Salmos del Dios enteramente Bueno

14 Diciembre 2000
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Salmos del Dios enteramente Bueno

I)

A- Señor, Dios nuestro, hoy te queremos dar gracias porque en Jesús te has revelado como un Dios Enteramente Bueno

B- En esto no te pareces a nosotros
en esto te diferencias de todas las imágenes
que, sublimándonos, nos hacemos los hombres de ti


A- Tú amas todo lo que has creado
tú has establecido con nosotros una alianza eterna y nada podrá quebrantarla

B- Por eso no te enfureces con nuestros pecados ni tomas venganza de los que obran el mal no matas a los que matan sino que los proteges, como a Caín, de sus vengadores


A- Porque eres enteramente bueno haces salir el sol sobre justos y pecadores

B- Es que amas a cada uno y no quieres la muerte del pecador sino que se convierta y viva


A- A todos nos perdonas los pecados
y haces sentar a la misma mesa al que llega a última hora y al que trabajó desde el amanecer

B- Te damos gracias porque en todo esto te revelas como Enteramente Bueno


A- Estás tan apartado del mal
estás tan ajeno a todos los mecanismos del mal que ni siquiera castigas a los transgresores para no añadir violencia a nuestras violencias

B- Tú no tienes el poder de matar
porque ese no es un poder divino


A- Tu poder es amar sin medida
crear, sanar, perdonar
y hasta triunfar de la muerte

B- Tu justicia no es tasar y medir
sino hacernos justos y reconciliarnos por fin en esa justicia de vida


A- Dios nuestro, estamos contentos de que tú seas nuestro Señor y puesto que nos hiciste a tu medida danos un coazón generoso como el tuyo.

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Autor: Pedro Trigo sj
 
Juan Manuel:
Los Salmos son la oración de Jesús. El obispo de Roma ha comenzado con su serie anunciada para todos los miércoles dedicada a los Salmos. La primera fue ayer. Si la traigo aquí es porque es exclusivamente bíblica y cualquier protestante la puede leer con edificación y sin sobresaltos o escrúpulos de fe. No se le pide más que fe en la Escritura y confianza en quienes la meditan.

Cordialmente
o cambote
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1. En la carta apostólica «Novo millennio ineunte» he manifestado mi deseo de que la Iglesia se caracterice cada vez más por el arte de la oración, aprendiéndola siempre de manera renovada de los labios del divino Maestro (cf. n. 32). Este compromiso debe ser vivido especialmente en la Liturgia, fuente y culmen de la vida eclesial. En esta línea es importante prestar una mayor atención pastoral a la promoción de la Liturgia de las Horas, como oración de todo el Pueblo de Dios (cf. ibídem, 34). De hecho, si bien los sacerdotes y los religiosos tienen un preciso deber de celebrarla, se propone vivamente también a los laicos. Este fue el objetivo que se planteó hace ya 30 años, mi venerado predecesor, Pablo VI, con la constitución «Laudis canticum» en la que determinaba el modelo vigente de esta oración, con el deseo de que los Salmos y los Cánticos, que dan ritmo a la Liturgia de las Horas, fueran comprendidos «con amor renovado por el Pueblo de Dios» (AAS 63 [1971], 532).

Es un dato alentador el que muchos laicos, tanto en las parroquias como en las agregaciones eclesiales, hayan aprendido a valorarla. Ahora bien, es una oración que para ser plenamente gustada requiere una adecuada formación catequética y bíblica.

Con este objetivo comenzamos hoy una serie de catequesis sobre los Salmos y los Cánticos propuestos en la oración matutina de las Laudes. Deseo de este modo alentar y ayudar a todos a rezar con las mismas palabras utilizadas por Jesús y presentes desde hace milenios en la oración de Israel y en la de la Iglesia.

2. Podríamos introducirnos en la comprensión de los salmos a través de diferentes caminos. El primero podría consistir en presentar su estructura literaria, sus autores, su formación, el contexto en el que surgieron. Sería sugerente, además, una lectura que pusiera de manifiesto su carácter poético, que alcanza en ocasiones niveles de intuición lírica y de expresión simbólica sumamente elevados. Sería no menos interesante recorrer los salmos considerando los diferentes sentimientos del espíritu humano que manifiestan: alegría, reconocimiento, acción de gracias, amor, ternura, entusiasmo; así como intenso sufrimiento, recriminación, petición de ayuda y de justicia, que se convierten en ocasiones en rabia e imprecación. En lo salmos el ser humano se encuentran totalmente a sí mismo.

Nuestra lectura buscará sobre todo hacer que emerja el significado religioso de los Salmos, mostrando cómo, a pesar de estar escritos hace muchos años para creyentes judíos, pueden ser asumidos en la oración de los discípulos de Cristo. Para ello nos dejaremos ayudar por los resultados de la exégesis, pero al mismo tiempo nos sentaremos en la escuela de la Tradición, en especial, nos pondremos a la escucha de los Padres de la Iglesia.

3. Estos últimos, de hecho, con profunda intuición espiritual, han sabido discernir y presentar a Cristo, en la plenitud de su misterio, como la gran «clave» de lectura de los Salmos. Los Padres estaban totalmente convencidos de ello: en los Salmos se habla de Cristo. De hecho, Jesús resucitado se aplicó a sí mismo los Salmos, cuando dijo a sus discípulos: «Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí» (Lucas 24, 44). Los Padres añaden que los Salmos se dirigen a Cristo o incluso que es el mismo Cristo quien habla en ellos. Al decir esto, no pensaban sólo en la persona individual de Jesús, sino en el «Christus totus», el Cristo total, formado por Cristo cabeza y por sus miembros.

Para el cristiano nace así la posibilidad de leer el Salterio a la luz de todo el misterio de Cristo. Precisamente de esta óptica emerge también su dimensión eclesial, que es puesta de manifiesto por el canto en coro de los Salmos. Así se puede comprender cómo los Salmos han podido ser asumidos, desde los primeros siglos, como la oración del Pueblo de Dios. Si bien en algunos períodos históricos surgió una tendencia a preferir otro tipo de oraciones, a los monjes se les debe el mérito de haber mantenido en alto la llama del Salterio en la Iglesia. Uno de ellos, san Romualdo, fundador de los Camaldulenses, en la aurora del segundo milenio cristiano, llegaba a afirmar que --como explica su biógrafo Bruno de Querfurt-- los Salmos son el único camino para experimentar una oración auténticamente profunda: «Una via in psalmis» («Passio Sanctorum Benedicti et Johannes ac sociorum eorundem: MPH» VI, 1893, 427).

4. Con esta afirmación, a primera vista excesiva, en realidad no hacía más que anclarse a la mejor tradición de los primeros siglos cristianos, cuando el Salterio se convirtió en el libro por excelencia de la oración eclesial. Fue una elección acertada frente a las tendencias heréticas que acechaban continuamente a la unidad de la fe y de comunión. Es interesante en este sentido la estupenda carta que escribió san Atanasio a Marcelino, en la primera mitad del siglo IV, cuando la herejía arriana se expandía atentando contra la fe en la divinidad de Cristo. Frente a los herejes que atraían a la gente con cantos y oraciones que gratificaban sus sentimientos religiosos, el gran Padre de la Iglesia se dedicó con todas sus fuerzas a enseñar el Salterio transmitido por la Escritura (cf. PG 27,12 ss.). De est modo, se sumó al Padrenuestro, oración del Señor por antonomasia, la costumbre que pronto se convertiría en universal entre los bautizados de rezar con los Salmos.

5. Gracias también a la oración comunitaria de los Salmos, la conciencia cristiana ha recordado y comprendido que es imposible dirigirse a Dios que habita en los cielos sin una auténtica comunión de vida con los hermanos y hermanas que viven en la tierra. Es más, al integrarse vitalmente en la tradición de oración de los judíos, los cristianos aprenden a rezar narrando las «magnalia Dei», es decir, las grandes maravillas realizadas por Dios, ya sea en la creación del mundo y de la humanidad, ya sea en la historia de Israel y de la Iglesia. Esta forma de oración, tomada de la Escritura, no excluye ciertamente expresiones más libres, que no sólo continuarán enriqueciendo la oración personal, sino incluso la misma oración litúrgica, como sucede con los himnos. El libro del Salterio sigue siendo, de todos modos, la fuente ideal de la oración cristiana, y en él seguirá inspirándose la Iglesia en el nuevo milenio.

N. B.: Traducción realizada por Zenit.

ZS01032807
 
Juan Manuel que Dios te bendiga, solo una recomendación, la mejor de todas ... Lee la Biblia...

A- Estás tan apartado del mal
estás tan ajeno a todos los mecanismos del mal que ni siquiera castigas a los transgresores para no añadir violencia a nuestras violencias

Con este “salmo” solo puede darnos una enseñanza falsa de Dios y un motivo para no vivir en santidad pues como el Señor Trigo dice Dios “ni siquiera castiga a los transgresores” Como si castigar a los transgresores fuera “un mecanismo del mal” Toda la Biblia habla de que Dios castiga a los transgresores.
Por supuesto también toda la Biblia habla de perdón, pero tanto el perdón y el castigo de Dios son parte de su Santidad. A Dios gracias que Dios nos castiga pues si nos dejara sin castigo, sin corrección seriamos bastardos y no hijos (He. 12:8)

Los Salmos cuentan una y otra ves la Justicia Divina, podría poner muchos salmos que hablan de ello. Sin duda aquellos que esconden, ignoran o no entienden los Juicios todos Justos de Dios, no han conocido a Dios en plenitud.


B- Tú no tienes el poder de matar
porque ese no es un poder divino

Otra mentira, también el Señor Trigo debería leer la Biblia y aprender quien es el Dios Soberano de la Biblia.

Entre mucho que se pudiera hablar solo dejare estos versículos:

“Ved ahora que yo, yo soy,
Y no hay dioses conmigo;
Yo hago morir, y yo hago vivir;
Yo hiero, y yo sano;
Y no hay quien pueda librar de mi mano.”
(Deuteronomio 32:39)


“Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed.”
(Lucas 12:4-5)

“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”
(Mateo 10:28)

Según el “salmo” del señor Trigo, en estos versículos y otros, y en algunas historias Bíblicas, nuestro Dios seria injusto.. No señor Trigo, el Señor es Justo en todos sus caminos aunque para nosotros sean inescrutables.
 
amigo Malcom,
te aseguro que trato de leer bastante la Biblia, meditarla y orar con ella.
Trataré de hacerlo más aún , muchas gracias por tu recomendación.

Pero cuidado, porque la Biblia puedes leerla y entenderla "mal".
Se pueden sacar conclusiones equivocadas, si la lees prejuiciado.

Un prejuicio común es el "Dios Justiciero y vengador", que se ofende por nuestros pecados y busca castigarnos para reparar las ofensas que le hacemos.

Ese no es el Padre de Jesucristo.

Lee la parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo en el Evangelio de Lucas, cap. 15.

Ese "Padre Bueno" es nuestro Dios.

20 Y, levantándose (el hijo pródigo),
partió hacia su padre.
«Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.

21 El hijo le dijo:
"Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo."

22 Pero el padre dijo a sus siervos:

"Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies.

23 Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta,
24 porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado."
Y comenzaron la fiesta.


Dios no nos "castiga" con la muerte ni con el infierno.

Desgraciadamente, la muerte y el infierno es la consecuencia natural de los que eligen rechazar el Amor de Dios, Amor infinito que todo lo perdona, que todo lo disculpa.

El que no aprende a amar en la vida, como ama Dios a toda criatura, no tiene lugar en el Cielo, donde la única "ocupación" será Amar.

"hoy existen la Fé, la Esperanza y el Amor,
pero en el Cielo, sólo existirá el Amor, que es el mayor de los tres",

nos dice San Pablo, movido por el Espíritu Santo. (1 Corintios, 13,13)

"Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón.
Y hallarán descanso para vuesrtas almas."


nos dijo Jesús, que es la Imagen perfecta del Padre Celestial.

Malcom, todos necesitamos "purificar" nuestras imágenes(ideas) acerca de Dios.

Que el Espíritu Santo te ayude a descubrir a Dios tal cual El Es.
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Bendiciones.
 
No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.

Juan Manuel, dime si Dios es "vengativo" o no.
 
Juan Manuel, seguimos...

Juan Manuel dices:
Pero cuidado, porque la Biblia puedes leerla y entenderla "mal".
Se pueden sacar conclusiones equivocadas, si la lees prejuiciado.
Un prejuicio común es el "Dios Justiciero y vengador", que se ofende por nuestros pecados y busca castigarnos para reparar las ofensas que le hacemos.
Ese no es el Padre de Jesucristo.

Malcom:
Nadie negara que el Señor es misericordioso y perdonador, de hecho el Señor dice su Palabra, que, “se deleita en perdonar” Pero Juan Manuel, el Señor es así con todos aquellos que se arrepienten y van a El, no con los impenitentes ya sean estos creyentes o no creyentes.
Pero ¿que pasa con todos aquellos que no se arrepienten y que no tienen congoja cuando pecan y también a aquellos creyentes que amparados por el amor de Dios cometen pecados o viven vidas que no agradan a Dios?

Si tu Juan Manuel tienes un hijo y no lo disciplinas, no lo castigas, este crecerá rebelde, desobediente y puede que hasta no te ame ni respete.
Pero el Señor no es así Juan Manuel, el Señor castiga para nuestro bien, ve lo que dice la Palabra de Dios:

“Porque el Señor al que ama, disciplina,
Y azota a todo el que recibe por hijo.
Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.”
(Hebreos 12:6-8)

Juan Manuel, dice:
Lee la parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo en el Evangelio de Lucas, cap. 15.
Ese "Padre Bueno" es nuestro Dios.

20 Y, levantándose (el hijo pródigo),
partió hacia su padre.
«Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.
21 El hijo le dijo:
"Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo."
22 Pero el padre dijo a sus siervos:
"Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies.
23 Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta,
24 porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado."
Y comenzaron la fiesta.

Malcom:
Juan Manuel, ¿Quién esta negando esto? El Señor es así, PERO y repito PERO, con aquellos que se arrepienten, y no con los que viven en impiedad aun, los que se dicen que aman a Dios.

Dios no nos "castiga" con la muerte ni con el infierno.

No estés tan seguro, es mejor leer lo que la Biblia dice al respecto, repito los versículos que puse antes al parecer no los leíste:

“Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed.
(Lucas 12:4-5)

“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
(Mateo 10:28)

Pero quiero aclarar, que aquí la palabra “Temed” no se refiere a un temor de miedo, de terror, de incertidumbre, sino que se refiere a un temor reverente. Se refiere al “Temor de Jehová”

“El temor de Jehová es manantial de vida Para apartarse de los lazos de la muerte.”
(Prv. 14:27) Hermoso, ¿verdad?

Gracias, con el resto de tus palabras estoy de acuerdo..

Bendiciones