Sobre el significado del contenido del árbol, del cual comieron nuestros primeros antepasados vale recordar que este asunto ya fue respondido por los padres de la Iglesia (y satisfactoriamente a mi juicio). Éstos respondieron que comer el fruto representa la voluntad del hombre, tras ser engañado por Satanás, de querer ser como Dios; decidiendo por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo, y esta es la ciencia del bien y del mal; (mal)usar nuestra naturaleza moral para juzgar por nosotros mismos lo que es bueno y lo que es malo. Además trayendo pecado a su alma el hombre atentó contra su espíritu que es de Dios venido, por lo cual el hombre es deicida desde el principio de los tiempos; es decir atenta contra la semejanza que Dios le obsequió, y por tanto crucifica al Hijo de Dios desde entonces; quizás también esto significaba el sacrificio expiatorio de animales, no sólo una realidad futura sino también presente. Los hombres de hoy con nuestro moderno culto al relativismo demostramos que seguimos desobedeciendo a Dios y tomando de esa fruta, usurpando en nuestros corazones el puesto rector de Dios y rechazando sus instrucciones morales.
También sobre el carácter simbólico o no del relato hablaron los padres; a veces pensamos que cuestionar la literalidad de un pasaje es sólo propio de
modernos, sin embargo no hay nada nuevo bajo el sol; y también ante lo "fantasioso" del relato los padres tuvieron sus dudas; sin embargo terminaban
declarando que no se atrevían a negar la realidad con la cual se manifestaba el símbolo. Sería bueno reflexionar en estas declaraciones e imitar esta actitud reverente porque a la verdad no creo que la modernidad nos haya regalado ninguna ventaja con respecto a aquéllos; en todo caso nos regaló más vanidad, empobrecimiento de espíritu, y mayor tendencia al error por ceder ante la ciencia de los hombres y rechazar la de Dios.
La decisión de Adán y Eva es errada sobre todo porque eligieron creer la mentira y rechazaron la verdad. Independiente del conocimiento que tenga un ser humano, que lo distancie o lo acerque a una bestia; la libertad suprema de la conciencia es que nuestras creencias están influidas por nuestra elección, para creer es necesario aceptar lo que se ha de creer e interactuar con ello. La historia humana muestra que elegir creer a Dios es independiente de cuánto sepamos; recordemos que Israel de día era acompañado por nuestro Dios, y también de noche, en forma visible, y aún así pecaban porque no creían a Dios.
Tampoco es muy aconsejable sobredimensionar el poder de Satanás y ver por todos lados símbolos de su presencia; porque resultaría que nos podríamos
olvidar que hay mayor distancia en poder entre nuestro Dios y Satanás que entre nosostros y una hormiga. Basta atenernos a lo dicho y no sacar
conclusiones nacidas por nuestro propio deseo de hablar con cierta ciencia. Si Dios quiere revelar el significado de un símbolo escogerá un modo de hacerlo y alguien adecuado, no creo que hablando con ligereza se muestra que dicha revelación ha ocurrido. Debemos estudiar lo que se ha dicho, lo que está escrito en la Biblia; y cuidarnos de decir lo que viene a nuestra boca por propio deseo. Cuando no entendamos algo o no quedemos satisfechos, oremos para que nuestro Dios nos dé consuelo; y si misericordia quiere hacernos también nos dé la respuesta, sin embargo estas respuestas pueden ser personales y no para los demás. Es importante esperar consuelo divino sobre lo que no entendemos porque si no lo obtenemos y perseveramos por porfía, deseando saber lo que no se nos ha concedido saber, terminaremos creando las más enredadas fabulaciones que sirven de material de discusiones vanas y diferencias entre hermanos.
Las ideas preconcebidas, los dogmas, nada de eso sirve para entender a Dios; siempre será insuficiente cualquier cantidad de postulados que pongamos de antemano. A veces partimos de que Dios cumple con las características A, B, C, D; y de pronto descubrimos que alguna de las situaciones que conocemos contradice los presupuestos de los que partimos. Entonces se nos enreda la bola de hilos. Hemos tratado de someter el carácter de Dios a los postulados A, B, C, D; es como decirle: "ni te atrevas a incumplir uno de ellos", y aunque no los incumpla ¿acaso somos omniscientes nosotros para juzgar si las acciones del Dios incomparable son o no coherentes? Busquemos sin descanso el magisterio del Espíritu Santo para entender las cosas de nuestro Padre o recibir consuelo en aquellas que nos ha dejado veladas, y tengamos dispuesto el corazón a aceptar este velo.
Por cierto toda la teoría sexual alrededor del asunto tiene un substrato gnóstico, cuidémosnos de ese veneno.
Recordemos que si el pecado original no es un suceso de carácter histórico entonces el sacrificio de Cristo sería una insensatez de Dios. Si no hay pecado no hay necesidad de sacrificio, ni de redención. El pecado es real y el pasaje se verifica en cuanto a esto literalmente.
No nos entreténgamos en fábulas por muy interesantes que parezcan.
Dios les bendiga a todos y les guíe con sabiduría.