Un corazón como la buena tierra

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5 Septiembre 2001
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PRACTICANDO EL LIBRO DE LOS HECHOS
Semana 2--- Venga Tu reino
Viernes --- Leer con oración: Mt 3:2; 8:11; 10:7; Gn 12:3; Mt 13:1-9, 18-23
“Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno” ((Mt 13:23)
UN CORAZÓN COMO LA BUENA TIERRA
Debemos dar atención al asunto del reino. El primer libro de todo el Nuevo Testamento es Mateo, y su énfasis está en el reino (cfr. Mt 3:2; 4:17; 5:3, 10, 19-20; 7:21; 8:11; 10:7; 11:11- 12; 13:11, 24, 31, 33, 44-45, 47, 52; 16:19; 18:1, 3-4, 23; 19:12, 14, 23; 20:1; 22:2; 23:13; 25:1). Mateo, también llamado Leví (Mr 2:14; Lc 5:27), era un judío que cobraba impuestos de sus compatriotas para el Imperio Romano (Mt 9:9; 10:3). Para escribir un libro que trate del reino, el Espíritu Santo no eligió a Pedro, ni a Juan, sino a Mateo, porque él era alguien que tenía una posición en el gobierno y conocía la política y la administración de un país. Por medio del Evangelio de Mateo, la voluntad de Dios nos es aclarada, mostrándonos que al inicio de los terceros dos mil años, Él mismo se hizo hombre para hacer surgir el reino aquí en la tierra.
Mateo 1:1, dice que el Señor Jesús vino como hijo de David e hijo de Abraham. Como hijo de David, Él era alguien con realeza, y como hijo de Abraham, el Señor sería la bendición prometida por Dios a todas las familias de la tierra (Gn 12:3). Solamente el Señor Jesús podía ser el rey del reino de los cielos. Mateo retrata al Señor Jesús como el Salvador- Rey. Todo lo que está registrado en el Evangelio de Mateo tiene relación con el reino.
Mateo registra desde el comienzo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (3:2; 4:17). Después que nos arrepentimos y entramos en el reino, necesitamos del crecimiento de vida. La vida de Dios que recibimos necesita crecer en nosotros. Por eso, en Mateo 5, 6 y 7, el Señor Jesús habló sobre la constitución del reino de los cielos, y en el capítulo trece, nos habla de las parábolas del reino de los cielos. El reino de los cielos se relaciona con la vida, así que, el Señor usó la parábola del sembrador para mostrarnos que necesitamos ser una buena tierra (Mt 13:1-9, 18-23).
La semilla de la vida de Dios no fue plantada en una tierra física, sino en nuestro corazón; por eso, es importante que lo preparemos para que esta semilla crezca y fructifique. Mientras nuestro corazón esté ocupado con el tráfico del mundo, estará endurecido, y la semilla no podrá penetrar; siendo así, vendrán las aves, es decir, el maligno, para arrebatarla. Para que esto no ocurra, necesitamos “ablandar” toda la tierra de nuestro corazón.
El segundo problema es que nuestro corazón puede ser pedregoso, y, si contiene demasiadas piedras no logrará retener la humedad. Por tanto, cuando la semilla caiga en esta tierra, podrá brotar y fructificar, pero, por tener poca tierra y poca humedad, pronto se secará al recibir la luz del sol. El agua tipifica al Espíritu Santo, y la vida necesita del Espíritu, así como la semilla necesita del agua, de humedad. Por tanto, necesitamos remover las piedras de nuestro corazón. Lucas 8:6 y 13, al relatar esa misma parábola, dice que la semilla cayó sobre la piedra. Algunos tienen pequeñas piedras en el corazón; otros pueden tener una enorme piedra. De cualquier manera, todo eso necesita ser removido para que la semilla pueda crecer y dar fruto.
El tercer problema que enfrenta la semilla en nuestro corazón, son los espinos, que crecen más que la semilla, y la ahogan. A pesar de que ella comience a brotar, no podrá dar fruto, porque necesita de la luz del sol. El sol es Cristo, y nosotros necesitamos de Cristo para florecer y fructificar. Los espinos son el afán de este siglo y el engaño de las riquezas y los placeres de la vida (Mt 13:22; Lc 8:14), que nos ahogan. No debemos estar todo el tiempo afanosos en cómo ganar dinero y ser ricos, pues eso nos lleva al orgullo, como sucedió con Satanás. Debemos quemar los espinos y tendremos la buena tierra para fructificar y producir.
Después de la primera parábola de Mateo 13, el Señor aún profirió otras seis, relacionadas con el crecimiento y la edificación de la vida, para que podamos entrar en la manifestación del reino.
Punto Clave: Crecer y fructificar
Pregunta: ¿Por qué ¿Según la luz de Mateo 13, cómo podemos resolver los problemas del corazón?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Árvore da Vida”
¡Jesús es el señor!