La principal dificultad que presenta la doctrina de la Transubstanciación contrastada con la Biblia no es el uso o esencia de los elementos, ni la presencia de Cristo en estos, ni el carácter simbólico o testimonial del rito sino el sentido sacrificial de la misa.
Todo católico sabe que el rito de la misa es un acto sacrificial del cuerpo de Cristo (en el que se convierte la hostia) encima del altar. Esta ceremonia es el acto central de la celebración litúrgica católica, por ese motivo la excomunión implica principalmente el no participar del sacramento de la eucaristía.
La Biblia, por el contrario señala…
(Heb 7:27)
que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo, porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
(Heb 9:26)
De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los tiempos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.
(Heb 10:12)
Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios.
Lamentablemente en la búsqueda de evitar el error de Roma las iglesias evangélicas hemos perdido (en muchos casos) la deferencia que debería provocar un acto tan significativo e importante como lo es la celebración de la cena, nuestra pascua. Al rito muchas veces le falta solemnidad o énfasis o frecuencia, pero en descargo conmemora siempre lo que debe conmemorar, siempre se comparte la porción bíblica que lo explica, siempre se participa de ambos elementos y se recuerda sin dudas la muerte, resurrección y pronta venida de Jesucristo.
Me gustaría conocer el punto de vista sobre la cena de algún preterista.