas y las montañas. Esta "voz desde el trono", que causa el terremoto, tiene que ser la misma que sale "desde Jerusalén", la cual sacude los cielos y la tierra. Joel 3:16, y Jer. 25:30-31. Parece claro que esta voz que "saldrá del templo del cielo, desde su trono", no es la "voz del Hijo de Dios", que levanta a los santos; porque si la voz que levanta a los santos, viene desde el templo en el cielo, "desde el trono", entonces Jesús permanece en el cielo, en el trono, y llama a sus escogidos para que se le reúnan en el templo; lo cual no está en armonía con las enseñanzas de Pablo.
"Porque el mismo Señor descenderá desde el cielo con voz de mando, con la voz de arcángel, y con la trompeta de Dios; y los muertos en Cristo se levantarán primero; entonces nosotros, los que vivimos y hemos quedado, seremos llevados juntamente con ellos en las nubes, para encontrar al Señor en el aire". 1 Tes. 4:16-17. Por ello, yo pienso que estamos seguros, en creer que oiremos la voz de Dios, la cual sacudirá los cielos y la tierra antes que Jesús descienda desde el cielo, con sus ángeles y trompeta, para despertar y reunir a los escogidos en el aire.
¿No será mostrado el día ni la hora del aparecimiento de Jesús por la voz del Dios eterno?
Que el día y la hora serán conocidos por los verdaderos hijos de Dios, y por nadie más, aparece claramente por el hecho de que, somos exhortados a mirar aquello; y si no miramos, Jesús vendrá sobre nosotros "como un ladrón", y "no sabremos a qué hora" él vendrá. Así, nadie más que aquellos que realmente miran, y "lo aseguran", sabrán el verdadero tiempo. Apoc. 3:2-3. Aquí introduciré una cita del "Clamor de Medianoche", del 22 de Agosto de 1844.
"En relación al tiempo de la venida (de Cristo), él dice, en Mar. 13:32, "pero de aquel día y hora ningún hombre lo sabe, no, ni los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre". Muchos piensan, que este pasaje comprueba que los hombres nunca sabrán el tiempo. Pero si comprueba eso, también comprueba, que el Hijo de Dios, él mismo, nunca sabrá el tiempo; porque el pasaje declara precisamente lo mismo en relación a él, que está relacionado con los ángeles y con los hombres. ¿Pero puede alguna persona pensar que nuestro glorioso Señor, a quien se le han dado todos los poderes en el cielo y en la tierra, es, y continuará siendo ignorante del tiempo hasta el último momento en que Él vendrá a juzgar el mundo?
Sino, entonces ciertamente este texto nunca podrá comprobar que los hombres nunca podrán llegar a entender el tiempo. Una antigua versión Inglesa del pasaje, dice, "pero aquel día y hora a ningún hombre se lo hace conocer, ni a los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre".
Esta es la lectura correcta de acuerdo a diversos críticos de diversas eras. La palabra The Word conocer es usada aquí, en el mismo sentido en que Pablo la usa en 1Cor. 2:2. Pablo entendió bien muchas otras cosas, fuera de Cristo y este crucificado, pero él determinó no saber nada entre ellos. Así, en el primer pasaje citado, se declara que nadie más que Dios el Padre, hace conocido el día y la hora, esto es, el tiempo definido de la segunda venida de su Hijo. Y esto necesariamente implica que Dios hace conocido el tiempo.
Yo creo que lo anterior, es un punto de vista correcto y justo sobre el asunto, y que el Padre hará conocer el verdadero tiempo del advento, sin la participación de los hombres, ángeles, o del Hijo. La siguiente profecía está relacionada con este punto.
"Hijo del hombre, ¿cuál es aquel proverbio que tenéis en Israel, que dice, “los días son prolongados, y toda visión falló? Diles por lo tanto, así dice el Señor Dios; haré cesar este proverbio, y no lo usarán más como proverbio en Israel; sino que dirán, los días están cercanos, y el efecto de toda visión.
Porque no habrá más ninguna visión vana ni adivinación de lisonjeros dentro de la casa de Israel. Porque yo soy el Señor: yo HABLARÉ, y la palabra que yo hable se cumplirá; no se tardará más; porque en vuestros días, oh casa rebelde, yo DIRÉ LA PALABRA, y la cumpliré, dice el Señor Dios". Eze.12:22-25.
La carga de esta profecía es el tiempo, en relación al cual, ha habido visiones verdaderas y falsas.
La visión verdadera (o luz) en el tiempo, fue escrita sobre la tabla. Hab. 2:2. Dios aprobó la proclamación de 1843, y el décimo día del séptimo mes en 1844, derramando el Espíritu Santo. Desde el séptimo mes de 1844, la "casa rebelde" de Israel, ha estado moviendo los "hitos", y escribiendo, y proclamando falsas visiones; pero todos nosotros sabemos que ha sido la obra del hombre, y no de Dios. Estas adivinaciones de lisonjeros, han alegrado la "casa rebelde" de Israel un poco más; pero la obra no ha tenido la influencia santa, como cuando la mano de Dios estaba en la obra.
El proverbio que "toda visión ha fallado", es, o muy luego estará completo; y Dios lo hará, y las falsas visiones cesarán, hablando desde el cielo, dándole a su pueblo el tiempo verdadero. "Porque yo soy el Señor: yo HABLARÉ y la palabra que yo hable, se cumplirá; etc.".
Ahora, si la carga de esta profecía es el tiempo, yo pienso que todos lo admitirán, que la palabra que el Señor Dios va a hablar, es el tiempo correcto. Las falsas visiones que han sido escritas, y proclamadas por la "casa rebelde" de Israel, han fallado; pero la palabra a ser hablada por el "Señor Dios", será el tiempo verdadero, y ciertamente se cumplirá.
Jesús nos ha dejado la segura promesa, que su Padre hará saber el día y la hora de su venida. El "Señor Dios" ha prometido hablar, y nos asegura que la palabra que él hablará, "se cumplirá". Con un testimonio como este ante nosotros, del Padre y del Hijo, ¿a qué otra conclusión podemos llegar, sino a que la "palabra que el Padre hablará, es el tiempo verdadero, y cuando él habla, su voz lo hará conocer a sus santos?
Así como las señales en el sol, la luna y las estrellas, han sido literales, la sacudidura de los poderes del cielo, Mat. 24:29, también tienen que ser literales.
Esta señal no está en el pasado, y como es una señal, tiene que venir antes del propio advento.
Por lo tanto, está claro, que esta última señal aparecerá cuando el "Señor ruja desde Sión", y sacuda los cielos y la tierra. Nosotros creemos que las señales en Apoc. 6:12-14, son las mismas que en Mat. 24:29, y Mar. 13:24-25. Entonces la sacudidura de los poderes de los cielos, Mat. 24:29, es la misma de los cielos siendo “enrollados como un pergamino". Apoc. 6:14. Porque ambos siguen la caída de las estrellas.
Ahora, ¿qué es este cielo que será sacudido y enrrollado como un pergamino? Tal vez no veamos este evento tan claramente ahora, pero ciertamente lo veremos cuando venga el tiempo de su cumplimiento; pero aun así, es nuestro deber recibir, y estimar toda la luz que podamos ver en esto, o cualquier otro evento futuro. A medida que avanzamos hacia delante hacia la Ciudad Santa, nuestras lámparas descubren nuevos objetos; pero no podemos verlos todos al mismo tiempo. Si rechazamos una pequeña luz, debido a que no podemos verla en todo su brillo desde el comienzo, eso no complacerá a nuestro líder celestial; y podremos ser abandonados en la oscuridad. Pero, si estimamos la luz, tan rápido como sea la voluntad de nuestro Señor en mostrarla ante nosotros, Él aumentará esa luz; y nuestras almas se regocijarán con las verdades de la bendita Biblia.
La palabra cielo, se aplica por lo menos en cuatro lugares o cosas en las Escrituras. Primero, se aplica al Paraíso, donde Pablo fue llevado en visión, 2 Cor. 12:2-4. Segundo, a la región del sol, de la luna y de las estrellas en Gen. 1:8-17. Tercero, a la atmósfera que rodea esta tierra, en la cual las aves del cielo vuelan, Apoc. 19:17-18. Y cuarto, a la iglesia de Dios en la tierra, Apoc. 14:6-7. No puede ser el Paraíso, ni la región de las luces celestiales, ni la iglesia de Dios en la tierra, lo que va a ser sacudido y enrollado como un pergamino; por lo tanto, tiene que ser el aire alrededor de la tierra, en el cual las aves del cielo vuelan.
"Y el séptimo ángel derramó su copa en el AIRE; y vino una gran voz desde el templo del cielo desde el trono, diciendo, “está hecho”. Apoc. 16:17.
Podemos ver ahora que es la séptima copa y la voz de Dios, las que sacudirán los poderes de los cielos, y causan el gran terremoto o la sacudidura de la tierra; y que este evento constituye la última señal literal, justo antes que la señal del Hijo del hombre aparece en el cielo.
Parece claro que todas las copas, la voz de Dios desde el trono, las voces, y truenos, y luces, y el gran terremoto, y la caída de las ciudades de las naciones, y el removimiento de las montañas y de las islas, tienen que suceder antes del advento.
Sin lugar a dudas esta visión será rechazada inmediatamente por muchos que profesan estar mirando a Jesús todos los días y a toda hora; pero yo pienso que va a quedar muy clara, comparando Apoc. 16:17-21 con 6:14-17.
Después que los cielos hayan partido "como un pergamino que es enrollado", y las "montañas e islas son removidas de sus lugares", "los reyes de la tierra, y los grandes hombres, etc." "se esconden en las cuevas, y en las rocas de las montañas", de la tremenda gloria de la venida de Jesús, asistido por "todos los santos ángeles"; y claman a las rocas y a las montañas para que caigan sobre ellos, y los escondan del fulgor de su venida (la cual destruirá a todos los impíos vivos en su venida, 2 Tes. 2:8; y abrumados con angustia, en vista de su esperado destino (cuando Cristo y los ángeles lleguen cerca de la tierra para levantar y reunir a los escogidos) ellos dicen: "Porque el gran día de su ira ha llegado, ¿y quién será capaz de permanecer?". Apoc. 6:17.
Aquí vemos que los impíos que están escondidos, aun están mirando hacia delante hacia el tiempo cuando solamente los santos serán "capaces de permanecer" ante Cristo en su venida. Si Cristo apareciera repentinamente sobre el mundo, sorpresiva e inesperadamente como enseñan algunos, nadie pensaría en esconderse en cavernas, cuevas, y rocas; porque no están dentro de su alcance. Esto demuestra que un completo cambio tiene que suceder sobre la superficie de la tierra antes del segundo advento, por la voz de Dios, para que los impíos tengan una oportunidad de esconderse del esperado Cordero, en cuevas, cavernas, y rocas de las montañas. Cuando el Padre habla "desde el trono", lo cual causará "un gran terremoto, tal como nunca hubo desde que el hombre estuvo sobre la tierra"; entonces habrá una oportunidad para todos los impíos, que no han sido barridos por las plagas, de esconderse de la presencia del Cordero. Pero las rocas, y las cuevas, no serán adecuadas para protegerlos del resplandor de la gloria de aquella santa muchedumbre, porque todos los impíos vivos tienen que ser destruidos "con el resplandor de su venida". 2 Tes. 2:8.
Dios ha prometido ser la "esperanza de su pueblo", en el tiempo en que su voz sacude los cielos y la tierra. Sus hijos no tienen nada que temer de los terrores de aquel día; porque ellos serán protegidos de la caída de las ciudades, montañas, y casas. La promesa de Dios no puede fallar.
Ese será un grato día para los santos; porque entonces serán “liberados” de todo adversario externo, y ser llenos con el Espíritu Santo, para prepararlos para contemplar a Jesús, y permanecer ante su venida. Entonces los santos conocerán mejor el verdadero valor de la bendita esperanza; y se regocijarán de que han sido tomados en cuenta como valiosos como para sufrir reproche por apegarse muy de cerca de la verdad, y de obedecer estrictamente todos los "mandamientos de Dios". Cuando Dios le habló a Moisés en el Sinaí, su "voz entonces sacudió la tierra"; y somos enseñados por Pablo, en Heb. 12:22-27, que él hablará desde la "Ciudad del Dios vivo", y "sacudirá no solamente la tierra, sino que también el cielo". Cuando Dios le dijo a Moisés, la gloria descansó sobre él de tal manera que tuvo que cubrirse el rostro con un velo, para que sus hermanos pudiesen permanecer ante él, y escuchar la palabra del Señor de su boca. ¿Y no esperaríamos el mismo efecto, debido a la misma causa? Si es así, entonces cuando Dios hable de la Ciudad Santa a todo su pueblo, así como lo hizo con Moisés, todos tendrán la gloria derramada sobre ellos, así como a Moisés le fue derramada. Este derramamiento del Espíritu Santo tiene que ocurrir antes del segundo advento, para prepararnos para soportar la gloria de esa escena; porque en nuestro actual estado, ninguno de nosotros podría permanecer ni siquiera por un momento ante el resplandor de su venida, la cual destruirá al "hombre de pecado". Ante la presencia de un solo ángel en la resurrección de Cristo, la guardia romana cayó como muerta al suelo. Por lo tanto es necesario, que los santos debieran compartir grandemente la gloria de Dios, para prepararlos a permanecer ante el Hijo de Dios, cuando él venga con todos sus santos ángeles.
Nuestras pruebas presentes, esperando, mirando, es representada por una noche oscura; y la gloria venidera que estará ante nosotros, por el amanecer. Existen dos partes en el amanecer: primero, el alba del día, y segundo, la plena luz del día, la cual es completada por el surgir del sol. De tal manera que en la grata mañana que está ante nosotros, el día de descanso amanecerá a la voz de Dios, cuando su luz, y gloria, descansa ante nosotros; entonces nos levantaremos de gloria en gloria, hasta que Cristo aparezca, para vestirnos con la inmortalidad, y darnos la vida eterna. ¡Oh, Gloria! ¡Aleluya! Mi pobre corazón se enciende por el fuego, mientras habito en este dulce perspectiva, ante el verdadero creyente.
Si nos "aferramos" apenas algunos días más, las densas oscuridades de la noche se desvanecerán ante la gloria de las escenas preparatorias de la venida del Hijo del hombre.
(Aporte de J. White)
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.