¿QUE ESTA PASANDO EN LA INSTITUCION VATICANA? ¿POR QUE MOTIVO AIREAN LOS CASOS DE COR

T

Tobi

Guest
Tanto a católicos como a evangélicos les invito a reflexionar con esta pregunta:
¿Quienes han aireado los casos de violaciones en diversas partes del mundo o el asunto de la pederastia en el Reino Unido?
¿Creen que sin la aquiescencia del Vaticano hubiese salido a luz pública? Hacia años que el Vaticano lo sabia. ¿Por qué ha salido a la luz?
Solo puede haber un motivo: Cambiar la obligación del celibato.
Voy a permitirme ser "profeta". Mientras el Papa actual este como cabeza del Vaticano, nada cambiará al respecto. Pero el próximo Papa lo hará. Les empuja a ello la escasez de sacerdotes e interarán recuperar a los que han sido suspendidos a divinis por causa del matrimonio.
De hecho la Institución no va a cambiar en lo doctrinal pero al menos se ahorraran los casos que ellos mismos han aireado.
Me pregunto que dirán los que en estos foros han defendido la "santidad" :confused: del celibato.
Un saludos a todos en el Señor
 
CELIBATO Y AMOR

Jutta Burggraf

(Jutta Burgraff es doctora en Pedagogía y doctora en Sagrada Teología)


1. Introducción

En el día de hoy, quiero referirme a un tema muy controvertido: el celibato. En un foro televisado que vi hace poco, un conocido psicólogo, con gesto preocupado, se preguntaba: "¿Se puede vivir hoy el celibato? ¿Se le puede pedir al hombre y a la mujer modernos vivir el celibato?". A continuación, respondía: "¡Se vive! Y, precisamente, esa vivencia es su mejor argumento".

También actualmente hay quienes encuentran su felicidad en el celibato cristiano. A pesar de la ola de sensualidad y egoísmo con que nos inundan los medios de comunicación. Pese a todas las advertencias freudianas y a todas las publicaciones acerca del comportamiento sexual escandaloso, tanto dentro, como fuera de la Iglesia. Los miles de personas que actualmente viven el celibato según el ideal evangélico, son interiormente libres e independientes y aman con un amor fuerte, valiente y rebelde.

Adelantando un poco lo que pienso: estoy convencida de que el celibato se puede vivir también en el tercer milenio. Mientras más sea la insistencia con que se hace de él un tabú, mientras más se le ridiculiza, mientras más grotescamente se le desfigura y deforma, más urgente me parece hablar de él y reconocer el lugar que tiene dentro del cristianismo. Es lo que intento a continuación. Me propongo exponer, a grandes rasgos, cuál es el profundo sentido que, para los hombres y las mujeres de hoy, tiene el celibato voluntario.

2. Valor del matrimonio

Antes que nada, hay que dejar en claro que el celibato y el matrimonio no son una especie de contrarios, de antónimos, no se oponen. Para la gran mayoría de las personas, el matrimonio es la forma de vida más conveniente y adecuada y la que los conduce a la felicidad, a pesar de todas las dificultades que puedan surgir. En el matrimonio, se vive el amor humano, la disposición de darse a los demás. En la unión conyugal, la entrega personal a la pareja, alcanza una forma muy profunda e íntima. Esta unión comprende, por su esencia, tanto la dimensión física, como la dimensión espiritual del ser humano. Lo fundamental del matrimonio consiste en darse al otro con una reciprocidad sin reservas, con un amor personal e íntegro. Consiste en vivir y convivir con el otro; en la existencia común, que es tarea y responsabilidad compartida. Mediante la promesa matrimonial, un hombre y una mujer se deciden el uno por el otro. La promesa de dos cristianos ante Dios los une no sólo a su pareja, sino que en cierta forma a través de él o de ella, se unen al mismo tiempo a Jesucristo. No se entrega uno recíprocamente, se entrega también a Cristo a través del otro, de la otra. Los cónyuges no sólo viven para el otro. En realidad, viven juntos para Cristo; en su amor conyugal, aman también a Cristo. Mientras más unidos estén entre ellos, más se unirán a El. Su unión es un sacramento, una de las siete fuentes misteriosas de la participación en la vida divina.

Así, el matrimonio es un camino hacia Dios. Por esta razón, en la auténtica tradición de la Iglesia, la importancia dada al celibato no se ha entendido nunca como una disminución o rebaja del matrimonio. Tampoco podemos aceptar el maniqueísmo, que ve en lo corpóreo y en la procreación algo malo.[1] ¡El hombre incapaz de sentir no ha sido nunca un ideal cristiano! Quien no es capaz de tener pasión, deseos y sentimientos padece una deficiencia, pues carece de esta capacidad fundamental de la naturaleza humana. ¡El celibato nada tiene que ver con eso! En el celibato, se "renuncia" voluntariamente a algo que, de acuerdo a la voluntad del Creador, conduce al matrimonio.[2] Ese algo es la necesidad de darse completamente a otra persona, que es muchísimo más profundo que la mera tendencia sexual. Tal vez, en vez de "renuncia", deberíamos hablar de sacrificio. Al renunciar al matrimonio, la persona que se decide por el celibato, ofrece a Dios un sacrificio muy concreto y personal; en ningún caso desprecia el matrimonio. Por el contrario, en todas las religiones, se acostumbra a sacrificar no lo peor o malogrado -eso sería una verdadera ofensa a la divinidad-, sino lo más preciado.

Así como el hombre es capaz de escoger el matrimonio, también tiene la capacidad de renunciar a él. De esta manera, la vida célibe no representa solamente un estado, sino que constituye un valor en sí. El celibato es "otra" posibilidad, "otro" camino a través del cual, el hombre y la mujer pueden llegar a la plenitud.

3. Amor a Cristo

No obstante, el celibato no puede ser definido únicamente de un modo negativo. Si lo miramos tan sólo como una renuncia o negación, tendremos una percepción equivalente a la de aquél que, estando frente a un jardín, sólo ve la reja que lo cierra o de quien, al hablar del tenis, sólo piensa en el dolor muscular que este deporte puede causar. ¡Si actuáramos así, no habríamos comprendido nada de la belleza y de la grandeza del celibato cristiano! Quien lo escoge, no se decide por una existencia fría y cruda. Por el contrario, elige una comunidad de amor especial: una vida con Cristo y con su Iglesia; él (o ella) demuestra que puede dirigir todo su amor a Dios. Por supuesto, renuncia a una determinada forma de realización del amor humano; pero renuncia por un amor más grande. ¡El valor de nuestro amor y de nuestro esfuerzo depende, sobre todo, de a quién amemos y por quién efectuamos ese esfuerzo! Y, en este caso, es el mismo Dios el objeto inmediato de todo nuestro amor y nuestro esfuerzo. San Agustín advierte a las mujeres consagradas: "Si vosotras les debierais un gran amor a vuestros maridos, ¿cuánto más amor debéis a Aquél por quien no tenéis marido?"[3] El teólogo José Arquer señala: "Para ser lo que debe ser, (el celibato cristiano) tiene que ser vida en común con Dios, entrega consciente a Dios. Hacia afuera, parece una renuncia; en sí mismo, es íntima oración incesante".[4]

Como sabemos, el matrimonio se funda también en el misterio de la alianza de Cristo con su Iglesia. Pero no es el mismo esa relación, sino que sólo la representa. Mediante la decisión de vivir el celibato, el hombre y la mujer se encuentran en cierta forma incorporados en el misterio de esa relación esponsal.[5] El mysterium caritatis que, en el matrimonio está sólo insinuado, se encaja directamente en su vida y permite su plenitud a un nivel muy superior al natural. El hombre y la mujer viven una entrega total a un Tú, una relación directa entre Tú y yo, no a través de otra persona humana. Como personas, se unen al Cristo vivo y presente, en una relación directa e inmediata sólo con Dios. El Papa Juan Pablo II lo señala con claridad: "Dejarlo todo y seguir a Cristo ... no puede compararse con el simple quedarse soltero o célibe, pues la virginidad no se limita únicamente al ínoí, sino que contiene un profundo ísíí en el orden esponsal: el entregarse por amor, de un modo total e indiviso".[6] Quien vive el celibato, lo hace porque ha descubierto que Dios le ha querido por sí mismo y él (o ella) responde a ese amor divino con todas las energías del alma y del cuerpo. "La persona que se sabe tan amada por Dios, se entrega sólo a El".[7] Su seguimiento de Cristo es radical. El celibato cristiano no tiene nada que ver con la mera soltería, tal vez involuntaria y que es llevada como un lastre, así como la virtud cristiana de la pobreza, tampoco tiene nada que ver con la miseria real, dolorosa e involuntaria.

En algunos ambientes, se considera moderno considerar tales pensamientos como una extravagancia idealista. Sin embargo, ello no nos puede paralizar. Debemos tener presente que, al inicio de la "explosión apostólica" que tuvo lugar en los primeros siglos del Cristianismo, era natural que muchas personas escogieran el celibato.[8] En la joven Iglesia, el celibato era considerado como un luminoso testimonio de fe, comparable al martirio. En aquel entonces, se veía en él una expresión del amor a Cristo, de la vitalidad del Pueblo de Dios.

4. Por el Reino de los Cielos

Con frecuencia, el celibato es considerado como una "soltería por el reino de los cielos". Esto significa algo así como: quien se decide por el amor de Dios manifiesta así el Reino de Dios. En su existencia física, toma anticipadamente lo que a todos los hombres les será otorgado en la Resurrección futura,[9] ya que, luego de la Resurrección, "no se casarán y serán como ángeles del cielo".[10] De esta manera, se hace "testigo profético, en el tiempo, de ese mundo futuro donde habita la justicia".[11]

Un cristiano vive con la mirada hacia el futuro, se orienta hacia un porvenir que no puede ser mejor, hacia el cielo. El cielo es la plenitud del bien, que el hombre ahora en su vida sobre la tierra y del cual aquí sólo puede participar. Es, por así decirlo, la plenitud de la recompensa divina.[12] "Por esta razón -explica un teólogo-, el gusto por la felicidad, el confiado optimismo, la alegría frente a la magnanimidad ... no pertenecen además al cristianismo, sino que determinan totalmente la realidad cristiana, como la perspectiva y orientación hacia adelante, como la aurora de un día muy esperado".[13] El cristiano no tiene ningún motivo para estar abatido, triste o desanimado, para conformarse con el status quo, para aceptar las cosas tal "como están" y no tener ninguna esperanza.

No obstante, quien se decide por el celibato no sólo pone de manifiesto un mundo futuro, sino que más que nada, da testimonio de que el futuro ya ha comenzado hoy y aquí. Esperar, en sentido cristiano no significa que uno se dirija hacia algo que podría ocurrir, sino que señala más bien algo que desea vivamente y que, en cierto sentido, ya se posee de un modo imperfecto y provisorio. De acuerdo a un conocido principio teológico, la presencia de Dios, de la cual vive quien tiene esperanza, es ya "el comienzo de la gloria".[14] De tal manera que, para un cristiano, la vida eterna está, en la tierra, misteriosamente presente. ¡Dios nos ha prometido la felicidad, que comienza en esta vida! El amor de Dios no sólo es deseado y esperado, sino que se experimenta aquí. Los novísimos arrojan luces y sombras. Depende de nosotros descubrir, paulatinamente esas luces. Sólo cuando las hayamos descubierto todas, nuestro deseo de felicidad se encontrará completamente satisfecho.

El celibato "por el Reino de los Cielos" nos da un sabor anticipado de la felicidad eterna, pues comprende la dimensión más profunda y existencial de la humanidad y nos permite percibir algo de la vida en plenitud que nos quiere dar Cristo. Sin duda, es una forma de vivir que, tal como el matrimonio, conduce a una madurez afectiva de la persona. Entonces, ¿quién puede renunciar al amor matrimonial? ¿Quién puede suponer que no necesita el apoyo de una pareja? Ciertamente, sólo aquél a quien Cristo invita y llama personalmente. El celibato voluntario es una vocación cristiana, que no se puede "ganar". Sólo Dios puede regalarla, en una demostración de su amor libre, generoso y magnánimo. No obstante, todo cristiano debería estar dispuesto a aceptar este regalo, este don. Si una persona escucha la llamada de Dios, debe tener la audacia de abandonar la posición que se ha forjado, la vida que ha planeado, para entregarse del todo a la Divina Providencia. "Al detenerse, si se oye su llamada, en medio de todas las obligaciones y los deberes más apremiantes, al dejar de lado todo, da lo mismo lo que se haya tenido entre manos, para dedicarle a El una mirada..., ese es un acto de amor de adoración sin límites".[15]

Cuando un ser humano se sabe amado por Dios, cuando acepta la gracia del celibato cristiano y actúa en consecuencia, experimenta cada vez más claramente que el celibato, más que una renuncia, es un regalo, más que indigencia, es riqueza. Entonces entiende que es enteramente comprendido y protegido por Dios, en quien puede confiar y contarle todo lo que le sucede. Sí, una vida con Cristo es la felicidad más grande que se puede desear. Un benedictino alemán señala: "¿Dónde me siento a gusto? ¿Allí donde me he establecido? ¿Allí donde hay seres queridos, con los que puedo platicar? ¿O me siento a gusto con Dios? Viviré bien el celibato si me siento feliz con Dios".[16]

5. Dificultades

Tal "como todas las decisiones radicales y definitivas, que abraza la existencia total del hombre, el celibato es un vínculo de amor arduo y difícil"[17] No podemos ignorar ingenuamente las exigencias del celibato frente a la tendencia natural del ser humano. Por el contrario, para que la entrega a Dios conduzca a una vida plena y feliz, es absolutamente necesario aceptar, con realismo, la existencia de posibles dificultades y encararlas.

La renuncia por amor a Dios, a la extraordinaria comunidad de amor que es el matrimonio, significa renunciar a una profunda fuente de felicidad y también a una ayuda natural recíproca, en el camino de la unión con Dios. El auténtico amor a una persona (en el plano natural) es el medio más eficaz para vencer el egoísmo y las pasiones desordenadas. Este amor hace al corazón suave, blando y comprensivo, enseña a ser generoso y capaz de comprender. Cuando se renuncia a un amor humano, puede sentirse uno rechazado, y dentro del corazón puede haber un vacío, con el cual nos debemos enfrentar seriamente. Este vacío sólo puede llenarse si se acepta el celibato como una oportunidad para vivir muy enamorados de Cristo. ¡Si Cristo llena el corazón, vencemos radicalmente la soledad! Pero si esto no ocurre, la persona puede convertirse en estrafalaria, amargada, puede enfriarse su corazón y volverse agrio su carácter. También puede suceder que se ahogue en un vaso de agua por cualquier pequeñez y llene el vacío del corazón con ambiciones mezquinas, por ejm. el celo por dominar a los demás, o esforzarse por tener éxito a toda costa, por ganar dinero y lograr el aplauso de los demás. Esto es algo que muchas veces da pie a las críticas de quienes observan el celibato "desde fuera" (son los llamados "observadores imparciales"). El celibato se hace incomprensible tan pronto Cristo deja de ser el modelo.

Asimismo, hay que contar siempre con el hecho de que, aunque la renuncia al matrimonio haya sido un acto gozoso, no significa que sus consecuencias, a lo largo de la vida, no puedan llegar a ser una pesada carga. La rutina puede insensibilizar o endurecer el corazón, el trabajo cotidiano puede cansar... Existe siempre el peligro de caer en aquello que por amor de Dios se ha dejado, en una especie de anquilosamiento o amargura internos. Precisamente en el periodo llamado "midlife" -con razón se le denomina "la segunda conversión"- la persona puede ser dominada por la apatía, el tedio y el hastío. Algunos se muestran entonces desilusionados, experimentan su debilidad y no quieren o no pueden atreverse a emprender una empresa de envergadura, a iniciar "algo grande". La decepción se generaliza y, con frecuencia encuentra su expresión en el afán de criticar, en estar de mal genio, en refunfuñar. El corazón guarda entonces rencor o resentimiento, se da fácilmente a las habladurías, a los chismes o bien se entrega al activismo y al ajetreo sin sentido, cae en la indiferencia, se vuelve insensible. Así, puede suceder que el celibato retrase el proceso de maduración psíquica o lo bloquee completamente. Sin embargo, una persona normal tratará una y otra vez, de vivir de su fe y vencer todos estos obstáculos que se oponen a una gozosa entrega a Dios, que en el celibato es verdadero diálogo de enamorados.

¡Ciertamente hay casos trágicos! No obstante, el celibato en sí es tan poco responsable de un eventual endurecimiento del corazón, como el matrimonio constituye una garantía de que ello no ocurrirá. ¿No conocemos muchos hombres y mujeres casados, lamentablemente dominados por el egoísmo, cuyos corazones se han enfriado y parece que les faltara la alegría, que están con frecuencia de malhumor y son estrechos de miras, de "criterio corto"? También el amor humano y la vida sexual pueden llegar a frustrar, sobre todo porque en ellos, se experimentan los límites y la relatividad de la unión. Ansiamos lo infinito, lo eterno y lo absoluto y no lo podemos alcanzar en esta vida. Tarde o temprano, el ser humano llega a un cierto punto, en que su deseo de unión no logra ser satisfecho.[18] No obstante, ello no significa de ninguna manera que las personas unidas en matrimonio no puedan ser cada día más felices.

6. La lucha es imprescindible

Es una verdad de perogrullo: siempre que se intenta alcanzar bienes altos, es necesario luchar. Luchar contra el peligro de la insensibilización, contra la apatía, la negligencia y la abulia y, también contra el desorden en la vida de los sentidos. Esa lucha es necesaria en cada matrimonio y, para quien se ha decidido por el celibato, es también importantísima.

Somos tanto cuerpo como alma y todas nuestras actividades espirituales se encuentran profundamente unidas a nuestra vida sensible. Además, nuestra naturaleza humana está debilitada por el pecado. Oponerse a la realidad y pretender contradecir los movimientos de la naturaleza, resulta del todo inútil. Una empresa con este fin conduciría únicamente a la rigidez de un estoicismo inhumano. Sería igualmente erróneo ceder ante todos los deseos y olvidar la realidad que verdaderamente se vive. Lo más conveniente es aceptarse como uno es. Se necesita sinceridad para reconocer sus sentimientos y no ocultarlos o simplemente reprimirlos; ello sólo conduciría a una actitud convulsiva. Frente al propio comportamiento, hay que sacar consecuencias, es necesario ser prudente y estar alerta: alejarse cuanto antes de la persona por la cual tenemos sentimientos que se oponen a nuestro compromiso de amor con Dios.

No nos puede asustar lo que la tradición cristiana ha denominado comúnmente ascética, lucha interior o dominio de sí mismo. Para muchas personas éstos son términos extraños, hasta incómodos. Tal vez su recto significado fue tergiversado en el pasado, y se llegó a exageraciones. La lucha ascética es rechazada por amplios sectores de nuestra sociedad. Este mismo rechazo es, en muchos casos, el verdadero responsable del fracaso de algunas vidas célibes. No se trata de que, debido a las exageraciones del pasado, se renuncie a todo tipo de vida ascética; más bien, ésta debe ser fundada y puesta en práctica en forma inteligente, prudente y oportuna. Una conocida religiosa alemana explica con claridad que el dominio de sí mismo "se tiene que lograr por amor al Señor, sin miedo, con un amor confiado, con una gran libertad y con un corazón generoso".[19] La ascética conduce al encuentro con Dios; a través de ella no se busca la propia perfección, sino que su objetivo es el amor de Dios. Hay que tener bien claro que no se trata de "no hacer nada malo" y de no caer jamás. Hay que tener el valor de levantarse una y otra vez. Dios nos es más suave y más grato cuando elevamos a El nuestro corazón dolorido, que cuando pretendemos mostrarle todos nuestros logros ascéticos y nuestra impecabilidad moral.

A lo largo de nuestra vida, podemos experimentar etapas de oscuridad y sufrir decepciones. La estabilidad emocional y la madurez espiritual son bienes cuyo desarrollo no es lineal o ininterrumpido; por el contrario, generalmente se alcanzan a través de pocas o muchas situaciones de crisis. Sin embargo, una crisis no es una catástrofe. Hay que descubrir las posibilidades que se esconden detrás de cada situación difícil. Luego de una prueba y mediante ella, el amor se hace más maduro y más profundo. Con el tiempo y después de cada "tempestad", el amor y el deseo de darse a los demás pueden renovarse, purificarse y crecer. Para ello, es imprescindible comprender bien lo que se ha vivido en esa temporada, no huir, no distraerse, no engañarse con un posible "cambio de compañera o compañero", pues en realidad, lo único que hay que cambiar es el propio yo.[20]

Para superar una crisis es necesario "volver", "retornar" al momento en que iniciamos la unión, entonces, podemos renovar ese compromiso de amor; decir, de todo corazón, nuevamente, que sí. El filósofo Dietrich von Hildebrand aclara, con acierto: "Ahora bien, ese volver al momento inicial en que Dios tocó lo más profundo de nuestra alma, es lo esencial de toda renovación que no se puede confundir con un retornar con todos los detalles al comienzo. Es un volver no necesariamente al escenario original; pero sí al entusiasmo, al ardor y al celo iniciales".[21] No puedo negar el conocimiento y la experiencia que he recogido en el camino de la vida. Si reitero el "sí" original, lo hago a conciencia y, si cabe, más libre que la primera vez, con el entusiasmo de la juventud y la madurez que dan los años. Con el paso del tiempo, amamos cada vez más, porque queremos amar y estamos también más dispuestos a sacrificarnos por quien amamos.

Las posibilidades de maduración de un ser humano -hombre o mujer, soltero o casado- son tan grandes como el amor del que vive. Si una persona se preocupa sólo de sí misma y de su prestigio (de lo que digan los demás), se convierte en un ser interiormente pobre, abúlico, de corto criterio y estrecho de miras. El obstáculo decisivo para lograr una personalidad armónica y, en definitiva, vivir feliz, es el egocentrismo, el carácter agarrotado, la relación neurótica hacia el mundo y hacia quienes nos rodean. Quien ha escogido el celibato tiene que aprender siempre, en una dimensión más profunda, el desprendimiento cristiano. Tenemos que mirar, una y otra vez, a Aquél por quien nos hemos decidido. En otras palabras, debemos estar dispuestos a separarnos cada vez más de los bienes terrenos, especialmente, de aquellos propios de lo que la gente denomina "una vida tranquila", en que todo está ordenado y predeterminado. Primero, se debe luchar contra las faltas e imperfecciones, por ejm., contra pequeñas competencias con otras personas, contra la envidia, el sentimiento de alegría por el mal ajeno, una exagerada susceptibilidad, pensar únicamente en la carrera, en fin. De esta manera, el corazón se vuelve cada vez más puro y es más libre para amar a Dios.

No siempre es necesario que la voluntad y la vida de los sentidos vayan unidas. Ello se realizará definitiva y totalmente sólo en el Cielo. No obstante, se puede decir, sin exagerar, que en el caso de muchas personas que se han decidido por el celibato, ello se realiza ya en la tierra. Efectivamente, esas personas no aman a Dios solamente porque han tomado la noble decisión de hacerlo, sino que lo aman con toda la fuerza de su corazón. ¡Están felices de amarlo! Este mismo amor puede conducir algunas veces a combatir ciertos sentimientos y deseos del corazón. Es el caso de Abraham, al declararse dispuesto a sacrificar a su hijo. Dietrich von Hildebrand describe magistralmente lo ocurrido: "Abraham, al escuchar que Dios le mandaba sacrificar a su hijo Isaac, tuvo que responder ¡sí! con su voluntad. Pero su corazón tenía que sangrar y responder con la tristeza más grande. Su obediencia al precepto no habría sido más perfecta si su corazón hubiera reaccionado con alegría. Al contrario, se hubiera tratado de una actividad monstruosa. Según la voluntad de Dios, el sacrificio de su hijo requería una respuesta del corazón de Abraham: la del dolor más profundo."[22] Algo parecido padeció Cristo en el monte de los olivos; claro que hay que tener en cuenta la infinita distancia entre Abraham y el Hijo de Dios.

¿Qué consecuencias tiene todo esto para nuestra vida? Tanto en el matrimonio, como en el celibato, todos tenemos que sacrificar algo por un amor más alto. Hacemos algunos sacrificios para ser fieles a aquél a quien un día nos entregamos voluntariamente. Pienso que el profundizar en la pasión del Señor puede ayudar a superar las tentaciones o, en general, las dificultades en el ámbito afectivo. Si las inspiraciones divinas, lo que Dios nos pide, sólo nos causaran felicidad, si nunca sufriéramos contradicción entre los deseos del corazón y la decisión de nuestra voluntad, entonces, deberíamos preguntarnos si nuestra vida de fe es realmente viva. ¡Tal vez seguimos a Cristo de muy lejos! De tan lejos, que no experimentamos ni rastro de su cruz.

Por el contrario, si nos asombramos de que al seguir a Cristo nos encontramos con su cruz y, más aún, nos quejamos de ello, puede ser ésta también una señal de que no estamos aún lo suficientemente cerca del Señor. Arquer lo explica acertadamente: "Un cierto tono de queja... se encuentra... en contradicción con la esencia del amor. El amante acepta gustoso el sacrificio y no echa en cara al amado lo que él le manda. Desde el fondo de su ser, el célibe dice alegremente que sí a ese dolor, saluda la cruz que lo une con Cristo".[23]

Ciertamente, el celibato es un regalo divino que lleva consigo la locura de la cruz. En este punto, hay que aclarar, eso sí, que lo que se ama no es la cruz, sino al Crucificado. Si queremos estar más cerca del Señor, ¡no podemos pretender tener las cosas mejor que él! El amor empuja hacia la expresión, hacia la objetivación de la entrega... Se alegra de sacrificarse por quien ama; ansía mostrarle que le ama sobre todas las cosas. La novia abandona la casa paterna, disuelve su comunidad de vida con aquéllos a los cuales hasta entonces pertenecía, de los que se rodeaba, para seguir al hombre que eligió por amor. Quien se ha decidio por Cristo tiene tanta más razón para entregarse de una manera aún más radical.

7. El amor divino y el amor humano

En el celibato y en el matrimonio pueden surgir dificultades y conflictos. Sin duda, una cierta disposición a vencerse a sí mismo es necesaria cuando se quiere ser fiel toda la vida. Me he referido especialmente a este punto, porque hoy apenas se menciona. Sin embargo, no creo que la lucha ascética sea lo más importante. Un autor espiritual explica con gran claridad: "Si tienes corazón te puedes salvar. De eso se trata en nuestra vida interior, de que tenemos un corazón capaz de amar, que se deja maravillar, pletórico de anhelos, de cariño, con ansias de entrega."[24] Y para modelar el corazón de ese modo, no alcanzan nuestras fuerzas, simplemente no llegamos. Felizmente, podemos esperar una ayuda muy grande de Dios y de otras personas. Me gustaría referirme brevemente a este tema.

En ciertos ambientes, se acostumbra poner de relieve - no sin cierta fruición - todos los factores psicológicos que harían casi imposible la perseverancia en el celibato. Se olvida lo más importante: la gracia especial que Dios da a todo el que se le entrega, a quien confía en él. De esta manera, se falsea la situación objetiva. El amor infinito de Cristo permite mantener encendido el corazón y hace posible la estabilidad emocional. La gracia penetra hasta las capas más profundas del corazón y les da su calor, las "acrisola". La gracia conduce a la persona hacia el radio de acción divina, la coge en su amor. "El, que llama al alma, la llenará consigo mismo, si el alma sigue su llamada."[25] De nosotros espera Dios un mínimo de disposición, de abrirse siempre a su amor. Lo dice claramente el salmista: "Si escucháis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón" (Ps 94, 7-8).

En otro orden de cosas, nuestro corazón anhela dar y recibir amor humano. Algunas corrientes espiritualistas han intentado negarlo. Tal vez esta sea la razón por la cual, algunas personas célibes carecen de naturalidad, parecen contraídas y consideran sus compromisos religiosos como una pesada carga. Una vida espiritual sana será normalmente posible cuando se vive en un ambiente amable, cuando se mantienen buenas relaciones con los demás. Creo que no debemos tener miedo al amor humano. Si la vida afectiva se encuentra fundada en Cristo y está empapada de su gracia (y si estamos dispuestos a luchar), entonces el amor humano es, para nosotros, una gran ayuda en el camino hacia Dios. El amor humano no es sólo el amor matrimonial, sino que tiene también otras formas. Para aquellos llamados al celibato cristiano, me parece que la amistad tiene una significación muy importante.[26] Junto al amor de Dios, el amor de amistad hacia una persona, especialmente si está animada por el mismo ideal, puede ayudar a permanecer en el camino iniciado y contribuir a que se avance más rápidamente.

En la tradición cristiana, el valor de la amistad ha sido muchas veces elogiado. San Agustín observa incluso: "Sin un amigo, nada en el mundo nos parece amable."[27] Luego de su conversión, este gran Padre de la Iglesia se sentía confirmado, animado y alentado por sus amigos, a realizar grandes empresas. Si alguien tiene a su lado personas a quienes quiere y en quienes tiene confianza, entonces todo parece más fácil. Si esas personas siguen, incondicionalmente y cueste lo que cueste, el mismo camino, si se esfuerzan por seguirlo (o por lo menos lo entienden bien) entonces suele ocurrir que la amistad anima y no es un obstáculo para avanzar.

La amistad es un bien muy alto que - me parece - pertenece al verdadero amor cristiano. En una de las afirmaciones centrales del Evangelio, Cristo dice a sus discípulos: "Os he llamado amigos" (Io 15, 15). Podemos y debemos hacer amistad con Dios y con los hombres. Sobre esto, creo que tenemos claro que, en lo relativo a las amistades entre hombres y mujeres, debemos ser muy prudentes y sinceros, ante Dios y ante uno mismo.

Estar cerca de Jesucristo no significa de ninguna manera despreciar, ni menospreciar el amor humano. Una actitud así verdaderamente endurecería el corazón. Por el contrario, Dietrich von Hildebrand se refiere a los efectos de la cercanía de Cristo: "El corazón se hace incomparablemente más sensitivo y ardiente, y queda dotado con una afectividad inaudita. Al mismo tiempo está purificado de toda afectividad ilegítima."[28] Quien realmente ama a Dios, no necesita tener ningún miedo a "apegarse" a las criaturas. El conocido filósofo anglicano C. S. Lewis señala que, únicamente si amamos muy poco a Dios, existe el peligro de que los hombres amen, por así decirlo, "al margen de Dios", con un amor de idolatría. Lewis se refiere a aquellos que por motivos religiosos, más bien pseudoreligiosos, intentan reprimir sus sentimientos, para evitar todo tipo de enredos. "Creo - señala Lewis - que los amores más ilícitos y desordenados son menos contrarios a la voluntad de Dios que una falta de amor consentida, con la que uno se protege a sí mismo... Es probable que sea imposible amar a un ser humano simplemente demasiado. Podemos amarlo demasiado ¡en proporción! a nuestro amor por Dios; pero es la pequeñez de nuestro amor a Dios, no la magnitud de nuestro amor por el hombre, lo que constituye lo desordenado."[29] El celibato cristiano no conduce a la soledad, al aislamiento. Cuando comprendemos bien lo que Dios quiere de nosotros y cuando somos dóciles a su gracia, podemos amar apasionadamente a Dios y a los hombres y nos dejamos, gustosamente, amar por ellos.

8. Conclusión

Para terminar, quiero destacar una vez más: el celibato es un camino que lleva a la vida plena que Cristo nos ha prometido. El celibato exige - tal como el matrimonio - mucha vitalidad, pues requiere que la motivación original, con que se inició la entrega personal, siga viva durante toda la vida. Ello solamente es posible con una auténtica vida de oración. Sólo en el diálogo con Dios mismo, se puede comprender el verdadero sentido del celibato. Únicamente el trato con Jesucristo puede llenar el vacío del corazón. Sólo cuando se experimenta la cruz, el Señor puede curar nuestra naturaleza herida.

En la medida en que el hombre se entregue más a Dios, más se entregará a las demás personas, será más capaz de amar. El celibato "por el reino de los Cielos" - precisamente porque se funda en la negación de sí mismo, porque es una entrega generosa - forja una personalidad con una capacidad muy grande de dar, de brindar amistad. El grado de su entrega y de su cari–o dependen de cuán vivo sea el amor de Dios. La cercanía a Cristo, la confianza absoluta con El, hacen de la persona un "master" en amor, también en amor matrimonial, pues la persona realiza, en su vida, aquello de lo que el matrimonio es sólo un símbolo: el amor esponsal con Cristo.

Sólo una palabra antes de acabar. La más perfecta unión con Cristo no está unida, por naturaleza, a ninguna forma de vida. Es un rasgo característico, propio de los santos y, como tal, asequible tanto a los casados, como a los solteros. En definitiva, lo único que importa es que cada uno descubra cuál es su camino y lo siga fielmente, teniendo la seguridad que Dios lo ha llamado personalmente por ese camino, desde toda la eternidad.


Jutta Burggraf
 
Buena es la teoría, pero entonces viene la práctica y aparecen los casos denunciados.
Vaya y cuente todo eso a un niño violado o a una novicia en la misma situación.
¿No es mejor en la práctica casarse que quemarse? Si la memoria no me falla alguien escribió esta sentencia.
De todas maneras la "profecia" está lanzada y veremos que pasa. <IMG SRC="angel.gif" border="0">
 
Me pregunto que dirán los que en estos foros han defendido la "santidad" del celibato.
Un saludos a todos en el Señor
No pasara nada Tobi , lo aceptaran tan tranquilamente , como acepto yo que el martes viene despues del lunes . y seguiran defendiendo la infalibilidad papal <IMG SRC="bostezo.gif" border="0"> <IMG SRC="bostezo.gif" border="0">

Repetire mi posicion al respecto . Yo se que el don de castidad existe , asi que no tengo problemas en eso , pero no estare jamas de acuerdo en que a un hombre o mujer se les exija ser celibes para ser sacerdotes , ya que sacerdotes somos todos los lavados por la sangre de Cristo . Dentro de las iglesias y conventos ocurren una serie de morbosidades que no ocurririan jamas de no exigirse tamaño disparate anti/natural , cruel , y antibiblico .
 
tobi:
Interesante profecía. A mí también me parece muy probable el asunto. Pero la gran pregunta es: ¿sobre cuántos niños y mujeres violadas, y sobre cuánto homosexualismo "revelado" estará "construido" este cambio de opinión (en el caso de darse)?
¿Todo ese daño por una cabezonata que NO es bíblica?
Por otro lado, resultará que lo que define el celibato para los sacerdotes nunca fue "infalible".
 
Para Luis Fernando:
De nuevo una larga aportación en defensa de la pretendida santidad del celibato. Lógicamente demasiado largo para poder debatirlo, lo cual es una buena estrategia. Pero en un debate hay que debatir y solo tomaré una de las frases que hay en su aportación:
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Cuando un ser humano se sabe amado por Dios, cuando acepta la gracia del celibato cristiano y actúa en consecuencia, experimenta cada vez más claramente que el celibato, más que una renuncia, es un regalo, más que indigencia, es riqueza. Entonces entiende que es enteramente comprendido y protegido por Dios, en quien puede confiar y contarle todo lo que le sucede. Sí, una vida con Cristo es la felicidad más grande que se puede desear.
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En primer lugar aquí se parte de un principio que, como mínimo, es dudoso por que. ¿Que tiene que el saberse amado de Dios con el celibato? Este es un presupuesto no válido y, consecuentemente invalida todo lo demás.
Depues viene la realidad práctica cotidiana y tambien consecuentemente cabe hacerse la pregunta: ¿Cuantos a quienes les fué impuesto el celibato llegan a confundirlo con concubinato?
Frente a esta realidad ¿donde queda su larga aportación defendiendo lo que en la practica da unos resultados negativos? Violaciones, pederastia y todo lo demás. Estos son los resultados y luego se aportan teorías para hacernos creer ¿que?
Lea su aportación y despues comparela con la realidad denunciada (denunciada con la aquiescencia del mismo Vaticano)y saque conclusiones.
Seria un buen ejercicio, L. F.
Mis respetos.
 
Pido disculpas publicamente por los pecados que han cometido los ministros de mi Iglesia, <IMG SRC="llorando.gif" border="0"> de hecho, todos tenemos debilidades, y quisiera decirle a mis hermanos Protestantes que no se <IMG SRC="no.gif" border="0"> encarnizen hablando de los delitos que han cometido nuestros Sacerdotes, porque entonces, y sería de mal gusto, tendría que contarles <IMG SRC="eek2.gif" border="0"> de todos los niños violados, de todas las mujeres violadas y embarazadas que han dejado a su paso algunos Pastores disque "Cristianos"....y eso que no tienen ningun voto de celibato....entonces porqué lo hacen?

Amigo Tobi <IMG SRC="no.gif" border="0"> mires la paja en el ojo de tu hermano, mira primero la viga de tu propio ojo. Antes de escandalizarte y hablar mal de la Iglesia católica, primero denuncia a los Pastores de tu Iglesia que han cometido también horrendos crímenes..PERO CLARO!! AHÍ SI NO VEMOS!

Yo como católico, estoy de acuerdo con que se permita a los sacerdotes que así lo quieran llegar a casarse y a los que quieran permanecer celibes que así lo hagan. Es mi opinión personal. :angel
 
Principado 10:
Hace una grave denuncia y con la amenaza de publicarlo. Hágalo.
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Pido disculpas publicamente por los pecados que han cometido los ministros de mi Iglesia, de hecho, todos tenemos debilidades, y quisiera decirle a mis hermanos Protestantes que no se encarnizen hablando de los delitos que han cometido nuestros Sacerdotes, porque entonces, y sería de mal gusto, tendría que contarles de todos los niños violados, de todas las mujeres violadas y embarazadas que han dejado a su paso algunos Pastores disque "Cristianos"....y eso que no tienen ningun voto de celibato....entonces porqué lo hacen?
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En primer lugar, ¿donde ve encarnizamiento?
En ninguna manera he hecho tal cosa. Solo una cosa si que critico fuertemente la imposicion del celibato como algo antinatural. La cuestion sería distinta si fuese una opción libre y que si una persona llegase a la conclusión que para él es imposible, pudiese cambiar libremente dicha opción sin perder el estatus que escogió como una vocación.
La acusación que hace de pastores protestantes es bastante arriesgada porque se compromete a que se le pidan pruebas de ello. Puede que haya habido algun caso, pero la manera en que lo generaliza presupone una abundancia que tiene que ser demostrada puesto que no se trataria de aquello "nosotros muchos, peró vosotros mas". Así, que, ¿donde esta la paja y la viga?
Por otra parte parece no haberse dado cuenta de que no hemos sido los protestantes los que hemos aireado estos desagradables asuntos. Salió de sus propios correligionarios POr qué? ¿I para qué? Me he permitido aducir que se están preparando los pasos pertinentes para eliminar el celibato como condición para acceder al sacerdocio. ¿Sabe que la crisis de vocaciones que tiene la llamada iglesia latina no está a la par en las orientales de comunión católica? No se lo que pasa en su pais, pero aquí en España se han cerrado la mayoría de seminarios menores.
Así, que, si ve encarnizamiento no es por parte protestante, es de su propia iglesia que ha sido la que lo ha aireado al mundo entero.
A propósito, sea bienvenido a los Foros.
En Cristo
 
EL CELIBATO DE LOS SACERDOTES
Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo,
y ADMINISTRADORES
de los misterios de Dios (1 Co 4, 1).
1. El celibato.
Los hermanos dicen que la Biblia prohíbe la vida célibe (el no casarse). Citan a La Carta de Pablo a Timoteo: Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse... (1 Ti 4, 2-3).
¿Qué dice la Iglesia católica?
Dios llama al hombre para unirse con su mujer para formar una familia. La Iglesia católica es la única que ve esta unión como Sacramento, dándole un valor grandísimo. Solamente enseña también que éste no es para todos. Algunos renuncian a el por razones religiosas.
Los hermanos ignoran que Dios llama a algunos para vivir una vida consagrada por el celibato: Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquéllos a quienes es dado. Pues hay eunucos que... a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba (Mt 19, 11-12).
Jesús habla de poner a Dios en el primer lugar antes de cualquier relación humana: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna (Lc 18, 29). Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo (Lc 14, 26).
Pablo no se casó, sino que recomendó que los primeros católicos escogieran la vida del celibato: Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor... Esto lo digo para vuestro provecho; no para tenderos lazo, sino para lo honesto y decente, para que sin impedimento os acerquéis al Señor... De manera que el que la da en casamiento hace bien, y el que no la da en casamiento hace mejor (1 Co 7, 32 y 35-38). Las hijas de Felipe que profetizaban en Hechos eran doncellas (21, 9) ("solteras" dice Dios Habla Hoy, vivían en virginidad dice una Biblia Católica). En el cielo hay vírgenes (Ap 14, 4).
Esto era una práctica común en el AT. Dios dijo al profeta Jeremías que no se casara porque su ministerio sería difícil (Jer 16, 1-4). La razón porque Pablo también decía que el soltero podría ser menos influenciado por las cosas del mundo (1 Co 7, 32-33). Veía el matrimonio como opción pero no siempre la mejor cuando causa una división en el corazón entre mi relación con la familia y con Dios. En Segunda de Timoteo Pablo le dice que no debe participar en las cosas del mundo civil para poder ser un soldado de Cristo (2 , 3-4). En 1 Timoteo Pablo habla de la viuda que se compromete a no casarse para poder hacer buenas obras: orar, atender a los enfermos, etc. (1 Ti 5, 3-12). Así era Ana (Lc 2, 37).
Algunos hermanos dicen que ser célibe es contra la naturaleza. Citan a Génesis: Fructificad y multiplicaos (1, 28). Pero no es así. El mandato de Génesis es un concepto general para la raza humana; no es necesariamente para cada individuo. Si fuera así, cada persona no casada en la edad de poder tener hijos estaría comitiendo un pecado al quedarse soltero. Cristo mismo estaría en contra este mandado igual que Juan Bautista. Recuerda lo que dijo Pablo en Primera de Corintios 7, 8-9. Otros hermanos citan: dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne (Gn 2, 24). Pero Cristo alabó a los que no solamente dejan a sus padres sino también sacrifican tener una familia: y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras por mi nombre recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna (Mt 19, 20). Y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos para causa del reino de los cielos (Mt 19, 12). Jesús utiliza el ejemplo de su tiempo, el de un rey que tiene sus eunucos que sirven en el palacio gozando de toda su confianza. En el Reino de Jesús, Él es el Rey de Reyes, en su palacio, (la Iglesia) hay célibes que "se hicieron eunucos" para así servirle con toda libertad.
Insisten los hermanos que Pablo exhortó que un obispo debe ser el esposo de una mujer (1 Ti 3, 2): Entonces los obispos deben ser casados. Pero el asunto de Pablo no es que un hombre debe ser casado para ser obispo, sino que un obispo no debe ser casado más de una vez, porque si fuera así, Pablo estaría violando su propia regla que prohibía un hombre tener más de una esposa -que quiere decir no tener otra esposa después de enviudarse- no le ordena tener a lo menos una. Un hombre que nunca se casa no viola esta regla.
En la misma línea, argüyen los hermanos que Pablo dice que el obispo: gobierna bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?) (1 Ti 3 4-5). Pero la interpretación correcta, que el obispo debe ser casado y con hijos, no es lógica. ¿Qué de un hombre sin hijos, no podía ser obispo? ¿Qué de un hombre en la que que la sujeción con toda honestidad (v.4) de uno de sus hijos no es plena? ¿Cómo medirla? ¿No puede ser obispo tampoco? Siguiendo a Pablo la Iglesia nunca prohibió el matrimonio. Al contrario, lo eleva a Sacramento.
En toda la historia de la Iglesia han habido escándalos con ciertos sacerdotes que no cumplieron su voto del celibato. Muchos hermanos culpan a esta misma regla de la Iglesia por el comportamiento de tales célibes. Pero esta regla no NO ES LA CAUSA de sus acciones hasta perversas. Muchos matrimonios son infieles, pero no por eso vamos a decir que este sacramento no funciona. Porque algunos hombres no cumplen la norma de la Iglesia quiere decir que la ley es mala sería como quitar todos los semáforos de las calles de México porque algunas personas no los respetan.
Nadie está obligado a ser un sacerdote, pero si está llamado por Jesús a dejar todo por él, lo hace. La Carta a Timoteo se refería a los que condenan todo matrimonio como malo (gnósticos y filósofos estoicos).
En resumen:
Los sacerdotes son célibes porque Cristo, el Sumo Sacerdote del Nuevo Pacto, no se casó; los Apóstoles/sacerdotes también dejaron todo incluso a sus esposas (Mt 19, 27), porque Cristo lo recomienda si somos capaces de dejar todo para seguirlo (Mt 19, 21), y porque Pablo dice que es mejor ser soltero para preocuparnos de las cosas del Señor (1 Co 7, 32-33). Hacemos esta pregunta al hermano separado: ¿por qué no tienen ministros que son célibes cuando Pablo tan frecruentemente recomienda lo bueno que es para el ministerio de tiempo completo?
La vida consagrada ha sido parte de la verdadera religión desde antes de Jesucristo. En el A.T. había una asociación de hombres y mujeres llamados los Nazaritas (los "consagrados") quienes tomaron el voto de negarse de sí mismo (Núm 6,2-8). Ellos se veían distintamente (vs. 5). Juan el Bautista eran uno de ellos (Lc 1,5), igual Sansón (jue 13,5-6), y Samuel (1 Sam 1,11). Pablo tomó el voto de los nazaritas por un tiempo (Hch 18,18) y recomendó que otros vivieran como célibes (1 Co 7, 32-38), especialmente los ministros (1 Tim 2, 3-4). ël fundó una orden de viudas que vivián una vida consagrada (1 Tim 5, 3-12).
¿Qué dijo la Iglesia Primitiva?
En la Iglesia primitiva encontramos los siguientes escritos sobre la vida consagrada:
· Justino Martir (151): Primera apología, 15.
· Hipólito (200): Discursos sobre el anticristo, 7.
· Zósimo (225): La narrativa de Zósimo, 21.
· Liturgia de Marcos (250).
· Cipriano (253): Cartas, 61:2-3.
· El Martirio de Shamuna, Guria y Habib (300).
El celibato:
Policarpo (5:1): "si alguien puede permanecer célibe, permanezca para honra del Señor".
<IMG SRC="leyendo.gif" border="0"> ;)

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"¿De que me sirve alabar el pan, si vivo mal? No me nutro de lo que alabo.
Escucho la palabra de la justicia y de la verdad, y la alabo; pero la mejor
alabanza sería practicarla."

San Agustín. (Sermón 153, 10)
 
Gian:

¿Y sobre Zósimo, tienes algún escrito que nos explique sobre la herejía pelagiana , y de cómo defendió a los herejes Celestio y Pelagio?

Si no tienes nada, yo misma puedo aportar a este interesante tema de los papas que cayeron en herejía.

Originalmente escrito por Jetonius, extraído en parte de la Enciclopedia católica:

B. El caso de Zósimo, un “supremo maestro” que no sabía distinguir un documento pelagiano de uno ortodoxo, y que desconocía tanto los cánones de Nicea (que confundió con los de Sardis) como los límites de su propia autoridad, y hubo de ser enseñado por los obispos africanos.
Traduzco lo siguiente de la Catholic Encyclopedia:
“No mucho después de la elección de Zósimo el pelagiano Celestio , quien había sido condenado por el papa precedente , Inocencio I, vino a Roma para justificarse ante el nuevo papa, habiendo sido expulsado de Constantinopla. En el verano de 417, Zósimo realizó una reunión con la clerecía romana en la basílica de San Clemente, ante la cual compareció Celestio. Las proposiciones redactadas por el diácono Paulino de Milán, por causa de las cuales Celestio había sido condenado en Cartago en 411, fueron dispuestas ante él. Celestio se rehusó a condenar tales proposiciones, declarando al mismo tiempo en general que él aceptaba la doctrina expuesta en las cartas del papa Inocente y haciendo una confesión de fe que fue aprobada. El papa fue ganado por la conducta astutamente calculada de Celestio, y dijo que no estaba seguro de si el hereje había realmente mantenido la doctrina falsa rechazada por Inocente, y por tanto consideraba demasiado apresurada la acción de los obispos africanos contra Celestio. Escribió de inmediato en este sentido a los obispos de la provincia africana, y convocó a quienes tuviesen algo que decir contra Celestio para que compareciesen en Roma dentro de los dos meses. Poco después de esto, Zósimo recibió de Pelagio también una confesión de fe artificiosamente expresada, junto con un tratado del heresiarca sobre el libre albedrío. El papa reunió un nuevo sínodo de la clerecía romana, ante la cual ambos escritos fueron leídos. Las expresiones hábilmente escogidas de Pelagio ocultaban el contenido herético; la asamblea sostuvo que las afirmaciones eran ortodoxas, y Zósimo les escribió de nuevo a los obispos africanos defendiendo a Pelagio y reprobando a sus acusadores, entre los cuales se hallaban los obispos galos Hero y lázaro. El arzobispo Aurelio de Cartago rápidamente convocó un sínodo, el cual le envió a Zósimo una carta en la que se probaba que el papa había sido engañado por los herejes. En su respuesta, Zósimo declaró que no había determinado nada en forma definitiva, y que no deseaba establecer nada sin consultar a los obispos africanos. Luego de la nueva carta sinodal del concilio africano, del 1 de mayo de 418, al papa, y luego de las medidas tomadas en contra de los pelagianos por el emperador Honorio, Zósimo reconoció el verdadero carácter de los herejes. Ahora publicó su “Tractoria”, en el cual eran condenados el pelagianismo y sus autores. Así, finalmente, el ocupante de la Sede Apostólica en el momento exacto mantuvo con toda autoridad el dogma tradicional de la Iglesia, y protegió la verdad de la Iglesia contra el error.
“Poco después de esto, Zósimo se involucró en una disputa con los obispos africanos con respecto al derecho de apelación a la sede romana de clérigos que habían sido excomulgados por sus obispos. Cuando el sacerdote Apiario de Sica había sido excomulgado a causa de sus delitos, apeló directamente al papa, sin consideración por el curso regular de la apelación en África, que estaba exactamente prescrito. El papa aceptó la apelación de inmediato, y envió al África legados con cartas para investigar el asunto. Un procedimiento más sabio hubiese sido referir primero a Apiario al curso ordinario de apelación en la misma África. A continuación, Zósimo cometió el error añadido de basar su acción en un supuesto canon del Concilio de Nicea [ecuménico], que era en realidad un canon del Concilio de Sárdica [local]. En los manuscritos romanos, los cánones de Sárdica seguían a los de Nicea inmediatamente, sin un tpitulo independiente, en tanto que los manuscritos africanos contenían únicamente los cánones genuinos de Nicea, de modo que el canon al que apeló Zósimo no se hallaba en las copias africanas de los cánones nicenos. Así surgió un serio desacuerdo acerca de esta apelación, que se prolongó después de la muerte de Zósimo.”
J.P. Kirsch, Pope St. Zosimus (Catholic Encyclopedia , vol. XV).

Es probablemente un hecho afortunado para la Iglesia de Roma que el obispado de Zósimo (417-418) haya durado tan poco, pues de lo contrario es posible que hubiera cometido todavía más errores.
Aunque el autor del artículo citado pretende exonerar a Zósimo y presentarle como el guardián de la ortodoxia que “en el momento exacto mantuvo con toda autoridad el dogma tradicional de la Iglesia, y protegió la verdad de la Iglesia contra el error”, los hechos que él mismo narra son bien diferentes.
El titular de la sede romana examinó cuidadosamente lo expuesto por Celestio y Pelagio, y llegó a la conclusión de que ambos eran ortodoxos. Se ve que el Espíritu Santo no le asistió para distinguir la verdad del error. Como consecuencia de su evaluación, corrigió la condenación pronunciada por el obispo romano anterior (lo que muestra que en esta época los papas no se sentían aún obligados por las enseñanzas y decisiones de sus predecesores, que podían ser anuladas si era necesario) , censuró gravemente a los obispos galicanos acusadores –a los que calificó de maliciosos y turbulentos y pretendió excomulgar- , aconsejó paternalmente a los obispos africanos para que no se apresurasen a creer lo malo de su prójimo, y dijo que hubiera deseado que los africanos hubiesen podido oír las exposiciones de Celestio y Pelagio, a quienes llamó hombres de ortodoxia perfecta (absolutae fidei).
A pesar de la decisión del obispo romano, los obispos africanos se mantuvieron en su posición y reafirmaron la condenación de los errores pelagianos. Fue solamente frente a la firmeza de los africanos y a la condenación y destierro de Pelagio por la autoridad imperial (que vaticinaba un negro futuro para sus defensores) que Zósimo publicó su condenación de los pelagianos y sus escritos. Lo hizo muy tarde para defender la ortodoxia, que ya había sido reivindicada por los obispos de la Galia y del África, y apenas a tiempo para salvar su propio pellejo de la acusación de herejía.
Así que, si Zósimo no era pelagiano, al menos se tragó la carnada pelagiana con anzuelo y plomada, se atrevió a amonestar a los obispos que defendían la ortodoxia, y reaccionó en el instante final. Por cierto, un papel muy triste para un pastor y maestro supremo.
Y si bien el problema del pelagianismo fue mucho más grave, la nueva controversia sostenida con los africanos a propósito de las apelaciones, lo muestra al pobre Zósimo como muy poco avezado también en cuestiones de disciplina eclesiástica, otra área en la cual se enseña hoy que las decisiones de los papas son inapelables.
El Código de Derecho Canónico vigente establece:
“El Romano Pontífice es juez supremo para todo el orbe católico, y dicta sentencia o personalmente, o mediante los tribunales ordinarios de la Sede Apostólica, o por jueces en los cuales delega.” (# 1442)
“No cabe apelación: 1º contra la sentencia del mismo Sumo Pontífice o de la Signatura Apostólica...” (# 1629).
“No cabe apelación ni recurso contra una sentencia o un decreto del Romano Pontífice.” (# 333, § 3).
“Por razón del Primado del Romano Pontífice, cualquier fiel puede llevar o introducir ante la Santa Sede una causa, tanto conteciosa como penal, en cualquiera instancia del juicio y cualquiera que sea el estado en el que se encuentre el litigio.” (# 1417.1).
Parece que los obispos africanos del siglo V no estaban enterados de estas leyes .

Maripaz
 
Que el Amor de Cristo Jesús Señor Nuestro estén con todos ustedes.

Mil gracias por darmen la bienvenida a este foro, que todo sea para construcción y bien de nuestras almas y no para seguir destruyendonos y devorandonos los unos a los otros en nombre de CRISTO.

Respecto a lo de mis acusaciones no me retracto pues yo hablo en verdad y no queriendo hacer una "pataleta". En mi país se han hallado algunos casos de pastores que han hecho esto y si necesitan pruebas entonces por favor, llamen a la Fiscalia o a los diferentes noticieros que han denunciado estos casos.

Yo hablo de "encarnizar", pues algunos de ustedes parecen fieras trantado de descuartizar a la Iglesia Católica, le quieren ver todos los defectos habidos y por haber, pero no se han mirado ustedes mismos.
Creen que ustedes son más limpios que nosotros lo católicos, yo no lo creo así. Es más tengo unas amigas "protestantes" y por el testimonio que me han dado... pues prefiero mil veces mi Iglesia Católica.

Amigos, creo que es bueno también que se cuestionen a ustedes mismos, que se autocritiquen, pues es muy feo seguir mirando la herida del otro sin darse cuenta de la herida de uno mismo.

Ya dije y lo vuelvo a repetir, yo como católico también estoy de acuerdo de que el celibato sea algo libre para escojer y que no se debe imponer. El que quiera seguir ese camino, bendito sea Dios se asemejará a Cristo Jesús en su misión.

Amigos ruego a Dios por ustedes, para que el Señor les conceda la gracia de perseverar hasta el final. Oren por unos de sus hermanos pastores que se llama "Enrique Gomez" fue secuestrado por las FARC.

Si ustedes se llaman y quieren llevar el título de Cristianos demuestrenlo, no solamente con sus palabras sino con sus actos, pues ese fue el ejemplo que nos dejó la primera comunidad Cristiana, la mayoría llegó al martirio por Cristo Jesús Señor Nuestro.

EN EL AMOR DE LOS CORAZONES DE <IMG SRC="corazon.gif" border="0"> JESUS Y <IMG SRC="corazon.gif" border="0"> MARIA

HECTOR ESPARZA
 
Respuesta a Gian:
Lo primero que le debo preguntar es: ¿Quien le ha enseñado a manejar la Sagrada Escritura? ¿No le enseñaron que un texto sin el contexto es un pretexto? Veamos una de sus afirmaciones:
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Pablo no se casó, sino que recomendó que los primeros católicos escogieran la vida del celibato:
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¿Como sabe o de donde ha sacado que Pablo no se casó? Lo único que podemos deducir es que, si era casado, o era viudo (lo mas probable) es que su esposa no viajaba con él, però de eso a su afirmación hay un largo trecho. Al respecto solo le haré una pregunta: ¿Fué Saulo de Tarso miembro del Sanedrin judio? Cuando se haya enterado de ellos, enterese de cuales eran las condiciones para serlo. Puede que tenga sorpresas.
Otra de sus afirmaciones:
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Esto era una práctica común en el AT. Dios dijo al profeta Jeremías que no se casara porque su ministerio sería difícil (Jer 16, 1-4). La razón porque Pablo también decía que el soltero podría ser menos influenciado por las cosas del mundo (1 Co 7, 32-33).
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¿Donde dice el texto que ha citado que su ministerio sería dificil? ¿Es que no entiende lo que lee? Respecto a 1. Cor. ¿A quien se refiere Pablo, a una determinada casta sacerdotal o a todos los cristianos? ¿Acaso no deja en libertad para que hagan lo que les parezca mejor? Si lo entendemos literalmente tendremos que convenir que lo mejor es que ningun cristiano se case y entonces por que su iglesia los convirtió en sacramento. ¿Sabe que durante 1.500 años de cristianismo ninguna iglesia se arrogó el derecho de casar a nadie? Però vayamos a otro texto que cita:
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Insisten los hermanos que Pablo exhortó que un obispo debe ser el esposo de una mujer (1 Ti 3, 2): Entonces los obispos deben ser casados. Pero el asunto de Pablo no es que un hombre debe ser casado para ser obispo, sino que un obispo no debe ser casado más de una vez, porque si fuera así, Pablo estaría violando su propia regla que prohibía un hombre tener más de una esposa -que quiere decir no tener otra esposa después de enviudarse- no le ordena tener a lo menos una. Un hombre que nunca se casa no viola esta regla.
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De nuevo una interpretación a su gusto y manera: Observe el contexto: Pablo lo inicia con esta frase: "Palabra fiel" ¿Que significado tiene eso de "Palabra fiel"? ¿No es lo contrario a lo que dice en 1. Cor. 7:25: "Acerca de las virgenes no tengo precepto del Señor..."? Pero es que antes afirmó en 7:9 que mejor es casarse que quemarse.
En lo que si tiene precepto del Señor es en las condiciones exigidas para el obispado. De acuerdo que no acepta la bigamia (que aun existia entre los judios y era un problema en Grecia)però oberve la lógica que emplea: "pues quien no sabe gobernar su casa, ¿como va a cuidar la iglesia de Dios?
Entiendalo bien: Los protestantes no estamos contra el celibato. Lo que si estamos en contra es la imposición del mismo a aquellos que deciden convertirse en ministros de Dios.
Como ve es antibiblico, la imposición es contraria a lo que realmente enseña Pablo.
Defender el celibato como imposición es un absurdo puesto si este requisito fuese imprescindible ¿por que lo acepta a los sacerdotes orientales y de comunión católica?
Aprenda a manejar la biblia con honestidad y recuerde que un texto sin el contexto siempre es un pretexto.
Mis saludos
 
Para Principado 10:
Su aportación ya está mejor, veamos:
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Respecto a lo de mis acusaciones no me retracto pues yo hablo en verdad y no queriendo hacer una "pataleta". En mi país se han hallado algunos casos de pastores que han hecho esto y si necesitan pruebas entonces por favor, llamen a la Fiscalia o a los diferentes noticieros que han denunciado estos casos.
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Eso de algunos casos ya está mejor. Lo que es seguro es que no alcanzan las dimensiones de lo que se ha denunciado por medios de comunicación católicos.
Si repasa estos foros en uno de ellos se hace eco de dicha denuncia. Allí encontrará cual es mi postura al respecto en el que afirmé que los que cometieron estos actos les consideré más bien victimas de una situación (especialmente de tipo cultural y costumbrista) que a causa del celibato les llevó a lo denunciado. Pero un católico de nuevo cuño si que encarnizó contra ellos, llamandoles basura y otras lindezas mucho peores a lo que respondí que yo no les podia condenar puesto que no he sido constituido juez de nadie, pero si de las cosas (1.Cor. 2:15)
En mi opinión (acertada en mas o menos grado) estas personas son victimas de un sistema que considero, a la luz de las Escrituras, inapropiado como anti natural.
En este foro he manifestado la pregunta que me hice a mi mismo: ¿Por què la misma Jerarquia católica ha aireado estos hechos? Pero hay mas. En mi pais, Cataluña, hay un monasterio emblemático para los católicos y se ha divulgado que en el mismo hay varios casos de monjes benedictinos homosexuales. ¿Por qué ellos mismos lo ha divulgado? Las preguntas siguen ¿que les llevó a la homosexualidad? Supongo que debe haber respuestas. Durante años trabajé en un gabinete spicológico y conozco la temàtica con la suficiente amplitud sobre la sexualidad humana por lo que puedo deducir cuales son los porques. El principal de ellos es la imposición del celibato.
Es -repito- contra eso que no pretendo ser flexible y no con quienes considero víctimas del mismo.
Respecto a pastores que hayan cometido lo que ha denunciado lo único que puedo decir es que no tienen la escusa, justificación o lo que sea, de aquellos que se han visto obligados a vivir de una determinada manera.
Cuando la I. C. cambie al respecto, tampoco estaré de acuerdo con la mayoría de sus doctrinas y dogmas, pero al menos se solucionará ( o se paliará) algo que, directa o indirectamente, afecta a todos los que llevamos el nombre de cristianos.
Gracias por a noticia del secuestro. Será objeto de oración para muchos que lean su aportación.
Bendiciones en Cristo.