De visita en otro foro encontré este aporte de un participante , que ahora les comparto .
Las ruinas de Palmira", Conde Volney , 1757-1820
CAPITULO XXI (fragmento)
PROBLEMA DE LAS CONTRADICCIONES RELIGrOSAS
Mientras tanto, como los diversos grupos guardaban en ese momento profundo silencio luego del bullicio general, el legislador dijo:
"¡Jefes y doctores de los pueblos! Ya habéis visto cómo las naciones, hasta este momento, por el hecho de vivir aisladas, tomaron diversos caminos. Cada una de estas naciones cree seguir el camino de la verdad, y, sin embargo, si la verdad sólo la posee uno y las opiniones se han opuesto, es bien evidente que alguien ha incurrido en error. Ahora bien, si tantos hombres se engañian, ¿quién se atreverá a garantizar que ese camino no está equivocado? Comenzad, entonces, por mostraros indulgentes en vuestras disensiones y en vuestras discordancias. Busquemos todos la verdad, como si ninguno la poseyésemos. Hasta hoy, las opiniones que gobernaron la tierra, producidas a la ventura, acreditadas por el amor de la novedad y por la imitación, propagadas por el entusiasmo y la ignorancia populares, en cierto modo, lian usurpado clandestinamente su Imperto. Hora es ya, si las mismas son fundadas, de conceder a su certidumbre un carácter de solemnidad, y de legitimar su existencia. Convoquémoslas, pues, hoy mismo a un examen general y común; que cada cual exponga su creencia, y que, trocándonos todos en el juez de cada uno, sea reoonocido como verdadero tan sólo aquello que lo es para el género humano".
Entonces, por orden de posición, se concedió la palabra al primer estandarte de la izquierda. "Nó puede nadie poner en duda -dijeron los jefes del mismo- que nuestra doctrina no sea la verdadera, la única infalible. Por lo pronto, ha sido revelada por Dios mismo..."
"¡Y la nuestra también! -gritaron furiosamente todos los demás estandartes-. ¡No está permitido ponerlo en duda!"
"Pero, por lo menos, hay que exponerla, -expresó el legislador-. Porque no es posible creer lo que se ignora."
El primer estandarte expresó:
"Nuestra doctrina haa sido probada por numerosos hechos, por innumerables milagros, por resurrecciones de muertos, por torrentes desecados, por montanas trasladadas, etcétera."
"¡También nosotros -exclamaron todos los demás- tenemos una multitud de milagros!"
Y todos y cada uno empezaron a narrar las cosas más inverosimiles.
"Sus milagros -dijo el primer estandarte- son supuestos prodigios o prestigios del espíritu maléfico, que los ha engañado."
Y los otros replicaron:
"¡Los vúestros son los supuestos!"
Y cada cual, hablando de si mismo, dijo:
"Sólo los nuestros son verdaderos; todos los restantes, falsedades."
Y el legislador dijo:
"¿Podéis vosotros aportar testi-gos vivos?"
"¡No! -respondieron todos-. Antiguos son los hechos; los testigos están muertos, pero han escrito.'- "Sea -repuso el legislador-. Mas, si están en contradicción, ¿quién los conciliará?"
"¡Justo árbitro, -gritó uno de los jefes de los estandartes- La prueba de que nuestros testigos han presenciado la verdad es que están muertos para atestiguarlo y nuestra creencia se halla sellada por la sangre de los mártires."
"Y la nuestra también -expresaron los demás estandartes-. Tenemos millares de mártires que han perecido en medio de horrorosos tormentos, sin desmentirse jamás."
Y entonces los cristianos dé todas las sectas, los musulmanes, los hindúes, los japoneses, citaron leyendas sin fin de confesores, de mártires, de penitentes.
Y como uno de esos partidos negase a los mártires de los demás:
"Pues bien -dijeron los jefes de las sectas puestas en tela de juicio-; vamos a morir para probar que nuestra creencia es verdadera".
Y en ese mismo instante, una multitud de hombres de todas las religiones, de todas las sectas, se hicieron presentes para sufrir los tormentos de la muerte. Varios, induso, empezaron a desgarrarse los brazos, a golpearse la cabeza y el pecho sin dar muestras exteriores de dolor.
Pero el legislador, deteniéndolos, les dijo:
"¡Oh, hombres! Escuchad con sangre fría mis palabras, Si murierais para probar que dos y dos son cuatro, ¿lograría vuestro sacrificio acreditar más fehacientemente que son cuatro?"
"¡No!" -respondieron todos.
"¿Y si murierais para probar que son cinco, ¿lograría ello que lo fueran?"
"¡No! -repitieron todos una vez mas.
"Pues bien; ¿qué prueba, entonces; vuestra persuasión, si no cam-bia en nada la existencia de las cosas? La verdad es una; vuestras opiniones son diversas. Por ende, varios de vosotros os equivocáis. Si, como es evidente, os halláis per-suadidos del error, ¿qué prueba la persuasión del hombre?
"Si el error tiene sus mártires, ¿dónde se encuentra el sello de la verdad?
"Si opera milagros el espíritu maléfico, ¿dónde está el carácter distintivo de la verdad?
"Y además, ¿por qué siempre milagros incompletos e insuficientes? ¿Por qué, en lugar de esas convulsiones de la naturaleza, no cambiar más bien las opiniones? ¿Por qué dar muerte a los hombres o aterrorizarlos, en lugar de instruirlos o corregirlos?
"¡Oh, crédulos mortales, y ello no obstante, testarudos! ¡ Ninguno de vosotros está seguro de lo que ocurrió ayer, de lo que hoy acaece bajo los propios ojos, y juramos por lo que ha sucedido hace dos mil años!
"¡Oh, hombres débiles, y sin embargo orgullosos! lnmutables y profundas son las leyes de la naturaleza. Nuestros espiritus rebosan de ilusión y de liviandad. ¡ Y pretendemos demostrarlo todo -y comprenderlo todo! En verdad, es más fácil a todo el linaje humano incurrir en error que desnaturalizar un atomo."
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¿En qué medida esto puede ser descriptivo de la realidad hoy en día?
un saludo
luisgabriel
Las ruinas de Palmira", Conde Volney , 1757-1820
CAPITULO XXI (fragmento)
PROBLEMA DE LAS CONTRADICCIONES RELIGrOSAS
Mientras tanto, como los diversos grupos guardaban en ese momento profundo silencio luego del bullicio general, el legislador dijo:
"¡Jefes y doctores de los pueblos! Ya habéis visto cómo las naciones, hasta este momento, por el hecho de vivir aisladas, tomaron diversos caminos. Cada una de estas naciones cree seguir el camino de la verdad, y, sin embargo, si la verdad sólo la posee uno y las opiniones se han opuesto, es bien evidente que alguien ha incurrido en error. Ahora bien, si tantos hombres se engañian, ¿quién se atreverá a garantizar que ese camino no está equivocado? Comenzad, entonces, por mostraros indulgentes en vuestras disensiones y en vuestras discordancias. Busquemos todos la verdad, como si ninguno la poseyésemos. Hasta hoy, las opiniones que gobernaron la tierra, producidas a la ventura, acreditadas por el amor de la novedad y por la imitación, propagadas por el entusiasmo y la ignorancia populares, en cierto modo, lian usurpado clandestinamente su Imperto. Hora es ya, si las mismas son fundadas, de conceder a su certidumbre un carácter de solemnidad, y de legitimar su existencia. Convoquémoslas, pues, hoy mismo a un examen general y común; que cada cual exponga su creencia, y que, trocándonos todos en el juez de cada uno, sea reoonocido como verdadero tan sólo aquello que lo es para el género humano".
Entonces, por orden de posición, se concedió la palabra al primer estandarte de la izquierda. "Nó puede nadie poner en duda -dijeron los jefes del mismo- que nuestra doctrina no sea la verdadera, la única infalible. Por lo pronto, ha sido revelada por Dios mismo..."
"¡Y la nuestra también! -gritaron furiosamente todos los demás estandartes-. ¡No está permitido ponerlo en duda!"
"Pero, por lo menos, hay que exponerla, -expresó el legislador-. Porque no es posible creer lo que se ignora."
El primer estandarte expresó:
"Nuestra doctrina haa sido probada por numerosos hechos, por innumerables milagros, por resurrecciones de muertos, por torrentes desecados, por montanas trasladadas, etcétera."
"¡También nosotros -exclamaron todos los demás- tenemos una multitud de milagros!"
Y todos y cada uno empezaron a narrar las cosas más inverosimiles.
"Sus milagros -dijo el primer estandarte- son supuestos prodigios o prestigios del espíritu maléfico, que los ha engañado."
Y los otros replicaron:
"¡Los vúestros son los supuestos!"
Y cada cual, hablando de si mismo, dijo:
"Sólo los nuestros son verdaderos; todos los restantes, falsedades."
Y el legislador dijo:
"¿Podéis vosotros aportar testi-gos vivos?"
"¡No! -respondieron todos-. Antiguos son los hechos; los testigos están muertos, pero han escrito.'- "Sea -repuso el legislador-. Mas, si están en contradicción, ¿quién los conciliará?"
"¡Justo árbitro, -gritó uno de los jefes de los estandartes- La prueba de que nuestros testigos han presenciado la verdad es que están muertos para atestiguarlo y nuestra creencia se halla sellada por la sangre de los mártires."
"Y la nuestra también -expresaron los demás estandartes-. Tenemos millares de mártires que han perecido en medio de horrorosos tormentos, sin desmentirse jamás."
Y entonces los cristianos dé todas las sectas, los musulmanes, los hindúes, los japoneses, citaron leyendas sin fin de confesores, de mártires, de penitentes.
Y como uno de esos partidos negase a los mártires de los demás:
"Pues bien -dijeron los jefes de las sectas puestas en tela de juicio-; vamos a morir para probar que nuestra creencia es verdadera".
Y en ese mismo instante, una multitud de hombres de todas las religiones, de todas las sectas, se hicieron presentes para sufrir los tormentos de la muerte. Varios, induso, empezaron a desgarrarse los brazos, a golpearse la cabeza y el pecho sin dar muestras exteriores de dolor.
Pero el legislador, deteniéndolos, les dijo:
"¡Oh, hombres! Escuchad con sangre fría mis palabras, Si murierais para probar que dos y dos son cuatro, ¿lograría vuestro sacrificio acreditar más fehacientemente que son cuatro?"
"¡No!" -respondieron todos.
"¿Y si murierais para probar que son cinco, ¿lograría ello que lo fueran?"
"¡No! -repitieron todos una vez mas.
"Pues bien; ¿qué prueba, entonces; vuestra persuasión, si no cam-bia en nada la existencia de las cosas? La verdad es una; vuestras opiniones son diversas. Por ende, varios de vosotros os equivocáis. Si, como es evidente, os halláis per-suadidos del error, ¿qué prueba la persuasión del hombre?
"Si el error tiene sus mártires, ¿dónde se encuentra el sello de la verdad?
"Si opera milagros el espíritu maléfico, ¿dónde está el carácter distintivo de la verdad?
"Y además, ¿por qué siempre milagros incompletos e insuficientes? ¿Por qué, en lugar de esas convulsiones de la naturaleza, no cambiar más bien las opiniones? ¿Por qué dar muerte a los hombres o aterrorizarlos, en lugar de instruirlos o corregirlos?
"¡Oh, crédulos mortales, y ello no obstante, testarudos! ¡ Ninguno de vosotros está seguro de lo que ocurrió ayer, de lo que hoy acaece bajo los propios ojos, y juramos por lo que ha sucedido hace dos mil años!
"¡Oh, hombres débiles, y sin embargo orgullosos! lnmutables y profundas son las leyes de la naturaleza. Nuestros espiritus rebosan de ilusión y de liviandad. ¡ Y pretendemos demostrarlo todo -y comprenderlo todo! En verdad, es más fácil a todo el linaje humano incurrir en error que desnaturalizar un atomo."
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¿En qué medida esto puede ser descriptivo de la realidad hoy en día?
un saludo
luisgabriel