Hola a todos. A continuación, les presento el testimonio de Walter Rea, quien fue Pastor adventista por 36 años.
Dios les bendiga. Saludos.
Billy Vicente
Casi desde la primera vez que oí hablar de ella, al principio de mi adolescencia, me convertí en devoto de Ellen G. White y de sus escritos. Aprendí a escribir a máquina copiando porciones de su libro Messages to Young People [Mensajes para los Jóvenes]. En la escuela superior y en la universidad, a menudo iba de habitación en habitación en el dormitorio, reuniendo citas de Ellen White de los otros estudiantes para usarlas en mi preparación para convertirme en ministro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Fue por aquellos días que concebí la idea de preparar un comentario Adventista compilando, de los escritos de Ellen White, todas las declaraciones pertenecientes a cada libro de la Biblia, cada doctrina, y cada personaje bíblico.
Al comienzo de mi vida ministerial (que se inició en la parte central de California a finales de la década de 1940), compilé dos tomos de biografías bíblicas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, incorporando en cada artículo las citas pertinentes encontradas en la obras de Ellen White. Algunas personas prominentes de la iglesia me estimularon en este proyecto, y pensaron que el Ellen G. White Estate podría publicar estas colecciones para que fueran usadas en el club de libros que la iglesia dirigía en esos días. Después de mucho tiempo y mucho intercambio de correspondencia, finalmente me di cuenta de que había sido ingenuo y que el White Estate no tenía la menor intención de colaborar de esta manera con nadie que pareciera estar invadiendo su terreno. De manera bien clara, me hicieron saber que ellos poseían esa "franquicia celestial" y que mirarían con malos ojos a cualquiera que pisara su territorio. Sin embargo, y de manera independiente, publiqué dos tomos de biografías bíblicas, y un tercer tomo sobre Daniel y el Apocalipsis, todos basados en las obras de Ellen White. Pronto estos libros se vendieron en la mayoría de las librerías Adventistas, y fueron usados en muchas escuelas y universidades de Norte América. En años subsiguientes, se vendieron decenas de miles.
Mientras trabajaba en mi proyectado tomo cuatro (las citas de Ellen White sobre doctrinas bíblicas), por casualidad tropecé con algo interesante en Orlando, Florida, donde yo era pastor de la Kress Memorial Church, llamada así en honor de los doctores Daniel H. y Lauretta E. Kress, renombrados pioneros de la obra médica Adventista. La familia Kress me regaló un antiguo libro de Ellen White, Sketches from the Life of Paul, publicado en 1883, pero que nunca fue reimpreso. Cuando un día le mostré este libro a un miembro de iglesia, me dijo que el problema del libro era que se parecía demasiado a otro que no había sido escrito por Ellen White, y que nunca había sido reimpreso a causa de la estrecha similitud entre los dos. Siendo de mente inquisitiva, hice un estudio comparativo y descubrí que algunas de las críticas parecían ser ciertas. Más tarde, después de que fui trasladado a California, los miembros de la familia de Wellesley P. Magan, también de pioneros Adventistas establecidos, fueron miembros de mi congregación.
A la muerte de la viuda del padre de Wellesley, Lillian E. Magan, me regalaron un libro de la biblioteca de la familia Magan - Elisha the Prophet [Eliseo el Profeta], escrito por Alfred Edersheim. En la hoja de guarda aparecía la firma de Ellen White. Para entonces, debido a mi constante uso de los libros de Ellen White, me había familiarizado tanto con ellos, que en seguida reconocí la similitud de palabra y de pensamiento al examinar el libro de Edersheim.
Aún más tarde, mientras estudiaba en la Universidad del Sur de California para obtener el grado de Doctor en Filosofía, me sobresalté al tropezarme con una obra de siete tomos sobre la historia del Antiguo Testamento, escrita por el mismo Edersheim. Esta vez encontré, en los tomos uno al cuatro, que los títulos y subtítulos de capítulo, y los encabezados de página de Edersheim, eran paralelos, y muchas veces casi idénticos, a los títulos de capítulo del libro Patriarchs and Prophets (1890) [Patriarcas y Profetas] de Ellen White. Tiempo y estudio mostraron que obviamente la Sra. White había obtenido ayuda liberal de estas obras adicionales de Edersheim. Una investigación ulterior revelaría que Edersheim había escrito también una historia del Nuevo Testamento sobre la vida de Cristo, y que en ésta también había similitudes adicionales con el libro Desire of Ages [El Deseado de Todas las Gentes] de la Sra. White.
Aunque perturbadores, estos hallazgos no eran demasiado inquietantes para mí en ese tiempo, porque el White Estate en Washington siempre parecía tener excusas para los "préstamos" de Ellen White. No fue sino hasta que Bruce Weaver, un joven seminarista en la Universidad Adventista de Andrews en Michigan, descubrió un archivo sin marcar conteniendo mi trabajo y mis comparaciones (material duplicado guardado en la biblioteca del White Estate) que las cosas comenzaron a adquirir el aspecto de un cuento de misterio. El White Estate acusó a Bruce de robar el material de la biblioteca, aunque él sólo lo había copiado y devuelto. Al final, Bruce fue despedido del seminario y del ministerio, pero no antes de que hubiese tomado parte significativa en el drama.
Lo que Bruce encontró en el archivo no fue sólo mi material y las críticas de él, sino también copias de algunas cartas internas del White Estate, escritas por Robert W. Olson y Arthur L. White, que revelaban la preocupación de estos hombres de la oficina de Washington acerca del descubrimiento, por parte de Bruce, del material que yo les había estado enviando como evidencia de que Ellen White había copiado material ajeno. Ambos hombres habían puesto por escrito sus sugerencias para manejar el problema Rea. Años subsiguientes revelaron que ellos habían adoptado el método de Arthur White, que era, en esencia, aplicar tácticas dilatorias y tanta presión y lenguaje de doble sentido como fuera posible. Olson se dedicó a hacer una campaña verbal en un máximo esfuerzo por suavizar el impacto que mis hallazgos estaban comenzando a tener, porque ya personas de varias regiones de Norte América estaban solicitando la evidencia encontrada durante mis investigaciones. En una presentación que hizo Olson una tarde de enero de 1979 en la Universidad de Loma Linda en California, alguien en el auditorio preguntó acerca de los préstamos, por parte de Ellen White, de fuentes publicadas. La respuesta de Olson fue en el sentido de que nada de eso era verdad, que todos sus escritos eran de ella. Luego, añadió que había algún ministro en California del Sur haciendo olas con alegatos acerca de que ella había tomado material prestado para su libro clave The Desire of Ages, pero que ninguno de esos rumores era cierto.
Decir que me quedé estupefacto después de la reunión es poco. En ese mismo momento, en mi archivo ya tenía varias cartas de ese mismo Olson animándome a continuar enviándole mis comparaciones entre Ellen White y sus contemporáneos. Además, había hablado conmigo personalmente cuando estuvo en California hacía sólo poco tiempo, y me había arrancado la promesa de que no publicaría ningún informe sobre mi trabajo sino hasta que él y el personal directivo del White Estate hubieran tenido tiempo adicional para examinar el material. Yo había accedido a su solicitud, y el hecho del acuerdo había sido registrado en el memorandum interno que él escribió después y que yo tenía en mis archivos. Así que ahora yo sabía que Robert Olson, o tenía muy mala memoria, o estaba diciendo una mentira blanca. En cualquier caso, era obvio que los del White Estate sabían mucho más de lo que decían. Los archivos del White Estate se habían referido a un libro escrito por William Hanna, llamado The Life of Christ. Antes de veinticuatro horas después de la reunión de Loma Linda, ya yo había obtenido una copia del libro de Hanna. Desde ese momento en adelante, he aprendido más de lo que jamás quise saber.
Spectrum, un diario publicado independientemente por la Association of Adventist Forums, hizo un relato de los antecedentes de una reunión de comité de Enero de 1980 en Glendale, California. Esta reunión había sido convocada por Neal C. Wilson, presidente de la Conferencia General, a mis instancias de que se considerara el alcance de los hallazgos en relación con la deuda literaria de Ellen White. Dieciocho de los representantes de la iglesia nombrados declararon que lo que mostraba mi investigación era de proporciones alarmantes, pero que el estudio debería continuar con ayuda adicional. De manera similar, Spectrum informó más tarde de mi expulsión de la iglesia (después de treinta y seis años de servicios) principalmente a causa del revelador artículo iniciado y escrito por el editor religioso John Dart y publicado en Los Angeles Times. . Ni uno sólo de los oficiales que me expulsaron había hablado nunca con Dart. Ni uno sólo había visto la investigación en la que se basaba el artículo. El centro mismo de la disputa no era importante para los oficiales de la iglesia. Sólo era necesario que alguien fuera castigado para que otros permanecieran alineados y para que tanto Ellen White como la Iglesia Adventista del Séptimo Día pudieran aparecer inocentes de cualquier delito.
En vista de lo que he observado, experimentado, y aprendido, me ha parecido correcto y necesario registrar para las generaciones futuras los hallazgos de mi estudio actual. Estas generaciones venideras querrán saber la verdad acerca de lo que se ha desenterrado del pasado. Será parte de lo que tendrán en cuenta en su experiencia religiosa y en sus juicios. A pesar de muchos y buenos consejos en contrario, he elegido el título THE WHITE LIE para mi libro. No aplico el término por separado y solamente a Ellen G. White. Cuando nosotros (cualquiera de nosotros) damos nuestro consentimiento o apoyo para perpetuar un mito (en todo o en parte) acerca de cualquier persona o cosa, nosotros mismos somos, por lo tanto, parte de una mentira blanca. El mensaje de este libro es el de ayudar a revelarnos a todos nosotros que a menudo sostenemos una leyenda. En este estudio me he propuesto tratar, no sólo los hechos como los he encontrado, sino también cómo han operado en la iglesia y en nosotros personalmente. También, espero dejar una lección o dos para aquéllos que puedan estar buscando esas lecciones.
Quedan por llevar a cabo muchos estudios sobre la cuestión de por qué algunos de nosotros aceptamos tantas cosas de quienquiera que sea que las aceptamos. ¿Qué cosa en lo profundo de nosotros es explotada para hacernos reaccionar, sin hacer preguntas, a información que no es digna de confianza, de manera que la aceptamos como "verdad" y le permitimos que gobierne nuestros pensamientos y nuestras vidas?. En esta etapa de mis pensamientos, si queda alguna culpa por evaluar o asignar, debo aceptar mucho de ella por haber sido tan ingenuo, sin un adecuado estudio o investigación de mi parte, como para asentir a mucho de lo que originalmente se me presentó como "la verdad" pero que, en realidad, contiene mucha falsedad que nos aleja de lo que debería preocuparnos prioritariamente. Lo que más lamento es que el tiempo no me permita corregir parte de la información errada que yo mismo, sin darme cuenta, acepté y transmití a otros como una mentira blanca.
El hecho de que Ellen White tomó material prestado o lo plagió ha sido documentado y admitido por reconocidos representantes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día a través de los años. Pero la información que revela el alcance de su dependencia literaria fue deliberadamente ocultada a los miembros laicos hasta que investigadores independientes comenzaron a hacer públicos los hechos. Así, a causa de estos descubrimientos, surgen nuevos problemas que no han sido enfrentados todavía por el pueblo Adventista o sus actuales dirigentes. Reconocemos que, desde el comienzo del movimiento de 1844, mucha gente ha considerado a Ellen White como la principal autoridad del Adventismo. Esta gente debe ahora encontrar lugar para hacer ajustes en su modo de pensar (y muchos en su modo de vivir) a un nivel diferente del pasado. Esto podría ser muy angustioso. Ya sea que la situación en que la iglesia se encuentra ahora, encaje o no en nuestra definición de una mentira blanca, y ya sea que la mentirilla sea o no inofensiva para los valores personales de uno mismo, su manera de pensar, y su experiencia de la vida, cada persona tendrá que juzgar por sí misma.
Mientras usted lee, tenga presente que alguien le vendió la idea de que lo que usted cree en lo profundo de usted mismo es "único" y tiene la autoridad de Dios, la más alta corte de apelación; que usted es "diferente"a causa de esta autoridad; y que usted se "salvará" si sigue las reglas. El problema con este tren de pensamiento es que su verdad puede ser sólo la interpretación de la verdad de su santo, y los pronunciamientos que usted ha aceptado como autoridad pueden ser ideas que su santo tomó prestadas de otros.
Esto, creo, es lo que este estudio mostrará en relación con Ellen G. White. Y si la misma cantidad de información estuviera disponible sobre los santos de otros grupos, sería también cierta acerca de ellos. Por qué todavía queremos creer lo que hemos llegado a creer, es de lo que trata la mentira blanca.
No estoy tratando de señalar a los que, teniendo ojos, no ven, ni gritarles a los que, teniendo oídos, no desean oír. Pero, porque alguien tiene una obligación con las generaciones que vendrán después, este material se publica para encender una velita en un mundo de superstición, temor, y culpa.
Puede ser que la llama, aunque pequeña, ayude a iluminar el camino hacia el verdadero Santo de todos los santos - Cristo Jesús.
Walter Rea
Dios les bendiga. Saludos.
Billy Vicente
Walter Rea y la Mentira White
Casi desde la primera vez que oí hablar de ella, al principio de mi adolescencia, me convertí en devoto de Ellen G. White y de sus escritos. Aprendí a escribir a máquina copiando porciones de su libro Messages to Young People [Mensajes para los Jóvenes]. En la escuela superior y en la universidad, a menudo iba de habitación en habitación en el dormitorio, reuniendo citas de Ellen White de los otros estudiantes para usarlas en mi preparación para convertirme en ministro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Fue por aquellos días que concebí la idea de preparar un comentario Adventista compilando, de los escritos de Ellen White, todas las declaraciones pertenecientes a cada libro de la Biblia, cada doctrina, y cada personaje bíblico.
Al comienzo de mi vida ministerial (que se inició en la parte central de California a finales de la década de 1940), compilé dos tomos de biografías bíblicas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, incorporando en cada artículo las citas pertinentes encontradas en la obras de Ellen White. Algunas personas prominentes de la iglesia me estimularon en este proyecto, y pensaron que el Ellen G. White Estate podría publicar estas colecciones para que fueran usadas en el club de libros que la iglesia dirigía en esos días. Después de mucho tiempo y mucho intercambio de correspondencia, finalmente me di cuenta de que había sido ingenuo y que el White Estate no tenía la menor intención de colaborar de esta manera con nadie que pareciera estar invadiendo su terreno. De manera bien clara, me hicieron saber que ellos poseían esa "franquicia celestial" y que mirarían con malos ojos a cualquiera que pisara su territorio. Sin embargo, y de manera independiente, publiqué dos tomos de biografías bíblicas, y un tercer tomo sobre Daniel y el Apocalipsis, todos basados en las obras de Ellen White. Pronto estos libros se vendieron en la mayoría de las librerías Adventistas, y fueron usados en muchas escuelas y universidades de Norte América. En años subsiguientes, se vendieron decenas de miles.
Mientras trabajaba en mi proyectado tomo cuatro (las citas de Ellen White sobre doctrinas bíblicas), por casualidad tropecé con algo interesante en Orlando, Florida, donde yo era pastor de la Kress Memorial Church, llamada así en honor de los doctores Daniel H. y Lauretta E. Kress, renombrados pioneros de la obra médica Adventista. La familia Kress me regaló un antiguo libro de Ellen White, Sketches from the Life of Paul, publicado en 1883, pero que nunca fue reimpreso. Cuando un día le mostré este libro a un miembro de iglesia, me dijo que el problema del libro era que se parecía demasiado a otro que no había sido escrito por Ellen White, y que nunca había sido reimpreso a causa de la estrecha similitud entre los dos. Siendo de mente inquisitiva, hice un estudio comparativo y descubrí que algunas de las críticas parecían ser ciertas. Más tarde, después de que fui trasladado a California, los miembros de la familia de Wellesley P. Magan, también de pioneros Adventistas establecidos, fueron miembros de mi congregación.
A la muerte de la viuda del padre de Wellesley, Lillian E. Magan, me regalaron un libro de la biblioteca de la familia Magan - Elisha the Prophet [Eliseo el Profeta], escrito por Alfred Edersheim. En la hoja de guarda aparecía la firma de Ellen White. Para entonces, debido a mi constante uso de los libros de Ellen White, me había familiarizado tanto con ellos, que en seguida reconocí la similitud de palabra y de pensamiento al examinar el libro de Edersheim.
Aún más tarde, mientras estudiaba en la Universidad del Sur de California para obtener el grado de Doctor en Filosofía, me sobresalté al tropezarme con una obra de siete tomos sobre la historia del Antiguo Testamento, escrita por el mismo Edersheim. Esta vez encontré, en los tomos uno al cuatro, que los títulos y subtítulos de capítulo, y los encabezados de página de Edersheim, eran paralelos, y muchas veces casi idénticos, a los títulos de capítulo del libro Patriarchs and Prophets (1890) [Patriarcas y Profetas] de Ellen White. Tiempo y estudio mostraron que obviamente la Sra. White había obtenido ayuda liberal de estas obras adicionales de Edersheim. Una investigación ulterior revelaría que Edersheim había escrito también una historia del Nuevo Testamento sobre la vida de Cristo, y que en ésta también había similitudes adicionales con el libro Desire of Ages [El Deseado de Todas las Gentes] de la Sra. White.
Aunque perturbadores, estos hallazgos no eran demasiado inquietantes para mí en ese tiempo, porque el White Estate en Washington siempre parecía tener excusas para los "préstamos" de Ellen White. No fue sino hasta que Bruce Weaver, un joven seminarista en la Universidad Adventista de Andrews en Michigan, descubrió un archivo sin marcar conteniendo mi trabajo y mis comparaciones (material duplicado guardado en la biblioteca del White Estate) que las cosas comenzaron a adquirir el aspecto de un cuento de misterio. El White Estate acusó a Bruce de robar el material de la biblioteca, aunque él sólo lo había copiado y devuelto. Al final, Bruce fue despedido del seminario y del ministerio, pero no antes de que hubiese tomado parte significativa en el drama.
Lo que Bruce encontró en el archivo no fue sólo mi material y las críticas de él, sino también copias de algunas cartas internas del White Estate, escritas por Robert W. Olson y Arthur L. White, que revelaban la preocupación de estos hombres de la oficina de Washington acerca del descubrimiento, por parte de Bruce, del material que yo les había estado enviando como evidencia de que Ellen White había copiado material ajeno. Ambos hombres habían puesto por escrito sus sugerencias para manejar el problema Rea. Años subsiguientes revelaron que ellos habían adoptado el método de Arthur White, que era, en esencia, aplicar tácticas dilatorias y tanta presión y lenguaje de doble sentido como fuera posible. Olson se dedicó a hacer una campaña verbal en un máximo esfuerzo por suavizar el impacto que mis hallazgos estaban comenzando a tener, porque ya personas de varias regiones de Norte América estaban solicitando la evidencia encontrada durante mis investigaciones. En una presentación que hizo Olson una tarde de enero de 1979 en la Universidad de Loma Linda en California, alguien en el auditorio preguntó acerca de los préstamos, por parte de Ellen White, de fuentes publicadas. La respuesta de Olson fue en el sentido de que nada de eso era verdad, que todos sus escritos eran de ella. Luego, añadió que había algún ministro en California del Sur haciendo olas con alegatos acerca de que ella había tomado material prestado para su libro clave The Desire of Ages, pero que ninguno de esos rumores era cierto.
Decir que me quedé estupefacto después de la reunión es poco. En ese mismo momento, en mi archivo ya tenía varias cartas de ese mismo Olson animándome a continuar enviándole mis comparaciones entre Ellen White y sus contemporáneos. Además, había hablado conmigo personalmente cuando estuvo en California hacía sólo poco tiempo, y me había arrancado la promesa de que no publicaría ningún informe sobre mi trabajo sino hasta que él y el personal directivo del White Estate hubieran tenido tiempo adicional para examinar el material. Yo había accedido a su solicitud, y el hecho del acuerdo había sido registrado en el memorandum interno que él escribió después y que yo tenía en mis archivos. Así que ahora yo sabía que Robert Olson, o tenía muy mala memoria, o estaba diciendo una mentira blanca. En cualquier caso, era obvio que los del White Estate sabían mucho más de lo que decían. Los archivos del White Estate se habían referido a un libro escrito por William Hanna, llamado The Life of Christ. Antes de veinticuatro horas después de la reunión de Loma Linda, ya yo había obtenido una copia del libro de Hanna. Desde ese momento en adelante, he aprendido más de lo que jamás quise saber.
Spectrum, un diario publicado independientemente por la Association of Adventist Forums, hizo un relato de los antecedentes de una reunión de comité de Enero de 1980 en Glendale, California. Esta reunión había sido convocada por Neal C. Wilson, presidente de la Conferencia General, a mis instancias de que se considerara el alcance de los hallazgos en relación con la deuda literaria de Ellen White. Dieciocho de los representantes de la iglesia nombrados declararon que lo que mostraba mi investigación era de proporciones alarmantes, pero que el estudio debería continuar con ayuda adicional. De manera similar, Spectrum informó más tarde de mi expulsión de la iglesia (después de treinta y seis años de servicios) principalmente a causa del revelador artículo iniciado y escrito por el editor religioso John Dart y publicado en Los Angeles Times. . Ni uno sólo de los oficiales que me expulsaron había hablado nunca con Dart. Ni uno sólo había visto la investigación en la que se basaba el artículo. El centro mismo de la disputa no era importante para los oficiales de la iglesia. Sólo era necesario que alguien fuera castigado para que otros permanecieran alineados y para que tanto Ellen White como la Iglesia Adventista del Séptimo Día pudieran aparecer inocentes de cualquier delito.
En vista de lo que he observado, experimentado, y aprendido, me ha parecido correcto y necesario registrar para las generaciones futuras los hallazgos de mi estudio actual. Estas generaciones venideras querrán saber la verdad acerca de lo que se ha desenterrado del pasado. Será parte de lo que tendrán en cuenta en su experiencia religiosa y en sus juicios. A pesar de muchos y buenos consejos en contrario, he elegido el título THE WHITE LIE para mi libro. No aplico el término por separado y solamente a Ellen G. White. Cuando nosotros (cualquiera de nosotros) damos nuestro consentimiento o apoyo para perpetuar un mito (en todo o en parte) acerca de cualquier persona o cosa, nosotros mismos somos, por lo tanto, parte de una mentira blanca. El mensaje de este libro es el de ayudar a revelarnos a todos nosotros que a menudo sostenemos una leyenda. En este estudio me he propuesto tratar, no sólo los hechos como los he encontrado, sino también cómo han operado en la iglesia y en nosotros personalmente. También, espero dejar una lección o dos para aquéllos que puedan estar buscando esas lecciones.
Quedan por llevar a cabo muchos estudios sobre la cuestión de por qué algunos de nosotros aceptamos tantas cosas de quienquiera que sea que las aceptamos. ¿Qué cosa en lo profundo de nosotros es explotada para hacernos reaccionar, sin hacer preguntas, a información que no es digna de confianza, de manera que la aceptamos como "verdad" y le permitimos que gobierne nuestros pensamientos y nuestras vidas?. En esta etapa de mis pensamientos, si queda alguna culpa por evaluar o asignar, debo aceptar mucho de ella por haber sido tan ingenuo, sin un adecuado estudio o investigación de mi parte, como para asentir a mucho de lo que originalmente se me presentó como "la verdad" pero que, en realidad, contiene mucha falsedad que nos aleja de lo que debería preocuparnos prioritariamente. Lo que más lamento es que el tiempo no me permita corregir parte de la información errada que yo mismo, sin darme cuenta, acepté y transmití a otros como una mentira blanca.
El hecho de que Ellen White tomó material prestado o lo plagió ha sido documentado y admitido por reconocidos representantes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día a través de los años. Pero la información que revela el alcance de su dependencia literaria fue deliberadamente ocultada a los miembros laicos hasta que investigadores independientes comenzaron a hacer públicos los hechos. Así, a causa de estos descubrimientos, surgen nuevos problemas que no han sido enfrentados todavía por el pueblo Adventista o sus actuales dirigentes. Reconocemos que, desde el comienzo del movimiento de 1844, mucha gente ha considerado a Ellen White como la principal autoridad del Adventismo. Esta gente debe ahora encontrar lugar para hacer ajustes en su modo de pensar (y muchos en su modo de vivir) a un nivel diferente del pasado. Esto podría ser muy angustioso. Ya sea que la situación en que la iglesia se encuentra ahora, encaje o no en nuestra definición de una mentira blanca, y ya sea que la mentirilla sea o no inofensiva para los valores personales de uno mismo, su manera de pensar, y su experiencia de la vida, cada persona tendrá que juzgar por sí misma.
Mientras usted lee, tenga presente que alguien le vendió la idea de que lo que usted cree en lo profundo de usted mismo es "único" y tiene la autoridad de Dios, la más alta corte de apelación; que usted es "diferente"a causa de esta autoridad; y que usted se "salvará" si sigue las reglas. El problema con este tren de pensamiento es que su verdad puede ser sólo la interpretación de la verdad de su santo, y los pronunciamientos que usted ha aceptado como autoridad pueden ser ideas que su santo tomó prestadas de otros.
Esto, creo, es lo que este estudio mostrará en relación con Ellen G. White. Y si la misma cantidad de información estuviera disponible sobre los santos de otros grupos, sería también cierta acerca de ellos. Por qué todavía queremos creer lo que hemos llegado a creer, es de lo que trata la mentira blanca.
No estoy tratando de señalar a los que, teniendo ojos, no ven, ni gritarles a los que, teniendo oídos, no desean oír. Pero, porque alguien tiene una obligación con las generaciones que vendrán después, este material se publica para encender una velita en un mundo de superstición, temor, y culpa.
Puede ser que la llama, aunque pequeña, ayude a iluminar el camino hacia el verdadero Santo de todos los santos - Cristo Jesús.
Walter Rea