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SE BUSCA
Se llama María. Ha desaparecido de las iglesias evangélicas sin saber cómo ni por qué. Es la madre de un tal Jesús, condenado a la muerte de cruz entre dos malhechores por hacerse pasar por Dios. Si bien se puede encontrar su rastro a través de todo el Nuevo Testamento, parece una mujer humilde y discreta, por lo que posiblemente su identificación resulte difícil. Queremos encontrarla para pedirle disculpas por haberla marginado, por haberla olvidado injustamente, por haberla relegado al último puesto en la historia de nuestra salvación. Queremos encontrarla para pedirle perdón y para darle las gracias por todo lo que, en el más absoluto silencio y con la más exquisita discreción, ha hecho por su hijo Jesús y por nosotros. No la buscamos para acusarla de nada, sino para acusarnos a nosotros mismos de ser injustos con ella, por dejar que las disputas teológicas nos hayan llevado a desplazarla hasta el extremo de reducirla al cero absoluto. Se busca porque queremos llorar ante ella y ante su Hijo, nuestro queridísimo Salvador, y pedirles humildemente perdón. Se busca porque queremos devolverle el sitio que le corresponde, el amor que le hemos negado durante siglos. No queremos idolatrarla ni convertirla en una diosa, simplemente queremos decirle desde lo más profundo de nuestro corazón: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre".