<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>Originalmente enviado por USOZ:
Querido Jetonius:
¿Por qué?[/quote]
Querido Usoz:
Aquí va la segunda parte de mi respuesta, con respecto al llamado Textus Receptus. No discutiré el calumnioso manto de sospecha que Vidal Manzanares arroja sobre las personas de Westcott y Hort, ni sus delirios sobre la presunta conspiración ocultista.
Después de mi resumen transcribo opiniones de eruditos evangélicos.
Subrayo que el llamado Textus Receptus cumplió su función de proveer un texto griego para la traducción a las lenguas vernáculas, lo cual era mucho mejor que traducir de una traducción como la Vulgata. Además, todas las doctrinas históricas del cristianismo se sostienen tanto con el TR como con los textos críticos hoy usados por la mayoría de los traductores.
Bendiciones en Cristo,
Jetonius
SOBRE EL MAL LLAMADO "TEXTUS RECEPTUS"
En 1633 los hermanos Buenaventura y Abraham Elzevir publicaron en Leiden la segunda edición de su Nuevo Testamento griego, indicando en el prefacio que los lectores tenían en sus manos "el texto que es ahora recibido por todos, en el cual no damos nada cambiado ni corrupto" [Textum ergo habes, nunc ab omnibus receptum: in quo nihil immutamum aut corruptum damus]. Esta frase, que más que una afirmación fáctica era una hábil maniobra comercial, dio origen a la denominación de Textus Receptus (texto recibido o normativo) para la edición del NT griego empleada en las principales traducciones protestantes hasta el siglo XIX.
¿Cuán veraz era la afirmación de los Elzevir?
El denominado (por sus editores) "Textus Receptus" se basaba mayormente en la primera edición (1565) del NT del sucesor de Calvino, Teodoro de Beza. Este estudioso poseía varios manuscritos griegos, entre ellos el famoso códice del siglo V que lleva su nombre y el Codex Claromontanus del siguiente siglo, además de manuscritos compilados por Enrique Stephanus.
También realizó comparaciones con el siríaco y el arábigo. Sin embargo, Beza aprovechó este caudal de evidencia más para sus notas que para el texto griego en sí, el cual seguía de cerca la cuarta edición de Robert Etienne (Stephanus, padre de Enrique; dicha edición tenía la característica de dividir por vez primera el texto del NT en versículos numerados).
Ahora bien, la edición de Stephanus se basaba a su vez principalmente en el NT de Desiderio Erasmo de Rotterdam y en menor medida en la edición complutense. Se desconoce exactamente qué manuscritos griegos se emplearon para la famosa edición conocida como Políglota Complutense, dirigida por el Cardenal Francisco Ximenes de Cisneros, cuyo NT se imprimió en 1514. En su dedicatoria al entonces Papa León X, el cardenal le agradecía el envío de muy antiguos códices griegos del Antiguo y Nuevo Testamentos.
En cuanto al texto de Erasmo, se sabe que este humanista y erudito realizó su trabajo de edición como una carrera contra el tiempo, por invitación del editor Johann Froben, con el objeto de poner a la venta la primera edición impresa del NT griego antes que Cisneros. Ante una generosa oferta de Froben, Erasmo se lanzó a buscar manuscritos griegos adecuados para la edición en
julio de 1515, y la primera edición, repleta de errores tipográficos, fue completada en menos de ocho meses, el 1 de marzo de 1516.
Erasmo halló algunos manuscritos griegos, la mayoría de los cuales provenían de una colección donada en 1443 al monasterio dominico de Basilea. Todos requerían revisión, y para peor ninguno de ellos estaba completo; . Por tanto, se vio obligado a emplear diferentes manuscritos
para la edición de los diversos libros del NT. Los principales, empleados respectivamente para los Evangelios y para Hechos y Epístolas, databan del siglo XII. Un tercer manuscrito de la misma edad (o juventud) sirvió para el Apocalipsis, pero como le faltaban los últimos seis versículos Erasmo tradujo al griego el texto correspondiente de la Vulgata latina. "Como
podría esperarse de tal procedimiento, hay aquí y allá en el texto griego así hecho por el propio Erasmo lecturas que jamás han sido halladas en ningún manuscrito griego conocido, pero que son aún hoy perpetuadas en las impresiones del así llamado Textus Receptus del Nuevo Testamento griego" (Bruce M. Metzger, The text of the New Testament: Its transmission,
corruption and restoration. 3rd Ed. New York: Oxford University Press, 1992, p. 100).
En definitiva, la denominación de Textus Receptus, que se ha convertido hoy en una bandera para muchos hermanos, proviene simplemente de un ardid editorial de los hermanos Elzevir. Bruce M. Metzger comenta: "Tan supersticiosa ha sido la reverencia acordada al Textus Receptus que en algunos casos los intentos de criticarlo o enmendarlo han sido considerados como una especie de sacrilegio. Empero, su base textual es esencialmente un puñado de manuscritos minúsculos tardíos y recolectados al azar, y en una docena de pasajes sus lecturas no son sustentadas por ningún testigo griego conocido." (Ibid. , p. 106).
J. Harold Greenlee, PhD
Profesor de Lengua del NT y Director de la División de Literatura Bíblica
(Seminario Teológico Asbury, Wilmore, EE.UU.).
Text and Versions (New Testament). En Merrill C. Tenney [Gen. Ed.], The
Zondervan Pictorial Bible Dictionary. London: Marshall, Morgan & Scott,
1963, p. 844.
Los eruditos reconocen al menos tres de estos "tipos de textos" como se los llama, del siglo V y anteriores: "alejandrino", "cesáreo" y "occidental" –nombres cuya significación es sólo parcialmente geográfica. Luego del reconocimiento oficial del cristianismo en el siglo IV, con más oportunidad para comparar manuscritos, estos "textos locales" fueron gradualmente
desplazados por un tipo de texto que tendía a suavizar construcciones rústicas, armonizar pasajes paralelos, y facilitar la comprensión. Este tipo de texto, conocido como "bizantino" era dominante para el siglo VIII. Permaneció como el texto aceptado, tornándose conocido como el "Textus Receptus" luego de la invención de la imprenta, y fue el texto que subyace principalmente a la versión King James. No fue sino hasta la última parte del siglo XIX que la erudición produjo un retorno a los tipos de texto más antiguos.
George Eldon Ladd, BD, PhD (m. 1982)
Profesor de Teología Bíblica (Seminario Teológico Fuller).
Crítica del Nuevo Testamento. El Paso: Mundo Hispano, 1990 (original 1967;
traducido y adaptado por Moisés Chávez), p. 63
Podemos expresar este hecho de una manera diferente. A pesar del texto pobre del Textus Receptus debemos reconocer que tanto éste como las traducciones bíblicas basadas en él son la Palabra de Dios. En esta obra
inspirada, los hombres pueden oír hablar a Dios, pueden encontrarse con
Dios y ser guiados a una comunión salvadora con él. Debido a su dignidad,
belleza y familiaridad, muchos cristianos ahora no pueden sentirse "en
casa" con ninguna otra versión o traducción aparte de la que han usado, y
las aprecian como si las mismas palabras en castellano hubieran sido dadas
por Dios sin ninguna otra mediación.
Sin embargo, este hecho no debiera conducirnos a ignorar los defectos de
la base textual que se usó para tales traducciones. El estudiante cuidadoso
al que le importa la seguridad y exactitud, puede continuar leyendo las
traducciones antiguas con propósitos devocionales; pero para el estudio
bíblico cuidadoso, sin duda preferirá una traducción moderna, que se base
en el mejor texto que la erudición moderna ha podido establecer.
Aquí tenemos un área donde la erudición crítica ha hecho una contribución
sólida y permanente que involucra sólo en un grado mínimo el problema de
las presuposiciones teológicas. Es un hecho rara vez cuestionado que la
ciencia crítica ha recuperado el texto original del Nuevo Testamento. Por
cierto, aún quedan numerosas variantes debatibles y debatidas; pero si se
comparan los cuatro textos críticos contemporáneos del Nuevo Testamento,
editados por E. Nestle (1963), G.D. Kilpatrick (1958), R.V.G. Tasker
(1964) y K. Aland-M. Black- B.M. Metzger- A. Wikgren (1966), los
encontrará en substancial acuerdo. Prácticamente en todas las ilustraciones
que hemos usado en este capítulo para exponer la crítica textual, los
problemas tienen solución y tenemos un texto confiable.
F.F. Bruce, MA, DD
Profesor Rylands de Crítica y Exégesis Bíblicas (Universidad de Manchester,
Reino Unido)
Answers to questions. The Paternoster Press, 1972
Texto Griego del Nuevo Testamento
Preg. : ¿Cuál es el texto más confiable del Nuevo Testamento griego?
Resp. Al presente no hay ediciones más confiables del Nuevo Testamento
griego que (i) la edición publicada por la Sociedad Bíblica Británica y
Extranjera en 1958, editada por Erwin Nestle y G.D. Kilpatrick; (ii) la
última the edición del texto "Nestle" publicado por la Casa Bíblica de
Stuttgart y editada por K. Aland (1963); (iii) la edición publicada por la
Sociedad Bíblica Americana y varias otras en 1966, editada por K. Aland,
B.M. Metzger y A. Wikgren.
Preg. El grueso de nuestros manuscritos existentes del Nuevo Testamento
griego exhiben lo que se denomina el texto bizantino. El peso de esta
evidencia se dice que es favorable al "Textus Receptus" que subyace a la
versión King James. También se dice que los manuscritos Sinaítico y
Vaticano representan una pequeña familia de documentos que contienen un
tipo de texto que la iglesia rechazó antes del final del cuarto siglo, de
modo que la Versión Revisada, que se apoya mayormente en estos dos
manuscritos, es poco confiable en comparación con la versión King James.
¿Podría comentar estas afirmaciones?
Resp. La de "Texto Recibido" es la designación comúnmente dada al texto de
las más tempranas ediciones impresas del Nuevo Testamento griego, aunque el
hecho real es que fue primeramente usada en la propaganda editorial que
anunciaba una edición impresa en Leiden en 163. Las primeras versiones
impresas del Nuevo Testamento griego, a partir de las cuales se tradujeron
las versiones inglesas de los siglos XVI y XVII, se basaban en su mayor
parte en manuscritos del siglo XV ...
La amplia circulación y el establecimiento del texto bizantino a partir del
siglo IV es debida a la posición central y dominante que Bizancio
(Constantinopla) tuvo en el Imperio Romano de Oriente luego de devenir la
capital de Constantino en 334. La forma del texto que era usada en la
iglesia constantinopolitana, desde el tiempo de Crisóstomo (347-407) fue
diseminada desde allí hacia toda la cristiandad de habla griega. No hay
evidencia de que haya sido empleada antes, ni en amnuscritos o en
traducciones hechas del griego a otros lenguajes, ni en citas bíblicas de
autores cristianos. Es un tipo de texto bien editado del siglo IV, que
emplea varios tipos de texto que estaban previamente en circulación. Antes
de la influencia centralizadora de Constantinopla, había tipos de texto
griego asociados con un número de ciudades y regiones –Alejandría, Cesarea,
Antioquía y el Occidente. El texto alejandrino está representado por los
códices Sinaítico y Vaticano y por las versiones coptas. Por el tiempo en
que se preparaba la Versión Revisada del Nuevo Testamento [es decir, tercer
cuarto del s. XIX -–traductor] este texto representaba la mayor
aproximación posible al texto original, y al adoptarlo, los revisores
proporcionaron al mundo de habla inglesa el texto más confiable del Nuevo
Testamento que era accesible por entonces (la calidad de su traducción es
un asunto muy diferente). Pero Westcott y Hort, cuya influencia en el
comité de revisión fue decisiva, exageraron el carácter arcaico del texto
alejandrino, al cual llamaron texto "neutral", considerando que
representaba el texto apostólico prácticamente sin desviación. El texto
alejandrino es, de hecho, un texto editado cerca de los comienzos del
tercer siglo según las mejores tradiciones de la erudición filológica
alejandrina; pero había otros tipos de texto que rivalizaban con él, tanto
en el mismo Egipto como en otras partes. Hasta época bastante reciente
parecía posible, primero establecer los principales tipos locales de texto
corrientes a principios del siglo tercero, y entonces construir por medio
de ellos un arquetipo que podría reproducir el texto original prácticamente
sin diferencia. Pero el descubrimiento en años recientes, en rápida
sucesión, de manuscritos que proceden del segundo siglo ha mostrado que
debe adoptarse una metodología diferente. Ninguno de las ediciones del
tercer siglo puede acaparar la pretensión exclusiva de representar el texto
del siglo I, y mucho menos la edición bizantina del cuarto siglo. En tanto
que la versión King James en su mayor parte representa un tipo de texto (el
bizantino), como asimismo la Versión Revisada (el alejandrino), versiones
posteriores como la RSV [Revised Standard Version- trad.] y la NEB [New
English Bible – trad] representan un texto ecléctico. Como lo dice la
introducción al Nuevo Testamento de la NEB: "No hay al presente ningún
texto crítico que pudiese obligar al mismo grado de aceptación general como
en su momento lo tuvo el texto de la Revisión. Ni tampoco ha llegado el
tiempo, a juicio de muchos eruditos, de construir tal texto, ya que
constantemente sale a la luz nuevo material, y el debate continúa. Los
presentes traductores, por tanto, no pudo sino considerar lecturas
variantes según sus méritos, y, habiendo pesado la evidencia por sí
mismos, seleccionaron para la traducción de cada pasaje la lectura que
según su mejor juicio parecía más probablemente representar lo que escribió
el autor." En el presente estado de la cuestión este es ciertamente el
camino de la sabiduría.
Gordon D. Fee, BA, MA, PhD
Profesor Asociado de Nuevo Testamento, Seminario Teológico Gordon-Conwell
The textual criticism of the New Testament . En Frank E. Gaebelein
(Gen.Ed.): The Expositor's Bible Commentary. Grand Rapids: Zondervan, 1979,
vol. 1, pp. 417-433.
Hay, ante todo, un grupo de manuscritos que tienen toda la apariencia de
ser textos "locales, ya que derivan básicamente de Alejandría en Egipto.
Está encabezado por P75 y P66 (c. 200 d.C.) en los Evangelios, P46 (c. 225)
en Pablo, P72 (c. 275?) en Pedro y Judas, Codex B (c. 325) y las citas de
Orígenes (225-250). También es apoyado en menor medida por varios otros
manuscritos (por ejemplo a [aleph = Sinaítico] C L W 33) y los padres
alejandrinos posteriores (Dídimo, Atanasio, Cirilo).
Por muchos años los críticos textuales han considerado este tipo de texto
como una recensión del siglo III cuidadosamente editada, creada por la
mejor erudición alejandrina sobre la base de buenos manuscritos antiguos.
Pero la evidencia combinada de P75 , P72, P46 y Orígenes ha puesto a este
texto, en todos sus particulares, decididamente en el siglo II o, así
parece, tan pronto como el cristianismo fue conocido en aquella ciudad.
Aunque este tipo de texto tiene ocasionalmente variantes "sofisticadas",
comúnmente contiene lecturas concisas, algo rústicas, menos armonizadas, y
en general "más difíciles" que aquellas de otros tipos de texto, aunque en
un estudio más minucioso regularmente se presentan como originales. Además,
esto ocurre consistentemente a lo largo de todos los libros del NT, con una
tendencia mínima a armonizar las idiosincracias de un autor con modelos
griegos más comunes. Todos estos hechos dan la impresión de que este tipo
de texto es el producto de una tradición cuidadosamente preservada.
Un segundo grupo, tan temprano como el alejandrino, es comúnmente llamado
"occidental", porque variantes peculiares de él están firmemente
establecidas en textos hallados en el norte de Africa (Tertuliano,
Cipriano, algunos de la Antigua Latina), Italia (Novaciano, algunos de la
Antigua Latina), y Francia septentrional (Ireneo). "Occidental" es, sin
embargo, un nombre equívoco, pues muchas de las variantes peculiares de
este tipo de texto se hallan también en el Oriente (Taciano y la Antigua
Siríaca) y ocasionalmente en Alejandría (algunas citas de Clemente, en Juan
6-7 en P66, en Juan 1-8 en el Sinaítico, y en Marcos 1-5 en W).
Pese a la temprana y amplia atestación de tal texto, estos diversos
testigos carecen de la homogeneidad hallada en el alejandrino y en los
testigos bizantinos posteriores. Las relaciones textuales no se sostienen
consistentemente en porciones extensas del texto. Por el contrario,
"occidental" describe un grupo de manuscritos encabezados por D, obviamente
relacionado por cientos de lecturas inusuales, a veces halladas en algunos,
a veces en otros, pero reflejando al parecer una tradición de copiado y
traducción incontrolada, a veces "silvestre" [o "salvaje" = wild – trad.].
Este tipo de texto está marcado particularmente por algunas largas
paráfrasis y largas adiciones, como también por tendencias armonizantes y
sustituciones de sinónimos De hecho, el texto occidental de Hechos es cerca
de 10 % más largo que otros textos y casi ciertamente refleja una revisión
temprana.
Uno debe ser cuidadoso, empero, de no descartar livianamente una lectura
variante simplemente por ser occidental. Hay varios casos, especialmente en
algunas llamativas "omisiones" pero también en otros sitios, en que los
eruditos han argüido convincentemente que el texto occidental preserva el
texto original del NT. Además, la misma antigüedad de este texto, y su
amplia distribución, siempre debiera merecer plena consideración.
El tercer tipo de texto, el "bizantino" o "texto mayoritario", constituye
más de 80 % de los manuscritos. Como un tipo de texto no aparece en la
historia antes de 350 d.C., pero aún así sus orígenes están revestidos de
misterio. Las lecturas peculiares de este tipo de texto aparecen
primeramente en un grupo de escritores asociados con la iglesia de
Antioquía: los capadocios, Crisóstomo y Teodoreto de Ciro. Estos padres
tenían un NT aproximado en un 90 % al texto completo bizantino de la Edad
Media. El manuscrito más antiguo que refleja este texto es de Alejandría
(Codex A; c. 475 – sólo para los Evangelios), en tanto que los primeros
testigos completos son manuscritos del siglo VIII (E y W [omega]).
¿Representa entonces este texto una revisión realizada en Antioquía en el
siglo IV? La mayor parte de los críticos textuales piensa así, pero sobre
la base de la naturaleza secundaria de sus lecturas particulares, no debido
a datos firmes. No hay manuscritos tempranos de Asia Menor o Palestina. Los
primeros escritores de estas áreas reflejan un texto occidental, pero no
hubo un Orígenes o un Tertuliano en Antioquía en el tercer siglo que nos
proveyese una gran cantidad de datos que estudiar. Más tarde en ese siglo
la escasa evidencia de Metodio de Licia y Tiro y, aún más tarde, del texto
de Eusebio de Cesarea y de Cirilo de Jerusalén rara vez reflejan las
peculiaridades de este tipo de texto. De modo que la naturaleza del texto
de Antioquía a lo largo de muchos años es virtualmente desconocida.
Lo que sí se sabe es que tal texto estaba disponible para 350 d.C., que
había parcialmente comenzado a influenciar el texto de Alejandría y Roma
(Jerónimo), que fue llevado por Crisóstomo de Antioquía a Constantinopla, y
que probablemente a través de la influencia de él devino el texto dominante
en la Iglesia Oriental.
La mayor parte de las lecturas peculiares de este texto son generalmente
consideradas de naturaleza secundaria. Un gran número de ellas suavizan la
gramática; eliminan la ambigüedad en el orden de las palabras; añaden
nombres, pronombres y frases preposicionales; y armonizan un pasaje con
otro. Sus muchas lecturas combinadas (por ejemplo Marcos 9:49) , donde el
texto de tipo bizantino combina las lecturas variantes de los textos
alejandrino y occidental, también reflejan este proceso secundario.
Algunos eruditos también hallan un tipo de texto "cesáreo" en los
Evangelios ...
Aunque existe acuerdo general de que hacer tales agrupaciones es una tarea
tanto posible como necesaria, la significación de tales agrupaciones
permanece disputada. Es seguramente un procedimiento dudoso aceptar o
rechazar una lectura sólo porque se halla en cierto tipo de texto; por otra
parte, tales agrupaciones, especialmente en los manuscritos posteriores
(bizantinos), reduce grandemente el trabajo de cribar una multiplicidad de
manuscritos.
(pp. 423-424)
Dos hechos significantes afectaron la historia del NT después del 400. El
texto alejandrino, el cual para 450 estaba ya grandemente influenciado por
el bizantino, en general dejó de usarse. Las causas principales fueron la
desaparición del patriarcado de Alejandría y el subsiguiente surgimiento y
propagación del Islam.
Por otra parte, entre tanto el latín se había tornado el lenguaje
predominante en Occidente, de modo que cesó allí la producción de textos
griegos. El gran número de discrepancias en los manuscritos de la Antigua
Latina había finalmente resultado en una traducción "autorizada", la
Vulgata latina...
El resultado de estos dos factores fue que la transmisión del NT griego se
limitó en general a la Iglesia Oriental, donde la mayoría de las copias
reflejaban el texto normalizado que se empleaba en la capital,
Constantinopla. Así, la historia del texto griego durante este período
[400-1516 – trad.] , con pocas excepciones notables, es simplemente la
historia de mil años de copiado de un texto de tipo bizantino.
Establecimiento del Textus Receptus (1516-1633)
Desafortunadamente, estas primeras ediciones [impresas del NT griego-
trad.], que habrían de servir de base para todas las ediciones siguientes
hasta 1831, estaban ellas mismas basadas en manuscritos medievales tardíos
de calidad inferior ...
Un texto griego muy parecido a los de Erasmo, Stephanus y Beza, editado
por Buenaventura y Abraham Elzevir (1633), se tornó el texto normativo
empleado en el continente. El término Textus Receptus (TR = "texto
recibido") deriva del prefacio de esta edición, en el cual los editores
declaraban, usted "tiene entonces el texto que es por todos recibido, en el
cual nada damos alterado o corrupto." Esta baladronada había de sostenerse
por más de doscientos años.
(p. 425-426)
J.N. Birdsall, MA, PhD, FRAS
Profesor de Nuevo Testamento y Crítica Textual (Universidad de Birmingham,
Reino Unido)
Texto y versiones. 6. El Nuevo Testamento. En J.D. Douglas y N. Hyllier
(Dirs.): Nuevo Diccionario Bíblico. Buenos Aires: Certeza, 1991 (original
1982), p. 1357, 1360-1361.
Los unciales se indican en la lista de Gregory- von Dobschutz-Aland con
letras mayúsculas de los alfabetos latino y griego o con numerales
precedidos de un cero. Importantes entre los unciales son los siguientes:
(1) El códice Sinaiticus (aleph o 01), manuscrito del AT y el NT
perteneciente al s. IV; además de su texto intrínsecamente importante,
contiene una serie de correcciones hechas en el siglo VI, que probablemente
haya que relacionar con el trabajo crítico de Pánfilo de Cesarea. (2) El
Códice Vaticanus (B o 03), manuscrito de contenido similar, pero al que le
falta la última parte del NT desde He. 9:14 hasta el final de Apocalipsis.
Ambos manuscritos probablemente sean de origen egipcio. (3) El Códice
Alexandrinus (A o 02), manuscrito del siglo V que contiene el AT y el NT,
probablemente de origen constantinopolitano. (4) El códice Efraimi
Rescriptus (C o 04), palimpsesto del AT y el NT perteneciente al s. V ...
(5) El Códice Bezae (cantabrigiense) (D o 05), del s. IV o V y de origen
incierto ... contiene un texto incompleto de los evangelios y Hechos, con
unos cuantos vv. De 1 Jn. (6) El Códice Washingtonianus (códice Freer) (W o
032), probablemente del s. IV, que contiene los los evangelios, en los que
el tipo de texto varía considerablemente de lugar a lugar. (7) El Códice
Koridethianus (theta o 038), que resulta imposible fechar, ya que
aparentemente fue escrito por un escribiente no acostumbrado al griego...
al parecer el manuscrito copiado por él es un uncial tardío del s. X. (8)
El Códice Laudianus (Ea o 08), manuscrito grecolatino de Hechos,
perteneciente al s. VI o VII. (9,10,11) Los Códices Claromontanus,
Boernerianus, Augiensis (Dpaul o 06; Gpaul o 012; Fpaul o 010), grupo de
manuscritos grecolatinos, el primero del s. VI, los otros dos del s. IX,
que contienen las epístolas paulinas. (12) El Códice Euthalianus (Hpaul o
015) , manuscrito del s. VI, muy fragmentado y disperso...
Estos manuscritos ofrecen los diversos tipos de texto que existían en el
s. IV; es en torno a estos que se ha centrado el debate en los últimos 100
años, y sobre estos manuscritos se han basado los textos críticos...
... En los ss. II y III encontramos una mezcla de textos buenos y malos,
en proporciones diversas, en todos los documentos de que disponemos.
A una cantidad de eruditos les ha parecido que en algún momento en las
postrimerías del s. III o la primera parte del s. IV hubo intentos de
llevar a cabo alguna actividad recensional. Pero existen pocas pruebas
directas de ello, y descubrimientos y análisis recientes le han impreso
nueva tónica a la cuestión. Ahora sabemos, sobre la base de la íntima
afinidad entre P75 y B, que el tipo de texto de este último, conocido por
los Padres alejandrinos, no fue una creación del dudoso Hesiquio
(mencionado, con Luciano, por Jerónimo en su carta a Dámaso, como autor de
una recensión), sino que existía en el siglo II. Puesto que, sin embargo,
como sabemos por los papiros, otros tipos se conocían en Egipto, la
erudición puede haber rescatado el texto que infundía confianza en base a
la tradición filológica. El texto bizantino se ha asociado al nombre de
Luciano, y esto tiene el apoyo de la semejanza de muchos de sus rasgos con
los de la recensión luciánica de la LXX. Esta recensión, empero, puede ser
anterior a Luciano, por lo menos en cuanto a algunos de sus elementos, y
del mismo modo en el NT tenemos alguna evidencia de lecturas bizantinas en
papiros anteriores a la fecha de Luciano. El llamado texto de Cesarea, que
Streeter y Lake creían haber encontrado en las citas de Orígenes y de
Eusebio, y en el códice theta y diversos minúsculos, se ha desintegrado
tras un examen más prolijo. Si bien pudo haber una forma recensional en
algunos de los testigos propuestos, hubo una etapa prerrecensional,
conocida, por ejemplo, en P45. En otras palabras, los especialistas
cristianos (donde puede discernirse su actividad) no estaban originando
nuevos textos tanto como eligiendo de una variedad de textos que ya
existían. En las epístolas las posibilidades de elección aparentemente eran
menores, ya que sólo se encuentran tres formas (alejandrina, bizantina y
"occidental" ), pero en el Apocalipsis hay un esquema cuádruple evidente,
si bien es un esquema que no está relacionado con las divisiones textuales
de los evangelios. La información que generaciones anteriores denominaron
"texto occidental" ejemplifca la forma en que las lecturas antiguas podían
coexistir en tradiciones específicas con material evidentemente secundario.
Son los principios de elección utilizados por los estudiosos cristianos de
los ss. III y IV los que requieren nuestra atención, y la sobriedad general
del juicio alejandrino se pone de manifiesto en forma creciente. Sin
emabrgo, ningún crítico seguiría en la actualidad un solo tipo de texto
únicamente, aun cuando pudiera otorgarle una posición privilegiada a algún
texto en particular.
En la Edad Media, el texto alejandrino parece haber sufrido un
eclipsamiento. Diversos tipos de textos cesáreos y bizantinos luchaban por
la supremacía, situación que se mantuvo aproximadamente hasta el siglo X.
Luego, el texto bizantino puede decirse que ocupó un lugar de supremacía,
en el sentido de que muchos manuscritos de tipo casi idéntico fueron
producidos y han sido conservados. Pero las variantes hasta de los primeros
tiempos recrudecen en manuscritos tardíos; y manuscritos importantes de
otras recensiones y aun de algunos manuscritos tardíos de hecho transfieren
su lealtad de un modo desconcertante de un tipo de texto a otro.
Así, la tarea de la crítica textual del NT es vasta y está inconclusa. Por
cierto que se han hecho adelantos desde que se comenzó a reunir el material
y examinarlo en el s. XVII. Tanto Hort como von Soden presentan textos
mejores que los textos impresos durante el renacimiento, y proporcionan una
base sólida sobre la cual fundar una exégesis satisfactoria. Resulta
evidente que muchos de los principios que sustentaban el texto alejandrino
eran buenos. Pero se debe tener siempre presente que hasta el mejor trabajo
filológico de la antigüedad requiere análisis crítico si queremos llegar al
texto original...
Bruce M. Metzger, PhD
Profesor Emérito de Lenguaje y Literatura del Nuevo Testamento (Seminario
Teológico de Princeton)
The text of the New Testament: Its transmission, corruption, and
restoration. 3ª Ed. revisada. New York: Oxford University Press, 1992, p.
290-291
El tipo de texto bizantino ha recibido recientemente renovada atención en
varios frentes. Por una parte, hay quienes, como el Dean J.W. Burgon en el
siglo pasado (véase arriba, pág. 135s), rechaza la opinión de Hort de que
el texto siríaco o bizantino es una recensión posterior caracterizada por
lecturas inferiores y secundarias y cree que Dios ha preservado la pureza
esencial del tipo de texto que subyace a la versión King James (Hills, por
ejemplo, defendió la genuinidad hasta de la Comma Johanneum de 1 Juan
5:7-8; véase arriba, p. 136, n. 1),
Otro grupo de estudiosos que también prefieren el texto bizantino pero que
reconocen que el Textus Receptus es solamente una de varias formas rivales
del texto bizantino, presentan lo que parece ser un enfoque más refinado.
Los editores de "El Nuevo Testamento griego según el Texto Mayoritario",
por ejemplo, arguyen sobre la base de la presuposición teórica, "En
cualquier tradición donde no hay disrupciones importantes en la historia de
la transmisión, la lectura individual que tiene el comienzo más temprano es
la que más probablemente ha de perdurar en la mayoría de los documentos."
La historia nos dice, empero, que, muy lejos de no haber mayores
interrupciones en el proceso de transmisión, durante las persecuciones
preconstantinas se buscaban y se quemaban manuscritos del Nuevo Testamento
por orden imperial. Afortunadamente algunas colecciones de libros
cristianos escaparon del programa sistemático de destrucción de
Diocleciano; una fue la gran colección de Cesarea, una biblioteca empleada
por Orígenes, Eusebios y aún Jerónimo. Pero también ésta fue destruida por
los musulmanes en el año 638. La diseminación adicional del Islam en el
siglo VII significó que los cristianos de tres de los cinco patriarcados
antiguos (Alejandría, Jerusalén, y Antioquía) quedaron bajo el dominio de
musulmanes, y las poblaciones cristianas del norte de África, Egipto,
Palestina, Siria y Mesopotamia fueron grandemente reducidas, con los
correspondientes efectos sobre la transmisión de las Escrituras en estas
áreas. Adicionalmente, aunque en un tiempo el griego había sido la lingua
franca del Imperio Romano, para el siglo VI era escasamente comprendido más
allá de las fronteras del Imperio Bizantino. Así, si bien es cierto que
aproximadamente 90 % de los manuscritos existentes del Nuevo Testamento
poseen un texto de carácter bizantino, también es cierto que estos fuetron
escritos después de la restricción del griego básicamente a los confines de
Bizancio.