Los seres humanos estamos hechos del “polvo del suelo” (Génesis 2:7; 3:19). No somos espíritus que habitan un cuerpo de carne y hueso. Somos criaturas físicas, y no seguimos viviendo después de la muerte. Cuando el cerebro muere, se acaban los pensamientos. De modo que los muertos ni sienten ni padecen. Por eso Lázaro, ya resucitado, no contó nada sobre su muerte. Salmo 146:4; Eclesiastés 9:5,6,10
Algunos creen que hay un infierno donde Dios atormenta a las personas después de la muerte, pero eso no es cierto. Como hemos visto, los muertos están inconscientes. Así que la enseñanza del infierno es falsa y mancha el nombre de Jehová, quien detesta hasta la sola idea de atormentar a alguien en el fuego. Deuteronomio 12:31.
Podéis dar vuestra opinión sobre la pregunta: ¿Qué le pasa a la gente cuando muere?
Dices leer las escrituras pero de seguro no las entiendes. Precisamente en Genesis detalla como Dios creo al hombre con forma fisica pero inanimada hasta que El le proporciona el espiritu se convierte en un ser viviente.
"Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente." Gen 2:7
La personalidad (hablo de manera cualitativa) no se basa en tener un cuerpo. Lo que se requiere es un alma. En la Biblia, se hace referencia a las personas repetidamente como “almas” (Éxodo 31:14; Proverbios 11:30), especialmente en contextos que se centran en el valor de la vida humana y la personalidad o en el concepto de un “ser completo” (Salmo 16:9-10; Ezequiel 18:4; Hechos 2:41; Apocalipsis 18:13).
El alma humana parece ser distinta del corazón (Deuteronomio 26:16; 30:6) y del espíritu (1 Tesalonicenses 5:23; Hebreos 4:12) y de la mente (Mateo 22:37; Marcos 12:30; Lucas 10:27). El alma humana es creada por Dios (Jeremías 38:16). Puede ser fuerte o inestable (2 Pedro 2:14); puede perderse o salvarse (Santiago 1:21; Ezequiel 18:4). Sabemos que el alma humana necesita expiación (Levítico 17:11) y es la parte de nosotros que es purificada y protegida por la verdad y la obra del Espíritu Santo (1 Pedro 1:22). Jesús es el gran Pastor de las almas (1 Pedro 2:25).
Es interesante que un porcentaje mucho mayor de personas cree en la existencia del cielo que en la del infierno. Sin embargo, según la Biblia, el infierno es tan real como el cielo. La Biblia enseña clara y explícitamente que el infierno es un lugar real al que son enviados los malvados/incrédulos después de la muerte. Todos hemos pecado contra Dios (Romanos 3:23). El castigo justo por ese pecado es la muerte (Romanos 6:23). Dado que todos nuestros pecados son en última instancia contra Dios (Salmo 51:4), y dado que Dios es un Ser infinito y eterno, el castigo por el pecado, la muerte, también debe ser infinito y eterno. El infierno es esta muerte infinita y eterna que nos hemos ganado a causa de nuestro pecado.
El castigo de los malvados que mueren en el infierno se describe en toda la Escritura como
“fuego eterno” (Mateo 25:41),
“fuego que nunca se apaga” (Mateo 3:12),
“vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 12:2), un lugar donde “el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:44-49), un lugar de “tormento” y “fuego” (Lucas 16:23-24),
“destrucción eterna” (2 Tesalonicenses 1:9), un lugar donde “el humo del tormento sube por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 14:10-11), y un
“lago de fuego y azufre” donde los malvados son “atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 20:10).
El castigo de los malvados en el infierno es tan eterno como la dicha de los justos en el cielo. Jesús mismo indica que el castigo en el infierno es tan eterno como la vida en el cielo (Mateo 25:46). Los malvados están sujetos para siempre a la furia y la ira de Dios. Los que están en el infierno reconocerán la justicia perfecta de Dios y el señorío de Jesucristo, el Salvador a quien rechazaron (Salmo 76:10; Filipenses 2:10-11). Sí, el infierno es real. Sí, el infierno es un lugar de tormento y castigo que dura por siempre jamás, sin fin. Alabado sea Dios porque, a través de Jesús, podemos escapar de este destino eterno (Juan 3:16, 18, 36).
Creo debes renunciar a tus ideas preconcebidas y dejar que la escritura te "hable" para que puedas entender la palabra de Dios. Sobre todo cuidadoso de no caer en la trampa original del diablo; el hacer creer que la palabra de Dios no es cierta.
Saludos.