Cuando la Biblia habla de propiciación y expiación , no está usando palabras técnicas para teólogos, sino describiendo cómo un Dios santo trata con un pecador real: tú y yo.
En la teología bíblica, la expiación se refiere a que el pecado está cubierto, limpiado y quitado, mientras que la propiciación apunta a que la justa ira de Dios es aplacada y Su favor es restaurado por medio de un sacrificio perfecto.
En el Antiguo Testamento, la imagen es poderosa: la sangre en el propiciatorio hacía que Dios no “viera” el pecado del pueblo, sino la vida ofrecida en su lugar.
La palabra hebrea kaphar significa “cubrir”: la culpa no desaparece por arte de magia, sino que es cubierta por sangre inocente que anticipa el sacrificio perfecto de Cristo.
En la cruz se resuelve el gran dilema: ¿cómo puede un Dios absolutamente justo perdonar sin dejar de ser justo?
La respuesta es que Dios mismo provee el sacrificio que Su justicia exige: el Hijo eterno se hace hombre, el “segundo Adán”, y ofrece una vida sin mancha en lugar de una humanidad culpable.
La sangre de Cristo no es un símbolo vacío, sino la entrega total de Su vida, con valor infinito, ofrecida “una sola vez” para borrar la culpa y satisfacer plenamente las demandas de la santidad divina.
Por eso la Escritura afirma que “sin derramamiento de sangre no hay perdón”, y que en esa sangre está la vida que hace expiación por nuestras almas.
La obra de Cristo tiene un alcance universal en suficiencia ,pero no en aplicación automática: Él es “la propiciación… no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”, es decir, suficiente para todos, pero eficaz solamente en quienes se arrepienten y creen.
El Cordero de Dios quita el pecado del mundo, pero cada persona decide si se acerca como el publicano diciendo: “Dios, sé propició a mí, pecador”.
Preguntas desafiantes para ti
Si en la propiciación Cristo absorbió la justa ira de Dios en tu lugar, ¿qué revela tu forma de vivir diariamente sobre cuántos crees de verdad que esa ira ya no recae sobre ti, sino sobre Él?
Si la expiación significa que tu pecado fue cubierto y limpiado por sangre inocente, ¿por qué sigues tratando tu pecado con ligereza, como si la cruz fuera barata, en lugar de verlo como algo tan grave que solo la muerte del Hijo de Dios podía resolverlo?
En la teología bíblica, la expiación se refiere a que el pecado está cubierto, limpiado y quitado, mientras que la propiciación apunta a que la justa ira de Dios es aplacada y Su favor es restaurado por medio de un sacrificio perfecto.
En el Antiguo Testamento, la imagen es poderosa: la sangre en el propiciatorio hacía que Dios no “viera” el pecado del pueblo, sino la vida ofrecida en su lugar.
La palabra hebrea kaphar significa “cubrir”: la culpa no desaparece por arte de magia, sino que es cubierta por sangre inocente que anticipa el sacrificio perfecto de Cristo.
En la cruz se resuelve el gran dilema: ¿cómo puede un Dios absolutamente justo perdonar sin dejar de ser justo?
La respuesta es que Dios mismo provee el sacrificio que Su justicia exige: el Hijo eterno se hace hombre, el “segundo Adán”, y ofrece una vida sin mancha en lugar de una humanidad culpable.
La sangre de Cristo no es un símbolo vacío, sino la entrega total de Su vida, con valor infinito, ofrecida “una sola vez” para borrar la culpa y satisfacer plenamente las demandas de la santidad divina.
Por eso la Escritura afirma que “sin derramamiento de sangre no hay perdón”, y que en esa sangre está la vida que hace expiación por nuestras almas.
La obra de Cristo tiene un alcance universal en suficiencia ,pero no en aplicación automática: Él es “la propiciación… no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”, es decir, suficiente para todos, pero eficaz solamente en quienes se arrepienten y creen.
El Cordero de Dios quita el pecado del mundo, pero cada persona decide si se acerca como el publicano diciendo: “Dios, sé propició a mí, pecador”.
Si en la propiciación Cristo absorbió la justa ira de Dios en tu lugar, ¿qué revela tu forma de vivir diariamente sobre cuántos crees de verdad que esa ira ya no recae sobre ti, sino sobre Él?
Si la expiación significa que tu pecado fue cubierto y limpiado por sangre inocente, ¿por qué sigues tratando tu pecado con ligereza, como si la cruz fuera barata, en lugar de verlo como algo tan grave que solo la muerte del Hijo de Dios podía resolverlo?