Un psiquiatra para Satán.
Han sido identificados como Daniel y Manuela (buen nombre para una alemana). Tienen 26 y 23 años, respectivamente, y la Fiscalía de Bochum les acusa del asesinato de Franck Hackert, fallecido de muerte natural, porque lo más natural es que alguien se muera cuando le clavan 66 puñaladas con un cuchillo de tres hojas. Ya saben, la triple cuchilla de Satán y el numerito de Satán, que lo mismo puede ser el 6, que el 66 que el 666. El dígito aludido en la escena del Apocalipsis sería el tercero, pero es el más difícil, porque resulta más largo de grabar en la carne humana, por lo que se tiende a la abreviatura.
Al parecer, los expertos consideran que en Alemania hay 7.000 personas que practican ritos satánicos. Muchos de ellos son adolescentes, pero Daniel y Manuela ya habían superado la adolescencia y habían profundizado tanto en la liturgia que ya asesinan de forma correcta, según el rito correspondiente.
Ahora bien, que el satanismo avanza en el mundo es algo que sólo niegan los ciegos. Fiscales y policías, desde luego no. Lo que sí niegan es la existencia de los demonios o, al menos, consideran que no es materia prima de trabajo. La fiscalía alemana se rige por el mismo criterio que toda la judicatura mundial y todo el mundo moderno: lo que ve existe, lo que no se ve no. De lo que se deduce que las ondas electromagnéticas no existen. ¿Qué, aunque no las veamos, podemos contemplar los efectos de las ondas electromagnéticas? Ciertamente, al igual que podemos contemplar, y hasta sufrir, los efectos de Satán y sus partidarios, de la misma forma que contemplamos cada día los efectos de nuestra parte invisible y de las partes invisibles (sensibilidad, personalidad, bondad, engaño) de todas las personas que nos rodean.
Pero el mundo oficial, es decir, el mundo profesional no puede reconocer la existencia de demonios invisibles. Razón por la cual, a dos de sus acólitos, que así se confiesan, como se confiesan de la misma forma que se reconocen autores del homicidio, no les apartan de la sociedad recluyéndoles en prisión, sino que les mandan a un siquiátrico. El silogismo es perfecto:
El demonio no existe, ergo, estos no pueden haber matado en nombre de Satán, ergo, no son asesinos, ergo, están locos.
Conclusión: no hay que llevarles a la cárcel sino al loquero (pobres siquiatras).
Es un silogismo cargado de lógica, que recuerda aquel otro silogismo de los manuales de bachillerato, que decía:
Los caballos son racionales, las aves son caballos, luego las aves son racionales.
Todas las premisas de uno y otro silogismo, así como ambas conclusiones son falsas, pero su lógica es cierta y aplastante.
Y así, con una justicia, y una sociedad tan lógicas, y tan estúpidas Satán y sus espíritus influyen con total impunidad sobre otros espíritus, a los que consideran menores pues están contaminados de materia, llamados hombres. Influyen en la justicia, en la organización política y social y en las costumbres, y no necesitan ni tan siquiera ser discretos, porque cuentan con que la verdad oficial simplemente no puede ni plantearse la hipótesis de su existencia. Por ejemplo, a las sectas satánicas les encanta el nazismo (los dos detenidos eran afiliados a un partido nazi) al igual que les encantan determinados planteamientos relativistas vigentes en las democracias occidentales, el mundo del arte y la industria cultural, que es la que determina los patrones de comportamiento más habituales.
Y todo ello es muy lógico, salvo que la premisa de partida sea falsa: salvo que el diablo exista. En ese caso, estaríamos haciendo el ridículo. Por cierto, ¿estamos haciendo el ridículo?
Eulogio López
Hispanidad.com
Han sido identificados como Daniel y Manuela (buen nombre para una alemana). Tienen 26 y 23 años, respectivamente, y la Fiscalía de Bochum les acusa del asesinato de Franck Hackert, fallecido de muerte natural, porque lo más natural es que alguien se muera cuando le clavan 66 puñaladas con un cuchillo de tres hojas. Ya saben, la triple cuchilla de Satán y el numerito de Satán, que lo mismo puede ser el 6, que el 66 que el 666. El dígito aludido en la escena del Apocalipsis sería el tercero, pero es el más difícil, porque resulta más largo de grabar en la carne humana, por lo que se tiende a la abreviatura.
Al parecer, los expertos consideran que en Alemania hay 7.000 personas que practican ritos satánicos. Muchos de ellos son adolescentes, pero Daniel y Manuela ya habían superado la adolescencia y habían profundizado tanto en la liturgia que ya asesinan de forma correcta, según el rito correspondiente.
Ahora bien, que el satanismo avanza en el mundo es algo que sólo niegan los ciegos. Fiscales y policías, desde luego no. Lo que sí niegan es la existencia de los demonios o, al menos, consideran que no es materia prima de trabajo. La fiscalía alemana se rige por el mismo criterio que toda la judicatura mundial y todo el mundo moderno: lo que ve existe, lo que no se ve no. De lo que se deduce que las ondas electromagnéticas no existen. ¿Qué, aunque no las veamos, podemos contemplar los efectos de las ondas electromagnéticas? Ciertamente, al igual que podemos contemplar, y hasta sufrir, los efectos de Satán y sus partidarios, de la misma forma que contemplamos cada día los efectos de nuestra parte invisible y de las partes invisibles (sensibilidad, personalidad, bondad, engaño) de todas las personas que nos rodean.
Pero el mundo oficial, es decir, el mundo profesional no puede reconocer la existencia de demonios invisibles. Razón por la cual, a dos de sus acólitos, que así se confiesan, como se confiesan de la misma forma que se reconocen autores del homicidio, no les apartan de la sociedad recluyéndoles en prisión, sino que les mandan a un siquiátrico. El silogismo es perfecto:
El demonio no existe, ergo, estos no pueden haber matado en nombre de Satán, ergo, no son asesinos, ergo, están locos.
Conclusión: no hay que llevarles a la cárcel sino al loquero (pobres siquiatras).
Es un silogismo cargado de lógica, que recuerda aquel otro silogismo de los manuales de bachillerato, que decía:
Los caballos son racionales, las aves son caballos, luego las aves son racionales.
Todas las premisas de uno y otro silogismo, así como ambas conclusiones son falsas, pero su lógica es cierta y aplastante.
Y así, con una justicia, y una sociedad tan lógicas, y tan estúpidas Satán y sus espíritus influyen con total impunidad sobre otros espíritus, a los que consideran menores pues están contaminados de materia, llamados hombres. Influyen en la justicia, en la organización política y social y en las costumbres, y no necesitan ni tan siquiera ser discretos, porque cuentan con que la verdad oficial simplemente no puede ni plantearse la hipótesis de su existencia. Por ejemplo, a las sectas satánicas les encanta el nazismo (los dos detenidos eran afiliados a un partido nazi) al igual que les encantan determinados planteamientos relativistas vigentes en las democracias occidentales, el mundo del arte y la industria cultural, que es la que determina los patrones de comportamiento más habituales.
Y todo ello es muy lógico, salvo que la premisa de partida sea falsa: salvo que el diablo exista. En ese caso, estaríamos haciendo el ridículo. Por cierto, ¿estamos haciendo el ridículo?
Eulogio López
Hispanidad.com