“Aquel dia, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado”
Evangelio según San Marcos 4:35 (al 41)
“Creo que ya he compartido esta historia de la biblia con algunos de mis amigos, solo que la he vuelto a vivir… una vez mas…”
Rocco Cicchetti
Habia sido un dia largo y cansado, ya estábamos acostumbrados a ver todas las maravillas que El hacia durante todo el día, pero al fin mi parte favorita de la jornada habia llegado. El sol se estaba ocultando y yo ya sabia lo que eso queria decir. Significaba sentarnos a la orilla del mar, o tal vez en casa de algunos de nuestros amigos a disrfutar de una bien merecida cena mientras El Maestro nos deleitaba con una de Sus maravillosas enseñanzas, luego, El se retiraba para orar, creo que lo hacia hasta tarde en la noche, mis amigos y yo seguiamos su ejemplo y nos apartabamos a orar tal y como El nos habia enseñado hasta que el sueño me vencia, lo que casi siempre ocurria al término de unos minutos. Muchas veces era el Maestro mismo quien me despertaba por la mañana para seguir nuestro camino.
El sol se habia ocultado ya y algunos estabamos ocupados despidiendo la multitud que seguia al Maestro, yo esperaba impaciente sus palabras de costumbre “busquemos un lugar para comer y descansar”, pero sus palabras fueron: “pasemos al otro lado”. Todos nos miramos perplejos, sin poder decir una palabra mientras el Maestro caminaba directamente hacia la barca. Me adelanté a los otros hasta alcanzarle para hacerle entrar en razón, ya estaba muy oscuro y no hacia falta ser un marino experimentado para darse cuenta que pronto se desataria una tormenta y para ser sincero, no me hacia nada de gracia meterme en esa sucia barca hedionda a pezcado, pero al momento que iba a decirle algo Su Mirada de amor selló mis labios. En honor a la verdad, lo importante era que El estaba con nosotros.
Cuando estabamos mar adentro se desató una tormenta terrible y la barca se anegaba. Al sentir el miedo y la impotencia mis ojos empezaron desesperadamente a buscar al “culpable” de todo esto, deje de ayudar a todos los que peleban con la tormenta cuando no podia creer lo que veia, El estaba durmiendo a un extremo de la barca!!, era el colmo!!. Atravesé la barca intentando no caerme para despertarle, llegué a El y le sacudí energicamente mientras le decía: “Maestro, esta fue tu idea, ahora por lo menos ayudanos a tratar que esta barcucha no se hunda y no muramos!!!” El se levantó y en vez de tomar una cubeta para sacar el agua como todos nosotros alzó sus manos, y ante la mirada de todos calló a los vientos y al mar. Y la tormenta cesó. No podia creerlo, lo habia visto hacer muchos milagros, pero nada como esto!. Qué poder tenia ese hombre que dormia al extremo de la barca. Me comenzó a invadir una gran verguenza, en ese momento entendí que no habia nada de que temer. El Maestro iba conmigo en la barca.
Se me ocurre que en el viaje de regreso me voy a sentar a su lado para conversar con El, tal vez asi, no se le ocurra dormirse otra vez.
Cuando El Señor dice, “cambiemos”, “pasemos al otro lado”, “subamos otro escalón”, “ya basta de rutina”, puede que lo diga en las condiciones mas adversas que se puedan imaginar, y lo mas duro, pareciera que se acuesta a dormir justo al momento de la tormenta y nos deje solos peleando con ella. Pero debemos recordar que El fue quien nos llamó y si le estamos obedeciendo el no permitirá que nuestra barca se hunda NUNCA!! El va con nosotros en ella!!!!, en el paso que debamos dar o la desición que debamos tomar, Dios está con nosotros. Si El lo dice, así será, y como en la historia, la lección mas grande que podemos aprender no está en la meta, al otro lado de la orilla, sino en medio del proceso, en medio de la prueba y en medio de la tormenta. En ese momento tan crítico Dios manifestará Su poder, tal vez como nunca lo hemos visto!!!.
Evangelio según San Marcos 4:35 (al 41)
“Creo que ya he compartido esta historia de la biblia con algunos de mis amigos, solo que la he vuelto a vivir… una vez mas…”
Rocco Cicchetti
Habia sido un dia largo y cansado, ya estábamos acostumbrados a ver todas las maravillas que El hacia durante todo el día, pero al fin mi parte favorita de la jornada habia llegado. El sol se estaba ocultando y yo ya sabia lo que eso queria decir. Significaba sentarnos a la orilla del mar, o tal vez en casa de algunos de nuestros amigos a disrfutar de una bien merecida cena mientras El Maestro nos deleitaba con una de Sus maravillosas enseñanzas, luego, El se retiraba para orar, creo que lo hacia hasta tarde en la noche, mis amigos y yo seguiamos su ejemplo y nos apartabamos a orar tal y como El nos habia enseñado hasta que el sueño me vencia, lo que casi siempre ocurria al término de unos minutos. Muchas veces era el Maestro mismo quien me despertaba por la mañana para seguir nuestro camino.
El sol se habia ocultado ya y algunos estabamos ocupados despidiendo la multitud que seguia al Maestro, yo esperaba impaciente sus palabras de costumbre “busquemos un lugar para comer y descansar”, pero sus palabras fueron: “pasemos al otro lado”. Todos nos miramos perplejos, sin poder decir una palabra mientras el Maestro caminaba directamente hacia la barca. Me adelanté a los otros hasta alcanzarle para hacerle entrar en razón, ya estaba muy oscuro y no hacia falta ser un marino experimentado para darse cuenta que pronto se desataria una tormenta y para ser sincero, no me hacia nada de gracia meterme en esa sucia barca hedionda a pezcado, pero al momento que iba a decirle algo Su Mirada de amor selló mis labios. En honor a la verdad, lo importante era que El estaba con nosotros.
Cuando estabamos mar adentro se desató una tormenta terrible y la barca se anegaba. Al sentir el miedo y la impotencia mis ojos empezaron desesperadamente a buscar al “culpable” de todo esto, deje de ayudar a todos los que peleban con la tormenta cuando no podia creer lo que veia, El estaba durmiendo a un extremo de la barca!!, era el colmo!!. Atravesé la barca intentando no caerme para despertarle, llegué a El y le sacudí energicamente mientras le decía: “Maestro, esta fue tu idea, ahora por lo menos ayudanos a tratar que esta barcucha no se hunda y no muramos!!!” El se levantó y en vez de tomar una cubeta para sacar el agua como todos nosotros alzó sus manos, y ante la mirada de todos calló a los vientos y al mar. Y la tormenta cesó. No podia creerlo, lo habia visto hacer muchos milagros, pero nada como esto!. Qué poder tenia ese hombre que dormia al extremo de la barca. Me comenzó a invadir una gran verguenza, en ese momento entendí que no habia nada de que temer. El Maestro iba conmigo en la barca.
Se me ocurre que en el viaje de regreso me voy a sentar a su lado para conversar con El, tal vez asi, no se le ocurra dormirse otra vez.
Cuando El Señor dice, “cambiemos”, “pasemos al otro lado”, “subamos otro escalón”, “ya basta de rutina”, puede que lo diga en las condiciones mas adversas que se puedan imaginar, y lo mas duro, pareciera que se acuesta a dormir justo al momento de la tormenta y nos deje solos peleando con ella. Pero debemos recordar que El fue quien nos llamó y si le estamos obedeciendo el no permitirá que nuestra barca se hunda NUNCA!! El va con nosotros en ella!!!!, en el paso que debamos dar o la desición que debamos tomar, Dios está con nosotros. Si El lo dice, así será, y como en la historia, la lección mas grande que podemos aprender no está en la meta, al otro lado de la orilla, sino en medio del proceso, en medio de la prueba y en medio de la tormenta. En ese momento tan crítico Dios manifestará Su poder, tal vez como nunca lo hemos visto!!!.
