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SECTORES DUROS DE LA ICR PROMUEVEN LA DECLARACIÓN DEL DOGMA DE MARÍA COMO CORREDENTORA CON JESÚS
STEUBENVILLE (Ohio, EEUU)
Tras la nueva carta apostólica de Juan Pablo II «Rosarium Virginis Mariae» (El Rosario de la Virgen María) diversos grupos dentro de la Iglesia católica vuelven a promover la declaración del dogma de María Corredentora.
El padre Stefano de Fiores, miembro de la Academia Pontificia Mariana Internacional, considera que la proclamación “no sería oportuna en estos momentos”, según declaró a “Zenit” el pasado día 13 de noviembre. Sin embargo Mark Miravalle, profesor de teología y Mariología en la Universidad Franciscana de Steubenville (EEUU), y presidente de Vox Populi Mariae Mediatrici, promueve la pronunciación de este dogma, según declaró públicamente.
En opinión de Miravalle, el título mariano «Corredentora», se refiere a “la participación totalmente particular de María en la obra de nuestra redención llevada a cabo por Jesucristo”. Puntualiza que el prefijo «co» proviene de la palabra del latín «cum» que significa «con» y «no igual a».
Los impulsores de esta nueva campaña tan “ultracatólica” como nada “ecuménica” se apresuran a matizar que el término “María Corredentora” –al que, de hecho, luego añadirán “Mediadora de todas las gracias y Abogada”–, tal “como ha sido usado por la Iglesia [católica, claro], “nunca pone a María en nivel de igualdad con Jesucristo, el divino Redentor”. “Sin embargo”, continúa el argumento de los marianistas, “la libre y activa cooperación humana de la Madre de Jesús en la redención, particularmente en la Anunciación y en el Calvario, es correctamente reconocida por el magisterio y las enseñanzas papales del Concilio Vaticano II -cf. «Lumen Gentium» n. 56, 57, 58 y 61- y se convierte en un ejemplo preeminente de cómo el cristiano está llamado a hacerse un ‘co-laborador con Dios’”.
En una reciente videoconferencia mundial organizada por la Congregación del Clero, el teólogo papal padre Cottier, O.P., defendió el título de “María Corredentora” en las enseñanzas del Concilio Vaticano II. Fuentes de esta campaña se encargan de citar también al cardenal Christoph Schönborn, ex secretario del Catecismo de la Iglesia Católica, un fervoroso defensor de este título y uno de los 550 obispos que respaldan la definición papal de “María Corredentora, Mediadora de todas las gracias y Abogada”
APOYO PAPAL
Según las citadas fuentes, el propio Papa de Roma Juan Pablo II ha usado este título de Corredentora al menos en seis ocasiones en sus discursos papales, al igual que antes que él hiciera el Papa Pío XI. Por ejemplo, en su homilía en Guayaquil, Ecuador en enero de 1985, declaró que María fue “espiritualmente crucificada con su Hijo crucificado” y que “su papel como Corredentora no terminó después de la glorificación con su Hijo”.
La campaña mariana emprendida por Vox Populi se apoya en “las enseñanzas repetidas y consistentes del Papa sobre María como Corredentora” en los discursos y homilías papales, enseñanzas de las que se recuerda que son “una manifestación de la mente y del magisterio ordinario del Papa, y constituyen un llamado a nuestra sumisión religiosa de voluntad e intelecto, de acuerdo a la Lumen Gentium, 25”.
Los impulsores del dogma mariano se remiten al Concilio Vaticano II, que “hace referencia a las alocuciones papales en numerosas ocasiones, como un soporte doctrinal para sus conclusiones conciliares”.
Los impulsores de la campaña por el dogma mariano remiten a la devoción mariana de Teresa de Calcuta; Lucía, la vidente de Fátima, al lado de fervorosos católicos marianos recientemente canonizados y beatificados, Pío de Pietrelcina, Josemaría Escrivá, Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), Leopoldo Mandic, Bartolo Longo o Maximiliano Kolbe. Todos ellos usaron el título de título de María Corredentora para dirigirse a la esposa de José y madre de Jesús… y sus hermanos.
¿Y LA BIBLIA?
El hecho de que el término “Corredentora” sea total y absolutamente ajeno al mensaje de la Biblia es obviado olímpicamente –como de costumbre– por los impulsores de la campaña. En palabras de Miravalle en la entrevista con Zenit, “objetar la legitimidad del título de Corredentora es criticar, implícitamente a Juan Pablo II, quien ha usado repetidamente el título de Corredentora”. “Usar el lenguaje de la Escritura”, continúa, para añadir” “y de los Padres”, “como un criterio legítimo de la terminología de la Iglesia, sería eliminar de manera impresionante los títulos dogmáticos Marianos de la Inmaculada Concepción y de la Asunción, lo mismo que el término de la transubstanciación y aún el de la infalibilidad papal, ya que ninguna de estas verdades dogmáticas son descritas en dicho lenguaje.
La carencia absoluta de base bíblica –“y de los Padres”, añaden una y otra vez– explícita no debe impedir, sostiene el marianismo católico, “el desarrollo legítimo de una doctrina o un título”. En este sentido, Miravalle no se recata en tildar de “semi-primitivismo” las corrientes de opinión favorables a la Biblia frente a la tradición.
¿Y EL ECUMENISMO?
Acerca de (más que posible) obstaculización de la “misión” ecuménica de Iglesia católica, Miravalle esgrime un “argumento” tan flojo e inconsistente como que dos teólogos protestantes, Miegge and Maury, “identificaron” en los años cincuenta la corredención Mariana como “el tema fundamental de la Mariología del siglo XX”. Del mismo modo, Miravalle se remite a la Declaración ecuménica de Dombes sobre María, que anotó que “la omisión de los títulos de Corredentora y Mediadora de todas las gracias en el Vaticano II, para no ofender a los cristianos protestantes, no fue efectiva”. Erre que erre, insiste en que “la doctrina de la corredención y de la mediación permanecieron como una enseñanza fundamental del Concilio”.
Con esta ofensiva del dogma mariano orquestada desde sectores más antiecuménicos de la Iglesia Católica Romana, la involución está servida. Fuentes de los sectores impulsores del dogma mariano se apresuran a informar que “en los últimos diez años, han sido enviadas a la Santa Sede alrededor de siete millones de peticiones provenientes de 150 países, junto con las adhesiones –cartas personales dirigidas al Papa– de 550 obispos y más de 40 cardenales”. “Es la campaña más grande de peticiones en la historia de la Iglesia [católica]”, recalcan.
Fuente: Zenit. Redacción: ICPRESS