Victoria en Cristo

alemagnus93

Recién registrado
21 Julio 2020
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¡Hola a todos! Soy nuevo en este foro y me encanta haberlo encontrado.
Hoy quiero compartir con ustedes como una conversión y un compromiso con Dios puede vencer cualquier cosa.

Todo empieza cuando era pequeño, temprano en mi vida conocí la aberración de la pornografía y en su momento sentí gran fascinación por ella. La masturbación empezó a acompañar el hábito de la pornografía y la llegada del internet fue un golpe aún mas grande para mi vida. Siendo preso de esto, llegué a la universidad donde tuve mi primera novia, relación que duró apenas un par de meses y fue devastador para mi. La sensación de soledad y frustración por entrar en algo tan efímero pero con muchos sentimientos invertidos, me empujaron hacia otra clase de abismo, la fornicación y la prostitución.

Empezó a ser recurrente asistir a prostíbulos, a veces con amigos, a veces en soledad. Intentaba buscar en el sexo algo que llenara los vacíos que sentía dentro pero no halle nada que lograra satisfacer mi corazón y las emociones que sentía. Al no encontrarlo en las prostitutas, empecé a buscarlo en mis amigas, sexo casual, sin compromiso, había caído muy muy bajo. En algún momento me enamoré de otra mujer, una mujer cristiana, con la que sostuve una relación de poco más de 3 años. Lamentablemente la hice pecar, conoció el sexo antes del matrimonio por mi culpa y aunque empecé a ir a la iglesia con ella, no hice ningún tipo de conversión e incluso solía burlarme de su familia por eso.

Unos meses después de cumplir tres años juntos llegó la infidelidad, entré en un romance con otra mujer sin que ella lo supiera, mi corazón se sintió muy afectado porque hasta el momento le había sido fiel sin falta, sin embargo, sabía que mi castigo llegaría y así fue. Meses después ella me fue infiel también y me dí cuenta de que no había sido una sino varias veces. Mi enojo se fue hacia Dios, dentro de mi decía "¿por qué me quieres converso si eso es lo que hacen tus hijos?" y adivinen a dónde volví... amigas y prostitutas.

El sexo se transformo en algo normal, algo usual, pero nada placentero. Recurría a diferentes lugares y derrochaba grandes cantidades de dinero, lloraba en las noches y me maldecía a mi mismo, sentía que nunca sería feliz y la depresión llego a mis puertas. Lejos de Dios intenté ser mejor persona, pretendía hacer bien las cosas pero no creer en Dios, pero por supuesto no funcionó. Conocí unas 3 mujeres más con las que intenté crear una relación, pero nuevamente no funcionó.

Inicié una especialización en gerencia de proyectos y fue cuando decidí montar mi propio negocio, una tienda erótica virtual. Como ven, el sexo seguía siendo una cadena que me ataba al mundo. Mis redes sociales eran también reflejo de eso; bailes sensuales de chicas en TikTok, perfiles de mujeres atractivas en Instagram, Tinder, cuentas pornográficas en Twitter, cuenta verificada en PornHub... todo lo que quieran imaginar.

Pero la pandemia que le trajo muerte a muchos, fue el instrumento que Dios trajo para darme vida a mi. Debido al aislamiento, mi familia y yo empezamos a usar zoom cada noche para orar, mi corazón se sentía cada vez mas sediento de Dios. Con el tiempo empecé a asistir (de manera virtual debido a la cuarentena) a una iglesia y descubrí lo que debía hacer. Inicié con pedir perdón a Dios por cada persona que lastimé y que usé para pecar, me perdoné a mi mismo y mi corazón empezó a sentir paz. Posteriormente empecé a limpiar todas mis redes sociales, una por una, dejando de seguir a esas mujeres, esas páginas, esos lugares. Pasé posteriormente a un ayuno de hábitos de 21 días, dejando atrás la pornografía y la masturbación. Por último, renuncié a mi tienda erótica. Expuse a mis socios las razones con la grata sorpresa de que lo vieron como un gran acto y decidieron seguirme, así que la tienda cerró.

Al día de hoy me siento lleno de gozo con la victoria que Dios me hadado, con el perdón que pensé que nunca obtendría. Asisto cada semana sin falta a la iglesia y cada noche antes de dormir, leo la biblia como alimento necesario para mi espíritu. Oro en cada ocasión y las reuniones de la noche continúan pero cada vez , con mas fervor y ganas.

Quise compartir con ustedes esto para que puedan ver que la gracia de Dios no tiene límites, para Él nada es imposible y por el contrario, si estás en malos pasos aún tienes la oportunidad de volver al camino de Dios. Hoy en día puedo decirles a todos ustedes que me encuentro feliz, con el propósito de servir a los demás como Dios manda. En cuanto a las mujeres, adiós vicio, he abierto mi corazón a Dios y he decidido esperar a que Él ponga en mi camino a esa mujer que Él preparó para mi. En cuanto al sexo ¡hasta el matrimonio!
 
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gran testimonio, Dios te guarde.