Re: QUIEN TIENE LA AUTORIDAD AQUI EN LA TIERRA ?JESUCRISTO O SATANAS.
Tenemos autoridad delegada por Jesús...solo que la pueden aplicarla solo los que creén que la tienen.
Bendiciones[/QUOTE
Hermana...mi hermano, Gracias. Mi nombre llama a confundir, disculpa.Si Cristo vive en mi y en vos, como dice la Palabra,la autoridad en la tierra la tenemos ambos, vos...yo...porque Jesús vive en nosotros y a través de nosotros y por nosotros.
No te enfrasques por favor, en un solo versículo, no es que esté mal lo que decis, pero si lo sumamos al resto de las Escrituras, verás que Jesús, el Cristo, nació, vivió, murió y resucitó...hasta ahí, de acuerdo?
Durante su vida en la tierra estaba con los díscipulos, luego, nos dejó el Espíritu Santo....si?
Nosotros los creyentes somos:
(1 Pedro 2: 9)= Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.
Luego fijate:
(Apocalipsis 5: 10)= y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
somos ministros de un nuevo pacto. ¿Quiénes? Todos. ¿Cómo que todos? si todos somos ministros con autoridad.
Puedo llegar a pensar y a creer entonces
Como Reyes, ordenarle a Satanás abandonar cualquier tipo de posición que haya tomado en clara usurpación de la jurisdicción del reino de Dios, y como Ministros, operar en función de las necesidades de la gente, que es en medida esencial, el patrimonio que la iglesia tiene como tal.
El Sacerdote, ora por la iglesia global; el Rey, ordena en contra de Satanás y todos sus demonios, y el Ministro, opera a favor de las necesidades individuales de cada uno.
La perfecta autoridad del creyente, visto todo este ensamble estudiado, arranca desde la base de tomar para sí mismos y hacer carne y obra, la Palabra escrita que mencionáramos en el principio. Si es verdad que somos – Y es verdad -, Un pueblo de Reyes y Sacerdotes y
TODOS ministros competentes, deberemos comportarnos como tales y no minimizarnos, - a favor de una humildad a la cual estamos llamados solamente cuando comparecemos ante el Señor -, tomando como corresponde todas las armas disponibles para esta batalla que, nos guste o no, la creamos o no, estamos inmersos.
Se bendecido en el amor de Cristo.