ROMANOS 9

16 Mayo 2002
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Hola todos:

Este es uno de los textos Biblicos que mas produce polemica, me gustaria leer sus apreciaciones de acuerdo a la doctrina que profesan. ¿que quiere decir el Apostol Pablo?

Les ruego no comenzar ataques personales, ni mas ofensas, las personas que quieran comentar, haganlo de corazon sincero.

Espero sea un buen debate, que el Señor nos guie con su luz.


ROMANOS 9

9:6 No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,
9:7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia.
9:8 Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.
9:9 Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.
9:10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre
9:11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama),
9:12 se le dijo: El mayor servirá al menor.
9:13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.
9:14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera.
9:15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.
9:16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
9:17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.
9:18 De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.
9:19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?
9:20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?
9:21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?
9:22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción,
9:23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,


Que el Señor nos continue bendiciendo por la lectura de su bendita palabra. Amen:corazon:
 
Re: ROMANOS 9

Originalmente enviado por: Luis Javier Gil
Hola todos:

Este es uno de los textos Biblicos que mas produce polemica, me gustaria leer sus apreciaciones de acuerdo a la doctrina que profesan. ¿que quiere decir el Apostol Pablo?

Les ruego no comenzar ataques personales, ni mas ofensas, las personas que quieran comentar, haganlo de corazon sincero.

Espero sea un buen debate, que el Señor nos guie con su luz.


ROMANOS 9

9:6 No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,
9:7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia.
9:8 Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.
9:9 Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.
9:10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre
9:11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama),
9:12 se le dijo: El mayor servirá al menor.
9:13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.
9:14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera.
9:15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.
9:16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
9:17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.
9:18 De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.
9:19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?
9:20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?
9:21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?
9:22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción,
9:23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,


Que el Señor nos continue bendiciendo por la lectura de su bendita palabra. Amen:corazon:




Romanos 9 al 11


Virtualmente todos los estudiosos concuerdan en que los capítulos 9 al 11 de la epístola a los Romanos forman una unidad. Pablo ha expuesto el problema de los gentiles (cap. 1) y de los judíos (cap. 2), ha presentado la solución divina al dilema humano en la justificación por gracia mediante la fe en Jesucristo (cap. 3-4), ha desarrollado el significado y las implicaciones de esta reconciliación (cap. 5), ha contestado argumentos contra la doctrina (cap. 6), ha iluminado el predicamento del pecador (cap. 7) y ha mostrado la gloriosa libertad y esperanza en Cristo Jesús (cap. 8).


Pero resta un problema, una objeción que también es causa de continuo dolor en el Apóstol: ¿Por qué la nación de Israel, primera beneficiaria de la obra de Cristo, la ha rechazado?


La respuesta apostólica inspirada a esta paradoja se encuentra en los capítulos 9 a 11, los cuales pueden disecarse con el propósito de analizarlos, pero sin olvidar nunca su esencial unidad y objetivo. Pablo expone el tema como respuesta a diferentes objeciones de un hipotético interlocutor.


El grito de triunfo de [Romanos] 8:31ss se ha apagado y en el silencio que sigue otra sombra cae sobre la mente de Pablo, la cual requiere, como el resto, ser expulsada por la luz de Dios en Cristo... En el Antiguo Testamento parecía que Israel habría de ser el cuerpo misionero que evangelizase el mundo. En la presente experiencia, la respuesta judía al Mesías era una miserable parodia de lo que se había prometido. Era un amargo desengaño, pero era más que eso: abrió la puerta a toda clase de dudas. “¿Anula la infidelidad de ellos la fidelidad de Dios?” (3:3). Si Dios abandonó así a Israel... “De ninguna manera” (3:4): Pablo no podía admitir esa premisa, para no hablar de la conclusión de que Él podría abandonar [también] a la Iglesia. Pero era un problema que había estado ardiendo profundamente en la mente de Pablo por años , especialmente ya que surgía directamente a partir de su experiencia misionera. Él había visto a la sinagoga rechazar el evangelio una y otra vez. Pero el problema era aún mayor: Ya que todo estaba bajo el control de Dios, Pablo mismo había participado personalmente en producir el rechazo de Dios a los judíos. ¿Cuál era la estrategia subyacente a las tácticas de Dios? Después de investigar el Antiguo Testamento donde Dios había revelado algunos de Sus planes, Pablo llega a las convicciones de los capítulos 9 al 11, convicciones basadas tanto en las reflexiones sobre su experiencia misionera como en su conocimiento del Antiguo Testamento. Estos capítulos son el producto ... de un misionero maduro pensando en voz alta e interpretando los hechos por los principios bíblicos.

Leslie C. Allen, The Letter to the Romans. En C.D. Howley, F.F. Bruce, H.L. Ellison (Ed.), A New Testament Commentary. London: Pickering & Inglis, 1969, p. 359.


ROMANOS 9

Romanos 9:1-5
Digo la verdad en Cristo, no miento, dándome testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo, de que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón.
Porque desearía yo mismo ser anatema, separado de Cristo por amor a mis hermanos, mis parientes según la carne, que son israelitas, a quienes pertenece la adopción como hijos, y la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y las promesas, de quienes son los patriarcas, y de quienes, según la carne, procede el Cristo, el cual está sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén.


Pablo abre su corazón a los cristianos de Roma, al confesarles su tristeza y dolor por los judíos, a quienes llama sus hermanos y parientes según la carne. Declara que hasta preferiría ser él personalmente maldito si con eso pudiera rescatarles. El sabe bien que tal cosa no es posible, pero el solo hecho de expresarla seriamente proporciona una medida de la carga que para él representaba la triste situación de Israel con respecto al evangelio. Recuerda todos los privilegios de Israel, desde su adopción como pueblo especial de Dios hasta la venida del Salvador en su seno:

1) La adopción como hijos. Corresponde al vocablo griego huiothesia; “es un término técnico legal y significa adopción, aceptar un niño como propio” (NIDNTT 1:287). La expresión como tal no aparece en el Antiguo Testamento griego, pero la idea está presente en pasajes como Deuteronomio 14:1-2 y Oseas 11:1. El hecho de que Pablo emplee el término siempre con referencia a los cristianos (Romanos 8:15,23; Gálatas 4:5; Efesios 1:5), excepto en esta ocasión, indica lo significativo de este privilegio del cual solamente la nación israelita gozó desde antiguo. También muestra que, tanto para los israelitas como para los cristianos, la condición de hijos no es algo propio o intrínseco, sino el resultado de la gracia de Dios.
2) La gloria. Se refiere probablemente al esplendor de la presencia divina que presenció Moisés (Éxodo 33:12-23), después manifestada en la nube y el pilar de fuego durante la peregrinación por el desierto y en el tabernáculo (Éxodo 40:34-38) y más tarde, en tiempos de Salomón, en la dedicación del templo (2 Crónicas 7:1-3). En resumen, Dios mismo en presencia de su pueblo.
3) Los pactos. Todas las alianzas que por su propia iniciativa Dios concertó con ellos, posiblemente con especial referencia a las establecidas primero con Abraham, y luego con Isaac y Jacob (Génesis 15, 17,28).
4) La promulgación de la ley (griego nomothesia). Tal como fue entregada a Moisés y por su intermedio a todo Israel en el Sinaí (Éxodo 20, etc.). En Romanos 2:17-21, Pablo había observado que poseer esta ley como un especial privilegio era un motivo de orgullo y arrogancia para los judíos.
5) El culto (griego latreia. Todo el singular, complejo y exhaustivo ritual descrito especialmente en Éxodo 25-30 y Levítico 1-9, centrado primero en el tabernáculo y más tarde en el templo de Jerusalén. Perfecto, santo, ordenado por Dios mismo y en contraposición con los cultos paganos. Este culto hebreo estaba estrechamente vinculado con las dos prerrogativas previas, es decir, los pactos y la ley.
6) Las promesas. El término engloba todo cuanto Dios prometió en el Antiguo Testamento desde que llamó a Abraham, pasando por las bendiciones anunciadas a los que guardasen la ley (Deuteronomio 28:1-14) y, sobre todo, la promesa de salvación por el Mesías que habría de venir.
7) Los patriarcas. Primariamente Abraham, Isaac y Jacob, depositarios originales de las promesas que Pablo acaba de mencionar y héroes de la fe (Hebreos 11:8-12,17-21).
8) el Cristo o Mesías prometido, el Ungido de Dios, el Salvador del mundo; en palabras de Simeón, “luz que ilumina las naciones y gloria de tu pueblo, Israel”. Como clímax de su enumeración, Pablo menciona el más grande y extraordinario privilegio del cual gozaron los judíos: que el Salvador fuese uno de ellos, conforme a su naturaleza humana. Y para destacar la absoluta singularidad de esta dádiva, destaca el Apóstol la naturaleza divina del Mesías, “quien es Dios sobre todos, bendito para siempre.”

Sin duda esta enumeración, coronada con la inefable prerrogativa de haber tenido al Verbo de Dios como uno de ellos según su humanidad, agudiza el problema que Pablo debe tratar. Por eso a continuación proporciona las respuestas apropiadas.


Romanos 9:6-13
Pero no es que la palabra de Dios haya fallado. Porque no todos los descendientes de Israel son Israel; ni son todos hijos por ser descendientes de Abraham, sino que POR ISAAC SERA LLAMADA TU DESCENDENCIA .
Esto es, no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son considerados como descendientes.
Porque esta es una palabra de promesa: POR ESTE TIEMPO VOLVERE, Y SARA TENDRA UN HIJO .
Y no sólo esto, sino que también Rebeca, cuando concibió mellizos de uno, nuestro padre Isaac (porque aún cuando los mellizos no habían nacido, y no habían hecho nada, ni bueno ni malo, para que el propósito de Dios conforme a su elección permaneciera, no por las obras, sino por aquel que llama), se le dijo a ella: EL MAYOR SERVIRA AL MENOR . Tal como está escrito: A JACOB AME, PERO A ESAU ABORRECI .

El primer cuestionamiento al que responde Pablo es: ¿Ha fallado entonces la Palabra de Dios? El Apóstol niega enfáticamente que el endurecimiento de la nación de Israel implique un fracaso de la promesa de Dios. Esta promesa es que a través de Abraham y su descendencia fuesen bendecidas todas las familias de la tierra (Génesis 12:1-3) y se cumple plenamente en Jesucristo, descendiente de Abraham (cf. Gálatas 3:16). .

Ahora bien, desde el principio no toda la nación de Israel fue la auténtica heredera de la promesa, del mismo modo que no todos los hijos de Abraham, sino el que nació de Sara, fue el escogido para constituir la línea a través de la cual la promesa se cumpliría. Y por si este caso no fuese suficientemente claro – ya que Ismael e Isaac no eran hijos de la misma madre – el Apóstol añade el ejemplo de Esaú y Jacob, quienes eran mellizos. Dios mismo dispuso quién de ellos dos sería el heredero a través del cual la promesa tendría continuidad; y esto por su soberana decisión anunciada desde antes de su nacimiento, es decir, independientemente de la disposición que hubieran mostrado o las obras que hubieran realizado ambos hermanos (v. 11-12).

Pablo cita dos Escrituras a propósito de la elección de Jacob. La primera se encuentra en Génesis 25:23 y es la respuesta de Yahveh a la pena de Rebeca porque sus hijos «luchaban dentro de su seno». Dios le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pueblos se dividen desde tus entrañas. Uno será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor». En su contexto original es más una profecía que un decreto de predestinación; de todos modos indica el propósito de Dios, es decir, su soberana elección.

El segundo texto proviene de Malaquías 1:2-3 y se refiere al diferente curso posterior de las naciones surgidas de Jacob y Esaú, es decir los israelitas y edomitas, respectivamente. “Odio en el sentido ordinario no encajaría en la situación, ya que Dios otorgó muchas bendiciones sobre Esaú y sus descendientes. El «aborrecimiento» es simplemente una forma de decir que Esaú no fue el objeto del propósito de la elección de Dios” (Everet F. Harrison, Romans. En Frank E. Gaebelein (Ed), The Expositor’s Bible Commentary. Grand Rapids: Zondervan, 1976; 10:105).

Aunque este pasaje y los versículos que siguen son a menudo esgrimidos para justificar la idea de una predestinación en cuanto al destino eterno (salvación o perdición) de las personas, debe notarse que Pablo no trata de este tema aquí. Toda la sección trata del llamado al servicio de la promesa de personas o pueblos, en el contexto de los planes divinos para la redención humana. El Apóstol no dice que Isaac se salvó e Ismael no, ni que Esaú se perdió en tanto que Jacob fue redimido. La elección soberana de Dios en la que Pablo se concentra aquí concierne a las personas y acontecimientos que llevaron al cumplimiento de la promesa para redención así de judíos como de gentiles.

Romanos 9:14-18
¿Qué diremos entonces? ¿Que hay injusticia en Dios? ¡De ningún modo!
Porque El dice a Moisés: TENDRE MISERICORDIA DEL QUE YO TENGA MISERICORDIA, Y TENDRE COMPASION DEL QUE YO TENGA COMPASION .
Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
Porque la Escritura dice a Faraón: PARA ESTO MISMO TE HE LEVANTADO, PARA DEMOSTRAR MI PODER EN TI, Y PARA QUE MI NOMBRE SEA PROCLAMADO POR TODA LA TIERRA .
Así que del que quiere tiene misericordia, y al que quiere endurece.

Habiendo mostrado con los ejemplos de Isaac e Ismael y de Jacob y Esaú la realidad de que no todos los descendientes físicos de Abraham son los llamados como continuadores de la promesa, Pablo responde a otra objeción: ¿Es Dios injusto en sus tratos con los hombres?

De nuevo, el Apóstol responde con un rotundo «NO». No hubo injusticia en la elección de Isaac y de Jacob, como tampoco la hay en otros casos que podrían plantearse. En lugar de atenuar esta verdad, Pablo insiste en ella con otro ejemplo, esta vez tomado del Éxodo. Aquí contrasta lo dicho a Moisés con lo declarado a Faraón.

Después del incidente del becerro de oro (Exodo 32) Yahveh Dios había declarado a Moisés: «Anda, vete de este lugar, junto con el pueblo que sacaste de Egipto ... Yo no los acompañaré, porque ustedes son un pueblo terco, y podría yo destruirlos en el camino» (33:1). Pero más tarde, luego de que el pueblo hubo mostrado señales de arrepentimiento (33:4-6), Moisés le rogó a Dios que les acompañara, y el Señor accedió. Es en este contexto que declara Yahveh: «Y verás que tengo clemencia de quien quiero tener clemencia, y soy compasivo con quien quiero serlo». Esta clemencia y compasión se manifestó concretamente en la preservación del pueblo culpable por pura gracia, y no por el deseo o el esfuerzo humanos (de hecho, con frecuencia en oposición a éstos).

La declaración a Faraón pareciera diametralmente opuesta, pero en realidad es parte del mismo propósito salvador: El endurecimiento de Faraón, que puso a todo su imperio en contra de los israelitas, sirvió para poner de manifiesto que la liberación de ellos no se debió a la voluntad humana sino al poder de Dios. Yahveh sabía desde el principio que el faraón no consentiría la partida del pueblo: «Yo sé bien que el rey de Egipto no va a dejarlos ir, a no ser por la fuerza. Entonces manifestaré mi poder y heriré de muerte a los egipcios con todas las maravillas que realizaré entre ellos. Después de eso el faraón los dejará ir» (Exodo 3:19-20). Como Dios lo había previsto, el faraón endureció su corazón (Éxodo 7:13-14; 8:15,19,32; 9:7). Como consecuencia judicial de la obcecación del soberano egipcio, Dios mismo hizo que su corazón se endureciese aún más (Éxodo 9:12; 10:1, 20, 27; 11:10; 14:8). En otras palabras, la arrogante obstinación del faraón fue la ocasión para que Dios manifestase de manera inequívoca su poder.

De modo que la soberanía de Dios conforme al propósito de su promesa se manifiesta tanto en la preservación de Israel cuando merecía la destrucción, como en el endurecimiento del Faraón. Esto da ocasión a la tercera pregunta u objeción.


Romanos 9:19-29
Me dirás entonces: ¿Por qué, pues, todavía reprocha Dios ? Porque ¿quién resiste a su voluntad?
Al contrario, ¿quién eres tú, oh hombre, que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el objeto modelado al que lo modela: Por qué me hiciste así?
¿O no tiene el alfarero derecho sobre el barro de hacer de la misma masa un vaso para uso honroso y otro para uso deshonroso?
¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a demostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira preparados para destrucción?
Lo hizo para dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano El preparó para gloria, es decir , nosotros, a quienes también llamó, no sólo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles.
Como también dice en Oseas:
A LOS QUE NO ERAN MI PUEBLO, LLAMARE: "PUEBLO MIO",
Y A LA QUE NO ERA AMADA: "AMADA mía ."
Y ACONTECERA QUE EN EL LUGAR DONDE LES FUE DICHO: "VOSOTROS NO SOIS MI PUEBLO",
ALLI SERAN LLAMADOS HIJOS DEL DIOS VIVIENTE .
Isaías también exclama en cuanto a Israel: AUNQUE EL NUMERO DE LOS HIJOS DE ISRAEL SEA COMO LA ARENA DEL MAR, sólo EL REMANENTE SERA SALVO;
PORQUE EL SEÑOR EJECUTARA SU PALABRA SOBRE LA TIERRA CABALMENTE Y CON BREVEDAD .
Y como Isaías predijo:
SI EL SEÑOR DE LOS EJERCITOS NO NOS HUBIERA DEJADO DESCENDENCIA,
HUBIERAMOS LLEGADO A SER COMO SODOMA, Y HECHOS SEMEJANTES A GOMORRA.

El imaginario interlocutor de Pablo cuestiona: si la voluntad divina es irresistible, «Entonces, ¿por qué nos echa la culpa Dios?» (NVI). La contestación apostólica en este punto consiste en impugnar el derecho del objetante de formular siquiera esta pregunta. La criatura no puede enjuiciar al Creador. En este punto introduce la analogía del alfarero y la arcilla con la cual modela diferentes piezas según su voluntad.

La figura del alfarero aparece en los profetas (Isaías 29:16; 45:9; Jeremías 18:2-6) con referencia al propósito soberano de Dios con respecto a Israel: Yahveh le dio forma, y puede según le parezca darle una forma nueva, que cumpla mejor su función. El barro no está en pie de igualdad con el alfarero, ni tiene opinión en el propósito de éste. El alfarero puede hacer vasos con diferentes fines, «honrosos» y «deshonrosos» o «comunes». Cada uno tiene una utilidad. Y si la vasija que está haciendo se arruina, puede emplear el mismo barro para formar otra. «¿No puedo yo hacer con vosotros, casa de Israel, lo mismo que este alfarero?». La respuesta obvia a esta pregunta es «sí». Dios puede hacerlo. De ahí que Pablo continúe diciendo: «¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a demostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira preparados para destrucción?»

El hombre no puede disputar con Dios sobre la base del derecho. Esto es lo que Pablo cuestiona, ya que «contestarle a Dios» o «altercar con Dios» es una expresión forense. Siendo Dios el juez supremo, no hay modo de entablarle un pleito. Nadie puede decirle a Dios que no tiene derecho. Solamente puede confiar en Su gracia. En el terreno del derecho todos estamos bajo justa condenación del soberano Dios (cf. Romanos 3:19).

He aquí la respuesta para el justo a sus propios ojos que contiende con Dios: Pablo no le habla más que del derecho. La Biblia revela a Dios bajo otro aspecto para los que recurren a su gracia: ellos saben que Dios no obra de un modo arbitrario y fatal, sino siempre de conformidad a su sabiduría y su amor; ellos saben “que él quiere que todos sean salvados”, que “usa de paciencia, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento”; que Cristo no “echa fuera a ninguno de los que a él van” (1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9; Juan 6:37); saben por último que hay una gran diferencia, en un punto, entre la parábola empleada aquí por el apóstol y la realidad, entre los vasos del alfarero y los pobres pecadores que compara: es que éstos son todos seres morales y responsables; que en todos halla Dios el mal ya existente; que, por último, si los unos no pueden hacerse vasos para uso honroso, sino por la obra de su gracia, los otros permanecen tal como están, porque contestan a Dios por vía de la justicia. La arcilla en la mano del alfarero no contiende. Poder hacerlo es señal de la libertad moral.

L. Bonnet, A. Schroeder, Comentario del Nuevo Testamento. Traducción castellana de A. Cativiela. Buenos Aires: Junta Bautista de Publicaciones, sin fecha (original 1891); 3: 136-137.

No debe olvidarse el tema central de estos capítulos, el cual es el problema de la nación de Israel. Ahora, de forma paralela con los «vasos de uso deshonroso» y «vasos de uso honroso», Pablo se refiere respectivamente a «vasos de ira» y «vasos de misericordia». De los primeros, nos dice que Dios los «soportó con mucha paciencia» a estos, aunque estaban «preparados para la destrucción». Esta destrucción anunciada es la consecuencia del juicio de Dios, pero la paciencia o longanimidad (griego makrotimias) de la que aquí se habla indica que, lejos de ser este juicio un decreto predestinador arbitrario de parte de Dios, responde al hecho de la justicia divina ejecutada por quienes no han sabido valorar su paciencia y su misericordia. Estos «vasos» han abusado de la paciencia de Dios hasta el colmo, y de aquí que deban experimentar su ira; esto se hará más evidente en los versículos 30-33.

En el griego, los versículos 22-24 son una sola frase: «¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a demostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira preparados para destrucción, y para dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano Él preparó para gloria, nosotros, a quienes también llamó, no sólo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles?»

Aparentemente los «vasos de ira» representan aquí los judíos incrédulos a quienes Dios ha soportado por largo tiempo a pesar de la obstinación de ellos y su rechazo del Mesías, en tanto que los «vasos de misericordia» son los creyentes en Cristo, tanto judíos como gentiles, es decir la Iglesia. A estos, que sí han respondido al llamado de Dios y han recibido la salvación por gracia, ha determinado Él dar a conocer «las riquezas de su gloria».

Por esta razón el Apóstol cita el texto de Oseas – ¡que en su contexto original se refiere a la restauración de Israel! – a propósito del nuevo pueblo que Dios ha formado con los que son de la fe de Abraham, tanto judíos como gentiles. Y por el contrario, con respecto a la nación de Israel, los «israelitas según la carne», cita un texto de Isaías referido al remanente: el verdadero Israel, los que de toda la nación heredan la promesa de Abraham, no son sino un resto, una parte. El contexto original del pasaje es la invasión asiria, producto de un justo juicio de Dios. Y la preservación de aquel remanente no es el producto de la justicia humana, sino de la gracia divina; de ser por un estricto criterio de justicia, el destino de Israel no hubiera sido diferente del trágico final de Sodoma y Gomorra.


Romanos 9:30-33
¿Qué diremos entonces? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, alcanzaron justicia, es decir, la justicia que es por fe; pero Israel, que iba tras una ley de justicia, no alcanzó esa ley.
¿Por qué? Porque no iban tras ella por fe, sino como por obras. Tropezaron en la piedra de tropiezo, tal como está escrito:
HE AQUI, PONGO EN SION UNA PIEDRA DE TROPIEZO Y ROCA DE ESCANDALO ;
Y EL QUE CREA EN EL NO SERA AVERGONZADO .

Ahora Pablo llega al centro del problema de sus compatriotas, en contraste con los gentiles o no judíos. Desde luego, no se trata de todos los gentiles, como tampoco de todos los judíos. Se trata de un contraste entre los gentiles que aceptan la justificación por la fe y los judíos que se obstinan en aferrarse a la Ley como vía de justificación.

La imagen es la de una carrera pedestre. Los judíos corrían esforzadamente pero por obras, para alcanzar una «ley de justicia». Los gentiles ni siquiera estaban participando, pero ganaron la competencia – alcanzaron la justicia de Dios – por medio de la fe. No se trata, obviamente, que el Apóstol exalte el descuido de los gentiles: «El éxito gentil es atribuido a su evitación del falso enfoque del judío y a su disposición a recibir la justicia como un don.» (Harrison, o.c., p. 109).

Por otro lado, en su fútil intento de establecer su propia justicia, y con ella su derecho ante Dios, los judíos tropezaron en su frenética carrera. Pablo cita aquí dos pasajes de Isaías (8:14; 28:16). La piedra de tropiezo es, desde luego, Jesucristo; si bien él es la Piedra angular de la salvación de Dios, para quienes se niegan a recibirlo él se torna motivo de tropiezo y de descalificación de la competencia. Sin embargo, sigue siendo cierto tanto para el judío como para el griego, que, como Pablo sabía bien por su propia experiencia, «quien crea en Él no será avergonzado».

En resumen, al problema de por qué muchos hebreos rechazaban al Mesías, Pablo contesta:

1. Que la promesa de Dios no ha sido invalidada, pues no por ser miembro de la nación de Israel se tiene automáticamente derecho a la herencia.
2. Que Dios no es injusto, pues dispone todas las cosas conforme a sus planes, administrando misericordia y juicio en conformidad con ellos.
3. Que el hombre no está en absoluto en condición de cuestionarle a Dios su proceder, en particular su disposición de tolerar pacientemente a los rebeldes con el objeto de mostrar «las riquezas de su gloria» y su misericordia a todo el que crea, tanto judío como gentil.
4. Que, de hecho, si hay judíos que aceptaron el Evangelio fue solamente por la gracia de Dios, quien ha conservado un remanente.
5. Que el grave tropiezo de Israel ha sido pretender establecer su propia justicia por medio de la Ley, en tanto que los gentiles han aceptado la justicia de Dios por medio de la fe.


(continuará)

Bendiciones en Cristo

Jetonius

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ROMANOS 10

ROMANOS 10

Ya que nadie más ha estimado apropiado opinar o hacer alguna contribución, paso al capítulo 10.

ROMANOS 9- 11


PARTE 2


ROMANOS 10

En el capítulo anterior, a propósito del problema del rechazo del Evangelio por parte de la nación de Israel, Pablo ha planteado el tema sobre la base de la soberanía divina en la elección de personas o pueblos para que lleven adelante sus propósitos. Solamente al final (v. 30-33) el Apóstol introduce la cuestión de la parte humana del problema, es decir, la razón por la cual la nación de Israel se ha alienado a sí misma del propósito divino. En el capítulo 10 este tema se desarrolla con mayor detalle.


Romanos 10:1-4
Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos es para su salvación.
Porque yo testifico a su favor de que tienen celo de Dios, pero no conforme a un pleno conocimiento.
Pues desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios.
Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree.


Tras haber declarado en el capítulo anterior que el Señor es a la vez piedra de tropiezo (para el que confía en el cumplimiento de la Ley) y roca de salvación (para el que cree en Él), Pablo reitera su anhelo de que los judíos sean salvados. Da testimonio del celo que ellos tienen por Dios, pero lo califica como «no con discernimiento». Sabe muy bien de qué está hablando, pues él mismo compitió antes en la misma carrera y por el mismo camino que el grueso de sus compatriotas.

El hecho de que el Apóstol Pablo no solamente desee de corazón la conversión de sus hermanos según la carne, sino que además esté pidiendo a Dios por la salvación de ellos, es muy importante para justipreciar la expresión «vasos de ira» en 9:22. Si hubiese contra ellos un decreto irrevocable, vanos serían tanto el «buen deseo» (eudokia) como la súplica del Apóstol.

Según expone Pablo, el problema fundamental de los judíos no es ninguna predestinación para perdición, sino que su celo está mal dirigido. En efecto, buscan a Dios pero pretenden establecer su propia justicia por medio del cumplimiento escrupuloso de la Ley. Esto implica ignorar o, peor aun, despreciar la justicia de Dios y por ende no someterse a ella. Esta justicia de Dios, única en la cual hay esperanza, es la manifestada en Cristo, es decir, en su persona y su obra redentora. Por eso Jesucristo es «el fin de la Ley».

En griego, como en español, la palabra telos, fin, puede significar tanto la conclusión como el objetivo de algo. La cláusula puede entonces significar «Cristo es el objetivo al cual apuntaba la Ley» o «Cristo aquel la Ley se da por concluida». Ambas cosas son correctas. Según el propio Señor, el conjunto de las Escrituras del Antiguo Pacto daban testimonio de Él (Lucas 24:25-27; 44-47; Juan 5:39). Y el hecho de que Jesús cumpliese perfectamente la Ley hizo de su muerte expiatoria una propiciación suficiente para los pecados de todos (Romanos 5:12-21; Hebreos 2:9-18).

Como quiera que se tome, no es correcto considerar que Cristo simplemente «completa» la Ley, como si la posición judía sólo necesitase ser completada. El argumento de Pablo apunta a que la búsqueda de la justicia propia por medio del cumplimiento de la Ley es el error fatal que priva a sus compatriotas de la verdadera justicia de Dios disponible solamente en Cristo y por él.

Ahora bien, esta justicia de Dios manifestada en Cristo «aparte de la Ley» (3:21) está disponible para «todo el que cree», como antes había dicho: «Y el que cree en él no será avergonzado» (9:33). Nadie está excluido, a condición de que crea en Jesucristo, y ahora Pablo desarrolla esta enseñanza con mayor claridad.


Romanos 10:5-13
Porque Moisés escribe que el hombre que practica la justicia que es de la ley, vivirá por ella.
Pero la justicia que es de la fe, dice así: NO DIGAS EN TU CORAZON: "¿QUIEN SUBIRA AL CIELO ?" (esto es, para hacer bajar a Cristo), o "¿QUIEN DESCENDERA AL ABISMO ?" (esto es, para subir a Cristo de entre los muertos).
Mas, ¿qué dice? CERCA DE TI ESTA LA PALABRA, EN TU BOCA Y EN TU CORAZON , es decir, la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo; porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.
Pues la Escritura dice: TODO EL QUE CREE EN EL NO SERA AVERGONZADO .
Porque no hay distinción entre judío y griego, pues el mismo Señor es Señor de todos, abundando en riquezas para todos los que le invocan; porque: TODO AQUEL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SERA SALVO .


Aquí Pablo contrasta la «justicia de la Ley» con la justicia de Dios que es por fe. En primer lugar alude a Levítico 18:5, «Observen mis estatutos y mis preceptos, pues todo el que los practique vivirá por ellos» (NVI). Observar y practicar es la exigencia de la Ley. En contraposición, la justicia que es por la fe exige creer. Pablo cita a este efecto Deuteronomio 30:12-14, que en su contexto original es parte de una exhortación a cumplir la Ley (cf. v. 9-10), pero le da una nueva aplicación. Quizá el Apóstol está razonando de menor a mayor: si esto pudo decir Moisés de la Ley, con mucho mayor razón puede decirse del Evangelio. También puede que esté exponiendo en función de su declaración previa de que Cristo es el fin de la Ley (v. 4). En todo caso, lo que Moisés dijo de la Ley, Pablo lo aplica al Evangelio, para lo cual bajo la inspiración del Espíritu emplea libremente el texto deuteronómico, adaptándolo a su argumento.

Lo que Dios le exige al hombre no es alguna tarea imposible. Quien es confrontado con el Evangelio no debe pensar que se demanda de él que suba al cielo para hacer bajar a Cristo. Dios mismo hizo esto en nuestro favor «en la plenitud del tiempo» (Gálatas 4:4). Tampoco se le exige «descender al abismo» (en Deuteronomio dice «cruzar el mar») y resucitar a Cristo de entre los muertos. Esto ya lo hizo el poder del Espíritu Santo de Dios. Obviamente ambas cosas están completamente fuera del alcance del hombre, pero Dios ya lo ha hecho por nosotros.

Por tanto, no son estas cosas lo que Dios exige, sino oír y creer una Palabra que está a nuestro alcance. De nuevo, Pablo utiliza el texto de Deuteronomio (30:14) con respecto al Evangelio: esta Palabra cercana es «la palabra de fe que predicamos». De modo que todo el que confiesa a Jesús como Señor y cree en su resurrección será salvo. Nótese que el orden aquí –confesar y creer- se halla bajo la influencia del texto deuteronómico, «en tu boca y tu corazón». Lógicamente la fe precede a la confesión, pero el Apóstol lo presenta como las dos caras de la misma moneda; y en todo caso da el orden lógico en el siguiente versículo (10) como parte de la misma frase: «porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación». Aquí «justicia» y «salvación» no son dos cosas independientes sino superpuestas e inseparables.

Pablo remata su argumento con el final del texto de Isaías (28:16) con respecto a la Roca puesta en Sion que ya citara en 9:33, pero subraya el alcance universal de esta oferta de salvación: «Todo el que cree en Él no será avergonzado». El llamado es por igual para judíos y gentiles, pues Dios es Señor de todos y todos pueden invocarlo. Las riquezas de Dios están dispuestas para los que lo invocan, y Pablo remacha esta afirmación con una cita de Joel, «Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo». Este es un texto que también empleó Pedro en el día de Pentecostés.

La diferencia es que en Pentecostés todos los oyentes eran judíos, y todavía no estaba claramente revelado el misterio de la participación de los gentiles. En cambio Pablo aplica este mismo texto profético precisamente para subrayar que judíos y gentiles son convocados a la misma salvación a través de un mismo y único Evangelio: todos cuantos invoquen el nombre del Señor Jesucristo serán salvos.


Romanos 10:14-16
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito: ¡CUAN HERMOSOS SON LOS PIES DE LOS QUE ANUNCIAN EL EVANGELIO DEL BIEN !
Sin embargo, no todos hicieron caso al evangelio, porque Isaías dice: SEÑOR, ¿QUIEN HA CREIDO A NUESTRO ANUNCIO ?


Habiendo establecido la universalidad del alcance de la oferta de salvación para «todo el que invoque el nombre del Señor», Pablo plantea otro problema, con una secuencia lógica. Para invocar a alguien, hay que creer en tal persona. Para creer, hay que oírla primero (en griego dice «en aquel a quien no han oído», no «en aquel de quien no han oído»). Y para oír a Cristo hay que escuchar a quienes lo predican. Y para que haya quienes lo prediquen, deben ser enviados.

El Apóstol deja claro que estos enviados –de los cuales él es un ejemplo sobresaliente- ciertamente existen, y cita al efecto el texto de Isaías 52:7 que habla de las «buenas nuevas», en griego evangelion , de donde proviene nuestro vocablo «evangelio». En su contexto original, la buena nueva es el anuncio del fin del cautiverio babilónico, pero en el uso del Apóstol se refiere a una liberación mayor que la de Egipto o Babilonia: es la buena nueva de Jesús el Mesías.

Es decir que no faltan enviados que prediquen; de hecho, «enviado» es el significado primario de la palabra «apóstol». Lo que ocurre es que algunos tienen oídos sordos, como dijera Isaías (53:1), precisamente en uno de los principales pasajes referidos al Mesías en el Antiguo Testamento. No es que el Mesías de Israel no haya venido, sino que no ha sido escuchado.



Romanos 10:17-21
Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.
Pero yo digo, ¿acaso nunca han oído? Ciertamente que sí:
POR TODA LA TIERRA HA SALIDO SU VOZ,
Y HASTA LOS CONFINES DEL MUNDO SUS PALABRAS .
Y añado: ¿Acaso Israel no sabía? En primer lugar, Moisés dice:
YO OS PROVOCARE A CELOS CON UN pueblo QUE NO ES PUEBLO;
CON UN PUEBLO SIN ENTENDIMIENTO OS PROVOCARE A IRA .
E Isaías es muy osado, y dice:
FUI HALLADO POR LOS QUE NO ME BUSCABAN;
ME MANIFESTE A LOS QUE NO PREGUNTABAN POR MI .
Pero en cuanto a Israel, dice: TODO EL DIA HE EXTENDIDO MIS MANOS A UN PUEBLO DESOBEDIENTE Y REBELDE .


Excepto por una revelación directa (como fue el caso del propio Pablo) para creer en Cristo es preciso que alguien predique el Evangelio. Por tanto, una posible razón por la cual muchos judíos no creen es que no hayan oído hablar de Jesucristo. Sin embargo, esta no es la causa, pues de hecho sí han oído. Para subrayar por vía de hipérbole el amplio alcance de la predicación apostólica, Pablo emplea un texto del Salmo 19, que habla del testimonio que la propia creación da del Dios vivo, tema que ya ha tratado a propósito de la incredulidad de los gentiles (Romanos 1:20). En el Salmo son los cielos, los días y las noches los que, sin palabras, proclaman la gloria de Dios. ¡Con cuánta mayor razón puede aplicarse el texto a los que traen el mensaje salvador de la justificación por gracia mediante la fe en Jesucristo!

Además, agrega Pablo, Israel no puede alegar ignorancia porque estas cosas estaban anunciadas en las Escrituras. Ya Moisés había hablado de cómo Dios provocaría a celos a Israel, en su cántico conservado en Deuteronomio 32:21, en el contexto de la idolatría de la nación. Y lo mismo se aplica, según el Apóstol, a los judíos que rechazan el Evangelio cuando ven a los gentiles recibiendo el don de la salvación en Cristo. La supuesta superioridad que los judíos se atribuían sobre la base de su búsqueda de la justicia por medio del cumplimiento de la Ley sería humillantemente refutada ante la conversión de muchos gentiles.

Pablo también ve en Isaías 65:1-2 una profecía de lo que habría de ocurrir con los gentiles y con Israel. Al escribir «Fui hallado por los que no me buscaban», el Apóstol no alaba, desde luego, la actitud de indiferencia ni la ignorancia de los gentiles. Está subrayando la paradoja de que quienes ni sabían de Dios reconocieron y aceptaron el Evangelio cuando les fue predicado, mientras que los judíos, quienes en virtud de su historia y conocimiento estaban en una posición privilegiada para oír, entender y aceptar, lo rechazaron. La razón que Pablo da es simplemente la rebeldía de la nación de Israel: aunque Dios la ha llamado continuamente, ella se rehúsa a creer y por tanto a aceptar la salvación en los términos que Dios la ofrece.

Dios es quien está buscando, alcanzando continuamente a su pueblo con un ruego a Israel para que retorne a Él en amorosa obediencia, sólo para ser rechazado. De modo que podemos extraer la conclusión de que la condición espiritual de Israel no proviene de una falta de oportunidad de escuchar el evangelio ni de una falta de entendimiento acerca de su contenido, sino que debe trazarse a un espíritu obcecado y rebelde como el que surgió en los días de Moisés y los días de los profetas. Es tanto más grave ahora porque Dios ha hablado su palabra definitiva en su Hijo y ha sido rechazado por aquellos quienes debieran haber sido los más prontos para responder.

Everet F. Harrison, o.c., p. 115.

(Continuará)

Bendiciones en Cristo

Jetonius

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Bediciones para todos

6.
No que.

Pablo explica que su dolor por sus compatriotas no debe entenderse como que significa el fracaso de las promesas de Dios para Israel.

Palabra de Dios.
Es decir, la voluntad y el propósito manifestados por Dios.

No todos los que descienden de Israel.
Pablo dice claramente que no todos los que descienden de Israel pertenecen realmente a Israel en el pleno significado espiritual de ese nombre. Su propósito al pronunciar esta afirmación es explicar cómo es que no ha fallado la palabra de Dios para Israel. El cumplimiento de la promesa de Dios está limitado a los que cumplen las condiciones de la relación del pacto. La palabra de Dios no fallará para ese remanente fiel y obediente.

Israelitas.
Se refiere a los descendientes de Israel según la carne, los descendientes literales de Jacob. La promesa divina fue dada a Israel, pero se incluía en esa promesa a todos los descendientes de Jacob, sin que cumplieran con otras condiciones. Pablo ya ha explicado que los que tienen fe son los verdaderos hijos de Abrahán (Rom. 4; Gál. 3: 7-9; cf. Rom. 2: 28-29).

7.
Descendientes.
ver Gál. 3: 29.

HiJos.
En el sentido más pleno, como en el cap. 8: 17: "si hijos, también herederos". Los descendientes de Abrahán no tienen el derecho a la herencia sencillamente porque pueden trazar su ascendencia física hasta él.

En Isaac.
O "por medio de Isaac". La misma palabra griega traducida "en" se ha traducido "por" en Mat. 9: 34 y 1 Cor. 6: 2, y "en" en Col. 1: 16 (RVR). Las palabras traducidas "en Isaac te será llamada descendencia" son una cita de Gén. 21: 12, LXX (cf. Heb. 11: 18).

Llamada.
Según la carne, tanto Isaac como Ismael eran hijos de Abrahán; sin embargo, las promesas fueron dadas a Isaac y a sus descendientes. Se excluyó a Ismael; pero esto no significa que Ismael y sus descendientes quedaban fuera de los alcances de la salvación, sino sencillamente que Dios había escogido a los descendientes de Isaac para que fueran sus misioneros para el mundo. Ellos debían revelar los principios del reino de Dios ante las naciones, para que los hombres fueran atraídos al Señor (ver t. IV, pp. 28-32; com. Eze. 25: 1). Dios se reserva el derecho de asignar diversas responsabilidades a los hombres y a las naciones (ver com. Dan. 4: 17).

8.
Hijos según la carne.

Estos son los descendientes naturales como Ismael (ver Gál. 4: 23); pero las bendiciones espirituales no se heredan por esta clase de descendencia.

Hijos de Dios
Históricamente se refiere a los descendientes de Abrahán por medio de Isaac, a los que estaban en la relación del pacto con Dios, y heredaron las promesas y recibieron los privilegios del pueblo escogido. Basándose en la diferencia entre Isaac e Ismael, Pablo deriva el principio de que ser verdaderos hijos de Abrahán y verdaderos hijos de Dios, no depende únicamente de la descendencia física o natural. Esta era una doctrina muy difícil para los judíos, pues su creencia favorita era que por el solo hecho de ser judíos ya eran hijos de Dios. ¡Pero cuán animador debe haber sido este mensaje de Pablo para los gentiles!

Hijos según la promesa.
Sin duda se hace referencia al caso de Isaac. Este nació cuando Abrahán y Sara habían pasado la etapa de la vida en que biológicamente eran capaces de tener un hijo. Pero la promesa de Dios y la aceptación de ésta por fe hizo posible que llegaran a ser los padres de Isaac (ver com. cap. 4: 18-21). Y así mismo, como Pablo lo explica en Gál. 4: 21-31, por medio del nuevo nacimiento 582 espiritual los gentiles pueden llegar a ser hijos de Abrahán, hijos de la promesa (vers. 28).

9.
Palabra de la promesa.

La frase podría traducirse "porque de promesa es esta palabra". En el griego el énfasis se pone sobre la palabra "promesa". Pablo quiso recalcar que cuando Dios dijo: "Al tiempo señalado vendré a ti, y. . . Sara tendrá un hijo", él hizo una promesa. El nacimiento de Isaac dependía de la promesa; la promesa no dependía del nacimiento. Si no hubiese sido por la promesa divina y la intervención de Dios, no hubiera nacido Isaac. Pablo luego deduce el principio de que una simple vinculación "según la carne" con la raza judía no implica necesariamente participar en la promesa, así como tampoco lo fue en los días de Isaac e Ismael.

Por este tiempo.
Gr. "según este tiempo". Es una cita de Gén. 18: 10, 14.

10.
Y no sólo esto.

Pablo ahora presenta una ilustración más clara del mismo principio. Podría argumentarse que la elección de Isaac y el rechazo de Ismael se comprende fácilmente si se considera que Sara era la esposa de Abrahán y que Agar era sólo una sierva (Gén. 16: 1). Pero la preferencia que se le dio a Jacob antes que a Esaú no podría explicarse de esa manera, pues sus orígenes eran idénticos.

Sino también cuando Rebeca.
La sentencia que comienza con estas palabras queda interrumpida por el paréntesis del vers. 11, y continúa en el vers. 12; sin embargo, el significado es claro. Se menciona a Rebeca y no a Isaac porque la profecía citada en el vers. 12 le fue dirigida a ella.

De uno.
Estas palabras puntualizan que había sólo un padre; sin embargo, aunque Jacob y Esaú tenían el mismo padre y la misma madre, la condición que le correspondió a cada uno en la vida fue diferente.

Isaac nuestro padre.
El padre de los gemelos era el patriarca de la raza escogida; sin embargo, Jacob fue elegido como progenitor de la nación mediante la cual Dios tenía el plan de difundir el conocimiento de su voluntad.

11.
No habían aún nacido.

El hecho de que el menor tendría preeminencia sobre el mayor fue predicho a Rebeca antes del nacimiento de los dos (ver com. vers. 12).

Elección.
Gr. eklog', "selección" (ver Hech. 9: 15; Rom. 11: 5, 7, 28; 1 Tes. 1: 4; 2 Ped. 1: 10). Deriva del verbo eklégomai, "escoger", "elegir" (ver com. Rom. 8: 33). En cuanto a cómo se relaciona la elección con la salvación, ver com. cap. 8: 29; PP 206-208; TM 453-454.

Permaneciese.
O "continuase". Esto es lo opuesto a "no que. . . haya fallado" (vers. 6).

No por las obras.
O no debido a mérito alguno ganado mediante obras.

El que llama.
Dios se reserva el derecho de asignar a los hombres y a las naciones diversas responsabilidades (ver com. vers. 7). Los hombres pueden anhelar "los dones mejores" (1 Cor. 12: 31), pero es Dios quien, por medio del Espíritu, distribuye los dones "como él [el Espíritu] quiere" (vers. 7-11). El hecho de que Jacob fuera elegido para ser el progenitor de la nación que sería el instrumento evangelizador de Dios, no significa en lo más mínimo que su hermano fuera elegido para la perdición. Una deducción tal es completamente falsa. Este pasaje ha sido usado para apoyar la doctrina de que Dios predestina a algunos para la salvación y a otros para la condenación eterna, sin tener en cuenta el carácter. Pero esta doctrina es contraria a todo el contenido de las Escrituras (ver com. Rom. 8: 29), y por lo tanto Pablo no puede enseñarla en este versículo. Su referencia a la muy conocida historia de Isaac e Ismael, Jacob y Esaú, tiene el propósito de destacar ante los judíos el hecho vital de que las obras y la vinculación física con la raza escogida por sí solas no comprometen ni obligan a Dios a bendecir con favores y privilegios. Fue necesario que Pablo destacara este punto con firmeza, porque los judíos tergiversaban y abusaban de su relación con el pacto.

12.
Se le dijo.

"Le fue dicho a Rebeca" (BJ). Así como Pablo describe la elección de Isaac citando la predicción del Señor hecha a Abrahán (vers. 7), así también ahora describe la elección de Jacob repitiendo la predicción divina hecha a Rebeca. La cita es de Gén. 25: 23.

Servirá al menor.
Esta predicción no se cumplió literalmente en el caso de Jacob y Esaú, sino en la historia posterior de sus descendientes (ver Gén. 25: 23). Por la predicción original es claro que la elección divina de Jacob y el rechazo de Esaú, incluían también a las naciones que descendieron de ambos.

13.
Como está escrito.

Una cita de Mal. 1: 2-3. 583

A Jacob amé.
Este versículo no explica la razón por la cual Dios eligió a Jacob y rechazó a Esaú, sino que describe la historia de los dos hijos y de los dos pueblos que descendieron de ellos: Israel y Edom. Por el contexto de Mal. 1: 2-3 es evidente que se incluye a los descendientes y también a los antepasados.

A Esaú aborrecí.
Esta fuerte expresión no significa odio según lo entendemos hoy, sino sencillamente que Dios prefirió a Jacob antes que a Esaú como progenitor de la raza escogida (ver vers. 10-11). Parece que en los tiempos bíblicos era común usar el término "aborrecer" con este sentido. Lea era "odiada" por Jacob porque éste prefería a Raquel (Gén. 29: 30-31, VM); y Jesús dice que para seguirlo a él es necesario "aborrecer" a padre y madre (Luc. 14: 26) y "aborrecer" la propia vida (Juan 12: 25). Cf. Mat. 6: 24; ver Mal. 1: 3.
Cuando Pablo se refiere a la historia de los patriarcas muestra que cuando Dios eligió al Israel espiritual (ver com. Mat. 21: 33-43), en vista de que los judíos no cumplieron el propósito divino, estaba actuando plenamente en armonía con su proceder en el pasado. Dios no es injusto con nadie. Al llamar a la iglesia cristiana para que cumpliera sus propósitos para el mundo, Dios está siguiendo el mismo principio que originalmente empleó cuando eligió a los israelitas y rechazó a los edomitas y a los ismaelitas. Pablo continúa probando que el rechazo actual tampoco implica que Dios sea injusto.

14.
¿Qué, pues, diremos?

En esta forma comienza la primera de las dos posibles objeciones que un judío podría presentar contra el razonamiento de Pablo. La segunda está en el vers. 19. La elección de Israel y el rechazo de Ismael y de Esaú eran ejemplos de elecciones divinas que un judío podía aprobar gustosamente. Pero Pablo ya ha argumentado que estos ejemplos implican un principio que justificaría la exclusión de la incrédula nación de los judíos, y espera que inmediatamente se presente una objeción contra tal conclusión.

¿Hay injusticia?
La construcción en griego implica una respuesta negativa. Pablo responde apoyándose en una autoridad que no podía ser puesta en duda por un judío. Dios no puede ser acusado de ser injusto, pues en el AT Dios se atribuye expresamente la libertad de tratar con los hombres de acuerdo con sus propios propósitos divinos, los cuales son siempre sabios y justos.
En ninguna manera.
Ver Rom cap. 3: 4.

15.
Tendré misericordia.

Estas palabras fueron dirigidas a Moisés cuando pidió ver la gloria de Dios (Exo. 33: 19). No se trata de la salvación personal, sino del derecho de Dios de conceder ciertos favores a quienes le plazca. El hecho de que Dios no nos revele su gloria hasta donde se la mostró a Moisés, no es una evidencia de que sea injusto. "Dios es demasiado sabio para equivocarse, y demasiado bueno para negar un bien a los que andan en integridad" (CC 96; cf. Sal. 84: 11).

Del que.
Mejor "de quienquiera". Pablo está citando estas palabras de Exo. 33: 19 para destacar que a Dios le corresponde decidir quiénes han de ser los que reciban ciertos favores. Al hombre no le corresponde imponer esto a Dios.

16.
Así que.

La deducción que se saca de las palabras de Dios a Moisés es que la concesión de ciertos privilegios no depende de la voluntad ni del esfuerzo del hombre sino de la sabiduría de Dios, quien sabe qué es lo mejor y que ejecuta "silenciosa y pacientemente los consejos de [su] voluntad" (Ed 169).

Corre.
Se denota un esfuerzo agotador. Sin duda la comparación está tomada de las carreras pedestres, una ilustración que a Pablo le agrada (1 Cor. 9: 24, 26; Gál. 2: 2; 5: 7; Fil. 2: 16).

Sino de Dios.
Dios busca la salvación de todos los hombres (1 Tim. 2: 4). Nadie necesita temer que quedará fuera de los alcances de la salvación. Pero Dios en su sabiduría elige los instrumentos mediante los cuales lleva a cabo sus propósitos. Si fracasan los que él elige para que cumplan cierta misión, entonces escoge a otros para que ocupen su lugar. Se amonesta a los hombres a que cooperen con los planes del cielo y que no "corran" [o se esfuercen] si el Señor no los ha llamado (cf. Jer. 23: 21).

17.
La Escritura dice.

Se personifica las Escrituras cuando se citan de esta manera (cf. Gál. 3: 8, 22). En Rom. 9: 15, Pablo usa la flexión verbal "dice", refiriéndose a Dios, para comenzar la cita de las palabras del Señor a Moisés.

Para esto mismo.
O "para este mismo propósito", e inmediatamente se dice cuál es el propósito. Se cita a Exo. 9: 16 con algunas variantes; dicho pasaje es parte de las palabras dirigidas a Faraón por medio de Moisés después de la plaga de las úlceras.

Para esto. . . te he levantado.
Gr. exegéirÇ. Este verbo aparece en el NT por segunda y última vez en 1 Cor. 6: 14, donde se usa para describir la resurrección de los muertos. Después de examinar el contexto de Exo. 9: 16 algunos han concluido que quiere decir: "Te he levantado de la enfermedad", es decir, que Faraón hasta entonces no había perecido en las plagas. Faraón, debido a su carácter rebelde, quizá merecía ser destruido; sin embargo, Dios le preservó la vida y cumplió mediante él su propósito. Otros ven una referencia más general, y creen que se trata de que Dios colocó a Faraón en el escenario de la historia (cf. Hab. 1: 6; Zac. 11: 16) y mediante él cumplió un propósito específico. Ver com. Exo. 9: 16.
Pero hay algo que definitivamente no enseña este pasaje: que Dios hubiera predestinado a Faraón a una vida de rebelión y destrucción final. Una interpretación tal estaría completamente en contra del resto de las Escrituras (ver com. Rom. 8: 29; PP 271). Lo que se está considerando no es la salvación personal de Faraón, sino su posición como dirigente de una de las más grandes naciones de su tiempo. Dios actúa mediante las naciones y sus dirigentes para cumplir sus propósitos en la tierra (ver Dan. 4: 17).

Para mostrar en ti mi poder.
El texto hebreo de Exo. 9: 16 dice: "para hacerte ver mi poder". El texto que presenta Pablo concuerda con la LXX. La persistente terquedad de Faraón hizo que las manifestaciones del poder divino fueran cada vez más grandes, hasta que finalmente aun el mismo altivo monarca fue obligado a admitir el poder superior de Dios (Exo. 9: 27). La palabra griega dúnamis, que se usa aquí para "poder", significa "poderío" o "potencia".

Sea anunciado.
O "sea publicado ampliamente". Dondequiera que se lea el libro de Exodo se está cumpliendo el propósito de Dios.

18.
De manera.

Pablo presenta, como en el vers. 16, la deducción general que debe sacarse de los ejemplos citados.

Tiene misericordia.
Ver vers. 15.

Endurece.
Gr. skl'rúnÇ. Este verbo aparece otras veces en el NT sólo en Hech. 19: 9; Heb. 3: 8, 13, 15; 4: 7. El endurecimiento del corazón de Faraón a veces se describe en el libro del Éxodo como si lo hubiera producido él mismo (Exo. 8: 15, 32; etc.), y otras veces como si lo hubiera producido Dios (Exo. 4: 21; 7: 3; etc.). En la Biblia con frecuencia se presenta a Dios como si hubiera producido lo que no impidió (ver com. 2 Crón. 18: 18). Pablo escoge aquí esta segunda forma porque era más adecuada para su propósito en este contexto. El endurecimiento del corazón de un hombre es el resultado de su rebelión contra la revelación divina y su rechazo del Espíritu divino. Pablo ya ha presentado en esta epístola la forma en que Dios permite que un hombre sufra las consecuencias inevitables de su obstinada desobediencia (Rom. 1: 24, 26, 28). En cuanto al endurecimiento del corazón de Faraón, ver Exo. 4: 21.

19.
Pero me dirás.

Esta frase introduce la segunda objeción que podría surgir ante el argumento de Pablo (cf. vers. 14).

Inculpa.
La pregunta del que presenta la objeción podría parafrasearse así: Si Dios mismo endurece el corazón de un hombre, ¿cómo puede después inculparle? ¿Es justo que Dios culpe a los pecadores si la conducta de ellos está de acuerdo con los propósitos divinos y es el resultado de la voluntad irresistible de Dios? Esta objeción puede traer históricamente a la memoria el reproche de Dios a Faraón: "¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir?" (Exo. 9: 17), y "¿hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí?" (cap. 10: 3). En el caso de Faraón, el impugnador podría decir: "Si Dios había elegido endurecer el corazón del rey, ¿por qué entonces lo inculpó?" Cf. Exo. 9: 15-16.
Pablo no intenta dar una completa respuesta a esta objeción, sino que pone énfasis únicamente en el hecho de que en el gobierno que Dios ejerce sobre el mundo se reserva la perfecta libertad para tratar con los hombres de acuerdo con las propias estipulaciones divinas y no según ellos, sin interferir, por supuesto, con las oportunidades que les da a los hombres para su salvación personal.
Algunos teólogos pasan por alto el énfasis de Pablo, y por lo tanto han sido inducidos a ver en estos versículos ideas que Pablo nunca expresó. Calvino entendía que Dios arbitrariamente creó a algunos hombres para la salvación y a otros para la destrucción. Un concepto tal del propósito de Dios no concuerda con la explicación que da Pablo en otros pasajes de esta misma epístola, en donde muestra no sólo la imparcialidad de Dios (Rom 2: 11), sino que el Señor juzgará a cada hombre de acuerdo con sus obras (cap. 2: 6-10; cf. 585 cap. 3: 22-23) y salvará a todo el que lo invoca (cap. 10: 12-13).

Ha resistido.
La pregunta significa, "¿quién es el que está resistiendo la voluntad de Dios?", pero denotando que nadie puede resistirlo.

Voluntad.
Gr. bóul'ma. Thél'ma es la palabra que comúnmente se usa en el NT para "voluntad", y no bóul'ma (cap. 2: 18; 12: 2; 15: 32). Bóulma aparece dos veces más en el NT: en Hech. 27: 43 y en 1 Ped. 4: 3. Bóul'ma implica más definidamente la idea de un propósito consciente y deliberado.

20.
Mas antes.

En griego: "Oh, hombre, en todo caso tú, ¿quién eres tú?" Se sugiere un agudo contraste entre un hombre y Dios. Pablo recuerda al hombre que su verdadera relación con Dios es la de una criatura ante su Creador. Por lo tanto, ¿qué hombre tiene derecho alguno para quejarse del proceder de Dios o para cuestionarlo? En vez de responder las preguntas presentadas en el versículo precedente, Pablo se dirige al espíritu que las promovió.

Alterques.
Gr. antapokrínomai, literalmente "responder contradiciendo". Este verbo aparece sólo una vez más en el NT en Luc. 14: 6, donde se usa para describir la incapacidad de los fariseos para "replicar" a Jesús. En este versículo puede significar también una contradicción a una respuesta que Dios ya ha dado.

Vaso de barro.
Gr. to plásma, "lo formado", o "la cosa formada". El verbo plássÇ significa "modelar" o "dar forma", tal como se hace con la arcilla o la cera. La comparación del poder de Dios con el dominio del alfarero sobre la arcilla era una idea familiar en el AT. Pablo está citando a Isa. 29: 16; 45: 9 (cf. Isa. 64: 8; Jer. 18: 6). El uso que hace Pablo de estas palabras de Isaías es muy apropiado, pues ambos escritores están considerando el mismo tema: la manera en que Dios formó a Israel como nación y, por lo tanto, su indiscutible derecho a tratar con la nación como mejor le pareciera.

¿Por qué?
Se ilustra vívidamente la presunción de albergar una queja contra Dios. El, como Creador, tiene el derecho de distribuir sus dones como le plazca (ver vers. 11).

21.
Potestad.

Gr. exousía, "derecho", "autoridad". El argumento es que negar que Dios tiene derecho de tratar con el hombre como le plazca, equivale a negar que el alfarero tiene dominio completo sobre su arcilla, lo cual es un evidente absurdo. Pablo podría estar aludiendo a Jer. 18: 6. Es importante advertir que en esta declaración de Jeremías se presenta claramente la naturaleza condicional de las promesas de Dios (Jer. 18: 7-10). Dios está operando para el bien de los hombres y de las naciones, pero tanto hombres como naciones por su terquedad y maldad causan su propia ruina.

La misma masa.
El alfarero puede, según su propio arbitrio, hacer de la misma masa de arcilla un vaso para un propósito noble y otro para un uso más humilde. Dios también tiene autoridad sobre toda la humanidad, y trata a los hombres de acuerdo con sus propios y benignos propósitos. Dios, al actuar para la salvación de la humanidad, considera adecuado permitir que hombres y naciones sufran las consecuencias de sus propias rebeliones; pero lo que Dios permite con frecuencia se presenta en la Biblia como si él lo hiciera directamente (ver com. 2 Crón. 18: 18).

22.
¿Y qué, si Dios?

Literalmente "pero si Dios". La oración es incompleta, pero la construcción no es rara (ver Luc. 19: 41-42; Juan 6: 61-62). Lo que Pablo quiere decir es: "Pero si Dios, no obstante su indiscutible derecho a tratar a sus criaturas en la forma que mejor le parezca, en la innegable realidad ha demostrado mucha longanimidad, ¿qué otra objeción puedes tú presentar contra su justicia?"

Queriendo.
Algunos comentadores interpretan el sentido de esta manera: "Debido a que Dios quiere"; otros, "mientras quiere", o "aunque Dios quiere". Con la primera interpretación Pablo estaría diciendo que Dios pacientemente soporta a los vasos de ira porque desea revelar su ira y poder con un castigo final más terrible, y por eso preservó la vida de Faraón (vers. 17), soportando pacientemente al obstinado monarca, para poder así exhibir mayores manifestaciones de su poder y de su determinación de castigarlo por su crueldad y. Pero si son correctas la segunda o la tercera traducción, lo que Pablo quiere decir es que aunque Dios desea hacer conocer su poder y su odio por el pecado, sin embargo, debido a su paciencia reprime su ira y soporta a los vasos preparados para la destrucción. Esta última interpretación parece concordar mejor con el contexto y con el tema de la epístola (cf. cap. 2: 4, donde expresamente se declara que 586 el propósito de la "paciencia y longanimidad" de Dios es inducir a los pecadores "al arrepentimiento"). Es cierto que la longanimidad o paciencia de Dios puede ser "despreciada" con lo cual se puede causar un endurecimiento del corazón y un castigo más severo, como en el caso de Faraón; pero el propósito principal de la paciencia de Dios es dar a los hombres la oportunidad de arrepentirse.

Ira.
Ver cap. 1: 18.

Su poder.
Literalmente "lo que es posible para él" (cf. vers. 17).

Paciencia.
Ver cap. 2: 4.

Vasos.
Pablo continúa con la figura del alfarero y de la arcilla del versículo anterior.

De ira.
Es decir, que merecen la ira o que experimentan la ira, como en la frase "hijos de ira" (Efe. 2: 3).

Preparados.
Gr. katartízÇ, que en la forma en que aquí se encuentra podría traducirse como "listos para destrucción". La construcción griega es diferente de la que se ha traducido "él preparó de antemano" en el vers. 23. Pablo no quiere decir que Dios había preparado los vasos de ira para destrucción, sino que ya estaban "maduros" o "preparados" para ella.

23.
Para hacer notorias.

La relación gramatical entre los vers. 22 y 23 es defectuosa, pero el sentido es claro. La maravillosa paciencia de Dios hacia los preparados para la destrucción, también tiene el propósito de mostrar misericordia para con los que están dispuestos a emprender el programa de Dios. Aunque los judíos habían merecido la ira de Dios, él los soportaba con mucha paciencia, tanto por ellos mismos como por el bien último de toda la iglesia de Dios.

Riquezas de su gloria.
Ver Efe. 1: 18; 3: 16; Col. 1: 27. En cuanto al abarcante significado de la frase "gloria de Dios", ver com. Rom. 3: 23.

Vasos de misericordia.
Es decir, vasos que reciben y experimentan misericordia. Difícilmente podría entenderse que signifique "vasos que merecen misericordia", como en el caso de los "vasos de ira" (ver vers. 22), pues no se merece o no se es digno de la misericordia de Dios.

Que él preparó de antemano.
Gr. proetoimázÇ. La única otra vez en que aparece este verbo en el NT es en Efe. 2: 10. Pablo afirma con claridad que Dios es quien prepara los vasos de misericordia para gloria, aunque no lo describe como si estuviera preparando los vasos de ira para destrucción (ver Rom. 9: 22). La forma como Dios prepara a los suyos de antemano para la gloria es explicada por Pablo en cap. 8: 28-30 (cf. 2 Tim. 1: 9).



El Señor les bendiga
 
Perdona Vistor. Este estudio que nos presentas ¿es de tu autoria? de no ser así, me podrias porporcionar fuente y autor...gracias.

Muy interesante y edificante tema.
 
Estimado OSO el Señor te bendiga


Este es un estudio que en si corresponde a varios autores, textos de algunos diccionarios biblicos y comentadores biblicos y también algunos comentarios personales. En si es una recopilación de lo que creo mas acertado.

Igual quiero aclarar que estoy totalmente consciente que en las cosas del Señor nadie puede reclamar el derecho de autor ya que El es quien da :
Proverbios 2:6

Porque Jehová da la sabiduría,
Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.

Si he podido comprender algo del Señor, es porque El en su inmenso amor me lo reveló mediante el Espiritu Santo.


Bendiciones
 
Originalmente enviado por: vistor
Estimado OSO el Señor te bendiga


Este es un estudio que en si corresponde a varios autores, textos de algunos diccionarios biblicos y comentadores biblicos y también algunos comentarios personales. En si es una recopilación de lo que creo mas acertado.

Igual quiero aclarar que estoy totalmente consciente que en las cosas del Señor nadie puede reclamar el derecho de autor ya que El es quien da :
Proverbios 2:6

Porque Jehová da la sabiduría,
Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.

Si he podido comprender algo del Señor, es porque El en su inmenso amor me lo reveló mediante el Espiritu Santo.


Bendiciones


Bueno, gracias a Dios por ello Vistor y gracias por tu comentario. Me resulta interesante tu forma de abordarlo.

Y en espera de mas....

Un saludo.
 
ROMANOS 11

ROMANOS 11

Originalmente enviado por: OSO



Bueno, gracias a Dios por ello Vistor y gracias por tu comentario. Me resulta interesante tu forma de abordarlo.

Y en espera de mas....

Un saludo.

Hola hermano Oso...

Mientras Vistor escribe, pongo la tercera parte de mi estudio sobre Romanos 9-11

Romanos 11



Romanos 11:1-6
Digo entonces: ¿Acaso ha desechado Dios a su pueblo? ¡De ningún modo! Porque yo también soy israelita, descendiente de Abraham, de la tribu de Benjamín.
Dios no ha desechado a su pueblo, al cual conoció con anterioridad. ¿O no sabéis lo que dice la Escritura en el pasaje sobre Elías, cómo suplica a Dios contra Israel:
Señor, HAN DADO MUERTE A TUS PROFETAS, HAN DERRIBADO TUS ALTARES; Y YO SOLO HE QUEDADO Y ATENTAN CONTRA MI VIDA ?
Pero, ¿qué le dice la respuesta divina?: Me HE RESERVADO SIETE MIL HOMBRES QUE NO HAN DOBLADO LA RODILLA A BAAL .
Y de la misma manera, también ha quedado en el tiempo presente un remanente conforme a la elección de la gracia de Dios. Pero si es por gracia, ya no es a base de obras, de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.


Si la exposición de Pablo terminase en 10:21 cabría pensar que la situación de Israel es irreversible: el remanente obtuvo la salvación y la justicia de Dios “en Cristo” y al resto solamente le aguarda la condenación. Sin embargo, ahora Pablo va a completar su exposición de este misterio y su papel en el divino plan de salvación.

En el capítulo 9 estableció ya las líneas principales de su argumento: 1) No toda la nación de Israel, el Israel étnico, corresponde al Israel de Dios (9:6-12); 2) Dios es soberano y dispone todas las cosas para dar a conocer “la riquezas de su gloria” (9:13-29); y 3) los judíos tropezaron por su obstinación en obtener su propia justicia en lugar de confiar en la justicia de Dios (9: 30-33). En el capítulo 10 el Apóstol reitera el problema de los hebreos, a saber, el haber desconocido la justicia de Dios expresada en Cristo (10:1-4); insiste en que esta última está disponible por igual para todo aquel que cree (10:5-15); y afirma que la causa de que la mayoría de los judíos no encontraran lo que con tanto ahínco buscaban es debida a su propia obstinación (10:16-21).

Tal como antes el hipotético interlocutor de Pablo había preguntado si las promesas de Dios habían fallado, o si los judíos no habían oído porque nadie les predicó, ahora pregunta: “¿Acaso ha desechado Dios a su pueblo?”

La respuesta de Pablo es enfáticamente “¡No!” , y de inmediato se pone a sí mismo como vivo y destacado ejemplo de esta verdad. Él es un israelita, y aunque aquí no lo diga, uno que en un tiempo fue perseguidor de la Iglesia y enemigo de la cruz de Cristo. Si él mismo fue rescatado, ¿cómo no podrán serlo otros? El Apóstol ya ha demostrado, e insistirá aquí en el hecho, de que el endurecimiento de Israel no es total en cuanto a su extensión. Pero además añadirá su limitación en el tiempo: Es transitorio y no permanente o definitivo.

El hecho es que Dios no ha rechazado a su pueblo, al cual conoció de antemano. El verbo traducido «conocer de antemano» es proegnô, exactamente el mismo que emplea acerca de los creyentes en Cristo en Romanos 8:29, un texto que es uno de los pasajes clásicos acerca de la predestinación.

Tampoco una crisis como la que enfrenta ahora la nación de Israel es un hecho sin precedentes en la historia de la salvación. Para demostrarlo, Pablo cita el pasaje de 1 Reyes 19: 10,14,18 donde al clamor desesperado de Elías responde Dios que se ha reservado siete mil hombres fieles que no han caído en la idolatría. Del mismo modo en que Dios preservó para sí un resto o remanente en tiempo de Elías, ha ocurrido también ahora.

Este remanente que permanece es literalmente “conforme a la elección de la gracia” . El número de judíos que han aceptado la gracia de Dios expresada a través de la justicia por fe en Jesucristo es ínfimo en comparación con el número de los que permanecen incrédulos. Pero no es el número lo fundamental, sino el hecho de que la preservación de este remanente por la gracia de Dios es la prueba y garantía de la firmeza del propósito divino, del cual tiene Pablo mucho más que decir en este mismo capítulo. Añade el Apóstol “Pero si es por gracia, ya no es a base de obras, de otra manera la gracia ya no es gracia.” En otras palabras, el remanente ha sido escogido sobre la base de la justicia de Dios, no de aquélla justicia por medio de la Ley que buscaban la mayoría de sus compatriotas.



Romanos 11:7-10
Entonces ¿qué? Aquello que Israel busca no lo ha alcanzado, pero los que fueron escogidos lo alcanzaron y los demás fueron endurecidos; tal como está escrito: DIOS LES DIO UN ESPIRITU DE ESTUPOR, OJOS CON QUE NO VEN Y OIDOS CON QUE NO OYEN, HASTA EL DIA DE HOY .
Y David dice:
SU BANQUETE SE CONVIERTA EN LAZO Y EN TRAMPA,
Y EN PIEDRA DE TROPIEZO Y EN RETRIBUCION PARA ELLOS .
OSCUREZCANSE SUS OJOS PARA QUE NO PUEDAN VER,
Y DOBLA SUS ESPALDAS PARA SIEMPRE .


Al decir que lo que Israel busca afanosamente (tal el sentido del griego epizêtei; cf. Hechos 11:25; 12:19) no lo ha alcanzado, se refiere al Israel étnico, o sea a la nación incrédula excepto por el remanente. Esta declaración refleja lo ya dicho en 10:3 con referencia al anhelo de establecer la propia justicia al tiempo que se rechaza la justicia de Dios.

Dentro de la nación solamente ha alcanzado esta justicia que es por la fe “la elección” , el remanente del cual ya ha hablado. Los demás, la mayoría, fueron “endurecidos” . Pablo emplea aquí una palabra (epôrôthêsan) diferente de la que es traducida “endurecer” en 9:18 (sklerynesthai). Esta última alude a la reafirmación de un carácter existente, en tanto que pôrosis literalmente significa “petrificar” y, como término médico, “cubierto por una piel gruesa o encallecida” (Friberg). Empleado como aquí, en forma figurada, habla de un encallecimiento tal que torna a los afectados contumaces de modo que se niegan a oír. ciencia. Pablo emplea una expresión similar en 2 Corintios 3:14

Pero el entendimiento de ellos se endureció; porque hasta el día de hoy, en la lectura del antiguo pacto el mismo velo permanece sin alzarse, pues sólo en Cristo es quitado.

Este encallecimiento es el resultado de la propia obstinación de la nación de Israel, y representa una acción judicial de Dios contra el pueblo incrédulo, tal como lo demuestran Juan 12:40 y las citas que Pablo coloca aquí a continuación, tomadas de Isaías 29:10, Deuteronomio 29:4 y Salmo 69:22-23.

En el texto de Deuteronomio, Moisés reprocha a los israelitas el negarse a creer en la evidencia de sus ojos, “aquellas grandes señales y maravillas” que Dios hizo por ellos. De manera similar, el texto de Isaías resalta la consecuencia funesta de desoír reiteradamente a profetas y videntes: Yahveh ha derramado sobre ellos “espíritu de sueño profundo”.

Finamente, el Salmo 69 es la oración de un justo perseguido (como también lo fue Pablo). Sus enemigos le afrentaron y avergonzaron y clama por justicia: que la mesa de aquéllos que le dieron hiel y vinagre se convierta en lazo, y su aparente paz en una trampa, que se nuble su entendimiento y, como esclavos, sus espaldas sean dobladas continuamente (mejor que “para siempre”, tanto desde el punto de vista lingüístico como por el contexto; ver los siguientes versículos). Las “espaldas dobladas” nos recuerdan las palabras apostólicas sobre el yugo y la esclavitud de la Ley.


Romanos 11:11-12
Digo entonces: ¿Acaso tropezaron para caer? ¡De ningún modo! Pero por su transgresión ha venido la salvación a los gentiles, para causarles celos.
Y si su transgresión es riqueza para el mundo, y su fracaso es riqueza para los gentiles, ¡cuánto más será su plenitud!


De nuevo, las palabras de Pablo y las citas del Antiguo Testamento que las acompañan, tomadas por sí mismas, parecen definitivas: el remanente será salvo, y los demás, endurecidos, se perderán. Pero acto seguido el Apóstol refuta enfáticamente la idea de que el rechazo sea definitivo.

Por el contrario, ciertamente tropezaron, pero no para una caída definitiva. Su tropiezo no significa que hayan caído para jamás volver a levantarse. En el pasado, a graves crisis del pueblo judío como la que ocasionó la caída de Jerusalén y la deportación a Babilonia le siguió la restauración con Zorobabel, Esdras y Nehemías. El tropiezo actual tampoco implica la ruina definitiva.

La transgresión de los judíos en su rechazo del Evangelio ha brindado la ocasión para que éste alcance a los gentiles. En Hechos 8 se narra la dispersión de la Iglesia que siguió al martirio de Esteban, que fue ocasión para que el Evangelio llegase a Samaria. Más tarde Pedro fue llamado por Dios para predicarle a Cornelio y sus allegados. Solamente es posible especular qué hubiera ocurrido si la nación de Israel se hubiera vuelto masivamente al Evangelio; pero es probable que la misión a los gentiles se hubiera visto retrasada y postergada si la nueva fe se hubiera sentido confortable en la sinagoga.

Además, como Pablo ya ha declarado, la conversión a los gentiles tenía asimismo el propósito de excitar los celos de los judíos para su propio bien, con lo cual concuerdan las palabras del mismo Señor Jesús en Mateo 8:10-12 a propósito de la fe del centurión.

De este modo el Apóstol presenta una interrelación dinámica en la mente divina entre el rechazo de Israel, la conversión de los gentiles y una futura conversión de Israel. Aquí Pablo razona de menor a mayor. Si la desgracia de los judíos resultó en “riqueza” para el mundo, es decir, para los gentiles, con mucho mayor razón lo será su “plenitud” (pleroma); y desarrolla esta idea en los versículos que siguen.


Romanos 11:13-18
Pero a vosotros hablo, gentiles. Entonces, puesto que yo soy apóstol de los gentiles, honro mi ministerio, si en alguna manera puedo causar celos a mis compatriotas y salvar a algunos de ellos.
Porque si el excluirlos a ellos es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?
Y si el primer pedazo de masa es santo, también lo es toda la masa; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.
Pero si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo un olivo silvestre, fuiste injertado entre ellas y fuiste hecho participante con ellas de la rica savia de la raíz del olivo,
no seas arrogante para con las ramas; pero si eres arrogante, recuerda que tú no eres el que sustenta la raíz, sino la raíz la que te sustenta a ti.


Los celos que el Evangelio causa en algunos judíos fue sin duda ocasión para que muchos se endurecieran, pero también para que algunos de ellos se salvaran. Nótese que Pablo no piensa que todos sus compatriotas contemporáneos habrían de convertirse masivamente. La salvación de “todo Israel” era aún algo futuro. Sin embargo, el hecho de que fuera el apóstol de los gentiles no le hacía descuidar la necesidad imperiosa de evangelizar también a los judíos.

La exclusión de ellos llevó de un modo misterioso a la “reconciliación del mundo” (katallagê kosmou), ¡cuánto más será su readmisión! Para describirla Pablo la llama nada menos que “vida de entre los muertos” (zôê ek nekrôn): Una vivificación espiritual de la Iglesia en el mundo.

Precisamente, en el versículo 16 emplea una metáfora que sería fácil de comprender para cualquier judío. La expresión traducida “primer pedazo” es en griego aparjê, primicia. Alude al mandamiento de Números 15:17-21:

El SEÑOR ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: «Cuando entres en la tierra adonde los llevo, y coman de lo que ella produce, ofrecerán una contribución al SEÑOR. De tu primera horneada presentarás, como contribución, una torta de flor de harina. Todos los descendientes ofrecerán perpetuamente al SEÑOR una contribución de la primera horneada». (Nueva Versión Internacional)

Esta torta representa la primicia (aparjê) de los frutos. Si esta porción es santa, el resto de la masa de la que fue obtenida necesariamente también lo es. En esta imagen la primicia parece una referencia a los patriarcas y la masa es todo el verdadero Israel que ha de ser salvo, tanto el remanente que ya ha aceptado el Evangelio –del cual el mismo Pablo forma parte – como el que ha de aceptarlo en el futuro. En la misma frase, el Apóstol introduce otra imagen, a saber, la del olivo. Si las raíces, es decir el origen, es santo, también lo son las ramas. No explica detalladamente qué o quiénes constituyen la raíz, pero cabe pensar que son los patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob, de quienes el Señor se declara su Dios (cf. Mateo 22:32). La comparación de Israel con un olivo es conocida ya desde los profetas, tanto en una imagen de juicio, como en una promesa de restauración, como se ve, respectivamente, en los siguientes textos:

Olivo frondoso, hermoso en fruto y forma, te puso por nombre el SEÑOR. Con ruido de un gran estrépito ha prendido fuego en él, y sus ramas son inservibles. Jeremías 11:16

Brotarán sus renuevos, y será su esplendor como la del olivo, y su fragancia como la de los cedros del Líbano. Oseas 14:6

De este olivo santo han sido desgajadas algunas ramas, los israelitas endurecidos, de los que Pablo ha hablado; y fueron injertadas otras, como ramas de olivo silvestre, los creyentes procedentes del paganismo. Al ser injertada, la rama participa de la vitalidad del árbol. Esta imagen tomada de la horticultura es extraña porque es más conocida la práctica opuesta, es decir, injertar una rama de un olivo cultivado en un olivo silvestre. Sin embargo, en Palestina excepcionalmente se hacía aquello a lo que Pablo alude aquí: a veces se injertaba una rama de un olivo silvestre para revitalizar un viejo olivo cultivado. Para posibilitar que el injerto prendiese, solía cortarse una o más de las ramas originales para hacer espacio y brindar aire y luz para el injerto (William Ramsay, Pauline and other studies. London: Hodder & Stoughton, 1906, p. 223-224). De todos modos, el Apóstol no insinúa, más bien descarta, que el injerto beneficie al árbol más de lo que es beneficiado por éste.

Ahora bien, el hecho de haber sido injertado en el olivo santo y con ello haber devenido participante de su rica savia no debe ser motivo de arrogancia para el que ha recibido tal beneficio. La palabra katakaujô significa ser jactancioso contra alguien; es decir, enaltecerse a costa de otro al cual se le muestra desprecio. Pablo manda evitar la arrogancia, y da una primera y obvia razón: La rama sola se secaría si no recibiese su sustento de la raíz (cf. Juan 15:1-6).


Romanos 11:19-24
Dirás entonces: Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado.
Muy cierto; fueron desgajadas por su incredulidad, pero tú por la fe te mantienes firme. No seas altanero, sino teme; porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará.
Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero para ti, bondad de Dios si permaneces en su bondad; de lo contrario también tú serás cortado.
Y también ellos, si no permanecen en su incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para injertarlos de nuevo.
Porque si tú fuiste cortado de lo que por naturaleza es un olivo silvestre, y contra lo que es natural fuiste injertado en un olivo cultivado, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?


Luego de establecer la razón fundamental por la cual el creyente gentil debe evitar la jactancia – a saber, que es la raíz de éste la que lo nutre a él, y no a la inversa – Pablo se anticipa a posibles razonamientos: “Dirás entonces...” Si el hipotético lector ha seguido la exposición de Pablo, podría en este punto decir, basado en la afirmación apostólica de que por la transgresión de los israelitas vino la salvación a los gentiles (11:11), que ellos fueron desgajados para permitir que él fuese injertado. El Apóstol no niega esto; por el contrario, dice ¡Muy bien! (griego kalôs). Es verdad; pero esto ha ocurrido a causa de la incredulidad (apistia, falta de fe, infidelidad). Es la misma clase de incredulidad por la cual se maravilló Jesús (Marcos 6:6). Y, a la inversa, lo que mantiene firme a la rama injertada es la fe, la cual no debe ser motivo de vanagloria. Por el contrario, lejos de pensar muy altamente de sí mismo (hupsêla fronein, traducido “ensoberbecerse” o “ser altanero”), debe “temer”, es decir, mostrar reverente respeto y agradecimiento por el don recibido. No existe ninguna razón para pensar que Dios esté dispuesto a aceptar en una rama injertada aquello que no toleró en las ramas naturales: lo que no les perdonó a los israelitas, tampoco se los perdonará a los gentiles. Lo que Dios hizo con algunas ramas naturales por causa de su incredulidad, también puede hacerlo con las ramas injertadas.

El que alberga altanería en su corazón hará bien en considerar dos aspectos básicos del obrar de Dios. Por una parte, su bondad (jrêstotêta) o actividad de hacer lo bueno, de ayudar a las personas; y por otra, su severidad (apotomia, que en sentido literal se refiere a un terreno abrupto o empinado), es decir, que Él es estricto y exigente. Tal exigencia severa ha sido ejercida contra los que cayeron, mientras que la bondad ha sido mostrada para la rama injertada, el creyente gentil. Pero hay una condición indispensable para gozar de esta benignidad divina: que quien la ha recibido permanezca en ella: “si permaneces en su bondad.” Y para que no quede duda de la consecuencia de la arrogancia, Pablo no la deja tácita, sino que afirma explícitamente: “De lo contrario, también tú serás cortado.” El verbo es aquí ekkoptô y significa cortar de tal modo que se separen las partes (Louw-Nida Lexicon; cf. Mateo 3:10; Hechos 27:32). En otras palabras, quien no permanece en la bondad de Dios con reverente temor se arriesga a ser separado por completo del olivo en el que fue injertado. Esta es una afirmación tan clara como las palabras lo permiten de que la salvación no es un proceso irreversible ni inexorable, sino que ciertamente puede perderse.

La contrapartida es que, así como una rama injertada puede ser cortada, Dios tiene la facultad de reinjertar las ramas naturales desgajadas. Si Dios pudo injertar “contra lo natural” ramas de un olivo silvestre, explica Pablo, cuánto más puede, en su poder, reinjertar las ramas naturales. Sin embargo, de nuevo hay una condición explícita: si no permanecen en incredulidad. Dios no hace acepción de personas; la condición es la misma para gentiles e israelitas y ha sido formulada explícitamente: el Evangelio es “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción; 23 por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios” (3:22-23), o, como lo expresa en 10:11-12,

Pues la Escritura dice: TODO EL QUE CREE EN EL NO SERA AVERGONZADO. Porque no hay distinción entre judío y griego, pues el mismo {Señor} es Señor de todos, abundando en riquezas para todos los que le invocan...

La fe en Jesucristo es pues la condición no sólo para ser injertado, sino para permanecer firme (11:20) y tener parte en las bendiciones y promesas.



Romanos 11:25-29
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis sabios en vuestra propia opinión: que a Israel le ha acontecido un endurecimiento parcial hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;
y así, todo Israel será salvo; tal como está escrito:
EL LIBERTADOR VENDRA DE SION;
APARTARA LA IMPIEDAD DE JACOB .
Y ESTE ES MI PACTO CON ELLOS ,
CUANDO YO QUITE SUS PECADOS.
En cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección de Dios, son amados por causa de los padres; porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables.


A modo de conclusión y para evitar que sus lectores lleguen a conclusiones basadas en su propia sabiduría, Pablo explica un misterio, es decir, un secreto que escapa a la sabiduría humana pero que puede ser conocido por revelación. En 16:25-26, Pablo se refiere al evangelio mismo como el supremo misterio oculto por muchos siglos y ahora revelado. El misterio del que habla en nuestro texto es el del endurecimiento de Israel, que no es total ni ha de durar por siempre, sino hasta que haya entrado “la plenitud de los gentiles”. De acuerdo con lo dicho antes, luego de esto tendrá lugar una “admisión” o “restitución” de los israelitas. Y en esta forma, así (no “luego” como vierte erróneamente la Reina-Valera hasta su revisión de 1995 el adverbio griego houtôs) “todo Israel”, el verdadero Israel, será salvado. A este fin cita Isaías 59:20,21, que en su contexto original se trataba de una promesa a los que habían apostatado durante el exilio en Babilonia. Los israelitas solamente pueden tener parte en el Nuevo Pacto si reconocen al Mediador de este pacto.

Como parte del misterio que Pablo no quiere que sus lectores lo ignoren, está la ambivalencia de la nación israelita. Ellos son a la vez enemigos y amados. Por un lado son “enemigos” por causa de “vosotros,” los gentiles: el endurecimiento de ellos proporcionó, como vimos, la ocasión de que el evangelio alcanzara a los gentiles. Pero por el otro, en cuanto a la elección, “son amados por causa de los padres,” lo cual debe entenderse en virtud de las promesas hechas a Abraham, Isaac y Jacob y muchas veces luego confirmadas. Pablo no califica aquí esta elección, pero del contexto se entiende que se trata de participar en la salvación por gracia por medio de la fe.

El Apóstol reafirma la realidad de este amor divino con la afirmación de que los dones (jarismata) y el llamado (klêsis) de Dios son irrevocables, literalmente “sin arrepentimiento” (ametamelêta). Esta declaración es a menudo extraída de su contexto para sostener la noción de que la salvación no puede perderse. El argumento es que la salvación es un don de Dios, y este texto dice que los dones de Dios son irrevocables. Sin embargo, existen dos objeciones serias a este argumento.

La primera objeción es que si bien “don” en singular (griego jarisma) se emplea con referencia a la salvación en Romanos 5:15-16 y 6:23, el plural no se emplea en este sentido en ninguna de las otras cinco veces que aparece en el Nuevo Testamento (Romanos 12:6; 1 Corintios 12:9, 28, 30-31). En todos los casos, los “dones de gracia” o jarismata son capacidades que Dios otorga para el servicio. Por tanto, en Romanos 11:29 la palabra no alude a la salvación sino con toda probabilidad a aquellos privilegios con los que la nación de Israel había sido beneficiada, y que Pablo enumera en 9:4-5, a saber: “la adopción como hijos, y la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y las promesas, de quienes son los patriarcas, y de quienes, según la carne, procede el Cristo.”

La segunda objeción es que la naturaleza irrevocable de los dones y del llamamiento divino no significa que todos los miembros de la nación de Israel se vayan a salvar, sino que la oferta de salvación por gracia por medio de la fe en Cristo Jesús sigue en pie para ellos, al igual que para los gentiles.

Esta inmutabilidad del designio de Dios, relativamente a los elegidos (v. 28), es aplicada por Pablo a todo Israel como pueblo; muchos podían decaer sin comprometer el propósito de la misericordia de Dios, así como un árbol no es destruido porque un jardinero le corte ramas secas o estériles (vers. 17 y sig.). Tal es Israel como nación hasta el fin de la economía presente; los designios de Dios subsisten para con él; todas las promesas que Dios le ha hecho serán cumplidas por su conversión y por las bendiciones de que será aún origen para la humanidad (vers. 12,15).

Luis Bonnet, Alfredo Schroeder, o.c. 3: 153, negritas añadidas.

De modo que el hecho de que los dones y el llamamiento de Dios sean irrevocables no justifica una elección incondicional, sino más bien todo lo contrario: solamente quienes por fe acepten a Jesucristo como Señor y Salvador serán efectivamente beneficiados con su reinjerto en el olivo santo.


Romanos 11:31-32
Pues así como vosotros en otro tiempo fuisteis desobedientes a Dios, pero ahora se os ha mostrado misericordia por razón de la desobediencia de ellos, así también ahora éstos han sido desobedientes, para que por la misericordia mostrada a vosotros, también a ellos ahora les sea mostrada misericordia.
Porque Dios ha encerrado a todos en desobediencia para mostrar misericordia a todos.


Pablo básicamente reitera aquí lo que ya ha declarado en 3:9-31, donde dice que todo el mundo queda convicto delante de Dios, cuya justicia se ha manifestado en Cristo para salvar por medio de la fe a los circuncidados y a los que no lo están. Lo nuevo en 11:31-32 es la interrelación dinámica entre la desobediencia de los israelitas ha dado motivo para que la misericordia de Dios se muestre a los gentiles, y a la vez esta última que será el medio por el cual también a ellos se les mostrará misericordia.

Ahora el cristiano gentil ha pasado de rebelión a perdón; así también lo hará un día el judío. Como para el gentil el presente es lo inverso del pasado, así también para el judío el futuro será lo inverso del presente. Ahora el judío está sirviendo al gentil como el medio por el que Dios perdona a este último; el gentil ha de servir al judío como el medio de perdonar al judío.

Leslie C. Allen, o.c., p. 364.

Así como en el pasado los gentiles fueron desobedientes y esta ha sido la ocasión para que Dios muestre su misericordia, la actual desobediencia de los judíos dará ocasión de manifestar la misericordia divina hacia ellos: todos fueron “encerrados” o “atrapados” en desobediencia, por lo cual todos pueden ser objeto de la gracia divina y recibir la justificación por gracia, por medio de la fe.


¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!
Pues, ¿QUIEN HA CONOCIDO LA MENTE DEL SEÑOR ?, ¿O QUIEN LLEGO A SER SU CONSEJERO ?,

¿O QUIEN LE HA DADO A EL PRIMERO PARA QUE SE LE TENGA QUE RECOMPENSAR ?
Porque de El, por El y para El son todas las cosas. A El sea la gloria para siempre


La insondable profundidad de este plan divino para la redención de todos los hombres, tanto judíos como gentiles, que Pablo acaba de revelar, le hacen prorrumpir en una sentida alabanza de la sabiduría y el poder de Dios.

Bendiciones en Cristo,

Jetonius

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¿QUÉ PASÓ?

¿QUÉ PASÓ?

Originalmente enviado por: Luis Javier Gil
Hola todos:

Este es uno de los textos Biblicos que mas produce polemica, me gustaria leer sus apreciaciones de acuerdo a la doctrina que profesan. ¿que quiere decir el Apostol Pablo?

Les ruego no comenzar ataques personales, ni mas ofensas, las personas que quieran comentar, haganlo de corazon sincero.

Espero sea un buen debate, que el Señor nos guie con su luz.

...


¿Debate? ¿Qué debate?

:confused:


Vistor y yo hemos expuesto nuestros puntos de vista, pero no se ve ningún debate...

:rolleyes:


Luis Javier, ¿estás ahí?

:dormido: :dormido2:

Bendiciones en Cristo,

Jetonius

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No entiendo algo

Según los escritos anteriores, cuando se habla de Romanos 9 se dice que la elección ahí es una elección no personal sino de personas o nacional que nada tienen que ver la predestinación o elección individual. Pero en Romanos 11:29-24 Se habla de salvación individual que puede perderse, aquí si la interpretan como individual y no como nación.

Si estos capítulos tocan lo que es elección o predestinación ¿porque no definen estos términos según el libro de Romanos?

Saludos
Malcom
 
Originalmente enviado por: SolaGratia
No entiendo algo

Según los escritos anteriores, cuando se habla de Romanos 9 se dice que la elección ahí es una elección no personal sino de personas o nacional que nada tienen que ver la predestinación o elección individual. Pero en Romanos 11:29-24 Se habla de salvación individual que puede perderse, aquí si la interpretan como individual y no como nación.

Si estos capítulos tocan lo que es elección o predestinación ¿porque no definen estos términos según el libro de Romanos?

Saludos
Malcom

Hola Malcom...

Lo siento pero he estado muy ocupado. No creo que tu resumen del tema del capítulo 9 sea muy preciso. De todos modos, el tema central de estos capítulos es obviamente el problema del endurecimiento de Israel.

Pero ocurre que, si bien dentro de este contexto general, el pasaje que citas está dirigido explícitamente al creyente individual (y para más datos no judío) y por lo tanto trata de su salvación individual. Pablo dice claramente que puede ser desgajado. Comprendo que a los que creen en la seguridad incondicional el texto puede ser de tropiezo, pero también creo que el Espíritu Santo inspiró a Pablo para que escribiese esta advertencia. Y no es la única en las cartas del Apóstol.

Bendiciones en Cristo,

Jetonius

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Re: ¿QUÉ PASÓ?

Re: ¿QUÉ PASÓ?

Originalmente enviado por: Jetonius
¿Debate? ¿Qué debate?

:confused:


Vistor y yo hemos expuesto nuestros puntos de vista, pero no se ve ningún debate...

:rolleyes:


Luis Javier, ¿estás ahí?

:dormido: :dormido2:

Bendiciones en Cristo,

Jetonius

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¿Luis Javier?


:sazul: :srojo:

Jetonius

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