Un preview... de T.Austin Sparks

6 Mayo 2000
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Toda la cuestión versa sobre el Señorío universal de Jesucristo, y es lo que se está mostrando como el asunto supremo a día de hoy como nunca antes en la historia del mundo. ¿Quién va a ser Señor en el universo de Dios? ¿Quién va a tener el dominio del mundo? El enemigo aún procura alcanzar ese fin a través del hombre según la trayectoria de la mentira, y nunca antes experimentamos su método usado con tanta insidia... ¡la mentira! A tal punto que, durante mesas pasados, este mundo ha lanzado a los cuatro vientos esta pregunta. ¿En quién se puede confiar? ¿A quién se puede creer? ¿Quién dice la verdad? ¿En qué hombre puedes confiar? Se ha extendido por la tierra una atmósfera tal de descrédito en base a las mentiras que los hombres miran a los de su propia casa y se preguntan si pueden confiar en ellos. Es una terrible realidad en muchos países. No se atreven a abrir sus labios dentro del círculo más reducido pues, al haber fallado a la verdad, ser digno de confianza es un apelativo que hay que agacharse a recoger del suelo. La mentira, la propagación de mentiras; y todo ello, os digo, con este único fin en mente, esto es, prender el borde del manto del dominio de este mundo. Esa es la obra de Satanás subyaciente a cuanto vemos que sucede a nuestro alrededor, y cuando Jesucristo se allega a Su lugar de ser absoluto Señor en ti y en mí, algo ocurre que declara que Satanás ha sido vencido; la mentira es expuesta.


T.Austin Sparks
La Casa Espiritual de Dios


Ah... pronto, pronto.


¡No se tardará....!

¡¡Salud y paciencia, santos!!
 
T. Austin Spark

T. Austin Spark

Son of Epafrodito: De veras que las palabras de nuestro hermano
T. Austin Sparks no son muy populares en estos días, pero cuan-
to las necesitamos aquellos que todavia aman la venida del Se-
ñor.
 
Hola pepito,

La palabra de los que hablan de parte de Dios nunca se desvanece por completo... tiene la manía de perdurar.

Observa los casos de aquellos que sacaron su cabeza de la iglesia establecida a lo largo de estos últimos 1700 años de sectarismo religioso, y encontrarás siempre, siempre, siempre, a hermanos buscando el rostro de Dios, y Su Voluntad... llevando en la mano la bandera y la antorcha de Su Obra.

Pioneros, pepito, de un Reino del que poco se sabe, pero del que parece que todos saben mucho.

Ahí tienes a Madame Guyon, a Miguel de Molinos, a Fenelon, a Juan de la Cruz, a Watchmann Nee, a Marta Kilpatrick, a Gene Edwards (que entre otras cosas se ha dedicado a desenpolvar a estos disidentes y a airearlos...), a Austin Sparks, a muchos otros.

No obstante, muchos católicos, por ejemplo, te dirán que Juan de la Cruz nunca fue un disidente... en fin, pobres ignorantes.

Pronto (2 meses, no más, sé de buena fe) los hispanohablantes tendremos en esta web este libro de Austin Sparks (¡que no "Austin Powers"!) traducido al español.

A que ahora te sientes mejor, ¿eh?

Salud!!
 
Una linea divina

Una linea divina

Son of epafrodito: Gloria a Dios por los hombres que se hacen
Uno con Dios y con el deseo de su corazon.
Alabado se El Señor, porque creoque hay una linea
de la vida, por donde han caminado todos los her-
manos que mencionastes, entre otros el conde Zizen
dorf que tuvo esta vision de poder ver y vivir en
lo practico el cuerpo de Cristo, Bendito sea Dios
que no seguimos la linea de un hombre, sino a
Cristo mismo manifestado en muchos que nos han tra-
zado la palabra de vida para caminar en ella de
acuerdo a la vision celestial.

Esperamos esa fuente de riqueza pronto.
 
Son of epafrodito: Gloria a Dios por los hombres que se hacen
Uno con Dios y con el deseo de su corazon.
Alabado se El Señor, porque creoque hay una linea
de la vida, por donde han caminado todos los her-
manos que mencionastes, entre otros el conde Zizen
dorf que tuvo esta vision de poder ver y vivir en
lo practico el cuerpo de Cristo, Bendito sea Dios
que no seguimos la linea de un hombre, sino a
Cristo mismo manifestado en muchos que nos han tra-
zado la palabra de vida para caminar en ella de
acuerdo a la vision celestial.

Esperamos esa fuente de riqueza pronto.


Hola pepito,

Me mencionas al conde Zinzendorf. He oído hablar de este hombre, pero no he leído nada suyo.

¿Me puedes hablar un poquito más de él y de lo que has leído de él?

Sí, pepito, bendito sea Dios que no nos ha dado palabra de hombre para seguir palabra de hombre, sino palabra de Dios para vida en Cristo Jesús... y sabes, te digo que qué grande honor ser nosotros los depositarios de este testimonio de vida, de esta riqueza que complementa las cosas que nos han llegado escritas de los primeros apóstoles.


¡¡Alabado sea Su Nombre... Él aún tiene un pueblo que le sigue!!


Salud y gracia en Cristo, señor nuestro.
 
Ahora estoy siendo muy franco. Quiero hablar desde mi corazón porque siento que el Señor quiere que lleguemos en esta hora a algunas conclusiones sobre este tema, y he de correr el riesgo de pisotear algunas sensibilidades para llegar ahí. El resultado espiritual en este segunda caso es por mucho el mismo que en el otro caso de lo meramente individual, y hoy nos encontramos con personas en todas partes en ese sistema eclesiástico actual que no tienen ni un destello de luz en cuanto al más pleno propósito del Señor y no saben de lo que estás hablando; y hay multitudes que no tienen interés en ninguna otra cosa. Esta cosa, este ir a la iglesia, esta congregación, este aguantar el turno programado, esta tendencia generalizada de adorar ciertas cosas que ha tomado el lugar de la expresión local del Cuerpo de Cristo, y lo ha echado a un lado. Hoy, hablando de la Iglesia en ese sentido, es la Iglesia que se encuentra en un estado de terrible infancia espiritual e inmadurez y falta de luz tras todos estos siglos, y las personas que nacen dentro y son imbuidos a ello no crecen espiritualmente. Sé que hay algunos que crecen a pesar de ello, pero estoy hablando de la cosa en sí. Se ha convertido en una amenaza fatal para el auténtico propósito de Dios.
 
Todo cuanto he leído de T. Austin Sparks es excelente.
¿Hay posibilidad de conseguir otros escritos suyos en español?
¿Y alguna biografía suya, por resumida que fuese?
Gracias.
Ricardo.
 
Originalmente enviado por: Son of Epafrodite

es la Iglesia que se encuentra en un estado de terrible infancia espiritual e inmadurez


Y claro, cuando vemos que un niño se encuentra en un estado de terrible infancia, como le es natural, lo que hay que es matarlo.
Claro que esta, buena o mala, es una solución. O puede que sea una bellotada:confused: :confused: :confused:
 
Ricardo:

Para la mini-biografía tendrás que esperar un poco, porque está al inicio de este libro: La Casa Espiritual de Dios.

Me alegro que te guste Theodore.

Sparks tenía la gracia de decir las cosas como son sin herir a los demás. Estaba lleno del Espíritu, y te digo que fue otro de aquellos que son una luz en las tinieblas organizadas.


Un abrazo.


Tobi:

Sparks no dice que haya que matarlo... ¿tú has leído ese comentario en alguna parte?

Por cierto, las bellotadas nunca sabes por donde te van a salir, pero ten esto por seguro, que por lo general se producen en ambientes inorgánicos, nunca en un ambiente orgánico y vivo (la Vida no permite las bellotadas durante mucho tiempo).

Si te has sentido herido por el comentario en el otro epígrafe, te debo unas sinceras disculpas. Lo siento.

Pero por supuesto, eso no quita que me presentes tus dudas.

Salud!!
 
Hola Ricardo, he encontrado esta corta biografía espero que le sea de utilidad.

Son, muy bueno lo que has puesto, permaneceré a la espera.
:sazul:

Bendiciones

Bart


http://216.239.37.104/search?q=cach...arks+site:estudios.iglesia.net&hl=es&ie=UTF-8

THEODORE AUSTIN-SPARKS (1888-1971) dejó un gran número de
escritos llenos de la Sabiduría, de la Vida y de la Revelación de Cristo. Tenía la convicción que lo que fue dado por el Espíritu de Dios debía plenamente ser compartido con el Cuerpo de Cristo -lo que pertenece a Uno, pertenece a todos. No quiso registrar derechos de autor sobre sus escritos o casetes; dando gratuitamente al Cuerpo lo que había recibido gratuitamente de la Cabeza. Habiendo nosotros mismos apreciado mucho sus escritos, los ponemos totalmente a vuestra disposición aquí en Internet, para la edificación y la consolidación del Cuerpo; para que en todas las cosas CRISTO tenga la preeminencia.

T. Austin-Sparks 1888-1971

Theodore Austin-Sparks nació en Londres en 1888, y fue educado en
Escocia. Es allá donde en 1906 fue ganado para Cristo por medio de jóvenes cristianos que compartían su fe en las calles de Glasgow. Tenía entonces 17 años. Muy pronto testificaba en su viaje de su fe en Cristo. Poco después de su conversión, regresó a Londres.

La comunidad evangélica estaba entonces todavía bajo la fuerte
influencia del avivamiento que tuvo lugar en el país de Gales en 1904 y 1905. Durante este despertar, millares de personas le dieron sus vidas al Señor. Dios había escogido varios instrumentos con el fin de ayudar a los que se habían convertido, entre ellos la figura de proa era Evan Roberts. Los efectos del despertar duraron apróximadamente hasta fines de los años 1920, y esto gracias al movimiento evangélico que preconizaba una experiencia más profunda con el Señor Jesucristo. Es en este favorable contexto espiritual que T. Austin-Sparks vivió sus primeros años como cristiano. Muchos de aquellos a los que apreciaba o con los que estaba en contacto fueron implicados en este movimiento del Espíritu: F. B. Meyer, Oswald Chambers, A.J. Gordon, A.B. Simpson, Andrew Murray, G. Campbell Morgan y Jessie Penn-Lewis con quien colaboró en la obra del Señor durante un tiempo.

Del 1912 al 1926 fue pastor de tres iglesias en Londres. Luego en 1926, comprendiendo las limitaciones de estas iglesias institucionales, dejó el sistema denominacional y de organizaciones cristianas, con el fin de poder consagrarse totalmente a la vocación a la cual el Señor lo llamaba.

Así es como, con otros hermanos, se establece en Forest Hill, Londres, de donde iba a proceder un ministerio y un servicio espirituales muy ricos.

Fundó el "Christian Fellowship Centre" (Centro de Comunión Cristiana), con varios edificios donde se realizaban conferencias y donde los visitantes podían alojar.

Es allí dónde el ministerio de T. Austin-Sparks comenzó, y continuó
durante cuarenta y cinco años, a tener una influencia extremadamente amplia y profunda entre los cristianos de todas confesiones y de todos los países.

Invitaciones desde muchos países llegaban a "Honor Oak" (el nombre de la calle donde se encontraba el centro), pero Austin-Sparks no podía satisfacerlas todas.

Sin embargo, dictaba conferencias regulares en Londres, en Suiza y en los Estados Unis. Se rindió también a Asia, particularmente la India y Taiwan.

Hay que anotar también que Austin-Sparks estaba en contacto estrecho con obreros tales como Bakht Singh en la India, Watchman Nee en China y Witness Lee en Taiwan. Pero era con Watchman Nee que se sentía más confortable, y con el que tenía más afinidad, su comunión se había reforzado fuertemente después de una estancia de cerca de un año de Watchman Nee en Londres en 1938.

Uno de los instrumentos primordiales del ministerio de Austin-Sparks
era la revista que editaba, "A Witness and A Testimony" (Un Testigo y un Testimonio). En esta publicación fueron transcritos muchos de sus mensajes dados en diversas conferencias, antes de ser publicados en formato de libro.

Ciertos artículos fueron escritos específicamente para la revista y jamás han sido vueltos a publicar. Encontramos otras contribuciones en esta revista: Watchman Nee, F.B. Meyer, A.W. Tozer, Andrew Murray, De Vern Fromke, Jessie Penn-Lewis, G.H. Lang, Stephen Kaung, Witness Lee, para citar sólo los más conocidos. La influencia de esta publicación fue muy vasta y se dirigía particularmente a los que deseaban consagrarse totalmente a Dios y a Su pensamiento. Y como contraparte al empeño sin compromiso de este ministerio, una cierta y constante oposición y hostilidad se hizo sentir a lo
largo de la vida de Austin-Sparks.

Traducido del francés, desde
http://www.austin-sparks.net

 
Removiendo hoy mis papeles, he recuperado una pequeña revista que alguien me regaló en Paris hace cinco años....para mi sorpresa, me he encontrado con un estudio bíblico de T. Austin-Sparks, espero que lo disfruten :beso:





UNIÓN CON CRISTO EN LA CONSAGRACIÓN T. Austin-Sparks




"Después hizo que trajeran el otro carnero, el carnero de las consagraciones, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero. Y lo degolló; y tomó Moisés de la sangre, y la puso sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el dedo pulgar de su mano derecha, y sobre el dedo pulgar de su pie derecho. Hizo acercarse luego los hijos de Aarón, y puso Moisés de la sangre sobre el lóbulo de sus orejas derechas, sobre los pulgares de sus manos derechas, y sobre los pulgares de sus pies derechos; y roció Moisés la sangre sobre el altar alrededor. " Levítico 8: 22-24


"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta." Romanos 12: 1,2


"Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad”. Juan 17:19



En este pasaje del capítulo ocho del libro de Levítico, es importante notar lo que aconteció en la consagración de Aarón y sus hijos al sacerdocio. Se trajo el carnero de las consagraciones; Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del animal, que luego fue sacrificado y su sangre derramada. En seguida tornó Moisés de la sangre y la aplicó sobre cada uno de ellos, en distintas partes de sus cuerpos.

Aquí tenemos los dos aspectos de la consagración. La sangre derramada es el lado de la muerte; la sangre aplicada, el de la vida. La sangre derramada representa la vida sacrificada, entregada, abandonada; pero en la sangre aplicada al hombre tenemos la vida impartida para obrar en él activa y poderosamente. Cuando esto se reconoce, se entiende lo que es la consagración y también lo que significa la imposición de las manos, o sea el acto de identificación con una vida entregada a la muerte. La sangre aplicada representa una nueva posición; quiere decir que ahora no hay nada de la vida propia del hombre, todo es de Dios pues vive por Él y para Él únicamente. Esto es la consagración.

El capítulo diecisiete del evangelio según San Juan, se conoce corno la oración sacerdotal del Señor Jesús. Allí está, avanzando hacia el altar, en la consagración de sí mismo por Sus hijos, a los que quiere llevar a la gloria para que vean Su gloria, y para que ellos también gocen de esa misma gloria. Aquí tenemos, sin duda, lo que representan Aarón y sus hijos. El Sumo Sacerdote se santifica (se consagra) a sí mismo, como dice, para que ellos también sean santificados (consagrados). El resto de la oración es una maravillosa exposición del significado espiritual de esta parte de Levítico, capítulo ocho. Por medio de estas pocas líneas procuraremos entenderlo mejor.

El hombre entero entra en el terreno de la consagración, en sus dos aspectos de muerte y vida; por un lado la vida entregada, abandonada, y por otro la vida, hallada, que continua, pero sobre una nueva base. Esto concierne al hombre entero representado por su oído, mano y pie. Es un mensaje sencillo y claro para nuestros corazones.


EL GOBIERNO DEL OIDO

Empezamos por el oído:



"…. y tomó Moisés de la sangre, y la puso sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón"


Esto simboliza que el Señor debe tener el gobierno supremo del oído, que debemos llegar al punto en que el oído está muerto a toda otra voz o influencia que quiera dominarnos, pero que está vivo para Dios y solamente para El.

Está claro que, en cierto modo, el oído es lo que gobierna cada vida; no necesariamente el órgano exterior, sino la facultad de escuchar voz, de prestar oído a cualquier sugestión. Las sugestiones pueden venir de nuestro propio temperamento y de nuestra educación. Las cosas que nos inspiran en nuestra vida pueden ser nuestros deseos e inclinaciones naturales, las tendencias de nuestra constitución, ambiciones, aficiones e intereses profundamente arraigados en nosotros, sencillamente porque es así nuestra naturaleza. Escuchar esas voces es tener la vida gobernada por nuestros propios intereses. O tal vez sean otras cosas, como las sugestiones, deseos y ambiciones de otras personas para nosotros, la voz del mundo, la voz de los afectos humanos, el considerar lo que a otros agrada.

¡Oh, cuántas voces pueden llamarnos! Si las escuchamos, vendremos a ser sus servidores y esclavos; ellas gobernarán nuestro oído y, con él, nuestra vida.

Esta verdad significativa de Levítico ocho, nos dice definitiva y enfáticamente a usted y a mí, que esta muerte, esta inmolación, es la de nuestro oído con respecto a todas esas voces, y que la sangre aplicada demuestra que ahora tenemos oído solamente para el Señor, que es Su voz la que debe gobernar nuestra vida. La oreja derecha -al igual que la mano derecha-, representa el lugar de honor y poder en lo que se refiere a nuestro oír. Por lo tanto, usted y yo, al decir que somos hombres y mujeres consagrados, testificamos que hemos muerto con Cristo al gobierno o dominio que quiera ejercer sobre nosotros toda voz que no sea la del Señor mismo. No debemos consultar la voz de nuestros propios intereses, de nuestras propias ambiciones, inclinaciones, ni la voz de los deseos de otra persona cualquiera.

Es una palabra solemne y clara para cada uno de nosotros, especialmente para los más jóvenes, cuyas vidas pueden ser influenciadas por otras consideraciones, dado que la carrera de ellos recién se inicia. Puede ser que el sentido de la responsabilidad en cuanto a su vida sea muy fuerte, el sentimiento de que sería un desastre equivocarse y de malgastar el tiempo, además de ambicionar el tener éxito. Que esto sea la ley para toda su vida; y aunque las cosas se desarrollen de una manera inesperada, que los caminos del Señor le parezcan a veces extraños, que en medio de experiencias profundas tenga que estar atento a la exhortación que nos es dada en el libro de Proverbios 3:5:


"Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. "

..más tarde comprenderá usted que todo ha contribuido al éxito de Dios; verá que ha alcanzado lo que Dios quería y, en verdad, ¿hay algo más importante o de más valor que esto? El camino posiblemente
sea muy distinto de lo que había usted esperado, pensado o juzgado razonable para su vida, pero qué importa eso ya que Dios ha alcanzado Su propósito en la vida de usted, ya que su vida es un éxito desde el punto de vista de Dios. Este es el secreto: un oído vivo para Él, y muerto para todo lo que venga de otra fuente que no sea el Señor mismo.

El capítulo diecisiete del evangelio según San Juan es un comentario de esta verdad.


" no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo... "

Si fuésemos de este mundo, aceptaríamos su criterio para nuestras vidas, lo que el mundo juzga como
siendo el camino del éxito, la prosperidad y el bienestar. El espíritu del mundo entra a veces en nuestros corazones para sugerirnos que seguir este u otro camino sería desastroso. Dar oído a esa voz es ser conformado a este siglo.

"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional." .

Y, desde el principio, en cuanto al gobierno de la vida, el sentido principal es el oído. La sangre debe ser aplicada a la oreja; es decir que ésta ha de estar bajo la sangre para que sea el medio por el cual Dios gobierne. Significa que debemos tener un oído espiritual. Como hijos de Dios, tenemos, por el nuevo nacimiento, la facultad de oír lo espiritual y debemos cuidar de ejercitarla como el Señor quiere.

Esto nos muestra que el oído debe estar atento. Muchas personas tienen oído, oyen, pero no escuchan.

El Señor nos dice muchas cosas y no escuchamos lo que está diciendo, aunque sabemos que está hablándonos. Debe haber en nosotros un "lugar quieto" para el Señor. El enemigo quiere llenar nuestras vidas de otras voces: peticiones, deberes e intereses para que nos sea imposible disfrutar de un oído atento al Señor. El oído debe desarrollarse, crecer en capacidad. El niñito tiene oído pero, aunque escuche, no siempre entiende lo que oye. El nene oye, pero no comprende el significado del sonido. A medida que crece va conociendo el significado de esos sonidos. De igual manera, el oído espiritual, el oído consagrado, debe tener las mismas marcas de desarrollo y progreso. Además, este oído debe ser obediente para que, oyendo, obedezcamos. Es así que Dios gobierna la vida desde el comienzo.


LA OBRA DE NUESTRAS MANOS


Luego llegamos a la mano:



" ....tomó Moisés de la sangre , y la puso.........sobre el dedo pulgar de la mano derecha".

El orden es así: primeramente la oreja, después la mano. El Señor ha de tener el lugar de honor y poder en las actividades de nuestra vida, en la obra de nuestras manos. Todo esto puede parecer muy sencillo, pero es menester escuchar lo que el Señor nos quiere decir a este respecto. Lo principal es que, en cualquier cosa que hagamos o tengamos la intención de hacer, en todo nuestro servicio, debe morir el "yo"; no sirviendo a nosotros mismos ni al mundo, no sirviendo para nuestra propia gratificación, nuestro placer, ventaja, honor, gloria, posición, exaltación o reputación. En la muerte de Aquel que se dio por nosotros, hemos muerto a todo eso; desde ahora, nuestra mano, en todo lo que hace, sea en los asuntos de este mundo o en los muchos quehaceres diarios, en cualquier actividad que tenga que ocuparse, nuestra mano ha de estar muerta a sí misma, y por otro lado trabajar con miras a los intereses del Señor.


" Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas. Eclesiastés 9:10

Recordemos cómo nos advierte el apóstol acerca del servicio hecho a los hombres como para agradar a los hombres y no al Señor. Hablaba sobre todo a los esclavos de entonces, los cuales tenían que hacer muchísimas cosas que no eran del agrado de ellos, pero él les dijo: Cumplid vuestro servicio, no como para esos hombres que son vuestros amos, sino como para el Señor. (Véase Colosenses 3:17. 22-24).

Debemos preguntarnos por qué ocupamos un cierto lugar, o qué es lo que nos lleva a desear tal lugar o trabajo particular. ¿ Cuál es el motivo principal en nuestra ambición de servir? Deberíamos poder decir, delante de Dios, que toda consideración personal o mundana está muerta, y que ahora nuestro servicio no es del que se siente obligado a cumplirlo, sino el servicio de uno que voluntariamente se ofrece para hacer aun las cosas difíciles, penosas, las que no son agradables ni interesantes, haciéndolo todo para agradar al Señor.

Escriba en su corazón estas palabras: el Señor no le puede elevar y dar otro trabajo más útil, más provechoso y más glorioso para El, mientras no le haya usted rendido su servicio fiel, enteramente como para El, en ese lugar y trabajo humilde, despreciado, monótono o desagradable. Ello significa la entrega del yo a la muerte continuamente. Es el camino al ascenso.

Es el camino por el que llegamos a una posición en la que el Señor recibe de nuestras vidas más de lo que pensamos. Hay un ministerio sacerdotal en hacer como para el Señor lo que nos es difícil y desagradable; pero en el momento en que lo hacemos no vemos que somos sacerdotes. La idea de llevar vestiduras sacerdotales cuando estamos barriendo el piso o fregando los platos, está muy lejos de nuestra imaginación. Sin embargo, damos un testimonio efectivo sin saberlo. Tal vez se vea un día. Alguien nos dirá: Tuve la prueba de que Jesucristo es una realidad, sencilla mente cuando vi cómo hacía usted las cosas que supe no le gustaban, porque las hacía de tal manera que me convenció de que Cristo es una viva realidad. Esto no es imaginación, es lo que verdaderamente acontece. El Señor esta atento a todo lo que hacemos.


EL ANDAR DIRIGIDO


Ahora consideremos el pie.



".....tomó Moisés de la sangre, y la puso....sobre el dedo pulgar del pie derecho"

Esto indica que el Señor debe tener la dirección de nuestra vida, que todas nuestras salidas y entradas han de ser guiadas únicamente por los intereses del Señor. No siempre se nos manda que andemos. El andar es a veces más fácil; es el detenernos y esperar lo que cuesta. Deseamos tanto ir adelante que a menudo el Señor tiene dificultad en hacernos ir por Su camino. En todo caso, tenemos aquí un mensaje sencillo, una palabra directa. En nuestro andar, tanto en el quedarnos como en el salir, debemos estar muertos a todo lo que no es del Señor. Nuestra vida propia ha sido entregada, abandonada, es decir lo que era la vida vivida por y para nosotros mismos. Ahora vivimos en otro nivel.



EL SUPREMO EJEMPLO


Apliquemos, esto al Señor, nuestro Sumo Sacerdote. ¿Tuvo El alguna vez oído para sí mismo, o para el mundo? ¿No estaba atento Su oído al Padre solamente? Pensemos en cada paso de Su vida. Satanás vino a Él en el desierto y empezó a hablarle. No sabemos cómo sucedió. Sabemos que el Señor tuvo que haberlo contado en secreto a algunos de Sus discípulos, ya que nadie estaba con Él en aquel momento. Él estaba solo. No sabemos si Satanás se presentó en forma física y le habló con voz perceptible, pero es probable que no fuese así y que actuara más bien por medio de sugestiones interiores, acosando insistentemente al Señor en Su corazón con ciertas consideraciones, mostrándole Su propio interés. No cabe duda que Satanás le habló de un modo u otro, y El oyó lo que Satanás le decía; pero Su oído estaba "crucificado" y el poder de esa voz fue paralizado por Su consagración al Padre. Él triunfó efectivamente sobre esta base: No tengo oído para ti. Mi oído es sólo para Mi Padre.

Satanás se le presentó de otras maneras, no siempre abiertamente, a veces de un modo encubierto. Es así que en una ocasión se sirvió de un discípulo amado, diciéndole: "Señor ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca" (Mateo 16:22). El Señor se volvió y le dijo: "¡Quítate de delante de Mí, Satanás! me eres tropiezo"(v.23). Reconoció esa voz como la de la consideración y preservación de sí mismo. El estaba muerto a todo eso; este camino de la Cruz era el camino del Padre para Él. Tenía oído para el Padre solamente, y así fue en todo el camino.

¿Fue esto cierto en cuanto a Su servicio? ¿Hubo acaso un momento en que obrara buscando Su propia voluntad, Su propia gloria? ¡No! Si había algo en que pudiera servir a los intereses del Padre, ahí estaba El dispuesto, aunque estuviese cansado, rendido, agotado; nunca buscando Su propia gloria ni lo que sentía; y no dudo que a veces sufriera intensamente. Leemos de Él que estuvo "cansado" (Juan 4:6). Sabemos cómo es cuando estamos cansados; cuánto nos gustaría no solamente sentarnos al borde del pozo, sino quedarnos allí, aunque haya algo que hacer. Si somos del Señor, hemos de ser gobernados por los intereses del Señor y barrer todas las sugestiones hechas con el fin de que nos cuidemos, que pensemos en nosotros mismos. Fue así para el Señor en todo Su camino. Tanto si tenía que marchar como si tenía que pararse, todo Su andar sometió Él al Padre.

En cierta ocasión Sus hermanos quisieron persuadirle a que fuese a la fiesta, pero Él no cedió a las insistencias ni a los argumentos de ellos. El único criterio para Él era: ¿Qué piensa Mi Padre de esto? En las bodas de Caná, Su madre insistía diciéndole que no tenían vino. Su respuesta inesperada fue: "¿Qué tienes conmigo, mujer?" (Juan 2:4). Dicho de otra manera: ¿Qué dice Mi Padre acerca de esto? Fue así durante toda Su vida; por un lado, muerto a Sí mismo y al mundo, y, por otro, vivo para Dios solamente. ¡Qué vida fructífera la suya, vivida para la satisfacción de Dios!

Hay una unión con Cristo en la consagración. "Por ellos Yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad" "Así que, hermanos, os ruego... que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional" .Ahí está lo que es nuestro sacerdocio, nuestra consagración.

¿Prestaremos oído a este mensaje? ¿Lo llevaremos al Señor en oración? ¿Nos postraremos delante de El con este mensaje? Tal vez sea el mensaje que ponga fin a algún conflicto, alguna lucha, y que elimine la inquietud, la irritación, la falta de paz y gozo. Es posible que hayamos estado preocupados pensando que hablamos malgastado nuestra vida y que esto nos haya afligido. ¿Le gobiernan sus propias ideas, su propia concepción de las cosas, lo que otros piensan de usted, lo que la gente u otros harían en su lugar? No son esas voces las que debemos escuchar, sino preguntarnos: ¿Qué dice el Señor? Es en esto que debe usted esperar y descansar. Puede ser que no lo entienda ahora, pero es cierto que una vida basada en esto, alcanzará el propósito de Dios. ¿Deseamos que Dios tenga éxito en nuestras vidas? Dios puede hacer por medio nuestro algo de lo cual nos creíamos absolutamente incapaces a causa de nuestro temperamento y constitución. Hasta ahora había usted pensado que su carácter, lo que es usted por naturaleza era lo que debía indicar el rumbo de su vida. No es así. Vengamos, pues, al Señor a este respecto y, si es necesario , consideremos de nuevo nuestra consagración.




 
¡Muy agradecido!

¡Muy agradecido!

Queridos hermanos
Son of Epafrodite, Bart y Maripaz:
Muchísimas gracias por vuestros aportes, tan gratos como inesperados.
Recuerdo que hace unos cuarenta años, siendo un jovenzuelo, escribí a uno de los contradictores de T.Austin Sparks,que había escrito un libelo llamado (en inglés) “Un movimiento siniestro”. No me contestó.
Hay verdades que cuando se proclaman inquietan a quienes quieren tener el mundo sometido a sus pies.
Esperaremos con avidez la aparición del libro en español, o cualquier nuevo adelanto.
Ricardo.
 
Bueno, sin mucho tiempo que estar ahora por aquí, agradezco los aportes de cada uno.

Gracias por la biografía y por el estudio desenpolvado.

Y para quien alguna vez se preguntó qué es la Iglesia...


¿Qué es, pues, esta casa espiritual? ¿Qué es la Iglesia? Intentemos no tener una mentalidad objetiva en torno a esto, pensando en ello como algo afuera en algún lugar y apartado de nosotros. ¿Qué es? La respuesta es una respuesta simple. La casa espiritual de Dios es Cristo Mismo. Sí, pero no sólo Cristo personalmente, sino en vosotros, en mí, la esperanza de gloria. Ah, es precisamente aquí donde se han cometido todos los errores en relación con la Iglesia con unos resultados tan desastrosos. La Iglesia, la Casa de Dios, tan sólo es Cristo Mismo en indivisible unidad en todos aquellos en los que Él en verdad mora. Eso es todo. Esa es la Iglesia. Procurad desarraigar de vuestra mentalidad cualquier otra idea en cuanto a la Iglesia. No es Cristo dividido en miles o millones de fragmentos entre muchos creyentes. Sigue siendo un Cristo. Tú y yo no somos la Iglesia. La Iglesia es Cristo en ti y en mí. Fuera de la Iglesia seguimos siendo lo que somos en nuestro terreno natural, pero es la medida de Cristo en nosotros lo que constituye la Iglesia, una Iglesia espiritual, una casa espiritual, Cristo por el Espíritu en todos aquellos en quienes Él mora. Esa es la Iglesia. Dios jamás ha visto en esa Iglesia, en ese Templo, otra cosa más que a Su Hijo. Él es el Templo de Dios, y tú y yo nunca podemos pertenecer a la Iglesia excepto por Cristo en nosotros. Sé que es fácil decirlo, pero ojalá que tan sólo pudiésemos aferrarnos a eso y ver lo que significa; es una de los mayores factores de inefable poder contra el enemigo, si tan siquiera viviéramos sobre ese cimiento, si tan siquiera morásemos ahí.


Otra bomba para las tinieblas reinantes.

Salud
 
La verdad es que la sujección a Jesucristo no es una miserable vida de vasallo. Es una vida de triunfo, una vida de victoria, una vida de gloria, una vida de llenura. Es la obra cegadora del enemigo hacia los hombres hacerles creer que pertenecer al Señor, tener al Señor en sus vidas, significa que van a perder cuanto es de valor, y les van a apagar, y todo el tiempo van a ser pobres criaturas encogidas, a duras penas capaces de alzar sus cabezas y andando por ahí como mendigos. Esa es la mentira de Satanás. El Antiguo Testamento descubre aquí con tanta claridad que cuando todas las cosas estaban sujetas, sometiéndose a sí mismas al rey dispuesto por Dios, era un tiempo de plenitud como nunca antes habían visto; y así mismo es cuando Jesús es Señor en el interior de igual modo que es Señor en los Cielos.

En aquellos días, tras el gran día del Pentecostés, la Iglesia conoció cierta medida de liberación, de ensanchamiento, de riqueza, gloria, poder y plenitud, y todo floreció del hecho de que Jesús era Señor. Basaron su vivir en ese terreno y en la apreciación de ese increible hecho. La vida empezó ahí, el testimonio empezó y comienza ahí, y todo nuestro servicio al Señor debiera empezar por ahí. No existe un verdadero servicio que no florezca de este hecho del señorío de Jesucristo. Véis, todo avivamiento o gran renuevo espiritual se ha producido por haber traído al Señor a Su lugar. Mirad una vez más al Antiguo Testamento y encontráis múltiples muestras de cuando el Señor fue puesto de nuevo en Su lugar... fue un tiempo maravilloso. Pensad, por ejemplo, de los días de Ezequías, de Josías, cuando de un modo maravilloso al Señor se le otorgó otra vez Su lugar. Volvieron a coronar al Señor como Señor en medio de ellos de una forma plena y absoluta, y fueron días gloriosos. Si hecháis una ojeada a las páginas de la historia, observáis que cualquier verdadero despertar espiritual –llámese avivamiento o renovar— ha girado en torno a esto, a que el Señor fue puesto una vez más en Su lugar. Le fue otorgado Su lugar como Señor absoluto, y la gente se arrodilló ente Él. Ese fue el secreto, y así es cómo sucede.

Lo que es cierto en cuanto a la historia, cierto en el sentido más amplio de la palabra, también lo es en la vida individual. Gran parte de nuestro fracaso, de nuestro declinar, de nuestra debilidad y fracaso espiritual, es porque Él no es Señor. Agradecidos estamos de conocerle como Salvador, creemos que ha sido glorificado en los Cielos, pero existe una considerable polémica en nuestro interior en referencia a algunas cosas. Todo se resume en este asunto, en una palabra, la profundidad de Su Señorío por dentro, y cuando esas cuestiones y controversias son resueltas hallamos una nueva espiral de vida. Siempres puedes vivir un pequeño avivamiento en tu propio corazón en cualesquier asunto en el que el Señor halle controversias. Haz la prueba. Puede que sólo sea un asunto, pero sabes que esa cosa en concreto te tiene en paréntesis. Tienes que poner las cosas claras en esa cuestión en particular, y cuando por fin vienes con esa cosa para ponerla bajo el Señor y situarla debajo de Sus pies, experimentas un diminuto avivamiento en tu propio corazón y sales con nueva vida, nuevo testimonio, nueva liberación. Extiéndelo por sobre todas las cosas, y el reino ha llegado. Es tan sencillo como eso.


Hmmm... esto sabe a gloria, hermanos.

Entra el olorcillo por la nariz, y no hay quien lo resista.

Salud!!
 
organicamente uno

organicamente uno

Son of Epafrodito: soy organicamente uno contigo y me fudion a
ese Espiritu Vivificante que nos revela lo
que hay en el corazon de Dios. Aleluya.

Uno de los más grandes misioneros de todas las épocas, quien hizo más por el avance de la causa de las misiones durante el siglo XVIII fue el noble alemán, el conde Nicolaus Ludwig von Zinzendorf. Pero no sólo eso, él fue también un coherente defensor de la unidad de todos los cristianos.

El joven rico que dijo "Sí"

Nicolaus Ludwig von Zinzendorf nació en 1700 en una familia rica y noble. Desde 1662 todos los hombres del clan Zinzen-dorf portaban el título de “conde”, por lo cual Nicolaus es conocido también como el Conde Zinzendorf. La muerte de su padre y el nuevo matrimonio de su madre hizo que quedara al cuidado de su abuela y de su tía, las cuales lo criaron.

Un niño piadoso


El joven conde creció en una atmósfera impregnada por la oración, la lectura bíblica y los cánticos. Con sinceridad infantil, él escribía cartas de amor para Jesús y las lanzaba desde la ventana de la torre del castillo, con la certeza de que el Señor las recibiría y las leería. Cuando los soldados suecos invadieron Sajonia, ellos entraron en el castillo e irrumpieron en el cuarto donde el conde de 6 años se encontraba en sus acostumbradas devociones. ¡Ellos quedaron paralizados de temor y reverencia cuando oyeron al pequeño orar!

Este incidente fue profético de la forma cómo el conde habría de mover a otros con la profundidad de sus experiencias espirituales.
La herencia de Zinzendorf, espiritualmente hablando, fue aquella chispa de luteranismo influenciada por el ‘pietismo’; sin embargo, la historia lo conocería como un ‘moravo’, aunque a él no le agradaba ninguno de esos nombres, porque amaba la unidad de todos los cristianos. Los pietistas buscaban conocer a Cristo de una forma personal y reavivar la iglesia por medio de pequeñas reuniones de estudio bíblico y oración. Para ellos, andar con el Salvador significaba estar separado del mundo, en obediencia a Cristo, a su Palabra y amarlo de corazón.


De niño, le impresionaron fuertemente los sufrimientos de Cristo. Él frecuentemente meditaba en las palabras de un himno de Gerhardt: “La cabeza tan llena de heridas / tan llena de dolor y de desprecio / en medio de otros insultos dolorosos / escarnecido fue con una corona de espinas”. Sin embargo, esta inclinación piadosa era férreamente contrastada por su educación secular. No le era permitido al joven “Lutz” –como le llamaban– que “olvidase que él era un conde”. Él era entrenado y enseñado para el futuro servicio en la corte.

Un joven aventajado


A la edad de diez años fue enviado a estudiar a Halle, donde recibió la inspiradora enseñanza del pietista luterano August H. Francke. Allí Zinzendorf se reunió con otros jóvenes devotos, y de su asociación surgió la «Orden del Grano de Mostaza», una hermandad cristiana dedicada a amar a «toda la familia humana» y a la propagación del evangelio. Usaban como emblema un pequeño distintivo, con las palabras “Ecce Homo” (“He aquí el hombre”), y el lema: “Sus llagas son nuestra salud”. Cada miembro de la orden usaba un anillo dorado con la inscripción: “Ningún hombre vive para sí”. Con frecuencia, durante las comidas en casa de Francke compartían edificantes narraciones de regiones distantes, testimonios de predicadores y de prisioneros por la fe. Todo esto aumentó su celo por la causa del Señor de una manera poderosa.


De Halle, Zinzendorf fue a Wittenberg a estudiar Derecho como preparación para la carrera de estadística, única vocación aceptable para un noble. Allí, Zinzendorf demostró ser un alumno aventajado. A los 15 años podía leer a los clásicos y el Nuevo Testamento en griego; y poseía fluidez en el latín y el francés. Mostró, además, un claro talento poético. Sin embargo, él no estaba contento con lo que le deparaba el futuro. Anhelaba entrar al ministerio cristiano, pero el rompimiento de la tradición familiar parecía imposible. La cuestión lo abrumó hasta 1719, cuando un incidente cambió el curso de su vida.

¿Qué haces tú por mí?


Ocurrió durante una gira por Europa después de terminar sus estudios. En una galería de arte, vio una pintura (el “Ecce Homo” de Domenico Feti) que mostraba a Cristo sufriendo el dolor producido por la corona de espinas, y una inscripción que decía: «Yo hice todo esto por ti, ¿qué haces tú por mí?». Desde ese instante, Zinzendorf supo que nunca podría ser feliz viviendo al estilo de la nobleza. A pesar del precio que tendría que pagar, buscaría una vida de servicio al Salvador que había sufrido tanto por salvarlo.


Cuando regresó a casa, al término de su viaje que lo llevó a renovar su consagración, hizo una visita a su tía, la Condesa de Castell y su hija, Teodora. Durante su estada cayó enfermo con fiebre, viéndose obligado a permanecer con ellas más tiempo de lo presupuestado. A los pocos días descubrió que estaba enamorado de su joven prima. Ella, todavía un poco fría, le regaló su retrato. El Conde aceptó el regalo con alegría, como una promesa inicial de amor. Poco días después, en un encuentro fortuito con su amigo el Conde Reuss, se percató de que su amigo deseaba casarse con Teodora. Cada uno expresó su deseo de desistir en favor del otro y, no estando en condiciones de resolver el asunto, los dos jóvenes estuvieron de acuerdo en ver lo que la propia Teodora diría.

Zinzendorf contaría más tarde cuáles eran sus verdaderos sentimientos en ese momento: “Aunque me costase mi propia vida el tener que renunciar a ella, si esto era más aceptable a mi Salvador, yo debía sacrificar lo que me era más querido en el mundo”. Los dos amigos llegaron a Castell, y Zinzendorf se dio cuenta de que Teodora amaba a su amigo. Los esponsales fueron sellados inmediatamente en una ceremonia cristiana. El joven conde compuso una cantata para la ocasión, que fue presentada ante toda la casa Castell. Al término del festivo espectáculo, el joven compositor ofreció a favor de la pareja una oración tan tierna que todos fueron movidos a las lágrimas.


Después de estudiar en el Nuevo y el Antiguo Testamento lo que el Señor habla sobre el matrimonio, y seguido de mucha oración y consultas con sus amigos, el conde decidió casarse “escogiendo sólo un cónyuge que compartiera sus ideales”. Encontró esa persona en la condesa Erdmuth von Reuss, con quien se casó en septiembre de 1722. Con ella formó un hogar aún más dedicado y piadoso que el suyo propio. La mira del conde era servir a Cristo, y su esposa lo apoyaría en ese objetivo. Erdmuth llegó a ser la “Madre adoptiva de los Hermanos”.

Nace Herrnhut


Ese mismo año, Zinzendorf se inició en el oficio de Consejero real en Dresden. En las tardes de domingo, dirigía estudios bíblicos, y oraba para que la villa en que vivía se transformara en una real comunidad cristiana, sin saber cómo Dios respondería a este deseo.
La oportunidad de participar en un servicio cristiano de importancia se le presentó cuando un grupo de moravos buscó protección en su propiedad en Berthelsdorf, que después se llamó Herrnhut (“el cuidado del Señor”). La invitación de Zinzendorf a estos refugiados a establecerse en sus propiedades, a pesar de la oposición de otros miembros de su familia, fue un punto decisivo en el desarrollo del movimiento moravo. Herrnhut creció rápidamente al tenerse noticias de la generosidad del Conde. Los refugiados siguieron llegando, y pronto la propiedad se convirtió en una creciente comunidad.


Además de los moravos, comenzaron a llegar luteranos, calvinistas, hermanos bohemios, ‘schwenkfelders’ y desertores diversos de iglesias establecidas. Al crecer la población, también aumentaron los problemas. Los diferentes fundamentos doctrinales de los residentes crearon discordias y, en más de una ocasión, se puso en peligro la propia existencia de Herrnhut. Zinzendorf fue muy paciente y pacificador. Escuchaba a todos lo que tuvieran que decir, intentando comprender su punto de vista, hasta el máximo que podía sin contradecir la verdad. Evitó todo lo que significara una naturaleza violenta. Cuando Zinzendorf se hallaba en Herrnhut todo parecía estar bien, pero apenas salía de sus contornos, los problemas resurgían.

Un pacto de unidad


Un día, el 12 de mayo de 1727, decidido a hacer algo que marcara una solución definitiva, Zinzendorf convocó a todos los hermanos y les habló durante tres horas acerca de la impiedad de la división. Ese día, los hermanos hicieron un pacto con él en la presencia de Dios. Los hermanos, uno tras otro, estuvieron de acuerdo y se comprometieron a pertenecer solamente al Salvador. Se avergonzaron de sus desacuerdos religiosos y unánimemente estuvieron dispuestos a enterrar para siempre sus diferencias. Ellos renunciaron a amarse a sí mismos, a su propia voluntad, a su desobediencia y pensamientos libres. Desearon ser pobres en espíritu y ser enseñados por el Espíritu Santo en todas las cosas.


Acto seguido el Conde estableció algunas responsabilidades personales y entregó algunas reglas para orientar la relación mutua. Así fue cómo, cinco años después de la llegada de los primeros refugiados, todo el ambiente cambió. Comenzó un período de renovación espiritual que llegó a su clímax en un servicio de comunión el 13 de agosto de ese año con un gran avivamiento que, según los participantes, señaló la venida del Espíritu Santo a Herrnhut. Esta gran noche de avivamiento produjo un nuevo entusiasmo por las misiones, que fueron la principal característica de este movimiento.


Las pequeñas diferencias doctrinales ya no constituyeron causa de discusión. Al contrario, había un fuerte espíritu de unidad y una elevada dependencia de Dios. Se realizaban tres reuniones al día, la primera de ellas a las 4 de la mañana, para orar, adorar y leer la Biblia. Por ese tiempo se comenzó una vigilia de oración que continuó veinticuatro horas al día, 7 días a la semana, sin interrupción, durante más de cien años.

Un visitante ilustre


El predicador inglés Juan Wesley conoció a los moravos en una travesía en barco por el Atlántico. Él era un joven piadoso, pero aún no conocía su salvación. En medio de una tempestad en el mar, mientras todos los pasajeros estaban espantados, un grupo de moravos permanecían perfectamente tranquilos. Concluida la tormenta Wesley se acercó y le preguntó a uno de ellos: “Vuestras mujeres y vuestros niños, ¿no tenían miedo?”. “No, señor, nuestras mujeres y nuestros niños no temen la muerte”, fue la simple respuesta. Wesley comprendió que aún no tenía una fe tan grande como la de ellos.


Más tarde, Wesley viajó a Alemania para conocerlos más de cerca. Allí tuvo oportunidad de admirar la pureza de sus costumbres. “Estaban siempre ocupados –dice–, siempre gozosos y de buen humor en sus tratos unos con otros: no se dejaban dominar nunca por la cólera; evitaban todo motivo de querella, toda clase de acritud y las malas palabras; dondequiera que se encontrasen, andaban siempre de una manera digna de la vocación cristiana.”


En Marienborn, cerca de Francfurt se encontró con Zinzendorf, a quien deseaba conocer. Sus conversaciones con él le fueron sumamente útiles y placenteras. “He encontrado lo que buscaba –escribió después–: pruebas vivas del poder de la fe, individuos librados del pecado interior y exterior por el amor de Dios derramado en sus corazones, y libres de dudas y temores por el testimonio interior del Espíritu Santo.”


En Herrnhut quedó maravillado por lo que vio: “Me encuentro en el seno de una iglesia cuya ciudadanía está en el cielo; que posee el Espíritu que estaba en Cristo y que anda como él anduvo.” Quedó impresionado con la solemne sencillez de sus cultos, que contrastaban con el ceremonial de la iglesia anglicana de aquellos días. “La gran sencillez y solemnidad de aquella escena me remontaron 17 siglos atrás a una de aquellas asambleas presididas por Pablo o por Pedro” – escribió Wesley. “Bien hubiera querido pasar aquí toda mi vida, pero el Maestro me llamaba a otras parte de su viña, y tuve que abandonar este lugar dichoso. ¡Ah!, ¿cuándo este cristianismo cubrirá la tierra, como las “aguas cubren el mar”?

El auge de las misiones


La participación directa de Zinzendorf en las misiones en el extranjero no ocurrió sino hasta unos años después del gran avivamiento espiritual en Herrnhut. En 1731, mientras asistía a la corona-ción del rey danés Christian VI, le presentaron a dos personas de Groenlandia y a un esclavo negro de las Indias Occidentales. Quedó tan impresio-nado con su solicitud de misioneros que invitó al esclavo a visitar Herrnhut, y él mismo volvió a casa con un sentido de urgencia por empezar inmediatamente la obra misionera. Antes de un año se enviaron los primeros dos misioneros moravos a las Islas Vírgenes, y en las dos décadas siguientes enviaron más misioneros que los enviados en conjunto por todos los protestantes durante los dos siglos anteriores.


Aunque a Zinzendorf se le conoce principalmente como iniciador y motivador de misiones, también participó personalmente en ellas. En 1738, unos años después que los primeros misioneros habían ido al Caribe, Zinzendorf acompañó a tres nuevos misioneros que habían recibido la comisión de unirse a sus colegas allí. A su llegada, vieron con tristeza que sus colegas estaban en la cárcel; pero Zinzendorf, sin pérdida de tiempo, usó su prestigio y autoridad de noble para obtener su libertad. Durante su visita celebró servicios religiosos diarios para los caribeños, y dispuso la organización y las asignaciones territoriales de los misioneros. Cuando vio que la obra misionera estaba firme, regresó a Europa. Después de dos años, zarpó de nuevo, esta vez hacia las colonias norteamericanas. Allí trabajó, hombro a hombro con los hermanos que laboraban entre los indígenas.


Aunque Zinzendorf había renunciado a su vida de noble, no le era fácil asumir el rango de misionero. Por naturaleza, no le gustaba la vida de campo ni sobrellevaba fácilmente las molestias de la obra cotidiana. Pero el que lo hiciera con toda pasión demostraba su victoria sobre sí mismo, y el profundo amor por su Señor, a quien procuraba seguir en todo.


Como administrador de la misión, Zinzendorf pasó treinta y tres años supervisando misioneros en todo el mundo. Sus métodos eran sencillos y prácticos. Todos sus misioneros eran laicos preparados, no en Teología sino en evangelismo personal. Como laicos que se sostenían a sí mismos, se esperaba que ellos trabajaran lado a lado con sus posibles conversos, dando testimonio de su fe por la palabra hablada y por el ejemplo vivo. Se debían mostrar como iguales, no como superiores a ellos. Su mensaje era el amor de Cristo, sin considerar las verdades doctrinales hasta después de la conversión; y aun entonces, la comunión devota con el Señor tenía más importancia que la enseñanza teológica.


Por el año 1742, más de 70 misioneros moravos, de una comunidad de no más de 600 habitantes, habían respondido al llamado para ir a Groelandia, Surinam, África del Sur, Algeria, América del Norte, y otras tierras, llevando el evangelio.

Dificultades y pruebas


Cuando más ardía el fuego misionero en Herrnhut, Zinzendorf sufría más oposiciones. En 1736 fue expulsado de Sajonia. Salió, entonces, con su familia y algunos hermanos, y fueron hasta las inmediaciones de Frankfurt, donde se estableció en un antiguo castillo llamado Ronneburg. Una década después, una nueva colonización se estableció allí, Herrnhaag, que superaba a Herrnhut en tamaño.
Pero en Ronneburg la condesa sintió que la estadía allí había sido turbulenta desde el inicio. Cierta vez que Zinzendorf estaba fuera, en uno de sus perpetuos viajes, su hijo de 3 años de edad, Christian Ludwig, enfermó. No habiendo allí ninguna ayuda médica, falleció. Zinzendorf y Erdmuth tuvieron 12 hijos, de los cuales sólo 4 alcanzaron la madurez.


Durante su exilio, y por cuestión de necesidad, Zinzendorf formó un “comité ejecutivo” itinerante, el cual se hizo conocido como la “Congregación Peregrina”. Este comité sirvió para dirigir la obra de la iglesia de misión foránea y el ministerio para sociedades de la diáspora. La Congregación Peregrina seguía el régimen de Herrnhut en relación a las oraciones y la disciplina, pero era movible. Los años de exilio encontraron al grupo en Wetteravia, Inglaterra, Holanda, Berlín y Suiza. De Hernnhaag, sólo en 1747, 200 hermanos saldrían como misioneros.


En 1755, su hijo Christian Renatus, de 24 años de edad, murió en Londres y el año siguiente la condesa Erdmuth falleció en Herrnhut. El remordimiento y el sentimiento de culpa acometieron al conde después de la muerte de su esposa, por haberle dado cada vez menos atención en las dos últimas décadas.


Un año después de la muerte de la condesa, él se casó con Anna Nitschmann y renunció a su posición en el Estado como cabeza de su noble familia. Abdicó a favor de su sobrino Ludwig, pues estaba cada vez menos inclinado a las honras del mundo.


Al año 1760 se registraban 28 años de misiones maravillosas. Cerca de 226 misioneros habían sido enviados. Como un gran visionario y un peregrino incansable, Zinzendorf vivió sus últimos años en Herrnuht.


Legado de Zinzendorf


Zinzendorf tenía una relación muy cercana con el Señor. Él vivió día tras día en una comunión viva con Cristo, como con un amigo cercano. Investigó en las Escrituras todos los pasajes que hablan de la comunión amistosa y amable de Dios con el hombre, para exhortar a los hermanos a mantener una relación confidencial con su Salvador. “Nada debe ser tan valorado como la conciencia de que él siempre está cerca, que pueden decirle todo”. Los hermanos debían considerarle y escucharle sobre todas las cosas, porque él es el amigo más querido y más fiel. Él debía ser su primer pensamiento cuando se despertaran por la mañana, y debían pasar el día entero en su presencia; traer todas las quejas ante él, esperar toda la ayuda de él, concluir sus trabajos con él y retirarse en su presencia para descansar.


Zinzendorf vivió en la expectativa constante de la venida del Señor. Él dijo: “La esperanza de que el Salvador pronto vendrá, y nos recibirá en su descanso, es un pensamiento noble, dichoso, sensible y cautivador.”


Zinzendorf tuvo una fuerte convicción de la unidad de todos los cristianos. Vio que la unidad es un asunto de la vida divina compartida por todos los creyentes. Alentó la comunión con todos los cristianos, incluso con aquellos que tienen una posición no bíblica por ignorancia. Consecuentemente, Zinzendorf prefería el término “hermanos” para llamarse unos a otros, por ser simple y bíblico, en tanto que rechazaba los epítetos de ‘bohemio’ o ‘moravo’, porque promovían el sectarismo.


Zinzendorf decía que la Iglesia es la congregación de Dios en el Espíritu en el mundo entero, que constituye el cuerpo espiritual cuya Cabeza es Cristo. Comprendió que la iglesia en general había sido degradada al hacerla parte del mundo y unirla con la estructura política. Sin embargo, sabía que algunos creyentes genuinos todavía podrían ser encontrados dentro de las denominaciones. Para explicar esta situación confusa, Zinzendorf sostuvo la enseñanza de la ‘ecclesiola’, la “iglesia dentro de la iglesia”, compuesta por fieles que seguían al Señor. Él veía a los hermanos moravos juntándose como una ‘ecclesiola’; sin embargo, él nunca abandonó el luteranismo.


Los hermanos de Herrnuht practicaban una intensa vida de iglesia, hecho que era facilitado por la diaria convivencia. Tenían diversos tipos de reuniones para atender las diferentes necesidades de la comunidad: de oración, para la palabra, para la alabanza, de niños, para visitantes, de hermanos, de hermanas, etc. Se preocupaban de los enfermos, de las viudas y de los huérfanos. En su vida de iglesia, ellos experimentaron la vida del cielo sobre la tierra.

Mil veces le oí


Respecto de Zinzendorf, se ha escrito: “Hasta el día de su muerte, Cristo su Salvador fue para él el todo en todos. Él vivió sólo para su gloria y mantuvo con él una comunión ininterrumpida de fe y amor. Posesiones terrenas, honras y fama eran para él como nada en comparación con Cristo”. Él decía de su Señor: “Yo tengo sólo una pasión; y ésta es Él, solamente Él”. “Mil veces yo lo oí hablar en mi corazón y le vi con los ojos de la fe”.“De todas las cualidades de Cristo la mayor es su nobleza; y de todas las ideas dignas en el mundo, la más noble es la idea de que el Creador debería morir por sus hijos. Si el Señor fuese abandonado por el mundo entero, yo todavía me apegaría a él y le amaría.”


Herder, el poeta alemán, escribió de él: “Fue un conquistador en el mundo espiritual”. John Albertini, el elocuente predicador, describe la nota clave en la vida de Zinzendorf: “Fue el amor a Cristo que ardió en el corazón del niño, el mismo amor que ardió en el joven, el mismo amor que lo hizo vibrar en la adultez, el mismo amor que inspiró cada una de sus obras.”


Un día antes de su muerte, Zinzendorf estaba muy debilitado. Apenas en un susurro, le dijo al obispo Nitschmann, que estaba al lado de su lecho: “¿Usted suponía en el inicio que el Salvador iría a hacer tanto, como ahora nosotros vemos realmente entre los hijos de Dios de otras denominaciones, y entre los incrédulos? Yo sólo le pedí algunas de las primicias de nuestros días, mas ahora hay millares de ellas. Nitschman, ¡qué formidable caravana de nuestra iglesia ya está en dirección al Cordero!”


Zinzendorf ha sido identificado por algunos como alguien genuinamente cristocéntrico; por otros como un líder espiritual que dio forma al curso del cristianismo en el siglo XVIII, y todavía por otros como el gobernante joven y rico que se encontró con Jesús y le dijo fervorosamente “Sí”.

***

Fuentes: Revista “À Maturidade”, www.countzinzendorf.org
www.kerigma.com, Juan Wesley, su vida y obra (Mateo Lelièvre).
 
Gracias Pepito por la biografía del conde Zinzendorf.

Muy interesante.

Bueno, para que no vayas de vacío, un poquito más:

Ahora, ¿qué significado y valor tiene eso? Bueno, Dios ha exaltado a nuestro Hermano, Dios ha exaltado a nuestro Pariente, y ese Pariente es el Hijo de Dios, y Él, cómo lo expresa el apóstol, va a traer a muchos hijos a la gloria porque Él es el primogénito entre muchos hermanos. La exaltación de nuestro Pariente significa que la familia va a llegar a una exaltación. Su coronación son las arras de la nuestra; y, amados, nunca estaremos seguros de nuestra exaltación, de nuestra plenitud, hasta que reconozcamos al Señor Jesús su lugar como nuestro Pariente y representante. Sabéis, es una familia que es exaltada, es una casa; es la casa de Dios para el Hijo y después para los hijos. Pero el Hijo ha de tener Su lugar antes de que los hijos hayan de tener el suyo; una vez ostentado Su lugar, los hijos tienen garantizado el suyo. Nuestro Pariente es exaltado, y eso quiere decir muchas cosas; pues Él no es exaltado como un déspota, como si tan sólo fuera un monarca nombrado por vía oficial tanto si nos gusta como si no... Dios le ha escogido, le ha seleccionado, le ha situado en esa posición, así pues ¡doblad las rodillas! Ah no; Él es nuestro Hermano, nuestro Pariente, y hay tal nexo de unión, tal lazo, tal unidad de vida, que Él no puede estar ahí sin nosotros. Hay una unidad espiritual interior con Él en Su exaltación lo cual habla de algo muy grande.
 
No obstante digo que quiero que esto se infiltre en mi corazón, en vuestros corazones, que al Señor le importa poco –por favor, no me malentendáis- que al Señor no le importa demasiado lo que seamos capaces de hacer en esta vida. Le preocupa mucho más la medida de Cristo a la cual nos puede llevar en esta vida... “hasta que todos lleguemos... a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” (Efesios 4:13). Cristo corporalmente será el que vendrá a tomar el reino de este mundo en los días venideros, y es para eso –la plenitud de Cristo- que Dios ejecuta una obra memorable en nuestra experiencia, y eso es lo que más importa. Es lo que más nos cuesta aceptar; es algo en extremo difícil de ser aceptado por cualquier tipo de temperamento activo. Para algunos es un martirio no estar haciendo algo. Puede que sea la forma para que Dios consiga incrementar a Su Hijo en Sus miembros, la paciencia de Jesucristo, entre otras cosas.

Otra "bellotita".

¿O Seguro que otra indigesta "baya"...?

Salud!!