Muchas veces la duda viene de parte de Satanás quien nos hace creer que no podemos ser perdonados y que ya todo ha terminado porque hemos fallado, pero sabemos que si hemos venido arrepentidos delante del Señor y de todo corazón nos apartamos del mal camino, él nos perdona. Juan nos dice que si estamos en comunión, la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. Pero el asunto clave es no coger esto como un juego, yo peco, soy descuidado en mi vida espiritual, no pongo por obra la palabra de Dios, y Dios me perdona. En este caso la experiencia de su salvación es dudosa, porque el mismo Juan dice que el que tiene la simiente de Dios "no practica el pecado".
Pero por otro lado, muchas veces no es Satanás quien provoca el malestar. Yo creo que el Espíritu Santo como Consolador es un espía en nuestros corazones (en el buen sentido de la palabra). Dios siempre pondrá inconformidad e inquietud y falta de paz en nuestros corazones cuando no estemos en el lugar espiritual que él desea que estemos. La coronación de la comunión con Dios es la paz en nuestros corazones. A veces podemos pensar que esto no es posible, que Dios no puede actuar así, pero debemos saber que esa es una de las obras más preciosas del ES en nuestras vidas, el revelarnos a Cristo, el revelarnos nuestra condición y llevarnos a grados superiores de comunión con él.
