"La Confederación de Repúblicas Pentecostales"
"¡Yo soy pentecostal!" Dicho con orgullo y pasión. ¿Asimismo se identificarán los pentecostales en el Juicio Final? "Señor, me conoces, ¿no? En la tierra yo era fiel pentecostal, y gané unas cuantas almas para la Iglesia Pentecostal. Hablaba lenguas y ayunaba a menudo, profetizando en tu nombre y reprendiendo a los demonios. Mi nombre está en el Libro de la Vida, ¿no?" ¿Acaso dijera Cristo: "Edificaré la Iglesia Pentecostal y mis seguidores serán llamados pentecostales"?
"Pentecostal", "Pentecostales", "Iglesia Pentecostal" e "Iglesias Pentecostales" no son nombres bíblicos. "Pentecostés" es un nombre encontrado en la Biblia para un "día", y no para un seguidor de Cristo o una iglesia. "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos" (Hechos 2:1). Se trata de un vocablo griego que significa "quincuagésimo", o sea, el día que hace el número cincuenta después de la pascua judía. "Pentecostés" es cuando los judíos celebraban cada año "la fiesta solemne de las semanas" (Deuteronomio 16:9-11). ¡Jamás fue usado el término, o algún derivado, como nombre para los cristianos o la iglesia! ¿Por qué tomarlo hoy día, ensalzarlo, pronunciarlo con orgullo, defenderlo con celo, regocijarse en él, incluirlo en pancartas, banderas o rótulos? La razón es evidente: para establecer una identidad particular que diferencia a sus partidarios de otros creyentes que no comparten sus interpretaciones, doctrinas y prácticas. El nombre "Pentecostal" distingue. El nombre "Pentecostal" identifica una clase particular de creyentes en Cristo. Por consiguiente, es nombre de una "división cristiana". A Dios no le agradan las "divisiones cristianas".
Ya que hay, en la actualidad, un número considerable de diferentes iglesias, concilios y movimientos que se denominan "Pentecostal", con justificación podemos representarlos todos como una "Confederación de Repúblicas Pentecostales". La componen la "Asamblea de Dios", la "Iglesia de Dios Pentecostal", el "Movimiento Misionero Mundial", la "Iglesia Universal de Jesucristo", la "Iglesia Defensores de la Fe" y un sin número de concilios, "ministerios", "movimientos" e iglesias pentecostales independientes adicionales, pues ¡el divisionismo entre los "pentecostales" es rampante en extremo! A propósito, si todos los pentecostales tienen el mismo Espíritu Santo, ¿cómo explicar tantas y tantas divisiones? ¿Está dividido el Espíritu Santo?
¿Proclaman los "pentecostales" algunas verdades bíblicas? Algunas, sí. Sin embargo, conforme a la "regla" enunciada anteriormente, su nombre religioso humano "pentecostal" es seguro indicio de doctrinas y prácticas erróneas. De hecho, a simple vista se evidencian algunos errores serios, comenzando con el nombre "pentecostal", el cual es, por naturaleza, sectario (partidista, divisionista), ya que no es bíblico. Centenares de millones de creyentes en Cristo no son "pentecostales", ni están dispuestos a unirse bajo los estandartes de las "Repúblicas Pentecostales" que componen la gran "Confederación Pentecostal". Rehúsan hacerlo por los errores, abusos y excesos que observan.
(A) Culto desordenado, alborotoso, de griterías, confusión de voces, desatinos, gestos y acciones frenéticas –todo en violación de las normas asentadas por el Espíritu Santo en textos tales como 1 Corintios 14:26-40 y Efesios 4:28.
(B) La práctica de hablar lenguas que llaman "angelicales" pero que son, en realidad, extáticas, o jerigonzas. Las hablan muchos a la vez, sin intérprete –todo en violación de las directrices claras establecidas por el Espíritu de Dios en 1 Corintios 14:1-28. Toman el nombre "pentecostal" porque piensan tener los mismos poderes sobrenaturales manifestados en "el día de Pentecostés", pero en Pentecostés los apóstoles, "hombres sin letras y del vulgo" (Hechos 4:13), hablaron, en el momento y sin haberlos aprendido, las lenguas (los idiomas) en que habían nacido los oyentes (Hechos 2:1-12), hazaña que ningún "pentecostal" haya podido igualar jamás.
(C) La mercadería rampante practicada por los "pentecostales" contradice la voluntad de Dios, quien advierte contra quienes "toman la piedad como fuente de ganancia" (1 Timoteo 6:5), "por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas" (2 Pedro 2:1-3), sirviendo a "sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos" (Romanos 16:18). La venta de artículos religiosos (discos, casetes, aceite, pañuelos ungidos) y de golosinas, jugos, frituras, etcétera.; las múltiples ofrendas pedidas con insistencia en sus reuniones, en campañas, en las calles, por radio y televisión, los diezmos que reclaman y exigen, son causa de severas denuncias y enormes escándalos. ¿No los castigará el Señor, como azotó a los mercaderes que encontró en el templo judío (Juan 2:13-17)? ¿En qué difieren?
De acuerdo con nuestras observaciones, una mayoría abrumadora de los "pentecostales" era católica romana antes de convertirse en "pentecostales". Saltaron de la "República Cristiana Católica Romana" al "pentecostalismo", convencidos de haber encontrado la verdad absoluta de Dios y de estar lo más cercano posible a Cristo. No contaban con amplios conocimientos del Nuevo Testamento y, por consiguiente, no disponían de los recursos espirituales necesarios para una evaluación acertada del pentecostalismo. El resultado desconcertante de estas circunstancias es el siguiente: los millones de almas que salieron del catolicismo romano para el pentecostalismo, ¡meramente cambiaron de una "República Cristiana" para otra! Aún no llegan al verdadero y único "reino de Dios". Todavía les queda una frontera para cruzar, a saber, la que separa a la gran "Confederación de Repúblicas Pentecostales" del universal "reino de Dios", donde reina el orden, se exige el dominio propio, no se permite el fanatismo que se desborda en locuras, se predica, se vive y se practica el evangelio puro entregado por el Espíritu Santo, llamándose "cristianos" todos los súbditos fieles, y no "pentecostales" o "avivados". Que se animen los "pentecostales" a salvar esta última frontera.
"¡Yo soy pentecostal!" Dicho con orgullo y pasión. ¿Asimismo se identificarán los pentecostales en el Juicio Final? "Señor, me conoces, ¿no? En la tierra yo era fiel pentecostal, y gané unas cuantas almas para la Iglesia Pentecostal. Hablaba lenguas y ayunaba a menudo, profetizando en tu nombre y reprendiendo a los demonios. Mi nombre está en el Libro de la Vida, ¿no?" ¿Acaso dijera Cristo: "Edificaré la Iglesia Pentecostal y mis seguidores serán llamados pentecostales"?
"Pentecostal", "Pentecostales", "Iglesia Pentecostal" e "Iglesias Pentecostales" no son nombres bíblicos. "Pentecostés" es un nombre encontrado en la Biblia para un "día", y no para un seguidor de Cristo o una iglesia. "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos" (Hechos 2:1). Se trata de un vocablo griego que significa "quincuagésimo", o sea, el día que hace el número cincuenta después de la pascua judía. "Pentecostés" es cuando los judíos celebraban cada año "la fiesta solemne de las semanas" (Deuteronomio 16:9-11). ¡Jamás fue usado el término, o algún derivado, como nombre para los cristianos o la iglesia! ¿Por qué tomarlo hoy día, ensalzarlo, pronunciarlo con orgullo, defenderlo con celo, regocijarse en él, incluirlo en pancartas, banderas o rótulos? La razón es evidente: para establecer una identidad particular que diferencia a sus partidarios de otros creyentes que no comparten sus interpretaciones, doctrinas y prácticas. El nombre "Pentecostal" distingue. El nombre "Pentecostal" identifica una clase particular de creyentes en Cristo. Por consiguiente, es nombre de una "división cristiana". A Dios no le agradan las "divisiones cristianas".
Ya que hay, en la actualidad, un número considerable de diferentes iglesias, concilios y movimientos que se denominan "Pentecostal", con justificación podemos representarlos todos como una "Confederación de Repúblicas Pentecostales". La componen la "Asamblea de Dios", la "Iglesia de Dios Pentecostal", el "Movimiento Misionero Mundial", la "Iglesia Universal de Jesucristo", la "Iglesia Defensores de la Fe" y un sin número de concilios, "ministerios", "movimientos" e iglesias pentecostales independientes adicionales, pues ¡el divisionismo entre los "pentecostales" es rampante en extremo! A propósito, si todos los pentecostales tienen el mismo Espíritu Santo, ¿cómo explicar tantas y tantas divisiones? ¿Está dividido el Espíritu Santo?
¿Proclaman los "pentecostales" algunas verdades bíblicas? Algunas, sí. Sin embargo, conforme a la "regla" enunciada anteriormente, su nombre religioso humano "pentecostal" es seguro indicio de doctrinas y prácticas erróneas. De hecho, a simple vista se evidencian algunos errores serios, comenzando con el nombre "pentecostal", el cual es, por naturaleza, sectario (partidista, divisionista), ya que no es bíblico. Centenares de millones de creyentes en Cristo no son "pentecostales", ni están dispuestos a unirse bajo los estandartes de las "Repúblicas Pentecostales" que componen la gran "Confederación Pentecostal". Rehúsan hacerlo por los errores, abusos y excesos que observan.
(A) Culto desordenado, alborotoso, de griterías, confusión de voces, desatinos, gestos y acciones frenéticas –todo en violación de las normas asentadas por el Espíritu Santo en textos tales como 1 Corintios 14:26-40 y Efesios 4:28.
(B) La práctica de hablar lenguas que llaman "angelicales" pero que son, en realidad, extáticas, o jerigonzas. Las hablan muchos a la vez, sin intérprete –todo en violación de las directrices claras establecidas por el Espíritu de Dios en 1 Corintios 14:1-28. Toman el nombre "pentecostal" porque piensan tener los mismos poderes sobrenaturales manifestados en "el día de Pentecostés", pero en Pentecostés los apóstoles, "hombres sin letras y del vulgo" (Hechos 4:13), hablaron, en el momento y sin haberlos aprendido, las lenguas (los idiomas) en que habían nacido los oyentes (Hechos 2:1-12), hazaña que ningún "pentecostal" haya podido igualar jamás.
(C) La mercadería rampante practicada por los "pentecostales" contradice la voluntad de Dios, quien advierte contra quienes "toman la piedad como fuente de ganancia" (1 Timoteo 6:5), "por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas" (2 Pedro 2:1-3), sirviendo a "sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos" (Romanos 16:18). La venta de artículos religiosos (discos, casetes, aceite, pañuelos ungidos) y de golosinas, jugos, frituras, etcétera.; las múltiples ofrendas pedidas con insistencia en sus reuniones, en campañas, en las calles, por radio y televisión, los diezmos que reclaman y exigen, son causa de severas denuncias y enormes escándalos. ¿No los castigará el Señor, como azotó a los mercaderes que encontró en el templo judío (Juan 2:13-17)? ¿En qué difieren?
De acuerdo con nuestras observaciones, una mayoría abrumadora de los "pentecostales" era católica romana antes de convertirse en "pentecostales". Saltaron de la "República Cristiana Católica Romana" al "pentecostalismo", convencidos de haber encontrado la verdad absoluta de Dios y de estar lo más cercano posible a Cristo. No contaban con amplios conocimientos del Nuevo Testamento y, por consiguiente, no disponían de los recursos espirituales necesarios para una evaluación acertada del pentecostalismo. El resultado desconcertante de estas circunstancias es el siguiente: los millones de almas que salieron del catolicismo romano para el pentecostalismo, ¡meramente cambiaron de una "República Cristiana" para otra! Aún no llegan al verdadero y único "reino de Dios". Todavía les queda una frontera para cruzar, a saber, la que separa a la gran "Confederación de Repúblicas Pentecostales" del universal "reino de Dios", donde reina el orden, se exige el dominio propio, no se permite el fanatismo que se desborda en locuras, se predica, se vive y se practica el evangelio puro entregado por el Espíritu Santo, llamándose "cristianos" todos los súbditos fieles, y no "pentecostales" o "avivados". Que se animen los "pentecostales" a salvar esta última frontera.