Re: ¿TE CONFESASTE?
Y la confesión de pacados que Dios demanda ni se tiene que hacer con un grupo particular de individuos, ni tienen que ser en privado. La verdadera confesión nace del corazón arrepentido que ha entendido que, antes que nada, ha ofendido a su Señor y Dios, poniendo sus deseos por encima de la voluntad de Aquel que es Su dueño y que pagó un alto precio por su vida, y lleva implicito un reconocimiento público de su actuar y una voluntad de restaurar el daño hecho al prójimo. Y es obra también de Dios, que mueve el corazón al arrepentimiento y le llama a rendir cuentas. Ello es lo que enseña la Escritura, y es lo que se manifiesta en el texto de Hechos 19:18, junto con muchos otros más.
No es sólo de dientes para afuera, o una busqueda de acallar la conciencia, sino el reconocimiento de la condición propia y de la necesidad de la misericordia y de la intervención de Dios para ordenar el camino propio y alinearlo a Su voluntad (Salmo 51)
Es también el reconocimiento de que Dios es un Padre que tiene abiertos sus ojos y atentos sus oídos al clamor de Sus hijos que lo buscan con corazones sinceros (2 Crónicas 7:15)
La confesión verdadera es una actitud del corazón en la presencia de Dios, que se hace con la esperanza de contar con la oportunidad de ser transformados y cambiados por nuestro grande, poderoso y misericordioso Dios.
Y el resultado de esta confesión, salida del corazón arrepentido, es gozo y alegría, un entendimiento más claro de la voluntad de Dios para uno, un reavivado deseo de obedecer a Dios y vivir en santidad, un perdón completo de parte de Dios y la limpieza que sólo Él puede dar.
Lamentablemente se centran en las cuestiones externas, y hasta pretenden discutir sobre ellas e imponer su manera de hacer las cosas, y se olvidan que lo importante es lo interno, la actitud del corazón.
Atte.
Joaco <><
El que un cristiano no "se confiese" como el catolicismos romano pretende que se haga, no quiere decir que no se confiese, pues el cristiano no se guía por ritos y tradiciones hechos por los hombres sino por la Palabra de Aquel que lo redimió.En definitiva, NO se confiesan, ni en público y nien privado. Esa es la respuesta, que no se confiesan. Punto.
Si es así, ¿No les está faltando algo en su relación con Dios?
Desgraciadamente, conozco muchas congregaciones que no se confiesan (ni en público y ni en privado), ni toman la Eucaristía ni nada. ¡Qué tremenda pobreza espiritual!
Y la confesión de pacados que Dios demanda ni se tiene que hacer con un grupo particular de individuos, ni tienen que ser en privado. La verdadera confesión nace del corazón arrepentido que ha entendido que, antes que nada, ha ofendido a su Señor y Dios, poniendo sus deseos por encima de la voluntad de Aquel que es Su dueño y que pagó un alto precio por su vida, y lleva implicito un reconocimiento público de su actuar y una voluntad de restaurar el daño hecho al prójimo. Y es obra también de Dios, que mueve el corazón al arrepentimiento y le llama a rendir cuentas. Ello es lo que enseña la Escritura, y es lo que se manifiesta en el texto de Hechos 19:18, junto con muchos otros más.
No es sólo de dientes para afuera, o una busqueda de acallar la conciencia, sino el reconocimiento de la condición propia y de la necesidad de la misericordia y de la intervención de Dios para ordenar el camino propio y alinearlo a Su voluntad (Salmo 51)
Es también el reconocimiento de que Dios es un Padre que tiene abiertos sus ojos y atentos sus oídos al clamor de Sus hijos que lo buscan con corazones sinceros (2 Crónicas 7:15)
La confesión verdadera es una actitud del corazón en la presencia de Dios, que se hace con la esperanza de contar con la oportunidad de ser transformados y cambiados por nuestro grande, poderoso y misericordioso Dios.
Y el resultado de esta confesión, salida del corazón arrepentido, es gozo y alegría, un entendimiento más claro de la voluntad de Dios para uno, un reavivado deseo de obedecer a Dios y vivir en santidad, un perdón completo de parte de Dios y la limpieza que sólo Él puede dar.
Lamentablemente se centran en las cuestiones externas, y hasta pretenden discutir sobre ellas e imponer su manera de hacer las cosas, y se olvidan que lo importante es lo interno, la actitud del corazón.
Atte.
Joaco <><