Un Pontificado con contradicciones fatales

Tobi

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21 Noviembre 2000
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UN PONTIFICADO

CON CONTRADICCIONES FATALES
Hans Küng

El 17 de Octubre de 1979 publiqué un balance del primer años en el cargo del papa Juan Pablo II Fue este artículo, que apareció en varias publicaciones del mundo, lo que dos meses después dio lugar a que se me retirara la autorización eclesiástica para enseñar como teólogo católico.
Veinticinco años de pontificado han confirmado mi crítica. Para mi, este Papa no es el más grande, pero si el más contradictorio del siglo XX. Un Papa con muchas y muy grandes dotes y con muchas decisiones equivocadas. Reduciéndolo a un único denominador: su política exterior exige a todo el mundo conversión, reforma, diálogo. En crasa contradicción con ella está su política interior, que apunta a la restauración del "status quo ante Concilium" y a la negación del diálogo intraeclesiástico. Este carácter contradictorio se manifiesta en diez complejos ámbitos de problemas:
1.- "El mismo hombre que defiende de puertas a fuera los derechos humanos los niega de puertas adentro a obispos, teólogos y mujeres, sobre todo": El Vaticano no puede suscribir la Declaración de Derechos Humanos del Consejo de Europa; sería necesario cambiar antes demasiados preceptos del derecho canónico medieval. La separación de poderes es desconocida en la Iglesia católica. Es caso de disputa, la misma autoridad actúa como legisladora, fiscal y juez. Consecuencias: un episcopado servil y una situación jurídica insostenible. Quien litigue con una instancia eclesiástica superior no tiene prácticamente ninguna oportunidad de que se haga justicia.
2.- Un gran admirador de María que predica excelsos ideales femeninos, pero que rebaja a las mujeres y les niega la ordenación sacerdotal: siendo atractivo para muchas mujeres católicas tradicionales, este Papa repele a las mujeres modernas a las que quiere excluir “infaliblemente” de las órdenes mayores para toda la eternidad y a las que en el caso de la anticoncepción incluye en la “cultura de la muerte”.
Consecuencias: Escisión entre el conformismo exterior y la autonomía interna de la conciencia, que en casos como en el del conflicto de los consejeros de mujeres embarazadas también aleja a las mujeres de los obispo afines a Roma, lo que provoca el creciente éxodo de quienes aun seguían fieles a la Iglesia.
3.-Un predicador en contra de la pobreza masiva y la miseria del mundo que, sin embargo, con su posición sobre la regulación de la natalidad y la explosión demográfica es corresponsable de esta miseria : el Papa, que tanto en sus numerosos viajes como en las conferencias sobre población de la ONU, en el Cairo tomó postura contra la píldora y del preservativo, podría tener mayor responsabilidad que cualquier estadista en el crecimiento demográfico descontrolado de numerosos países y la extensión del sida en África. Consecuencias: incluso en países tradicionalmente católicos como Irlanda, España y Polonia, existe un creciente rechace a la moral sexual y al rigorismo católico romano en el tema del aborto.
4.-Un propagandista de la imagen del sacerdote masculino y célibe que es corresponsable de la catastrófica escasez de curas, el colapso del sacerdocio en muchos países y el escándalo de la pedofilia en el clero, que ya es imposible encubrir : el que a los sacerdotes les siga estando prohibido el matrimonio no es más que un ejemplo del cómo este Papa también posterga la doctrina de la Biblia y la gran tradición católica del primer milenio (que desconocen las leyes del celibato eclesiástico) a favor del derecho canónico del siglo XI. Consecuencias: los sacerdotes son cada vez más escasos, su reemplazo inexistente, pronto casi la mitad de las parroquias carecerán de párrocos ordenados y celebrantes regulares de la eucaristía, hechos que no pueden ocultar la creciente importación de sacerdotes de Polonia, India y África ni la inevitable fusión de parroquias en “unidades eclesiales”.
5.-El impulsor de un número inflacionista de beatificaciones lucrativas que al mismo tiempo, con poder dictatorial, insta a su Inquisición a actuar contra teólogos, sacerdotes, religiosos y obispos desafectos: son perseguidos inquisitorialmente sobre todo aquellos creyentes que destacan por su pensamiento crítico y su enérgica voluntad reformista. Del mismo modo que Pío XII persiguió a los teólogos más importante de su época (Chenu, Congar, De Lubac, Ranher. Theilhard de Chardín) Juan Pablo II (y su gran Inquisidor Ratzinger) han perseguido a Schillebeeckx, Balasuriiya, Boff, Bulányi, Curran, así como al obispo Gaillot (de Evereux)) y al arzobispo Huntington (de Seattle) . Consecuencias: Una Iglesia de vigilantes en la que se extienden los denunciantes, el terror y la falta de libertad. Los obispos se perciben a sí mismos como gobernantes romanos y no como servidores del pueblo cristiano, y los teólogos escriben en conformidad o callan.
6.-Un panegirista del ecumenismo que, sin embargo, hipoteca las relaciones con las iglesias ortodoxas y reformistas e impide el reconocimiento de sus sacerdotes y la comunidad eucarística de evangélicos y católicos: El Papa podría, tal como ha sido recomendado repetidas veces por las comisiones ecuménicas de estudio y practican muchos párrocos, reconocer a los eclesiásticos de la comunión de las iglesias no católicas y permitir la hospitalidad eucarística. También podría atemperar la exagerada ambición medieval de poder frente a las iglesias orientales y reformadas, Pero quiere mantener el sistema de poder romano. Consecuencias: el entendimiento ecuménico quedó bloqueado tras el Concilio Vaticano II Ya en los siglos XI y XVI el papado demostró que el mayor obstáculo para la unidad de las iglesias cristianas en libertad y pluralidad.
7.-Un participante en el concilio Vaticano II que desprecia la colegialidad del Papa con los obispos decidido en ese concilio, y que vuelve a celebrar en cada ocasión que se presenta el absolutismo triunfalista del papado : en sustitución de las palabras programáticas conciliares (aggiornamiento, diálogo, colegialidad, apertura ecuménica), se vuelve ahora, en las palabras y en los hechos, a la “restauración”, “doctrina”, “obediencia”, “rerromanización”. Consecuencias: No deben llamar a engaño las masas de las manifestaciones papales: son millones los que bajo este pontificado han “huido de la Iglesia”, o se han retirado al exilio interior. La animosidad de gran parte de la opinión pública y de los medios de comunicación frente a la arrogancia jerárquica se ha intensificado de forma amenazadora.
8.-Un representante del diálogo con las religiones del mundo, a las que simultáneamente descalifica como formas deficitarias de fe: al Papa le gusta reunir en torno a sí a dignatarios de otras religiones. Pero no se percibe mucha atención teológica a sus demandas. Antes bien, incluso bajo el signo del diálogo sigue concibiéndose como un “misionero” de viejo corte. Consecuencias: la desconfianza hacia el imperialismo romano está ahora tan difundida como antes, Y eso no solo entre las iglesias cristianas, sino también en el judaísmo y el islam; por no hablar de India y China.
9.-Un poderoso abogado de la moral privada y pública y comprometido paladín de la paz que, al mismo tiempo, por su rigorismo ajeno a la realidad, pierde credibilidad como autoridad moral: las posiciones rigoristas en materias de fe y de moral han socavado la eficacia de los justificados esfuerzos morales del Papa. Consecuencias: aunque para algunos católicos o secularistas tradicionalistas es un superestar, este Papa a propiciado la pérdida de autoridad de su pontificado por culpa de su autoritarismo. A pesar de que en sus viajes, escenificados con eficacia mediática, se presenta como un comunicador carismático (aunque al mismo tiempo es incapaz de diálogo y obsesivamente normativo de puertas adentro) carece de la credibilidad de un Juan XXIII.
10.-El Papa que en el año 2000 se decidió con dificultad a reconocer públicamente sus culpas, apenas ha extraído las consecuencias prácticas: Sólo pidió perdón para las faltas de los “hijos e hijas de la Iglesia”, no para las del “Santo Padre” y las de la “propia iglesia”. Consecuencias: la reticente confesión no tuvo consecuencias, nada de enmienda, tan solo palabras, nada de hechos. En vez de orientarse por la brújula del evangelio, que ante los errores actuales apunta en dirección de la libertad, la compasión y el amor a los hombres, Roma sigue rigiéndose por el derecho medieval, que, en lugar un mensaje de alegría, ofrece un anacrónico mensaje de amenaza con decretos, catecismos y sanciones.
No puede pasarse por alto el papel del Papa polaco en el colapso del imperio soviético. Pero éste no se derrumbó a causa del Papa, sino de la contradicciones socioeconómicas del propio sistema soviético. La profunda tragedia personal d este Papa es ésta: su modelo de Iglesia polaco-católico (medieval-contrarreformista-antimoderna) no pudo trasladarse al “resto” del mundo católico. Más bien fue la propia Polonia la que resultó arrollada por la evolución moderna
Para la Iglesia Católica, este pontificado, a pesar de sus aspectos positivos, se revela a fin de cuentas como un desastre. Un Papa declinante que no abdica de su poder, aunque podría hacerlo, es para muchos el símbolo de una Iglesia que tras su rutilante fachada está anquilosada y decrépita. Si el próximo Papa quisiera seguir la política de este pontificado, no haría sino potenciar aún más la monstruosa acumulación de problemas y haría casi insuperable la crisis estructural de la Iglesia católica. NO, un nuevo papa tiene que decidirse a cambiar de rumbo e infundir a la Iglesia valor para la renovación siguiendo el espíritu de Juan XXIII y, en consecuencia los impulsos reformistas del Concilio Vaticano II.

Publicado por “El País” 15 de Octubre del 2003.
 
Veremos si se atreve a entrar L. F. en este epígrafe.
Cabe no olvidar que quien habla es un teologo católico que fué nombrado por Juan XXIII "teologo de Concilio Vaticano II".
 
Küng fue un buen teólogo hasta que se convirtió en un hereje y fue apartado de la docencia católica por la Iglesia.
Y yo, por lo general, presto poquísima atención a gente así. Que tú, tan heterodoxo como él, te conviertas en su portavoz, pues no deja de ser lógico. Pero si pretendes que me meta en un debate contigo, o con quien sean, tomando como base las paridas que dice Küng, lo llevas claro majete

Ahí te dejo un articulito que debería servir para que los protestantes evangélicos se dieran cuenta que aliarse con herejes para atacar a Roma es no sólo una estupidez (papanatas os llama el autor) sino, en cierto modo, una traición a la hipotética ortodoxia protestante




Ninguna herejía es buena
César Vidal

Hace aproximadamente un cuarto de siglo un apreciado pastor evangélico de Madrid se puso en contacto conmigo para preguntarme si había leído a Hans Küng. Aunque Küng es ahora una reliquia arqueológica apenas conocida y menos leída, en aquellos momentos era el “niño terrible” de la iglesia católica y semejante situación despertaba simpatías en los medios más diversos.

Para las izquierdas, era un rebelde contra una confesión odiada; para los católicos progres constituía un referente de oposición a la jerarquía y para no pocos protestantes era una señal de que Roma estaba cambiando para bien. Yo – que a diferencia de muchos de mis hermanos – sí había leído a Küng a fondo accedí a llevar a este pastor algunas de sus obras y le repasé la teología küngiana.

Ciertamente, Küng negaba la infalibilidad papal y era crítico con la jerarquía – aunque no tenía el menor interés por abandonar la iglesia católica – e incluso defendía algo que se parecía a la doctrina bíblica de la justificación de la fe pero no terminaba ahí. Para Küng, la Biblia estaba llena de errores – como el propio Jesús que, según él, se había equivocado – y precisamente por eso él se permitía negar dogmas tan esenciales para la fe cristiana como la Trinidad y la resurrección de Cristo, a la vez que abogaba por posiciones éticas tan censurables como la defensa del aborto.

Aquel pastor se quedó una pieza al descubrir que Küng, lejos de ser un nuevo Lutero que defendía el regreso a la pureza de la Biblia rompiendo con las cadenas de Roma, era un hereje al lado del cual hasta los testigos de Jehová podían parecer unos fundamentalistas.

Este papanatismo – ciertamente grave – hacia los teólogos católicos disidentes lo he visto repetido una y otra vez en las últimas décadas en medios evangélicos y siempre me ha causado un profundo dolor. Me recordaba incluso a aquellos que defendieron durante años a un asesino en masa como Stalin porque combatió a Hitler o a los que apoyaron a un genocida como Hitler porque atacó a Stalin.

Durante décadas he visto con hondo pesar como se alababa desde distintos púlpitos y seminarios la teología de la liberación sin reparar en que sus teólogos sostenían la vieja tesis liberal de que la Biblia contiene errores y propugnaban un amasijo de marxismo y teología católica que negaba tranquilamente la resurrección de Jesús, la veracidad de los Evangelios o la divinidad de Cristo. Contrarios a la jerarquía católica lo eran pero eso no los convertía en evangélicos. A decir verdad, desde una perspectiva evangélica, no eran menos heterodoxos que el católico más espeso sino, posiblemente, bastante más.

Y esa falta de discernimiento volvió a repetirse en el caso del teólogo católico Schillebeck que – ¿cómo no? – también negaba la veracidad de los Evangelios, la resurrección y la divinidad de Cristo y un largo etcétera de los pilares centrales del cristianismo. Tan sólo hace unos días esta actitud se ha vuelto a repetir con el caso del teólogo católico – sí, ninguno de ellos ha decidido salir de la iglesia de la que tanto abominan ni mucho menos renunciar a los sueldos y prebendas que reciben de sus instituciones – Tamayo. Hace unos meses, una de las redactoras de uno de los suplementos literarios para los que escribo recensiones me entregó el último libro de Tamayo. Le habían llegado rumores de que era un aporte interesante a la teología y quería que escribiera una crítica. Leí el libro en una tarde. No sólo era una desagradable exposición de viejas herejías liberales que iban de negar la resurrección y la divinidad de Cristo a cuestionar su papel en la salvación del mundo o abogar por la concesión de un pie de igualdad a todas las religiones. No, lo peor es que era muy malo.

Küng o Boff pudieron escribir herejías pero lo hicieron con cierto nivel, con cierto conocimiento, con cierta gracia. Tamayo además de herético me pareció flojo, débil en su argumentación e incluso pedante. Llegué a pensar que el libro era un refrito de las notas utilizadas para dar alguna convivencia. No suelo escribir críticas negativas de nadie – a un autor primerizo lo puede hundir en la depresión y a uno poseído de si mismo darle un disgusto de muerte – y en este caso llamé a la redactora y le dije que el libro era malo de solemnidad (la pura verdad) y que no merecía la pena recensionarlo para propinarle un varapalo.

Seguramente, el libro no se ha vendido mucho – merecidamente – hasta que se ha orquestado una campaña para convertir a su autor en un mártir de la Inquisición. Que los que obtienen beneficio de presentarse sin riesgo alguno como progres defiendan esa campaña lo entiendo. Que el autor – que hasta donde yo sé sigue cobrando de una universidad de teología católica – se frote las manos lo comprendo. También comprendería que en medios evangélicos se mirara con simpatía a una persona que, tras leer la Biblia a conciencia, hubiera decidido abandonar la iglesia católica y, tras renunciar a todos los cargos y prebendas de que disfrutaba en su seno, se pusiera en manos de Dios para predicar el mensaje del Evangelio contenido en el Nuevo Testamento a cualquier coste.

Sin embargo, no puedo comprender que desde las filas evangélicas se rompa una lanza por alguien que, como Tamayo y tantos otros teólogos disidentes, niega verdades esenciales de la fe, que sostiene que las enseñanzas de Pablo sobre la sexualidad son contrarias a las de Jesús y similares a las de Platón (clara demostración de que no sabe nada de Jesús, de Pablo ni de Platón) y que afirma que la idea de un solo Dios es un recorte empobrecedor de la fe.

No lo puedo entender a menos que también en las iglesias evangélicas estemos dispuestos a aceptar que se enseñe, entre otros disparates heréticos, que la Biblia contiene errores, que Cristo no era Dios, que no resucitó o que el aborto y la homosexualidad son opciones tolerables para un cristiano.

Pero si llega ese día yo seré el primero que con la conciencia totalmente tranquila me marcharé de esa iglesia evangélica con mi preciosa Biblia debajo del brazo. Como enseñó claramente Pablo en una de sus epístolas más relevantes, mi voluntad no es agradar a los hombres sino a Dios (Gálatas 1, 10) y la herejía venga de donde venga y se dirija contra quien se dirija siempre será perversamente mala.


César Vidal Manzanares es un conocido escritor, historiador y teólogo.
© C. Vidal, Libertad digital, 2003, España. I+CP (www.ICP-e.org)
 
Buen artículo Tobi, y lo que dice Vidal es cierto, pero NADIE PUEDE NEGAR QUE LA HISTORIA QUE ENSEÑA KÜNG ES LA VERDAD.


Y la verdad histórica, nada tiene que ver con interpretaciones teológicas.


También el papa dijo que el infierno no era un lugar físico, y otros papas cayeron en herejías, y no por eso los acólitos besadores de las institución papal, dejan de defender esa blasfemia contra el Espíritu Santo, de poner a un ser humano en Su Lugar, de guiarnos a TODA VERDAD.
 
Maripaz, que yo sepa Küng no ha sido excomulgado, solo separado de su cátedra como teologo catolico.
En cuanto a Luis Fernando pretende olvidar que el tal Küng es de los suyos y no de los "nuestros".
El quid de la cuestión está en que tuvo una intima relación con Juan XXIII el cual quiso "volver" al Concilio de Constanza (de aquí que tomo el nombre de Juan XXIII, que fue el del mismo papa que, obligado por Seguismundo, convocó el concilio.
La pregunta clave respecto a dicho concilio es:
¿Estuvo el papado por encima del Concilio o el Concilio por el encima del papado?
Veamoslo: Destituyó a tres papas. Al susodicho Juan XXIII, a Gregorio XII y a Benedicto XIII y como mínimo uno de ellos tenía que ser legítimo. Pero el Gran Petardo (por no decir "ingenio atómico") fué que el Concilio y no ningún colegio cardenalicio,tal como mandan sus cánones,ELIGIÓ al nuevo papa, Martín V. ¿Quien, pues, esta por encima, el papado o el concilio? Eso es lo que pretende ignorar L.F, a fin de seguir con su papanateria, vocablo que como observarás, comienxa por "papa" y le sigue "nateria" con la salvedad que se trata de "nata negra". Aunque los papas lo disimulan vistiendo de blanco, pero todo el mundo sabe que eso es pura fachada.
Küng conocía las intenciones de Roncalli. Sabía a donde quería llegar pero murió antes de que se planteara el punto clave y motivo de la reunión Concliar (¿de muerte natural?) lo dudo por una razón. La de que murió en el momento más oportuno, lo mismo que
Juan Pablo I.
Lo primero que hizo su sucesor fué echar de patitas a la calle a quien estaba perfectamente enterado de los planes de Roncalli y, seguidamente, le dió un golpe de timón al concilio que vino a ser inoperante. Tanto que ni siquiera el vestido de seda pudo disimular lo mona que era... y es.
La rèplica de Küng fue desvelar la realidad histórica mostrando la falsedad de las pretensiones vaticanistas y en honor de quien quiso una reforma profunda a fin de superar los cismas provocados y ejecutados por los papas.
Esta y no otra es la herejía de Hans Küng. La que más duele y la que jamás le perdonaran.
La frase mas acertada en este articulo es:
Un Papa declinante que no abdica de su poder, aunque podría hacerlo, es para muchos el símbolo de una Iglesia que tras su rutilante fachada está anquilosada y decrépita.

Y toma candela L.F.

Un abrazo Maripaz
 
Desde luego Tobi, no apoyaré a Küng en sus ideas heterodoxas sobre Cristología , ni en otros desvíos teológicos; haré como los romanistas, que a pesar de tener papas herejes en su seno, apartan la herejía, pero aceptan el resto de lo dicho por ellos.


Es que no se puede tirar piedras sobre el propio tejado de cristal. ;)
 
Originalmente enviado por: Maripaz
Desde luego Tobi, no apoyaré a Küng en sus ideas heterodoxas sobre Cristología , ni en otros desvíos teológicos; haré como los romanistas, que a pesar de tener papas herejes en su seno, apartan la herejía, pero aceptan el resto de lo dicho por ellos.


Es que no se puede tirar piedras sobre el propio tejado de cristal. ;)

Exacto, Maripaz. Con esto no haces mas que cumplir un precepto bíblico. "Examinadlo todo y escoged lo bueno"
Una cristología que se aparte de aquello que ha sido revelado mediante la "tradición apostólica" no es de recibo.
Pero lo paradójico es que tratan de hereje a Küng por aquello que ellos mismos hacen.
Un abrazo.