


Cuando todo parece perdido… Él llega
Hay momentos en la vida donde el alma grita sin voz.
Te despiertas deseando que todo sea solo un mal sueño, pero no lo es. Has perdido algo, o a alguien, o a ti mismo en el camino.
Así estaba la mujer de Naín.

Iba detrás del féretro, sola, destruida, invisible… hasta que Jesús la vio.
“No llores” —le dijo el Maestro.
Tocó el féretro y exclamó: “¡Joven, a ti te digo, levántate!”
Y el joven resucitó.
¡Donde Jesús llega, la muerte pierde su dominio!

Las bendiciones no retenidas… se convierten en vida

Pero cuando se la dan, David no la bebe. En cambio, la derrama como ofrenda al Señor, diciendo:
“Lejos sea de mí, oh Jehová, que yo haga esto. ¿He de beber yo la sangre de los varones que fueron con peligro de su vida?”
Y no quiso beberla. La derramó como ofrenda para el Señor.
¿Qué nos enseña esto?

Anecdota real:
Una mujer de mi iglesia perdió a su esposo en un accidente trágico. Se quedó con dos hijos pequeños y un mundo lleno de dolor. Muchos pensaron que no lo superaría.
Pero ella eligió entregarle a Dios su pérdida, su miedo y su futuro.
Hoy lidera un ministerio que acompaña a mujeres viudas.

Versículos para el alma:





Cierre con promesa:


Pero hoy puedes vivir entregando todo lo que eres en las manos del Único que puede traer vida donde hubo muerte.


Preguntas para tu alma:
¿Qué estás tratando de retener que deberías estar derramando para Dios?
¿Estás dejando que Jesús toque el “féretro” de tu situación… o sigues caminando solo en la procesión del dolor?