Segùn Jesucristo, si el cònyuge de uno/a ha cometido fornicaciòn o adulterio, puede divorciarse, si quiere, de su cònyuge. Y sòlo en ese caso, es decir, en el caso de fornicaciòn o adulterio del cònyuge, ademàs de divorciarse, el cònyuge inocente puede, si quiere, volver a casarse bìblicamente, osea, que tendrìa la aprobaciòn de Dios (Mateo 19:9).
Y cuando en Mateo 19:10, los discìpulos le dicen que no convenìa, en ese caso, casarse, estaban hablando desde el punto de vista del hombre, ya que los hombres solìan, y suelen, ser màs adùlteros que las mujeres. Asì que, si alguno querìa divorciarse de su mujer, y la mujer le era fiel, era imposible que, desde el punto de vista de Dios, pudiera divorciarse de èlla.
Aunque es cierto que en Mateo 5:32, Cristo Jesùs dice que quien se case con una mujer divorciada, comete adulterio; pero hay que notar que Jesucristo no tiene ahì en cuenta la ùnica excepciòn que hace anteriormente, es decir, excepto en caso de fornicaciòn o adulterio; ya que, segùn el contexto, los judìos tenìan por costumbre de divorciarse de sus mujeres por cualquier cosa, asì que Jesucristo queda claro que sòlo en caso de fornicaciòn o adulterio podrìa un cristiano/a divorciarse de su mujer (o marido). Por lo que, si, por ej., un hombre se divorciaba de su mujer por cualquier otra razòn, que no fuese fornicaciòn o adulterio, la mujer divorciada, a los ojos de Dios, no estarìa bìblicamente divorciada, por tanto, si se casase con otro, cometeria adulterio; pero si el marido comete fornicaciòn o adulterio, en ese caso, èlla podrìa, bìblicamente, divorciarse y casarse, si quiere, con otro.