Qué es físicamente, no lo sé, pues no he estado. Tampoco he tenido ninguna visión, ni en la Biblia lo deja demasiado claro. No obstante, pero, lo que sí sé, es que al Infierno se va por voluntad propia. ¿Quieres decir? Sí, lo digo, porque así es.
Nadie va al Infierno, ni por obligación, ni por imposición, ni por error, ni por nada más que no sea su propia decisión. Dios, en su misericordia, ya nos ha mostrado y dicho qué tenemos que hacer para alcanzar la Salvación. Ya nos ha dicho en qué, y quién, se tiene que creer; dejando a nuestro libre albedrío la decisión de hacerlo o no. Y no, Dios no lo ha complicado demasiado, al contrario; lo ha hecho, y nos lo ha presentado, de la manera más sencilla posible, que no es otra que creer y aceptar a su Hijo Jesucristo como Señor y Salvador nuestro, y hacer todo aquello que él, para nuestro bien mayor, nos dice que hagamos.
Pero volvamos al Infierno. No, no sé cómo es físicamente, pero sí sé quienes serán todos quienes allí habitarán. Sí, lo sé. Nada más y nada menos que al Infierno irán todos aquellos que, por voluntad propia, han decidido vivir una vida sin Dios, apartados de Dios, haciendo caso omiso a sus mandamientos y enseñanzas, prefiriendo la oscuridad a la luz, negándose a aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador de ellos. Allí estarán todos aquellos que han preferido vivir en el pecado, apartados de Dios, que lo han negado, y que nunca jamás se han arrepentido, ni dejado de obrar el mal. O dicho de otro modo: en el Infierno estarán todos los corruptos, adúlteros, violadores, ladrones, mentirosos, embaucadores, asesinos, violentos, avariciosos, manipuladores, idólatras... ¡lo mejorcito de cada casa, vaya! Con una agravante, que en el Infierno ya no habrá tiempo para arrepentirse; pues la presencia de Dios ya no estará, ya no se podrá hablar con Él, ni acudir a Él, ni suplicarle, ni nada de nada, porque el Infierno es el lugar de estancia final, donde se va después del Juicio Final, y no hay vuelta atrás, es la sentencia final y firme, sin derecho ya a ningún recurso. Y una vez allí, se tendrá que convivir, por siempre jamás, con todos los que han decidido libremente pasar una eternidad sin Dios.
¿Te puedes hacer una idea de lo que será vivir toda una eternidad con gente de la peor clase? ¿Entiendes ahora el significado del fuego y la amargura -que tanto has oído hablar- que allí se sufrirá y nunca se podrá apagar? Eres tú quien decide donde quieres pasar la Eternidad, si junto a Dios, o, por el contrario, junto a lo peor de la sociedad. Queda en tus manos. Tú eres quien toma la decisión final.
En Cristo Jesús, bendiciones.
Raül Gil -
Lectio Divina
P.D. Eso sí, aún me surgen dos interrogantes: ¿qué pasará con aquellos que, habiendo sido engañados, fueron captados por religiones falsas, sectas satánicas disfrazadas de cristianas o credos con falsas doctrinas? Ellos estaban allí convencidos que iban al cielo. Y la otra es con todos aquellos que, habiendo tomado una decisión por Cristo, no lo hicieron porque nunca nadie se atrevió o se tomó el trabajo de presentárselo. Convendrás conmigo que ambas situaciones son posibles. Quizás puedas ampliar en algún momento. Será de bendición para los que conforman estos grupos.