Riesgos sanitarios del consumo de insectos
1. Sustancias antinutritivas y tóxicas
Las sustancias antinutritivas son aquellas que impiden o dificultan la absorción de nutrientes. Destaca la quitina, el material principal del que está formado el exoesqueleto de los artrópodos. Se ha estimado que el contenido en quitina en insectos oscila entre 2,7 y 49,8 mg/kg de peso fresco. Ejerce un efecto negativo en la digestibilidad de las proteínas y en su utilización.
Otro ejemplo son los taninos, que forman complejos insolubles con las proteínas y reducen su biodisponibilidad. También los fitatos y oxalatos, agentes quelantes que reducen la absorción de elementos minerales como calcio, zinc, manganeso, hierro y magnesio. Las saponinas interfieren en la digestión de las proteínas, reducen la absorción de vitaminas y minerales y están asociadas con estados de hipoglucemia.
Por otra parte, los alcaloides podrían, a partir de determinadas dosis, llegar a ser tóxicos para los consumidores. Algunos insectos, como las pupas del gusano de seda africano (
Anaphe venata), contienen tiaminasa y su ingesta puede causar deficiencia de tiamina (vitamina B1).
Algunos compuestos presentes en los insectos son potencialmente tóxicos.
Hay dos categorías de insectos tóxicos: fanerotóxicos y criptotóxicos. Los del primer grupo disponen de órganos especializados que sintetizan y almacenan las toxinas. Éstas se inactivan en el tracto gastrointestinal, por lo que el peligro derivado de su ingestión queda reducido a los posibles daños provocados al paso por la boca y el esófago.
Los insectos criptotóxicos contienen sustancias tóxicas para las personas cuando son ingeridas. Ejemplos de insectos cuyo consumo debe evitarse son los que contienen hormonas esteroideas, como testosterona, lo que ocurre en algunos escarabajos. El consumo continuado de estos insectos puede provocar retraso del crecimiento, hipofertilidad, masculinización en mujeres, edema, ictericia y cáncer hepático.
La cantaridina es un compuesto químico presente en los ovarios y huevos de la cantárida (
Lytta vesicatoria), un coleóptero de color verde dorado. Esta sustancia produce irritaciones en el aparato urinario humano al ser ingerida.
Otras sustancias que pueden encontrarse en los insectos criptotóxicos son los glucósidos cianogénicos (presentes en algunas mariposas), que inhiben determinadas enzimas vitales. El tolueno, un agente tóxico que afecta al cerebro, hígado y riñón, puede encontrarse en cerambícidos del género
Syllitus; y los alcaloides necrotóxicos, en algunos tipos de hormigas.
Lytta vesicatoria.
Shutterstock / Weblogiq.
2. Microorganismos patógenos (bacterias)
Según informes de la
Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y otros estudios, los insectos pueden estar contaminados con bacterias patógenas (como
Salmonella,
Campylobacter,
Escherichia coli y
Bacillus cereus), especialmente los insectos no procesados que han sido producidos bajo ciertas condiciones (por ejemplo, cuando se utilizan como sustrato desperdicios de alimentación o estiércol). Sin embargo, el cocinado correcto puede eliminar, o al menos reducir sustancialmente, la presencia de microorganismos patógenos.
Se ha sugerido que los peligros microbiológicos relacionados con el consumo de insectos son esporádicos y están asociados a una manipulación o almacenamiento incorrectos. No obstante, debido a la escasez de datos disponibles, la EFSA recomienda la realización de nuevas investigaciones para una mejor evaluación de los riesgos asociados.
3. Parásitos
En ocasiones los insectos sirven como vectores de determinados parásitos. Así, se ha detectado en el cuerpo de cucarachas y moscas la presencia de varios protozoos y helmintos en diferentes fases de desarrollo.
Algunos insectos actúan también como hospedadores intermediarios de ciertos parásitos. Por ejemplo, se han descrito infestaciones humanas por un nematodo (
Gongylonema pulchrum) con numerosos hospedadores definitivos, siendo los hospedadores intermediarios los escarabajos del estiércol y las cucarachas. La infestación en el hombre provoca un cuadro clínico con síntomas gastrointestinales.
Ciclo de
Gongylonema pulchrum (nematodo). Grupo de Investigación SEGURALI.
Otro ejemplo del papel de los insectos como hospedadores intermediarios de parásitos de interés en salud pública es
Dicrocoelium dendriticum, trematodo que puede infestar a los seres humanos por la ingestión de hormigas que contienen metacercarias.
Es importante estudiar la presencia de parásitos en los insectos silvestres, especialmente en los países tropicales y subtropicales, dado que se trata de un mercado emergente. Ahora bien, este riesgo se minimiza sustancialmente cuando los insectos se congelan durante su almacenamiento y transporte, ya que este método de conservación destruye los parásitos pluricelulares.
4. Contaminantes químicos
La presencia de contaminación química es uno de los mayores peligros asociados al consumo de insectos, principalmente de los de vida silvestre.
Entre los compuestos frecuentemente detectados se encuentran algunos metales pesados (cadmio, plomo o cobre, entre otros) y pesticidas. Cabe señalar, por ejemplo, un brote que afectó en 2007 a niños y mujeres embarazadas en una comunidad de Monterrey (California), asociado al consumo de saltamontes (chapulines) con elevados niveles de plomo importados de Oaxaca (México).
5. Alergias y reacciones alérgicas cruzadas
Otro peligro asociado al consumo de insectos de dimensiones desconocidas está en relación con las
alergias.
Muchos artrópodos pueden inducir reacciones alérgicas en individuos susceptibles, principalmente causadas por la presencia de tropomiosina, arginina quinasa, gliceraldehído 3-fosfato deshidrogenasa o hemocianina.
Aunque no están bien estudiadas, se han identificado reacciones cruzadas, por ejemplo, entre crustáceos, cucarachas y ácaros. La sintomatología de la alergia a insectos es muy variada, pudiendo manifestarse desde una simple urticaria hasta un choque anafiláctico.
Es posible que el procesado reduzca la potencialidad alergénica de estos alimentos, si bien este punto necesita recibir más atención en futuras investigaciones.
Algunos insectos implicados en reacciones alérgicas. Grupo de Investigación SEGURALI.
Es esperable que la mayoría de las personas tengan un riesgo bajo de manifestar reacciones alérgicas por el consumo de insectos. Sin embargo, puesto que la exposición repetida a un potencial alérgeno incrementa el riesgo, los insectos deben consumirse con precaución cuando son introducidos en la dieta.
Existe mucha expectación sobre el uso de insectos como producto alimenticio, pero este mercado todavía tiene mucho por delante para llegar al consumidor.
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