Aunque No soy negro, soy latino y sé que no tengo problemas por mi color de piel, sé que el racismo está latente en nuestra sociedad y se ha vuelto tan tradicional en diferentes aspectos y actitudes latentes que muchos no nos damos cuenta que somos racistas.
En la antiguedad se dispone de hechos flagrantes de discriminación por razones de color de piel (la primera noticia que se tiene de racismo data del siglo XIX antes de Cristo, cuando un faraón egipcio dictó una orden que prohibía a las personas de color negro utilizar una barca para cruzar un río), y en realidad no es hasta mediados del siglo pasado cuando realmente el racismo se convierte en un problema político, científico y social.
Comenzaremos presentando una caracterización de las actitudes racistas actuales y veremos a continuación los diversos tipos de racismo que parecen estar dándose. Trataremos de abordar entonces la ya eterna pregunta de por qué somos racistas:
La mayoría de la gente no tiene conciencia de ser racista, y probablemente no lo es, o lo es involuntariamente. En la mayoría de las encuestas, la gente manifiesta no ser racista. Pero es solamente su opinión, no en la actitud cotidiana.
A nivel psicológico el racismo parece funcionar sobre un mecanismo perceptivo de categorización que agrupa y segmenta las personas en categorías distintas, y sobre otro afectivo, que opera sobre el significado psicológico negativo que parece tener para la persona todo aquello que sea extraño (por ejemplo, porque pertenece a otra categoría), complementado a su vez por el significado positivo que tiene para el individuo el poder identificarse con algún otro similar o familiar (por ejemplo, por ser de su propia categoría) y poder así reconocer o proyectar en él sus propios sentimientos narcisistas.
Es un hecho que el racismo ha evolucionado históricamente, de la dominación a la aversión y de ahí al racismo simbólico o a un metarracismo. La nueva etapa en la que parece que entramos, se caracteriza porque lo civilizado con lo que hemos mostrado el racismo ya no es suficiente para tapar que sigue habiendo racismo, que las diferencias entre etnias persisten. El tema del racismo necesita de algo más que la mera no-discriminación pública. La cuestión no está tanto en reprimir la expresión del racismo, cuanto en comenzar a inculcar que el pluralismo cultural será la única solución.
En la antiguedad se dispone de hechos flagrantes de discriminación por razones de color de piel (la primera noticia que se tiene de racismo data del siglo XIX antes de Cristo, cuando un faraón egipcio dictó una orden que prohibía a las personas de color negro utilizar una barca para cruzar un río), y en realidad no es hasta mediados del siglo pasado cuando realmente el racismo se convierte en un problema político, científico y social.
Comenzaremos presentando una caracterización de las actitudes racistas actuales y veremos a continuación los diversos tipos de racismo que parecen estar dándose. Trataremos de abordar entonces la ya eterna pregunta de por qué somos racistas:
La mayoría de la gente no tiene conciencia de ser racista, y probablemente no lo es, o lo es involuntariamente. En la mayoría de las encuestas, la gente manifiesta no ser racista. Pero es solamente su opinión, no en la actitud cotidiana.
A nivel psicológico el racismo parece funcionar sobre un mecanismo perceptivo de categorización que agrupa y segmenta las personas en categorías distintas, y sobre otro afectivo, que opera sobre el significado psicológico negativo que parece tener para la persona todo aquello que sea extraño (por ejemplo, porque pertenece a otra categoría), complementado a su vez por el significado positivo que tiene para el individuo el poder identificarse con algún otro similar o familiar (por ejemplo, por ser de su propia categoría) y poder así reconocer o proyectar en él sus propios sentimientos narcisistas.
Es un hecho que el racismo ha evolucionado históricamente, de la dominación a la aversión y de ahí al racismo simbólico o a un metarracismo. La nueva etapa en la que parece que entramos, se caracteriza porque lo civilizado con lo que hemos mostrado el racismo ya no es suficiente para tapar que sigue habiendo racismo, que las diferencias entre etnias persisten. El tema del racismo necesita de algo más que la mera no-discriminación pública. La cuestión no está tanto en reprimir la expresión del racismo, cuanto en comenzar a inculcar que el pluralismo cultural será la única solución.