Dos testigos
Dos testigos
Tomado del comentarista bíblico Francis D. Nichol
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EL SANTUARIO Y LOS DOS TESTIGOS
"Y daré poder a mis dos testigos, que profetizarán vestidos de saco durante 1.260 días".
MATAN A LOS DOS TESTIGOS
Dijo el ángel del Señor: "Hollarán la Santa Ciudad, cuarenta y dos meses. Y daré autoridad a mis dos testigos, los cuales profetizarán mil doscientos sesenta días, vestidos de sacos.... Y cuando hayan acabado de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y prevalecerá contra ellos, y los matará. Y sus cuerpos muertos yacerán en la plaza de la gran ciudad, que se llama simbólicamente Sodoma y Egipto, en donde también el Señor de ellos fue crucificado.... Y los que habitan sobre la tierra se regocijan sobre ellos, y hacen fiesta, y se envían regalos los unos a los otros; porque estos dos profetas atormentaron a los que habitan sobre la tierra. Y después de los tres días y medio, el espíritu de vida, venido de Dios, entró en ellos, y se levantaron sobre sus pies: y cayó gran temor sobre los que lo vieron." (Apocalipsis 11: 2-11, V.M.)
Y acerca de los dos testigos, el profeta declara más adelante: "Estos son los dos olivos y los dos candelabros, que están delante de la presencia del Señor de toda la tierra." "Lámpara es a mis pies tu palabra -dijo el salmista,- y luz a mi camino." (Apocalipsis 11: 4; Salmo 119: 105, V.M.) Estos dos testigos representan las Escrituras del Antiguo Testamento y del Nuevo. Ambos son testimonios importantes del origen y del carácter perpetuo de la ley de Dios. Ambos testifican también acerca del plan de salvación. Los símbolos, los sacrificios y las profecías del Antiguo Testamento se refieren a un Salvador que había de venir. Y los Evangelios y las epístolas del Nuevo Testamento hablan de un Salvador que vino tal como fuera predicho por los símbolos y la profecía.
"Y cuando hayan acabado [estén acabando] de dar su testimonio.' El período en que los dos testigos iban a testificar "vestidos de sacos" terminó en 1798. Cuando estuviesen por concluir su obra en la obscuridad, les haría la guerra el poder representado por "la bestia que sube del abismo." En muchas de las naciones de Europa los poderes que gobernaban la iglesia y el estado habían permanecido bajo el dominio de Satanás por medio del papado. Mas aquí se deja ver una nueva manifestación del poder satánico.
En conformidad con lo que dice el profeta, se iba a ver en aquel tiempo, poco antes del año 1798, que un poder de origen y carácter satánicos se levantaría para hacer guerra a la Biblia. Y en la tierra en que de aquella manera iban a verse obligados a callar los dos testigos de Dios, se manifestarían el ateísmo del faraón y la disolución de Sodoma.
"Y los que habitan sobre la tierra se regocijan sobre ellos, y hacen fiesta; y se envían regalos los unos a los otros; porque estos dos profetas atormentaron a los que habitan sobre la tierra." La Francia incrédula había acallado las voces de reprensión de los testigos de Dios. La Palabra de verdad yacía muerta en sus calles y los que odiaban las restricciones y los preceptos de la ley de Dios se llenaron de júbilo. Los hombres desafiaban públicamente al Rey de los cielos, y gritaban como los pecadores de la antigüedad: "¿Cómo sabe Dios? ¿y hay conocimiento en lo alto?" (Salmo 73: 11.) 318
Hablando de los dos testigos, el profeta dice además: "Y oyeron una grande voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron." (Apocalipsis 11: 12.) Desde que Francia les declarara la guerra, estos dos testigos de Dios han recibido mayor honra que nunca antes. En el año 1804 se organizó la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Este hecho fue seguido de otros semejantes en otras partes de Europa donde se organizaron sociedades similares con numerosas ramas esparcidas por muchas partes del continente. En 1816 se fundó la Sociedad Bíblica Americana. Cuando se creó la Sociedad Británica, la Biblia circulaba en cincuenta idiomas. Desde entonces ha sido traducida en muchos centenares de idiomas y dialectos. (Véase el Apéndice.)
Respecto a los esfuerzos especiales hechos para destruir la Biblia durante el Reinado del Terror a fines de 1793, el Dr. Lorimer dice "Dondequiera que se encontrase una Biblia puede decirse que había persecución a muerte; a tal punto que varios comentadores respetables interpretan la muerte de los dos testigos, en el capítulo once del Apocalipsis, como refiriéndose a la supresión general, más aun, a la destrucción del Antiguo y Nuevo Testamentos en Francia durante aquella época." -J. G. Lorimer, An Historical Sketch of the Protestant Church in France, cap. 8, párrs. 4, 5. 745
Juan el revelador también menciona dos olivos y establece un paralelo entre éstos y "los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra" (Apoc. 11: 4); y por medio de estos símbolos identifica a los dos testigos, que "representan las Escrituras del Antiguo Testamento y del Nuevo" (CS 310). Por lo tanto, aunque los dos profetas vieron símbolos similares, no era idéntico el significado de los símbolos.
V. Los dos testigos: personajes vivientes; después los dos Testamentos.
El concepto más antiguo en cuanto a los dos testigos de Apoc. 11 fue que eran dos personas vivas -probablemente Enoc y Elías- que volverían a la tierra para testificar. Tertuliano (c. 160-c. 240) hizo una aplicación tal y además Hipólito (m. c. 236), que también fue del siglo III, y Ambrosio del siglo IV. Concordaron con esta interpretación la mayoría de los exégetas desde Primasio en el siglo VI hasta Ubertino de Casale, del siglo XIV: continuaban considerando que Enoc y Elías predicarían personalmente el arrepentimiento. Hubo unas pocas variantes. El benedictino Berengaud sugería que "los ministros cristianos" podrían ser los testigos. Joaquín de Fiore (siglo Xll) los concebía como dos órdenes espirituales que se organizarían.
Bruno de Segni, del siglo XII, introdujo un concepto nuevo: que los dos testigos -además de ser Enoc y Elías- serían espiritualmente los doctores de la iglesia fortalecidos por los dos Testamentos de las Sagradas Escrituras, que son los testigos del Señor.
Ubertino de Casale, líder de los espirituales, en 1305 acusó al papa Bonifacio VIII de ser el "anticristo simbólico". Aunque todavía consideraba que los dos testigos eran Enoc y Elías, que serían muertos por el "anticristo manifiesto", los consideraba también espiritualmente como San Francisco y Santo Domingo, representados por las órdenes que ellos fundaron, y que serían perseguidos por el "anticristo simbólico". En ese tiempo ambos conceptos se defendían paralelamente.
Pero Heinrich Bullinger consideraba a los dos testigos sencillamente como los mártires cruelmente muertos por el anticristo papal. Más tarde un comentario sobre el Apocalipsis (1558), atribuido a Johann Funck, afirmó audazmente que los dos testigos eran el Antiguo y el Nuevo Testamento. Matías Flacio (1520-1575), el primer historiador eclesiástico protestante, afirmaba lo mismo, y también John Napier (1550-1617), antiguo expositor escocés del Apocalipsis. Napier destacaba que el término "testamento" deriva del latín testamentum, que a su vez deriva de testis, que significa "testigo". Así se afirmó la tesis de los dos Testamentos.
LA CONTRARREFORMA INTERPRETA LOS DOS TESTIGOS COMO INDIVIDUOS.-
En la contrarreforma católica, el Jesuita Belarmino, futurista que se apoyó en la obra de Ribera, mantuvo que Enoc y Elías eran los dos testigos y que los 42 meses eran sencillamente 3 1/2 años literales aún futuros. Pero el preterista Alcázar restringió el término a los primeros testigos cristianos del pasado. El erudito protestante Hugo Grocio (1583-1645), que seguía la interpretación de Alcázar, relacionaba los 42 meses de Apoc. 11 con la edificación del templo pagano de Júpiter en Jerusalén y la rebelión de Barcoquebas. Estas dos opiniones contrarias se mantuvieron.
Varias profecías que tienen elementos cronológicos fueron consideradas como relacionadas entre sí: los 1.260 días en que profetizan los dos testigos, los 42 meses de la santa ciudad hollada, la muerte y resurrección de los testigos durante los 3 1/2 días, seguidas por el "terremoto" y la caída de la "décima parte" de la "ciudad".
Thomas Goodwin, célebre disidente, sostenía en 1639 que Francia era la "décima parte" de la cristiandad papal, o uno de los diez reinos que caerían en relación con el asesinato de los testigos durante los 3 1/2 años. Consideraba que el terremoto que estaba relacionado con la resurrección de los dos testigos era una sublevación interna, una conmoción o revolución. Goodwin fue seguido por otros escritores que consideraban que la décima parte de la ciudad era uno de los diez reinos del imperio papal, y concordaba con un creciente número de escritores en identificar la "décima parte" de la ciudad con Francia. Así sucedió con John Cotton (1655) e Increase Mather (1708) en Norteamérica; en Francia los hugonotes Jacques Philipot y Pierre Jurieu (1637- 1713), interpretaban que su país aparecía en la profecía después de la revocación del edicto de Nantes en 1685. El último declaraba que los testigos aún estaban siendo muertos en la "plaza" de ella.
Cuando estalló la Revolución Francesa, una cantidad de intérpretes anunciaron el cumplimiento del "terremoto" y la caída de la "décima parte" de la "ciudad", entre los cuales estaban en 1793 y 1794, William Linn, rector del Queen's College (Rutgers); Elhanan Winchester, norteamericano universalista; Joseph Priestley, clérigo y científico; y James Bicheno, clérigo disidente; y en los años que siguieron, 120 otros escritores compartieron dicha interpretación, como los clérigos norteamericanos Joshua Spalding, Joseph Lathrop, David Austin (1798) y Timothy Dwight, rector de Yale (1812). Joseph Galloway, patriota de la revolución norteamericana, dedicó un largo capítulo en su comentario de 1802 a los dos testigos, el Antiguo y el Nuevo Testamento o los dos "registros sagrados", presentándolos como asesinados en Francia de 1792 a 1796, después de la expulsión de los clérigos y el establecimiento del ateísmo. De esa manera, casi un siglo antes de la Revolución Francesa y otra vez en medio de ese levantamiento, se hizo resaltar con intensidad creciente el papel clave de Francia como la "décima parte" de la gran "ciudad" papal, Babilonia, que dejaría de prestar su apoyo a la Roma papal y terminaría con el dominio de ella. Durante los últimos años del siglo XVIII hubo quienes reconocieron y proclamaron el cumplimiento del asesinato de los testigos ya predicho como el fin de los
1.260 DÍAS Y EL COMIENZO DEL "TIEMPO DEL FIN".
En los comienzos del siglo XIX, por lo menos una docena de los principales escritores del despertar adventista del Viejo Mundo identificaron a Francia como la "décima parte" de la "ciudad". Por ejemplo, para James H. Frere los dos testigos eran claramente el Antiguo y el Nuevo Testamento, habiéndose cumplido su muerte y resurrección en la Revolución Francesa, de 1793 a 1797. Su ensalzamiento vendría después. Un escritor, después de identificar a los dos testigos como los dos Testamentos, colocaba en Francia los 3 1/2 años de 1793 a 1797 (The Morning Watch, 1829). Charles D. Maitland (1813), William Cuninghame (1813), Edward Cooper (1825) y otros, declaraban que la santa ciudad había sido hollada desde 533 hasta 1792. Otros fijaban 533 hasta 1793.
George Croly (1780-1860), intérprete irlandés, declaraba que el asesinato de los dos testigos se refería a hechos contra el Antiguo y el Nuevo Testamento, relacionados con la "abjuración de la religión" del gobierno y del pueblo de Francia. Añadía que todo esto sucedió como estaba predicho al fin de los 1.260 años. El "terremoto" ocurrió en 1793; Francia era la "décima parte" de la "ciudad" y la Revolución el "terremoto político". John Hooper, párroco anglicano, en 1830 también ubicaba la muerte de los testigos (el Antiguo y el Nuevo Testamento) bajo el "dominio de la incredulidad". Creía que los acontecimientos de 1792 señalaron la terminación de ese período: los 1.260 años.
Croly, George. The Apocalypse of St. John. Pone énfasis en la aplicación a la iglesia de Roma; los dos testigos son los dos Testamentos. Ver obras individuales, t. 4, p. 81.
MIS DOS TESTIGOS.
Se han propuesto varias interpretaciones para este símbolo. Las 817 alusiones de los vers. 5-6 han llevado a algunos a identificarlos como Elías y Moisés (ver com. vers. 5-6); pero el significado de estos "dos testigos" es mucho más extenso. En el vers. 4 se los identifica como "dos olivos" y "dos candeleros, símbolos que se hallan en Zac. 4: 1-6, 11-14, en donde se dice que representan a los "que están delante del Señor de toda la tierra" (vers. 14). Así como se dice que las ramas de los olivos dan aceite para las lámparas del santuario (vers. 2, 12), también de estos santos que están delante del trono de Dios, se imparte el Espíritu Santo a los hombres (ver com. Zac. 4: 6, 14; PVGM 336-337; cf. TM 338). La expresión más completa del Espíritu Santo para los hombres está contenida en las Escrituras del AT y el NT, y por eso es que ambos testamentos deben considerarse como los dos testigos . El salmista declara de la Palabra de Dios: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino,... la exposición de tus palabras alumbra" (Sal. 119: 105, 130; cf. Prov. 6: 23).
En primer lugar, la de los comentadores que sostienen que la expresión "la bestia" sugiere alguna identificación previa, y como ésta no se halla en el Apocalipsis la buscan en el libro de Daniel, donde la bestia por excelencia es la cuarta bestia de Dan. 7. Además, destacan que esta bestia surgió del mar, pero que la de Apoc. 11 "sube del abismo", el cual tiene en el AT una evidente relación con el mar (ver com. Apoc. 9: l). Según este punto de vista, el poder simbolizado por la cuarta bestia de Daniel, y especialmente sus fases ulteriores, sería el poder que mata a los dos testigos.
Saludos y bendiciones