SOLO CRISTO

2 Junio 1999
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SOLO CRISTO

El Obispo de Lleida, Francisco Javier Ciuraneta cita al papa Juan XXIII en un escrito publicado el 26-08-01: "La Iglesia no es un museo de antigüedades, mas bien es una fuente pública en el centro del pueblo. Nada más joven que una fuente muy antigua. La edad de la fuente no se mide por la edad de sus piedras sino por el frescor del agua que brota de sus caños".
El mencionado obispo se limita a exaltar las cualidades de la iglesia que representa. Como por obligación dice: "La iglesia mantiene su disposición para ofrecer, con formas aparentemente anticuadas, el agua siempre fresca, de la salvación integral ofrecida por Jesucristo".
Con el escándalo del obispo de Zambia Emmanuel Milingo, el caso de los valores depositados en Gescart era por diversas instituciones católicas, la aparición de inmoralidades sexuales cometidas por jerarquía católica en diversos niveles de autoridad que la prensa aflora de vez en cuando, nos hemos de preguntar si es de recibo enaltecer tanto a una institución eclesial tal como lo hace el mencionado obispo.
El título del escrito de la autoridad eclesiástica que comentamos es: "Fuente de agua viva". Una vez leído el comentario y gracias al encubrimiento que hace de la institución eclesial uno se queda en la duda de quién es el agua viva: Cristo o la iglesia.

La preeminencia de Cristo
Cuando los discípulos de Juan el Bautista se dieron cuenta de que la atención de las masas se dirigía hacia Cristo desplazando a su amado maestro, se le acercan y le dicen: "Maestro, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien diste testimonio, bautiza, y todos vienen a Él". La respuesta del fiel servidor del Señor fue: "Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe" (Juan, 3:26,30).
La actitud del Bautista con respecto a Cristo es la que debe adoptar la iglesia en su diversidad de expresión social. Las iglesias deben tener bien claro que la salvación no se encuentra en ninguna institución eclesial por mucho que sea el arraigo adquirido, sino en el Señor. Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo al concilio eclesiástico que le pedía cuentas de que anunciase al pueblo la resurrección de los muertos en Jesús: "Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza de ángulo. Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos, 4:11.12).
Hablando de caños, Santiago nos alerta al decir: "¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?" (3:11). Al hacer el escritor sagrado la pregunta a la iglesia sugiere que esta posibilidad puede darse. De hecho, se da con más frecuencia de lo que nos imaginamos. Al mezclar la Iglesia católica Tradición y Palabra de Dios está haciendo lo que Santiago denuncia en su carta, con el resultado de que al prevalecer cada día más la Tradición sobre la Palabra divina la amargura del agua se intensifica. Las otras iglesias cometen el mismo pecado con resultados parecidos. De los caños de estas iglesias brota agua amarga que no apaga la sed del alma de quien la bebe.

Conocer el corazón
Son de una apremiante necesidad las palabras del profeta Jeremías: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso, ¿quién lo conocerá? Yo el Señor, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras".
David es un ejemplo de cómo debe comportarse la iglesia. Como resultado de haber cometido adulterio y homicidio, describe el tiempo que permaneció impenitente así: "Mientras callé se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mi tu mano, se volvió mi verdor en sequedades de verano" (Salmo,32:3,4). Antes de realizar estos terribles pecados el corazón de David era una fuente de aguas vivas porque estaba en comunión con Dios y el Espíritu fluía libremente por su alma, ahora "se volvió mi verdor en sequedades de verano".
En el salmo 51, el mismo David pide al Señor: "crea en mí un corazón limpio" (v.10) y: "devuélveme el gozo de tu salvación" (v.12). El resultado del arrepentimiento y de haber sido perdonado por Dios: "Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos" (v.13). El anhelo de David es: "Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón" (Salmo,26:2). Esta es la actitud que el cristiano como individuo y las iglesias como comunidades deben tomar. Si no existe convicción de pecado no hay perdón. Si no hay perdón no se da la vida del Espíritu. Si falta el Espíritu, de caño eclesial sólo brota agua amarga que el sediento, a pesar de su urgente necesidad, rechaza.
Las iglesias, sin exclusión alguna, deben plantearse seriamente las razones por las que les falta el Espíritu. Deben dejar de recrearse en lo que fueron antaño para dar paso al lamento por lo que son hoy. Aplíquense las iglesias todas el mensaje que el Señor transmitió a la iglesia de Éfeso: "Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras, pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieses arrepentido" (Apocalipsis, 2:5).

Octavi Pereña i Cortina


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