UN MENSAJE AL CORAZON

toni

Estoy aquí desde agosto de 1999
27 Agosto 1999
10.311
1.067
www.facebook.com
(Lo recibí en un correo de Chon)


UN MENSAJE AL CORAZON





Eramos la única familia en el restaurante con un niño. Yo senté a Daniel en
una silla para niño y, me di cuenta que todos estaban tranquilos comiendo y
charlando.

De repente, Daniel pegó un grito con ansia y dijo:
"Hola amigo!" golpeando la mesa con sus gorditas manos. Sus ojos estaban
bien abiertos por la admiración y su boca mostraba la falta de dientes en
sus encias. Con mucho regocijo él se reía y se retorcía. Yo miré alrededor
y vi la razón de su regocijo.
Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto.
Sus pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad y sus
dedos se asomaban a través de lo que fueron unos zapatos. Su camisa estaba
sucia y su cabello no había sido peinado por largo tiempo. Sus patillas
eran cortas y muy poquitas y su nariz tenía tantas venitas que parecía un
mapa.

Estabamos un poco lejos de él para saber si olía, pero seguro que olía mal.
Sus manos comenzaron a menearse para saludar. "Hola bebito,como estás
muchachón," le dijo el hombre a Daniel. Mi esposa y yo nos miramos, ¿"Que
hacemos?" Daniel continuó riéndose y contestó, "Hola, hola amigo."
Todos en el restaurante nos miraron y luego miraron al pordiosero. El
viejo sucio estaba incomodando a nuestro hermoso hijo.

Nos trajeron nuestra comida y el hombre comenzó a hablarle a nuestro hijo
como un bebe. Nadie creía que era simpático lo que el hombre estaba
haciendo. Obviamente él estaba borracho. Mi esposa y yo estabamos
avergonzados. Comimos en silencio; menos Daniel que estaba super inquieto
y mostrando todo su repertorio al pordiosero, quien le contestaba con sus
niñadas.
Finalmente terminamos de comer y nos dirigimos hacia la puerta. Mi esposa
fue a pagar la cuenta y le dije que nos encontraríamos en el
estacionamiento. El viejo se encontraba muy cerca de la puerta de salida.
"Dios mío, ayúdame a salir de aquí antes de que este loco le hable a
Daniel." Dije orando, mientras caminaba cercano al hombre. Le dí un poco
la espalda tratando de salir sin respirar ni un poquito del aire que él
pudiera estar respirando. Mientras yo hacía esto, Daniel se volvió
rápidamente en dirección hacia donde estaba el viejo y puso sus brazos en
posición de; "cárgame." .
Antes de que yo se lo impidiera, Daniel se avalanzó desde mis brazos hacia
los brazos del hombre. Rápidamente él muy oloroso viejo y el joven niño
consumaron su relación amorosa.

Daniel en un acto de total confianza, amor y sumisión recostó su cabeza
sobre el hombro del pordiosero. El hombre cerró sus ojos y pude ver
lágrimas corriendo por sus mejillas. Sus viejas y maltratadas manos
llenas de cicatrices, dolor y duro trabajo; suave, muy suavemente,
acariciaban la espalda de Daniel. Nunca dos seres se habían amado tan
profundamente en tan poco tiempo.

Yo me detuve aterrado. El viejo hombre se meció con Daniel en sus brazos
por un momento luego abrió sus ojos y me miró directamente a los míos.
Me dijo en voz fuerte y segura: "Usted cuide a este niño." De alguna manera
le conteste: "Así lo haré" con un inmenso nudo en mi garganta. El separó a
Daniel de su pecho, lentamente, como si tuviera un dolor.
Recibí a mi niño y el viejo hombre me dijo:
"Dios le bendiga, señor. Usted me ha dado un hermoso regalo." No pude
decir más que un entrecortado gracias.
Con Daniel en mis brazos, caminé rápidamente hacia el auto. Mi esposa se
preguntaba por qué estaba llorando y sosteniendo a Daniel tan
apretadamente, y por qué yo estaba diciendo: "Dios mío, Dios mío,
perdóname."
Yo acababa de presenciar el amor de Cristo a través de la inocencia de un
pequeño niño que no vio pecado, que no hizo ningún juicio; un niño que vio
un alma y unos padres que vieron un montón de ropa sucia. Yo fui un
cristiano ciego, cargando un niño que no lo era.

Yo sentí que Dios me estuvo preguntando:
¿"Estás dispuesto a compartir tu hijo por un momento? Cuando El compartió
a su hijo por toda la eternidad. El viejo andrajoso, inconscientemente, me
recordó: "Les aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño,
no entrará en él."




(Y que buena plática tuvimos luego, verdad Chon??)