Hermanos:
Encontré este escrito, ¿qué les parece?
Fraternalmente en Cristo
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1Jn:4:8:
El que no ama, no conoce á Dios; porque Dios es amor.
Encontré este escrito, ¿qué les parece?
PRIMACIA DE LA PALABRA
Aún falta mucho para que la Biblia ocupe en la Iglesia y en la vida del creyente el lugar que le corresponde.
El alma de la vida cristiana Somos el pueblo del Libro. Para nosotros, la Biblia tiene representar el alma de nuestro ser cristiano, la esencia de nuestra espiritualidad y la suprema norma de conducta. Todo lo demás tiene que tiene que arrancar de la Biblia y volver a ella, ofreciendo una mejor comprensión de la misma. Para la formación del cristiano, la Biblia tiene que representar el texto por excelencia, no un subsidio para aclarar y dar fuerza a tal o cual aspecto. El esfuerzo de todo catequista y pastor de almas tiene que consistir en buscar la manera de hacer actual el mensaje bíblico en toda su amplitud, para iluminar cada realidad que interpela al creyente. La Biblia, vista siempre a la luz de la Tradición (no de las tradiciones, que pueden volverse en traiciones) e interpretada en su sentido auténtico, garantizando por el magisterio de la Iglesia, tiene que representar para el cristiano el máximo criterio de juicio y acción. Todo tiene que ser visto y juzgado a la luz de la Palabra Sagrada. Un camino largo y difícil. Esta es la teoría. Pero ¿qué pasa con la práctica? ¿Qué vemos, si echamos una mirada a nuestro alrededor? Aún la mayoría de nuestros hermanos en la fe desconocen la Biblia; en la catequesis se sigue utilizando el catecismo como texto fundamental dejando a la Biblia el papel de un simple subsidio, útil pero no siempre necesario; en la mayoría de los creyentes siguen teniendo mayor vigencia las revelaciones privadas a detrimento de la grande revelación hecha por Dios a toda la humanidad y que se encuentra relatada en la Biblia; aún muchos pastores de la Iglesia en su enseñanza siguen dando mayor espacio a la reflexión teológica y a las ciencias humanas (psicología, sociologías, etc.) que al saber que dimana directamente del texto sagrado; aún muchos teólogos se dejan deslumbrar por las grandes intuiciones de tal o cual pensador, dejando a la Biblia en papel de adorno para justificar tal o cual conclusión, muchas veces totalmente contrarias al espíritu del texto sagrado en su conjunto. Si examinamos atentamente nuestra actitud con relación a la Biblia y la de tantos hermanos cristianos, que también concediéramos la Biblia como el libro sagrado por excelencia, tenemos que reconocer que aún nos falta un largo camino por recorrer para que la Biblia ocupe realmente el lugar que le correspondo en la vida del creyente y la Iglesia entera.
Dejarse guiar por el Espíritu. ¿Dónde está la raíz de una actitud tan poco conforme al espíritu del verdadero creyente? En la falta de una auténtica apertura hacia Dios. «Creo, pero hasta cierto punto - parece que piensan muchos- ; Dios sí, pero primero yo», No se confía totalmente en los caminos de Dios. Algunos pueden llegar hasta sospechar que la Biblia puede representar una amenaza para la vida del propio grupo. Por eso cuidan mucho la lectura del texto sagrado, señalando lo que hay que leer y cómo y como hay que interpretarlo de acuerdo con una larga experiencia y una técnica muy depurada. Pero también entre nosotros a veces se nota un cierto temor a dejarse rebasar por la Palabra de Dios. Por eso no se insiste suficientemente en la lectura personal y asidua de la Palabra de Dios y se prefieren los sabios comentarios al contacto directo con el texto Sagrado. Evidentemente no faltan los peligros de desviación, cuando se realiza un acercamiento apresurado y superficial al texto sagrado, sin una oportuna introducción. Sin embargo, es importante que nunca tal introducción tiene que llegar a sustituir el acercamiento personal al texto sagrado, sino representar una simple guía para que poco a poco el creyente se vuelva en un experto «navegante» en el mundo fascinante y rico de la Biblia. Y esto sin duda representa para la Iglesia un enorme reto y para nosotros una tarea que merece cualquier sacrificio.
Fraternalmente en Cristo
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1Jn:4:8:
El que no ama, no conoce á Dios; porque Dios es amor.