Te pongo el ejemplo de las aceitunas:
De una aceituna (de su semilla, de él) sale otra aceituna o se produce otra aceituna , igual a ella, tiene la misma la misma naturaleza (sabor, textura, carnosidad, etc); <<y llamarle "menor" porque salió del "mayor">>, ¿en qué manera una es "más poderoso" que la otra y la otra "menos poderosa" que el otro. Si de cada uno o de "la aceituna" siempre saldrá aceituna, "la misma aceituna", tal cual como el otro. ¿Cómo sería: el mayor es mayor porque siempre ha existido?. ¿Acaso la aceituna permanece para siempre?. Pero si le agregamos "eternidad", es decir, que "siempre" "habrá la aceituna", porque "siempre habrá -producción de aceituna, siempre será la aceituna-", "la aceituna" nunca dejará de ser. Quizas veamos que la "aceituna 1" dejó de ser, pero realmente, en sí, "la aceituna" no. La aceituna 320 establece que "la aceituna" sigue permaneciendo para siempre, aunque no "la aceituna 319, 318, 317..., 1". La aceituna siempre será la misma, siempre se comportará, sabrá a aceituna. Así que todas (las 320 acetunas) son una siempre, la misma naturaleza. Da igual si es la aceituna 315 como la aceituna 194, porque siempre se comportará, sabrá a aceituna. No podemos decir que la ACEITUNA(315) "murió o dejó de ser", porque la ACEITUNA vive para siempre. La aceituna nunca muere, sino que permanece por los siglos de los siglos.
Y bíbíblicamente, "El fruto del justo es árbol de vida" Prov.11:30.
También "la simiente incorruptible, la simiente de Dios es Cristo". 1 Pedro 1:23, 1 Juan 3:9, Gálatas 3:16.
Veamos solamente el cuerpo físico de hombre:
El padre que también es hijo es lo mismo que el hijo que también es padre. El uno salió del otro, y porque salió del otro ¿es "menor"?. Si ambos cuerpos de hombre dejará de ser, será polvo. Entonces ni uno ni el otro es mayor al otro o al uno. Siempre tendrán las mismas características: ojos, boca, oídos, nariz, brazos, tronco, etc. Siempre servirá cualquiera que sea el depósito para dar lugar las características.
Veamos ahora el contenido de este:
A diferencia del otro que fue hecho por voluntad de sangre o de varón, éste (el cuerpo espiritual) que son los hijos de Dios, fue por voluntad de Dios, engendrado de su Espíritu. Y también vemos otro espíritu que no es de Dios, sino del diablo, esto es de los no nacidos de nuevo, que son espíritus, principados, potestades de las tinieblas propias de la mente caída u originadas también por la ley que origina un escenario de muerte, pecado, es decir, tinieblas, o también que son víctimas de su presente siglo malo, "hijos del presente siglo malo". Estos no tienen un cuerpo espiritual como los que tienen los redimidos, que están revestidos de la sangre de Cristo. Y en ese ámbito, en lo espiritual, lo de Dios, mucho más, por el poder de su fuerza, tampoco deja de ser, permanece para siempre. Y lo otro, la vida ajena a Dios, el cual es terrenal y no celestial, cual no va a Dios, simplemente es como neblina, se desvanece siempre. Han sido creados aquí, de "la tierra" (un campo donde está ausente el árbol de la vida), no permanecen para siempre. Pues la vida no está en ellos. "su carne" (el espíritu del presente siglo malo, el espíritu del prínicpe de la potestad del aire, el espíritu de su padre, el diablo) es como hierba, y toda la gloria "del hombre" como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae. The END para ellos.
Cuando se conoce la verdad y se sigue en amor, no hay porque poner una "fuerza o poder para que dicte o revele quien manda a quien o quien es mayor a quien", porque en amor no hay grados, todos se sirven mutuamente, no hay "tú vales mas, tú menos, tú estás primero o tú estás último, o yo soy más poderoso que tú, tú menos o tú estás abajo, yo arriba". En amor no hay eso, no hay por qué preocuparnos, no hay caos, no hay desorden, no hay el aprovecharse o sobrepasarse del otro o ir en contra de la voluntad del otro. En amor todos son uno, un cuerpo, un mismo espíritu, un mismo sentir, una misma vocación (el servir a Dios), una misma cosa, una misma mente, un mismo parecer, una misma cabeza, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. La plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de Dios. Aunque haya diversidad de dones, el Espíritu es el mismo siempre y para siempre, por los siglos de los siglos.