Sobre la Autoestima.
Hoy día se viene hablando mucho sobre este término. Todos los psicólogos y psiquiatras quieren introducirnos autoestima como si fuera la panacea de la existencia. “Cuando el Diablo no tienen nada que hacer con el rabo mata moscas”.
Antes de dar mi opinión sobre tan manido tema, he de indicar que toda la psicología actual, toda la psiquiatría y toda la medicina, junto con mucho de la filosofía y demás ciencias “humanas” tratan de la psicología satánica del hombre normal. Es un estudio de sus formas de pensar, de cómo se retroalimenta en sus postulados y convicciones. De sus males y supuestos remedios. No es extraño de que sea así, pues es lo único que conocen. Sin embargo siempre han existido movimientos que han dado otra visión del hombre y de la humanidad. Y han hablado de una psicología diferente. La del hombre realizado. Es la psicología “Transpersonal” empezada por Jung y seguida por otros pensadores, sobre todo por Assagioli.
Del que no sabe no puede salir nada bueno.
Existe un “psicólogo” que sabía tanto de la personalidad satánica del hombre normal, como del hombre realizado. He indicó el camino que llevaba de la una a la otra. Fue un tal Jesús de Nazaret. Su mensaje contiene un profundo conocimiento de esa personalidad satánica normal, del hombre de la calle, y de la que Él alcanzó. Y otros como Él le siguieron.
Yo, por mi parte, como discípulo de Jesús de Nazaret, he de indicarles lo negativo de la Autoestima. La autoestima es una recalcitrante indicación de que “yo soy yo y estoy bien como estoy”. Cuando me siento mal, cuando me siento ofendido, cuando no sé como actuar, los “entendidos” dicen que es “falta de autoestima”. Pero es necesario que yo tenga falta de autoestima. Si yo quiero seguir a Jesús, si yo “doy todo lo que tengo” para llegar a ser como Él, tengo necesariamente que pasar por un proceso de destrucción de la personalidad, que lleva inevitablemente no a una falta de autoestima, sino a la negación absoluta de mi autoestima.
No es que yo deba “acrecentar” mi autoestima por medios artificiales, es que yo debo “negarme a mí mismo” y lo primero que tengo que negar es mi actual personalidad.
La falta de autoestima es un indicativo positivo de que se está en el buen camino, no al contrario. Indica una cualidad muy elevada en mí. Indica que estoy en el camino. Indica que soy discípulo de Jesús.
Es un paso transitorio hacia otro estado. Un paso transitorio que puede durar toda la vida, pero que es inevitable que todos pasemos por él.
[]Cedesin>
Hoy día se viene hablando mucho sobre este término. Todos los psicólogos y psiquiatras quieren introducirnos autoestima como si fuera la panacea de la existencia. “Cuando el Diablo no tienen nada que hacer con el rabo mata moscas”.
Antes de dar mi opinión sobre tan manido tema, he de indicar que toda la psicología actual, toda la psiquiatría y toda la medicina, junto con mucho de la filosofía y demás ciencias “humanas” tratan de la psicología satánica del hombre normal. Es un estudio de sus formas de pensar, de cómo se retroalimenta en sus postulados y convicciones. De sus males y supuestos remedios. No es extraño de que sea así, pues es lo único que conocen. Sin embargo siempre han existido movimientos que han dado otra visión del hombre y de la humanidad. Y han hablado de una psicología diferente. La del hombre realizado. Es la psicología “Transpersonal” empezada por Jung y seguida por otros pensadores, sobre todo por Assagioli.
Del que no sabe no puede salir nada bueno.
Existe un “psicólogo” que sabía tanto de la personalidad satánica del hombre normal, como del hombre realizado. He indicó el camino que llevaba de la una a la otra. Fue un tal Jesús de Nazaret. Su mensaje contiene un profundo conocimiento de esa personalidad satánica normal, del hombre de la calle, y de la que Él alcanzó. Y otros como Él le siguieron.
Yo, por mi parte, como discípulo de Jesús de Nazaret, he de indicarles lo negativo de la Autoestima. La autoestima es una recalcitrante indicación de que “yo soy yo y estoy bien como estoy”. Cuando me siento mal, cuando me siento ofendido, cuando no sé como actuar, los “entendidos” dicen que es “falta de autoestima”. Pero es necesario que yo tenga falta de autoestima. Si yo quiero seguir a Jesús, si yo “doy todo lo que tengo” para llegar a ser como Él, tengo necesariamente que pasar por un proceso de destrucción de la personalidad, que lleva inevitablemente no a una falta de autoestima, sino a la negación absoluta de mi autoestima.
No es que yo deba “acrecentar” mi autoestima por medios artificiales, es que yo debo “negarme a mí mismo” y lo primero que tengo que negar es mi actual personalidad.
La falta de autoestima es un indicativo positivo de que se está en el buen camino, no al contrario. Indica una cualidad muy elevada en mí. Indica que estoy en el camino. Indica que soy discípulo de Jesús.
Es un paso transitorio hacia otro estado. Un paso transitorio que puede durar toda la vida, pero que es inevitable que todos pasemos por él.
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