Re: ¿satanas peca? segun Gabriel si...entonces...
Estimado sisepuede. Saludos cordiales.
Tú dices:
Pues solo son afirmaciones retoricas para que respondas a lo que no quisiste nunca responderen forma directa.
sanas peca ya se eso pero para ello tienes que demostrar que el esta obligado a guardad alguna ley deldecalogo,etc.
si peca sin estar obligado a guardar ninguna ley, entonces se puede pecar sin tener ley, ¿entiendes?
Respondo: Si llamas a levantar falsos, "afirmaciones retóricas", entonces algo pasa en tu mente, al parecer nuevamente pareces confundido en tu forma de escribir.
"El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo."
"En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios."
Satanás es homicida: "Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él." 1 Juan 3:15.
'Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.
Él ha sido homicida desde el principio. . . es mentiroso, y padre de mentira.' (Juan 8:44).
El mandamiento dice: "
No matarás" Éxodo 20:13
La Biblia nos dice que, justo antes de que Judas dejara el Aposento Alto para ir y traicionar a Jesús, 'Satanás entró en él' (Juan 13:26-27)
Los esfuerzos de la serpiente resultaron en la pena de muerte cayendo no sólo sobre Adán y Eva, sino en toda la raza humana. El término de Jesús de 'homicida' con seguridad aplica para el tentador de Eva.
¿Desde cuándo fue inmolado el Cordero?
"Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero
que fue inmolado desde el principio del mundo." Apocalipsis 13:8.
Según San Pedro, ¿cuándo se decidió sacrificar el Cordero de Dios?
"Sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros." 1 Pedro 1:19, 20.
Puesto que el plan de la salvación se había establecido desde antes de la fundación del mundo, tan pronto como hubo pecado, hubo un Salvador. Puesto que la salvación y la cruz son inseparables, la sombra de la cruz alcanza hasta la entrada del pecado. La cruz es el antídoto del pecado. Cuando Jesús se ofreció para pagar el precio de la redención con el sacrificio de su propia vida y el Padre aceptó ese ofrecimiento, Cristo entró bajo la sombra de la cruz, y comenzaron los sufrimientos de su crucifixión; para todo efecto práctico, Jesús fue ya inmolado. A eso se refirió el vidente de Patmos, cuando habló "del Cordero que fue muerto desde la creación del mundo" (Apoc. 13:8).
Esa es la razón por la que los sufrimientos que el pecado han ocasionado a Cristo, no comenzaron ni acabaron con sus días en esta tierra. La cruz del Calvario no es más que una revelación a nuestros sentidos embotados, de los horribles sufrimientos que el pecado, desde su misma concepción, ha traído al corazón de Dios. Debido a su perfecto conocimiento del futuro, en cierto sentido puede afirmarse que el Hijo de Dios anduvo en la sombra de la cruz desde la eternidad; pero esa sombra se fue oscureciendo cada vez más, hasta alcanzar su mayor densidad en Gólgota. La sombra de la cruz se extiende en ambas direcciones, desde el principio hasta el final del pecado. Después de su muerte, Cristo ha continuado en la sombra de ella. Sigue siendo hoy el Cordero inmolado. Más de sesenta años después de su ascensión, Juan contempló en visión a Jesús de esta forma: "un Cordero como inmolado" (Apoc. 5:6). No será sino hasta que el pecado y los pecadores no sean más, cuando el Hijo de Dios salga de la sombra y emblema de la ignominia y vergüenza. Mediante nuestros pecados, crucificamos hoy de nuevo "al Hijo de Dios" y lo exponemos "a la burla" (Heb. 6:6).
Durante toda la eternidad futura Cristo será alabado como el Cordero de Dios. Al apóstol Juan se le dio una vislumbre del estado de los redimidos. Oyó a la innumerable hueste angélica decir a gran voz: "El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza". A todo lo creado que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, oyó Juan decir: "Al que está sentado en el trono y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos" (Apoc. 5:12 y 13).
La cruz será la ciencia y el canto de los redimidos por las edades sin fin de la eternidad. En Cristo glorificado, los redimidos verán a Cristo crucificado. Él lleva por siempre las marcas de la crucifixión. Uno de los profetas del Antiguo Testamento, describiendo la segunda venida de Cristo, declara que al venir en las nubes de los cielos "rayos brillantes salen de su mano; allí está escondido su poder", en alusión a las cicatrices en sus manos y a su costado herido, como recuerdo de la cruz (Habacuc 3:3-6). Otro profeta declaró que cuando los redimidos lleguen al reino, "si alguien le pregunta ‘¿Qué heridas son estas en tus manos?’, él responderá: ‘Las recibí en casa de mis amigos’" (Zac. 13:6). Durante todas las edades eternas Jesús llevará las marcas de su sacrificio por el pecado. Eso será, no sólo un continuo recordatorio de su amor, sino que significará también la garantía de que "
la tribulación no se levantará dos veces" (Nahum 1:9).
La cruz del Calvario es el punto de encuentro de las dos eternidades. Es el centro en el que converge toda verdad, y donde quedan resueltos todos los misterios. La muerte de Cristo como expiación por el pecado es el hecho más grandioso en toda la historia, la verdad central sobre la que todas las demás verdades se agrupan. Toda verdad revelada en las Escrituras, si se la comprende y aprecia por lo que es, ha de ser estudiada a la luz que emana de la cruz del Calvario. Ese es el misterio de la piedad, y explica todos los demás misterios
Hasta donde sabemos, la infancia, adolescencia y juventud de Jesús fueron comparables a las de sus contemporáneos, y no estuvieron marcadas por las fieras tormentas.
Los ataques especiales de Satanás comenzaron tras su bautismo, al iniciarse su misión como Mesías, como el Ungido. La voz del Padre señalando a Jesús como a su Hijo amado, el descenso del Espíritu Santo en evidencia de su estatus como vencedor sobre el pecado, junto a la ignominiosa derrota de Satanás en la controversia mantenida en el desierto, eliminó toda duda en la mente del enemigo a propósito de la identidad de Jesús. "Satanás había puesto en duda que Jesús fuese el Hijo de Dios. En su sumaria despedida tuvo una prueba que no podía contradecir. La divinidad fulguró a través de la humanidad doliente. Satanás no tuvo poder para resistir la orden. Retorciéndose de humillación e ira, se vio obligado a retirarse de la presencia del Redentor del mundo. La victoria de Cristo fue tan completa como lo había sido el fracaso de Adán" (El Deseado de todas las gentes, p. 104).
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.