Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

Re: Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

Estimado Voz, este articulo es muy bueno de www.teologoresponde.com.ar



HAY SALVACIÓN FUERA DE LA IGLESIA? ¿SE SALVAN LAS PERSONAS DE OTRAS RELIGIONES?
Responde el P. Miguel Ángel Fuentes



La enseñanza de la Iglesia es que “fuera de la Iglesia no hay salvación”. Pero debemos entender muy bien esta afirmación para no darle un sentido equívoco.
Podemos resumir la enseñanza de la Iglesia diciendo lo siguiente: “Así como Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres, así también la Iglesia es el medio universal y único de salvación. Ningún hombre puede pues salvarse sin pertenecer a ella, ya sea con toda realidad, ya sea cuando menos por su disposición profunda”.

La doctrina de la Iglesia debe unificar al mismo tiempo varias verdades, que son:

a) que Dios quiere realmente la salvación de todos los hombres;
b) que la Iglesia es el único sacramento de salvación, y que es necesario pertenecer a ella para poder salvarse;
c) que no hay sin embargo dos Iglesias, universal pero invisible una, y visible pero limitada la otra, sino que en la tierra existe solamente una misma y única Iglesia, a la vez visible e invisible. mística e institucional.

Intentemos explicar este misterio:

1) La Iglesia, único sacramento de la salvación

“Así como Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres, así también la Iglesia es el medio universal y único de salvación. Ningún hombre puede pues salvarse sin pertenecer a ella, ya sea con toda realidad, ya sea cuando menos por su disposición profunda («reapse vel voto»)”.
Esta tesis es de fe, según el magisterio ordinario y universal de la Iglesia confirmado por varias declaraciones, solemnes, en particular la del IV concilio de Letrán (1215): «existe una sola Iglesia, la Iglesia universal de los fieles, fuera de la cual absolutamente nadie (nullus omnino) se salva» (Dz 430). Y la del concilio de Florencia (Dz 714). Véanse asimismo los textos de Inocencio III (Dz 423), de Bonifacio VIII en la bula Unam Sanctam (Dz 468), de Clemente VI (Dz 570 b), de Benedicto XIV (Dz 1473), de Pío IX (Dz 1647, 1677), de León XIII (Dz 1955), de Pío XII en su encíclica Mystici corporis (Dz 2286-2288), del Santo Oficio en su carta de 8 de agosto de 1949 al arzobispo de Boston a propósito del asunto Feeney (Dz 3866-3872). Resumiendo y recogiendo toda esta doctrina tradicional, el concilio Vaticano II reafirma, a su vez, «que esta Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación. En efecto, sólo Cristo es mediador y camino de salvación. y se hace presente a todos nosotros en su cuerpo que es la Iglesia» (L. Gent., 14).
La fe de la Iglesia tocante a la necesidad del papel por ella desempeñado, le llega de la Escritura a través de la tradición.

a) El fundamento de la Sagrada Escritura

Una doble serie de afirmaciones jalona todo el Nuevo Testamento:

a. Cristo es la única fuente de salvación, el único lugar de encuentro entre Dios y los hombres. Así, bajo formas diversas: Act 4, 11-12; Rom 10, 1-14; Lc 12, 8-10; Jn 14, 1-6, etc.
b. En la comunicación de la salvación a los hombres, Cristo y la Iglesia forman una sola cosa: la negativa a seguir a la Iglesia equivale a una negativa a seguir a Cristo, del mismo modo que rechazar a Cristo equivale a rechazar al Padre (Lc 10, 16: «Quien a vosotros escucha, a mi me escucha; y quien a vosotros desprecia, a mí me desprecia; pero quien me desprecia a mí, desprecia a aquel que me envió»; o también: Jn 3, 5; 13, 20: Mt 18, 17; Mc 16, 16; Gál 1. 8; Tit 3, 10; 2 Jn 10, 11, etc..).

O bien todos estos textos nada quieren decir, o bien significan claramente que, fuera de Cristo y de su Iglesia, no existe salvación posible para el hombre. Así, pues, aun cuando no figure en ellos bajo su formulación explícita, el axioma «fuera de la Iglesia, no hay salvación» se remonta en su sustancia al Evangelio mismo. El concilio Vaticano II lo advierte con exactitud: «Al enseñarnos explícitamente la necesidad de la fe y del bautismo (Mc 16, 16; Jn 3, 5), confirmó (Cristo) al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia misma» (L. Gent., 14).

b) El axioma “fuera de la Iglesia no hay salvación”

La fórmula «fuera de la Iglesia, no hay salvación» aparece por primera vez en san Cipriano y en Orígenes en torno al año 250. La encontramos ininterrumpidamente en los padres, tal cual, o con ligeras variantes, o traducida también en imágenes como la del arca de Noé u otras equivalentes. La encontramos también en los teólogos y en los documentos oficiales del magisterio, los más importantes de los cuales han sido ya indicados antes.
Por poco que se reflexione, se advertirá claramente que es esencial a la Iglesia ser única. En caso contrario, no sería ya la esposa del único Mediador y su cuerpo, el sacramento de la comunión universal entre Dios y los hombres. Cuando la Iglesia afirma esta unicidad como una exigencia de su fe, no reivindica pues celosamente unos derechos y unos privilegios cediendo a una tentación de imperialismo espiritual, sino que da testimonio de la misión que ella ha recibido con respecto a la humanidad. Su exclusivismo es sencillamente otro nombre de su fidelidad y de su caridad universal. Admitir una pluralidad de Iglesias equivaldría a no admitir ninguna, a rechazar la noción misma de Iglesia.

2. El sentido y el alcance del axioma “fuera de la Iglesia no hay salvación”

¿Cómo, pues, interpretar correctamente este axioma? Para responder a la cuestión así planteada, examinaremos brevemente lo que a este respecto nos dicen el Nuevo Testamento y la tradición de la Iglesia.

a) El Nuevo Testamento
a. Lo que el Nuevo Testamento condena es, esencialmente, la negación de la verdad, y no la ignorancia pura y simple. Véase, en particular: Jn 3, 19; Mt 22, 8-9; cf. 1 Jn 4, 7.
b. Nunca afirma que sea suficiente invocar a Cristo o afiliarse a su Iglesia para poder salvarse. Hasta dice explícitamente lo contrario: Mt 13, 41-42; 22, 12-14; 25, 41; 1 Cor 13, 2; Gál 5, 6; Sant 2, 14; Lc 13, 9.
c. No excluye en parte alguna una pertenencia a Cristo y a la Iglesia simplemente latente, pero ya salvífica. Varios indicios, sin ser absolutamente perentorios, orientan incluso en este sentido. Así, por ejemplo, las palabras de Cristo a propósito de Abraham, que «ha visto su día» (Jn 8,56). O aquellas que transcribe Mc 9,38-40: «quien no está contra nosotros, está con nosotros», palabras que equilibran que de algún modo el «quien no está conmigo, está contra mí». Véase asimismo: Jn 1, 9; Mt 2, 1; 8, 10; 15, 28; 25, 34s; 1 Jn 4. 7.

b) La Tradición de la Iglesia
Algunos Padres tuvieron una posición muy estricta; como San Fulgencio de Ruspe (siglo VI): «No cabe la menor duda de que no sólo todos los paganos, sino también todos los judíos, todos los herejes y cismáticos que mueren fuera de la Iglesia católica, irán al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles».
Pero otros, sin embargo, matizan más las cosas y admiten la idea de una posible buena fe; así san Agustín, quien, siquiera de un modo disperso, distingue entre lo que un día se llamará el hereje de buena fe o hereje simplemente material, y el hereje formal. «Aquel, escribe, que defiende su opinión, aunque sea errónea y perversa, sin animosidad pertinaz, sobre todo cuando dicha opinión no es fruto de su audaz presunción, sino herencia de unos progenitores seducidos y arrastrados por el error; si busca la verdad escrupulosamente, pronto a abrazarla en cuanto la conozca, no debe ser clasificado entre los herejes» (Epistola 43,1). San Ambrosio se había manifestado más explícitamente aún a propósito del emperador Valentiniano II, asesinado antes de haber recibido el bautismo que tanto deseaba: Ambrosio no puede imaginar que no haya recibido la gracia. Escribe: «¿No habrá, pues, recibido la gracia que deseaba, que él había pedido? Evidentemente, si la ha pedido, la ha recibido» (De obitu Valentiniani, 51; PL 16, 1374; Rouët de Journel, 1328).
A partir de santo Tomás, la distinción entre las diferentes clases de ignorancia se hará clásica: voluntaria e involuntaria, vencible e invencible.
El tema de la necesidad de la Iglesia para la salvación se planteó de nuevo con los grandes descubrimientos. Las discusiones entre teólogos fueron muy enconadas.
Finalizado el siglo XVIII, el «liberalismo» y el indiferentismo religioso provocaron una viva oposición a nuestro axioma. Son conocidas las brutales palabras de Rousseau: «Todo el que se atreve a decir que “fuera de la Iglesia, no hay salvación”, debe ser expulsado del Estado» (Contrato social, IV, 8). El moralismo pietista de Kant y «la religión de la conciencia» influyeron en idéntico sentido.

La reacción de la Iglesia ha sido clara y muy significativa. Es doble:
-Por una parte, rechaza categóricamente todo indiferentismo cuyo principio entrañe la negación del misterio de salvación del que es ella servidora. Véase, en este sentido: la encíclica Mirari vos de Gregorio XVI (Dz l613ss), la alocución de Pío IX de 9 de diciembre de 1854 (Dz 1646ss), la encíclica Quanto conficiamur moerore (10 de agosto de 1863; Dz 1677) de este mismo papa, el Syllabus (Prop. 16 y 17; Dz 1716-1717), etc. Se mantiene, pues, con firmeza el principio tradicional: «Fuera de la Iglesia, no hay salvación»
-Por otra parte, la condenación implicada en este axioma no apunta jamás a las personas mismas. Aun cuando el principio se formule de un modo absoluto en los textos relativos a las demás sociedades religiosas, abunda sin embargo en precisiones y en crecientes matices cuando se trata de textos referentes a la salvación efectiva de las personas que no están en contacto visible e institucional con la Iglesia. Pío IX es el primero que introduce explícitamente la consideración de la buena fe en su exposición de una doctrina tradicional «fuera de la Iglesia, no hay salvacion» (Singulari quadam, 9 de diciembre de 1854, Dz 1646-1647, véase también Quanto conficiamur, 10 de agosto de 1863, Dz l677). Idéntico espíritu encontramos en León XIII (Satis cognitum) 17 y en Pío X (E Supremi Apostolatus).
El concilio Vaticano II, en la Constitución Lumen Gentium, matiza la aplicación de este principio a las diferentes categorías humanas sobre la base de una distinción mucho más clara de los diversos casos posibles: cristianos no católicos, judíos, musulmanes y adoradores del Dios único, y aquellos, en fin, que «buscan todavía en sombras e imágenes al Dios que desconocen» (L.G., 16).
Ya la encíclica Mystici corporis había preparado este progreso al mencionar explícitamente a «quienes por cierto deseo o aspiración inconsciente están ordenados al cuerpo místico» (Dz 3821 y CEDP, t. I. p. 1057), idea recogida y precisada por la carta del Santo Oficio (8 de agosto de 1949) relativa al asunto Feeney (Dz 3866-3873 [32 ed.]).

c) Conclusión
A la luz de estos últimos documentos, cabe resumir así la tradición de la Iglesia:

1º Es de fe que «la Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación» (L. Gent.. 14).
2º «No podrían salvarse aquellos hombres que, conociendo que la Iglesia católica fue instituida por Dios a través de Jesucristo como necesaria, se negasen sin embargo a entrar o a perseverar en ella» (L.G., 14).
3º En razón del vínculo que une a Cristo con la Iglesia, nadie puede salvarse, es decir, vivir con Cristo, sin estar de un modo u otro en comunión con la Iglesia.
4º En la aplicación de este principio a las diferentes personas, hay que tener en cuenta las circunstancias y posibilidades efectivas de cada uno. «Por esto, para que una persona alcance su salvación eterna, no siempre se requiere que esté de hecho incorporada a la Iglesia a título de miembro, pero si debe estar unido a ella siquiera un deseo o aspiración» (carta del Santo Oficio al arzobispo de Boston, 8 de agosto de 1949. DS 3870).
5º «Incluso no siempre es necesario que esta aspiración sea explicita. En caso de ignorancia invencible, una simple aspiración implícita» (ibid.) o inconsciente puede ser suficiente, si traduce «la disposición de una voluntad que quiere conformarse a la de Dios» (ibid.). O, dicho de otro modo, esa aspiración debe expresar realmente la oposición de la vida de uno, por cuanto no puede tratarse de una especie de salvación de segunda categoría. Ese deseo debe estar asimismo animado por la caridad perfecta, implicando pues un acto de fe sobrenatural.

¿Cómo concebir psicológicamente este deseo implícito? El concilio Vaticano II habla de «aquellos que, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, no obstante, a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo la influencia de la gracia, en cumplir con obras su voluntad conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden alcanzar la salvación eterna». Y con más audacia aún: «Incluso a aquellos que sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento expreso de Dios, y se esfuerzan, no sin la gracia divina, en llevar una vida recta, tampoco a ellos niega la divina Providencia los auxilios necesarios para la salvación» (L.G., 16; cf. Gaudium et spes, 22, 5).

En todos estos textos se advierte una insistencia en los dos puntos siguientes:
-Se hace referencia a la orientación global de una vida: «hay que esforzarse en cumplir con obras su voluntad»; «hay que esforzarse en llevar una vida recta».
-Todo esto no puede llevarse a cabo y tener un efecto «salvífico» como no sea bajo la influencia de la gracia. Y sabemos precisamente que, aun cuando algunos hombres puedan dar la impresión de que están lejos — o quizá lo estén de hecho — de Dios, él en cambio no está lejos de nadie. «puesto que él da a todos la vida, la inspiración y todas las cosas (Act 17, 25-28), y quiere, como Salvador, que todos los hombres se salven (1 Tim 2, 5)» (L. Gen t., 16).


3. Consecuencia: la mediación universal de la Iglesia y los grados de pertenencia a la Iglesia

a) La mediación universal de la Iglesia

Por ser la iglesia en el mundo el sacramento universal de la salvación, toda gracia llega a través de ella y toda gracia tiende hacia ella.

a. Toda gracia llega a través de la iglesia: No solamente el camino normal previsto por Cristo para comunicar su vida es el canal de los sacramentos, sino que además, siendo como es la Iglesia «Jesucristo difundido y comunicado», según palabras de Bossuet, toda participación en la vida de Cristo será eclesial, aun en el caso de que sus beneficiarios no tengan conciencia de ello, ya que no existen dos especies de una misma vida cristiana, supuestamente distintas en razón de la pertenencia o no pertenencia a la Iglesia. Concretamente, dicha mediación se ejerce de dos maneras sobre todo:
-En virtud de los sacramentos, y de la eucaristía en particular. En la economía de la salvación, la misa y la cruz son dos misterios inseparables: «Sin la cruz, la misa sería una ceremonia vacía. Pero, sin la misa, la cruz sería una fuente sellada» (Montcheuil).
-En virtud de las restantes plegarias y sacrificios ofrecidos por la iglesia. La encíclica Mystici corporis insiste varias veces en el papel maternal que la Iglesia desempeña con respecto al conjunto de la humanidad.

b. Toda gracia tiende hacia la Iglesia: Más cierto aún es que toda gracia ordena necesariamente a quien la recibe hacia la Iglesia, para que pertenezca a ella cada vez más y mejor. Cristo, escribía Isaac de Stella, «es un esposo humilde y fiel», todo lo que hace, lo hace pues para su esposa. Esta fidelidad forma parte de su misterio. «Adondequiera que vaya ahora, a la derecha del Padre o al fondo de las almas, sigue siendo siempre el Cristo de su Iglesia y de Pedro, y los primeros momentos de su entrada en no importa qué corazón, las primeras acometidas de su gracia, que no descansa nunca y en parte alguna, serán asimismo los primeros pasos de su venida a la Iglesia» (Mersch).

b) Los grados de pertenencia a la Iglesia

La cuestión de la pertenencia a la Iglesia no es más que una aplicación de todo lo que acaba de decirse. Dos grandes principios deben tomarse aquí en cuenta:

a. «Están plenamente incorporados a la sociedad de la iglesia quienes, poseyendo el Espíritu de Cristo, aceptan íntegramente su constitución y todos los medios de salvación establecidos en ella. y en su cuerpo visible están unidos con Cristo, el cual la rige por medio del soberano pontífice y los obispos, por los vínculos de la profesión de fe, de los sacramentos, del gobierno y comunión eclesiástica» (Lumen gentium, 14). El mismo documento añade a continuación:
-esta «incorporación» a la Iglesia no asegura la salvación a quien, no perseverando en la caridad, permanece en el seno de la Iglesia sólo en cuerpo, y no en corazón;
-esta situación sobrenatural de los hijos de la Iglesia «debe atribuirse no a sus méritos, sino a una gracia singular de Cristo».
También añade: «los catecúmenos que, movidos por el Espíritu Santo, solicitan con voluntad expresa ser incorporados a la Iglesia, por este mismo deseo ya están vinculados a ella y la madre Iglesia los abraza con amor y solicitud como suyos» (L.G., 14).

b. Aun sin estar plenamente incorporado a la iglesia, es posible, sin embargo, estar unido a ella y, en este sentido, pertenecer a ella de algún modo. El concilio Vaticano II habla explícitamente de un vínculo por el que están unidos a la Iglesia todos aquellos que, aun sin estar plenamente incorporados a ella, pertenecen sin embargo a ella de algún modo (L.G., 15-16; Decreto sobre el ecumenismo, 3 y 4). Hay, pues, una pertenencia en sentido amplio (en esta última, es preciso establecer una distinción entre aquellos que admiten el Evangelio y «se honran con el bello nombre de cristianos», algunos de los cuales están unidos a la Iglesia por vínculos sacramentales muy fuertes –cf. L.G. 15–, y aquellos otros que, no habiendo recibido todavía el Evangelio, están simplemente «ordenados al pueblo de Dios» –ibid., 16–). Tal es la razón de que, para mejor definir y caracterizar estos diferentes casos, procedan algunos teólogos a enumerar las tres categorías siguientes:
-la incorporación plena (o pertenencia en sentido fuerte), incorporación que supone las tres condiciones clásicas recogidas por el Concilio (profesión de fe cristiana, vida sacramental, comunión con la jerarquía de la Iglesia);
-una pertenencia en sentido amplio o incompleta, caso de faltar uno o dos de los elementos antes citados;
-un cierto vinculo con la Iglesia, que ni siquiera cabe calificarlo como pertenencia, cuando no se da ninguna de las tres condiciones.

Bibliografía:

-P. Faynel, La Iglesia, Herder, Barcelona 1974, pp. 51-68
 
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Preguntas:


2) ¿Somos salvos por la fe en Jesucristo o por las buenas obras?

"Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo".
Romanos 5:1


SALVACION: ¿FE SOLAMENTE O TAMBIEN OBRAS?
Padre Jordi Rivero
Ver también: Jesucristo: Unico Salvador

Nos preguntan:
La Iglesia Católica enseña que hay que ganar la salvación con las obras, pero San Pablo dice claramente que nos salvamos solo por la fe.

Conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado. -Gálatas 2,16

¿Como pueden ustedes reconciliar su enseñanza con la Biblia?

RESPUESTA
La doctrina sobre la salvación, al igual que otras doctrinas cristianas, no se entienden leyendo solo un versículo de la Biblia. Hace falta meditarlas a la luz de numerosos pasajes que enseñan sobre la salvación. Además hay que interpretarlos correctamente. Cada versículo aporta una parte de la verdad y solo cuando los estudiamos todos podemos apreciar la verdad con todas sus facetas. Los versículos no se deben ver en contradicción sino complementándose.

Hay que aclarar que la Iglesia católica NO enseña que debemos ganar la salvación con nuestros esfuerzos. La Iglesia SI enseña que somos justificados solo por la fe en Jesucristo. El ganó nuestra salvación con los méritos de su pasión. No podemos meritar las gracias de salvación las cuales recibimos en el bautismo. Ningún trabajo nuestro nos podría salvar. El Concilio de Trento confirmó la doctrina católica: no podemos salvarnos nosotros mismos sino solo por la gracia de Dios. En esto creo que estamos de acuerdo y debo recordar que para un diálogo honesto es necesario no distorsionar la posición ajena

La diferencia entre nosotros está en el significado de la fe y la salvación. Solo por la fe nos salvamos. Pero la fe incluye una respuesta y debe ser perseverante ya que se puede perder. La Iglesia enseña, con el mismo San Pablo, que debemos trabajar en nuestra salvación.

Así pues, queridos míos, de la misma manera que habéis obedecido siempre, no sólo cuando estaba presente sino mucho más ahora que estoy ausente, trabajad con temor y temblor por vuestra salvación, pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece.
-Filipenses 2,12-13

Observe que S. Pablo le escribe a personas que ya tienen fe, han aceptado a Cristo y han recibido el don de salvación. Pero les enseña que deben "trabajar con temor y temblor por vuestra salvación". Ciertamente han recibido la gracia para salvarse y Dios no falla, pero San Pablo está conciente que nosotros si podemos fallar y perder la salvación si no obramos en obediencia.

Jesús enseñó que obrar en obediencia al Padre es necesario para salvarse

No todo el que me diga: "Señor, Señor", entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. -Mateo 7,21

Numerosas enseñanzas de Jesús confirman que la fe necesaria para salvarse requiere una obediencia que produce obras: la parábola de las Diez Vírgenes, Parábola de los talentos, el juicio final (cf. Mt 25) y muchas mas.

Sin la fe no hay salvación pero tampoco la hay sin cambio de vida: "Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los cielos" Mt18,

Santiago: Fe sin obras no salva

¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: «Idos en paz, calentaos y hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta. Y al contrario, alguno podrá decir: «¿Tú tienes fe?; pues yo
tengo obras. Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe. ¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. También los demonios lo creen y tiemblan. ¿Quieres saber tú, insensato, que la fe sin obras es estéril? Abraham nuestro padre ¿no alcanzó la justificación por las obras cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿Ves cómo la fe cooperaba con sus obras y, por las obras, la fe alcanzó su perfección? Y alcanzó pleno cumplimiento la Escritura que dice: Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia y fue llamado amigo de Dios.» Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente.
-Santiago 2,14-24.

"Obras de la ley" (Pablo) vs "obras" (Santiago).
San Pablo enseña que nos salvamos por la fe aparte de las obras.
Santiago enseña que el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente.
¿Se contradicen Pablo y Santiago? No.
Entonces hay que entender que ellos se refieren a dos tipos de obras diferentes.

"Obras" en Pablo: Pablo especifica "obras de la ley". Se refiere a las "obras de la ley" del Antiguo Testamento, especialmente la circuncisión, que algunos judaizantes querían hacer requisito para los cristianos. Ellos pensaban que estas obras satisfacen a Dios por si mismas y por lo tanto quien las hace se "gana" la salvación. Pablo confronta este error y enseña que el bautismo (por el que recibimos gratis la fe que salva) remplaza la circuncisión cf. Col. 2,11–12 >>>. Volver a depender en estas obras de la ley sería negar la gratuidad de la salvación ganada Cristo salvador. Pablo enseña que la fe salva aparte de las obras (estas obras de la ley). Pero en otros pasajes Pablo enseña que la justificación no puede lograrse en quienes no aplican su fe a la práctica.

Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad. -Gálatas 5,6

que no son justos delante de Dios los que oyen la ley, sino
los que la cumplen: ésos serán justificados. -Romanos 2,13

"Obras" en Santiago se refiere a las que se hacen en obediencia a Dios movidos por la fe en Jesucristo. El hombre nuevo del Espíritu se conoce por sus obras. Estas son necesarias como bien explica Santiago.

La Iglesia católica enseña lo mismo que Pablo y Santiago.

Lutero fue el gran promotor de la errónea doctrina conocida como "fe solamente". El tenía sus pasajes favoritos, pero rechazaba las partes de la Biblia que no apoyan sus creencias. Además, El añadió una palabra a Rom 3,28 cuando tradujo la Biblia al alemán. La versión original en griego es: "justificado por la fe" (pistei). La versión de Lutero: "Justificado por la fe solamente". El único versículo en la Biblia donde de verdad la Biblia dice "fe solamente" es el que acabo de citar: Santiago 2,24, el cual dice "no por la fe solamente". Por eso Lutero quiso eliminar de la Biblia la carta de Santiago.

Fe y otras cosas que no pueden apartarse de la fe
No hay duda de que San Pablo enseña la necesidad y primacía de la fe para la salvación. Lo que como católicos queremos recordar es S. Pablo también enseña otras cosas que son necesarias para salvarse: Hay que obrar bien (cf. I Corintios 6,9), cumplir el precepto del amor (cf. Gal. 5,14). La corona incorruptible no se gana sin trabajo: "¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, mas uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis!" -I Corintios 9,24. El mismo Pablo, hombre lleno de fe que es, se esfuerza por su salvación: "golpeo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo proclamado a los demás, resulte yo mismo descalificado" (I Corintios 9,27).

Veamos la relación entre salvación, fe, obediencia y obras según las Escrituras:

Cristo nos salva.
Recibimos la salvación por la fe en Cristo.
La fe requiere obediencia a Cristo.
No hay obediencia a Cristo sin obrar según Cristo mande.

Fíjate que las obras no salvan. Nos salvamos si tenemos fe en Cristo. Pero esa fe hay que ponerla en práctica obrando lo que Dios manda. Estas son las obras requeridas para la salvación: No cualquier obra sino las que responden por fe a Dios, cada uno según su vocación. Las obras solo son meritorias si se hacen movidos por la gracia de Dios y en unión con los méritos de Cristo.
 
Re: Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

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3) ¿Quién perdona los pecados Jesucristo o el papa?

"Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades".
Salmos 103:2-3

La respuesta aqui:

http://www.voxfidei.com/articulos/2206.htm
 
Re: Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

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4) ¿Quién es la roca de fundamento de la iglesia? ¿Pedro o Jesucristo?

"Porque ¿quién es Dios sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?"
Salmos 18:31



http://apologetica.org

Jesús, "el único mediador",
versus...
la mediación de María y de los Santos

Un conflicto inexistente, según las Escrituras. Otros conflictos del mismo rango.

P. Juan Carlos Sack, IVE


Conflictos a primera vista
Muchos de los hermanos cristianos no-católicos creen que hay serios “conflictos” entre las doctrinas bíblicas y la doctrina católica. Para una gran mayoría esto es algo evidente y que no admite ni siquiera discusión: la enseñanza católica es claramente anti-bíblica y basada en tradiciones humanas. Por eso, que un cristiano católico trate de explicar que en realidad no hay contradicción es para muchos de estos hermanos nuestros “querer tapar el sol con un dedo”.

El presente artículo pretende, con la ayuda de Dios, mostrar que tales “conflictos” son aparentes, no reales. En las Escrituras muchas veces nos encontramos, católicos y no-católicos, con pasaje difíciles, los cuales tratamos de entender a la luz de toda la Escritura, del contexto, etc. No pudiendo hablar de todos los puntos doctrinales tomaremos uno, muy importante, que nos servirá para aclarar tantos otros, y que es un pasaje frecuentemente señalado a los católicos como anti-bíblico. Me refiero al pasaje de 1 Tim 2:5 (porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre): ¿acaso este pasaje no excluye clarisimamente la doctrina católica de la mediación de María y los Santos a favor de los creyentes? Con un poco de paciencia veremos que la respuesta, según las Escrituras, es “no”.

En este artículo entiendo por “fundamentalista” un creyente en Cristo que dice basar su fe SOLAMENTE en la Biblia (aunque a este respecto ya lo dice bien el refrán popular: “del dicho al hecho hay un largo trecho”), queriendo con eso significar que tal hermano no prestará oídos a la Iglesia, ni a la predicación oral de los primeros discípulos de Jesús (que luego en parte quedará escrita), ni a nada en el mundo: SÓLO lo que está ESCRITO, nada más, ya que esa es la Palabra de Dios, y no existe ninguna otra.[1]

El tema que afrontamos es interesantísimo y muy útil, no sólo para el versículo concreto de 1 Tim 2:5, sino para entender mejor el mensaje evangélico en su perspectiva real, evitando así la superficialidad de miras, los criterios carnales, las discusiones vanas. Sin esta visión “en profundidad”, nos pasaremos la vida citando versículos unos contra otros, cada uno interpretando a su modo cada palabra de Jesús o de Pablo o de Juan, etc: una cuestión de nunca acabar. La idea que me mueve a escribir estas líneas es solo una: incentivar la reflexión. Quien es capaz de pensar sin prejuicios se dispone a la verdad, aunque en la práctica -y sin él saberlo- sea uno de sus peores enemigos[2].

Dado que la ignorancia de la auténtica enseñanza de la Iglesia es tal vez el motivo principal por el cual muchos optan por el fundamentalismo cristiano, me propongo también ilustrar, tanto al católico como al no-católico, cuál es verdaderamente la enseñanza que profesamos sobre la única mediación de Cristo, las mediaciones de los Santos y algunas otras doctrinas afines, siempre de modo simple y breve[3].

Dos mil años no son en vano
Más de uno piensa que el evangelio se corrompió sustancialmente en la época inmediatamente post-apostólica, pasando por la larga noche de la salvación-por-obras católica, hasta que vino tal grupo de gente y renovó el evangelismo puro, sin tradiciones humanas [4].

Las cosas, sin embargo no son tan sencillas. No es el momento aquí de hacer una historia de la Iglesia o de la teología, pero me sea lícito recordar que todas la dificultades que existen en las Escrituras y todas las posibles interpretaciones han sido ya tratadas durante siglos, por miles de creyentes, con las más dispares interpretaciones, claro está. Pero es importante saber que no somos hongos que aparecen después de la lluvia, sino que formamos parte de un cuerpo, tenemos antepasados en la fe, gente a la cual también iluminó el Espíritu Santo. Sobre cada palabra del Evangelio hay miles de homilías, controversias, reflexiones... Y hay miles y miles de vidas vividas en la fe y en respuesta a las palabras de las Escrituras, hasta derramar la propia sangre. ¡No nos creamos los únicos, ni los primeros, ni los mejores!

De entre miles de cosas que podemos aprender de cristianos que vivieron antes de nosotros, y que dedicaron sus vidas al conocimiento e interpretación de las Escrituras, nos sirven en este artículo dos conceptos básicos, a saber, la noción de “analogía” y la de “participación”: estas dos palabras nos llevarán de la mano para entender tantísimas aparentes “contradicciones” en las Escrituras, en concreto nuestro tema del “único mediador”.[5]

Según el diccionario de la Real Academia Española (1992), analogía es la “relación de semejanza entre cosas distintas”. Para el sustantivo participación, el diccionario manda al verbo “participar”, y participar se define como “tomar parte en una cosa; recibir una parte de algo; compartir, tener las mismas opiniones e ideas, etc., que otra persona. Se usa mucho con la preposición de”.

Estos conceptos, en su sencillez, son de fundamental importancia para nuestro tema. La realidad de estas nociones se irá viendo con más claridad en la aplicación que hagamos a diversos pasajes “conflictivos”.

Procederemos así: enunciaremos un pasaje o varios pasajes bíblicos donde se ven “contradicciones”, y luego veremos cómo, aplicando las nociones arriba indicadas, la aparente contradicción desaparece. ¿Un truco para hacer coincidir la Biblia con la enseñanza católica? Lo dirá el lector por sí mismo.

Jesús, único fundamento
La Escritura enseña que

a. Cristo es el único fundamento y nadie puede poner ningún otro (1 Cor 3:11). Pero también enseña que

b. Los apóstoles son fundamento (Ef 2:20). En ambos textos se usa la misma palabra (gr. zemelion) y refiriéndose al fundamento de los cristianos en ambos casos.

Como esto parece contradecirse, uno de mis amigos evangélicos decía que en Ef 2:20 había que leer así: “el fundamento que han puesto los apóstoles”... etc, es decir, “fundamento” sería aquí “Jesús”, no los apóstoles, y de ese modo no habría oposición. Esta solución, desde el punto de vista gramatical, no es viable (falta un “también” que de pie a la propuesta del comentador mencionado: el texto dice “siendo Cristo la piedra angular”, y no “siendo Cristo también la piedra angular”), y sobretodo rompe con la imagen que está usando Pablo. En efecto, en el texto en cuestión Cristo viene presentado como “piedra angular” (gr. akrogoniaios). Piedra angular es la piedra que termina una construcción, que se pone al final de la misma para trabar y asegurar el resto del edificio, no se trata de una piedra que se coloca en el fundamento de la construcción. Leyendo Ef 2:20 con la interpretación querida por el citado cristiano evangélico, nos quedaría una imagen totalmente deforme: el texto quedaría así: “habéis sido edificados sobre el fundamento puesto por los apóstoles y por los profetas, es decir, sobre Cristo, siendo Cristo también la piedra angular”. Pero la idea de Pablo es hablar de que cada uno es parte de un edificio, en el cual Cristo ocupa el lugar central ¡y no todos los lugares! Por el contrario, la imagen tiene sentido si se atribuye a los apóstoles y profetas el ser “fundamento” y a Cristo el ser “piedra angular”, como, por otra parte, lo traen todas las traducciones[6]. Esta idea de los apóstoles como fundamento se confirma también en Apocalipsis 21:14.

¿De dónde viene esta interpretación digamos “forzada” que mi amigo evangélico quiere imponer? Del deseo de solucionar un “conflicto”, pero sin usar los medios adecuados para hacerlo. Me explico: para él, los dos pasajes “se oponen”: ¿cómo puede ser Cristo el único fundamento y a la vez serlo también los apóstoles? Y explica el problema cambiando el texto por medio de una traducción que desvirtúa e inutiliza la imagen. Eso no es buena exégesis. Él justifica esta traducción porque dice que la Palabra de Dios no puede oponerse a sí misma, y si la Palabra de Dios enseña que Jesús es el único fundamento, no puede ser que la Palabra de Dios diga ahora que los apóstoles son fundamento...

¿Cuál es la solución? ¿Realmente se opondría Efesios 2:20 a 1 Cor 3:11 si tomamos a los apóstoles como fundamento? La respuesta, según la doctrina católica, es no. Cristo es el fundamento, los apóstoles y profetas PARTICIPAN de ese oficio de Jesús de ser fundamento. No son fundamentos “paralelos” a Jesús, sino que “en Jesús” son también ellos fundamento. La expresión griega “en Xristó”, “en Cristo”, aparece en los escritos de Pablo unas ochenta veces. ¿Qué significa “en Cristo”? ¿Se tratará de una banalidad, un giro de Pablo sin sentido?

Para finalizar este punto, recordemos que el Nuevo Testamento llama “fundamento” (en sentido espiritual como en los dos textos estudiados) también al “arrepentimiento de obras muertas” (Heb 6:1), a “las buenas obras” (1 Tim 6:18-19) y a la “predicación evangélica” (Rom 5:20). Notable en particular 1 Tim 3:15, donde se llama a la Iglesia “columna y cimiento de la verdad”.[7]


Jesús, único pastor

La Escritura enseña que

a. Jesús es el gran pastor de nuestras almas (Heb 13:17.20; 1Pe 2:25; Jn 10:11.14.16). En 1 Pe 5:4 se lo llama “pastor principal”, o “pastor de pastores” (gr. arjipoimenos). No creo que sea descabellado afirmar que los cristianos tienen UN solo pastor, que es Jesús. Pero la Escritura enseña también que

b. Hay otros hombres que también son pastores (Ef 4:11)

Entonces, ¿quién es el pastor? ¿Jesús o algún otro? Cuando Pablo habla de los “pastores” en Ef 4:11 (gr. poimenas), ¿está dañando a Jesús como único pastor? Cuando en Hechos 20:28 Pablo exhorta a los presbíteros de la Iglesia a pastorear el rebaño, ¿se olvidó acaso de que Jesús es el Pastor? ¿O se olvidó el mismo Jesús cuando le dijo a Pedro “apacienta mis ovejas” (Jn 21:15-17)?

No, no se habían olvidado ni Jesús, ni Pedro, ni Pablo, ni Juan, sino que sabían perfectamente que el oficio de ser “pastor de nuestras almas” Jesús lo quería compartir, “participar” a los demás. Como quiso que “participemos” en sus sufrimientos (1 Pe 4:13). Jesús es “EL pastor”, los demás son “pastores por participación”. Notemos que sin este concepto de participación, en todos estos pasajes habría una “contradicción” insuperable, como en los pasajes que veremos.

Jesús, único maestro
La Escritura enseña que

a. Jesús es el único maestro, y a nadie más hay que darle ese título (Mat 23:8.10; Jn 13:13). Pero también enseña que

b. Pablo se llamaba a sí mismo, con toda verdad, “maestro” (1 Tim 2:7; 2 Tim 1:11) y en la Iglesia hubo siempre muchos “maestros” designados por el mismo Espíritu Santo (Ef 4:11).

Pero entonces, ¿cómo puede Jesús decir que no hay que llamar a nadie maestro, y luego Pablo se llama con toda libertad “maestro”, como si Jesús no hubiese dicho nada? ¿Y los primeros cristianos que llamaban a algunos hombres “maestros”? ¿Qué había pasado con la prohibición de Jesús? ¿Será que la “corrupción del mensaje evangélico con los dogmas humanos de la Iglesia Católica” ya había hecho irrupción en las comunidades cristianas...?

Jesús, único obispo
La Escritura enseña que

a. Jesús es EL obispo (gr. episcopos) de nuestras almas (1 Pe 2:25). Pero también enseña que

b. Dios estableció a algunos como obispos de los creyentes (Hechos 20:28; Fil 1,1).

Con lo que hemos hablado hasta aquí, creo que no es necesario abundar en palabras. Los “obispos” lo son por analogía, es decir, participando del “obispado” de Jesús, que es el obispo de modo absoluto y de donde proviene todo obispado. Que alguien sea “obispo” no quiere decir que le está robando el puesto a Jesús: si es obispo, lo es EN el único obispo de nuestras almas, que es Jesús. No hay conflicto, hay participación de un oficio.

Dios, único Padre
La Escritura enseña que

a. No se puede llamar a nadie en el mundo “padre”, sino sólo a Dios (Mat 23:9). Pero también enseña que

b. Pablo se presenta como padre (1 Cor 4:15), y llama a Abraham “padre de todos nosotros” (según el contexto se refiere a judíos y griegos, es decir, paternidad espiritual, exactamente lo que había “prohibido” Jesús en Mat 23).

Entendemos las palabras de Jesús como referidas a los “padres” espirituales, ya que si tomamos el sentido literal tendríamos que no podemos llamar “papá” a nuestros papás, etc. Dejamos eso de lado.

Pero aún en el plano espiritual, una vez más nos encontramos con un falso “conflicto”, tantas veces mencionado contra los católicos. El consabido estribillo suena más o menos así: “Mat 23:9 prohíbe llamar “padre” a cualquier persona en el mundo, y los católicos llaman a sus sacerdotes “padres”. Más claro imposible: he ahí, una vez más, la doctrina anti-bíblica de los católicos”.

Sin embargo, los apóstoles no pensaban así. Muchos cristianos fundamentalistas ven el árbol pero ignoran el bosque. [8] Porque para los apóstoles no había oposición excluyente entre Dios-Padre y el apóstol-padre. Tampoco hay ninguna oposición para la Iglesia. La Iglesia Católica es libre, y esto no todos lo entienden. Pero seguirá gozando de esa libertad que viene del Espíritu. Ya le pasaba a Pablo:

Sin embargo, ni siquiera Tito quien estaba conmigo, siendo griego, fue obligado a circuncidarse, a pesar de los falsos hermanos quienes se infiltraron secretamente para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, a fin de reducirnos a esclavitud. Ni por un momento cedimos en sumisión a ellos, para que la verdad del evangelio permaneciese a vuestro favor (Gal 2:3-5)

¡Ni por un momento! dice Pablo. Pablo tenía un mente grande, universal, abierta, no era ningún mojigato ni quería figurar como el perfecto cumplidor de nuevas leyes. Para él Cristo era todo, su vida, su predicación, sus pensamientos, sus sentimientos... ¿No se iría a llamar también él “padre” de los que había “dado a luz con dolores de parto”? (Gal 4:19). Cristo, que lo había llamado a completar lo que faltaba a su pasión en beneficio de su Iglesia (Col 1:24) ¿recriminaría a Pablo cuando se presentaba abiertamente como “padre” de quienes lo oían? ¿Se ofendería Dios-Padre ante este magnífico ejemplo de paternidad espiritual, imagen -aunque opaca sin duda- de la paternidad de Dios? ¿No participaba Pablo de la paternidad divina “engendrando” (gr. gennao, que significa “volverse padre por haber engendrado”) nuevo hijos para el evangelio? (1 Cor 4:15)

Resumiendo, Pablo se presenta como “padre” de sus oyentes. Particularmente se puede recordar aquí 1 Cor 4:15:

Pues aunque tengáis mil pedagogos en Cristo, sin embargo no tenéis muchos padres, porque en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio.

En Rom 4:16, Pablo llama a Abraham “padre de todos nosotros”, refiriéndose a los judíos que han creído y a los gentiles que han creído (ver el contexto). De modo que se trata de una paternidad espiritual, como la que se dice en la Santa Misa: “nuestro padre Abraham”. Pues bien, se trataba precisamente de esta paternidad en Mat 23:9, cuando Jesús dijo “no llaméis a nadie en el mundo padre”. ¿No entendió Pablo el mensaje de Jesús?

Una explicación en las mismas Escrituras encontramos en otro texto del apóstol: en Ef 3:14-15, Pablo proclama: “doblo mis rodillas delante del Padre, de quién toma nombre toda paternidad (gr. patria) en los cielos y en la tierra”. El sustantivo griego “patria”, traducido a veces como “familia”, viene de la raíz “patros”, es decir, “padre”. ¿No es esto lo que en realidad quería decir Jesús en Mateo, y no que evitásemos de “nombrar” a nadie con la palabra “padre”? Si Pablo habla de una “paternidad” que proviene de Dios, ¿estará mal reconocer esa paternidad en las personas llamándolas “padre”, como hacen los católicos? ¿O acaso debemos reconocer que “toda paternidad viene de Dios”, pero luego... ¡no podemos nombrarla!? Esto sería muy cercano al fariseísmo. ¿No será tal vez que lo que Jesús estaba enseñando era a descubrir que, si existe la paternidad en el mundo, ella proviene exclusivamente de Dios?

Dios es Padre, y “en Dios” Pablo es padre. Y si lo es, no hay razón para abstenerse, llevado de neo-legalismo veterotestamentario, de llamarlo “padre”. Se lo llama “padre” por analogía con Dios-Padre, por participación en su generar hijos. En 1 Tes 2:11 Pablo dice que se comportó con los Tesalonicenses “como un padre con sus hijos”: ¿le está robando solapadamente la gloria a Dios, único Padre? [9]

El gran conocedor de las Escrituras y de la historia de la Iglesia Tomas Spidlik explica nuestra participación en la paternidad divina de esta manera[10]:

“El carácter paterno de Dios es tan perfecto que encierra un valor absoluto, como todas sus cualidades divinas. Por esto Jesús nos advierte: “No llaméis a nadie en el mundo “padre”, porque sólo uno es vuestro padre, el que está en el cielo” (Mat 23:9). Por otro lado, sin embargo, los valores absolutos de Dios nos han sido comunicados con el don del Espíritu, motivo por el cual hemos sido invitados a “ser perfectos como es perfecto nuestro Padre celestial” (Mat 5:48). La paternidad divina se refleja, de alguna manera, en la imagen, y particularmente en los santos, destinados a tener discípulos-hijos, y en general en la “maternidad” de la Iglesia. […] La vida del Espíritu inicia con el bautismo; por lo tanto el sacerdote que bautiza es “padre”, como así el que reconcilia con Dios y nutre la vida con la eucaristía; padres son también los obispos a los cuales se encomienda la vida de la Iglesia, que custodian la recta doctrina en los concilios ecuménicos y que ordenan sacerdotes.”

Por estar razones los católicos llamamos a nuestros sacerdotes, que nos engendraron para Dios en el bautismo y nos expusieron la fe (Heb 13:7) y nos alimentan con el “pan de vida” en la eucaristía, “padres”. Estoy de acuerdo que para eso se requiere mucha libertad.

Dios, único Juez
La Escritura enseña que

a. Dios es el único Juez (Sal 50:6; 75:7; Heb 12:23). Pero también enseña que

b. Los cristianos serán jueces (Mat 19:18; Luc 22:30; 1 Cor 6:2-3).

Es decir, Dios es el único que puede juzgar, y eso aparece claro en toda la Escritura, pero por decisión suya ha querido participar de ese poder a los creyentes. ¿Quién juzgará al mundo, Dios o los creyentes? Es una falsa dicotomía: Dios juzgará y también juzgarán los creyentes.

Dios, único Santo
La Escritura enseña que

a. Dios es el único Santo (Rev 15:4, gr: hosios). Pero también enseña que

b. El obispo debe ser santo (Tito 1:8, gr: hosios).

Obviamente la santidad que se espera en el obispo no es una santidad paralela a la de Dios, sino que se trata de una participación en la única santidad de Dios, y nadie piensa que se esté atribuyendo a un hombre una cualidad que es exclusiva de Dios. Pero la cuestión es que Apocalipsis 15:4 dice que sólo Dios es santo. De modo que aquí tenemos otro ejemplo de cómo algo es atribuido a Dios exclusivamente, y luego se atribuye o espera de un ser humano también.

Dios, único Dios
La Escritura enseña que

a. Hay un solo Dios (desde la primer página a la última). Pero también enseña que

b. “Sois todos dioses” (Jn 10:34, donde Jesús cita el salmo 82:6 -texto masorético: “elohim atem”; LXX: “zeoi este”; también usado analógicamente en Éxodo 7:1)

Jesús usa este pasaje del salmo en su sentido más primigenio, haciéndoles ver a los que lo acusaban de “hacerse Dios” que las Escrituras enseñaban (y no podían errar) que nosotros “somos dioses”.

Lo que hay que recalcar aquí es la libertad de Jesús (y antes que él del salmista) para atribuir a los hombres la naturaleza divina, al menos en un cierto sentido. ¿Cómo puede ser? Una vez más ... ¡por participación! Pero ¿se trata sólo de una cita aislada y sin importancia, que debemos tomar en un modo exclusivamente figurativo? De ningún modo. Es más bien una primer piedra del edificio teológico que vendría después. ¿Después cuándo? No ciertamente con los Concilios y dogmas de la Iglesia, sino con la predicación de los apóstoles. 2 Pe 1:4: “nos han sido dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas seáis hechos partícipes de la naturaleza divina”.

¡Participación! ¡De la naturaleza divina! Se ve aquí que lo de “participación” es, en verdad, un concepto bíblico, y muy importante. ¿Qué más nos queda por participar de Dios? Si fuimos hechos partícipes de la naturaleza divina (como un ser humano engendra otro ser humano, de su misma naturaleza) ¿nos sorprenderemos de que Dios, en Jesús, nos haya hechos partícipes de todo lo demás?


Otros aspectos bíblicos de participación
No queremos alargar innecesariamente el artículo, que por otra parte ya ha tratado la sustancia del problema. Mencionamos aquí algunos otros aspectos (hay más) en los cuales se ve el deseo de Jesús de compartir con nosotros todo, su persona, su oficio, su vida, sus ideales, y que al hacerlo, no sólo no se rebaja o se empobrece Él, sino que muestra su poder, su fuerza, su sabiduría, sus planes de misericordia.

· Jesús es la luz del mundo (Jn 8:12), pero también lo son sus discípulos (Mat 5:14).

· Dios es el único bueno (Luc 18:19), pero también las personas son buenas (1 Pe 2:18; 4:10, etc.).

· Dios es el único sabio (Rom 16:27), pero también los hombre (Rom 16:19; Mat 23:24, etc.).

· Jesús es, claramente, nuestro único sacerdote (toda la carta a los Hebreos), pero también lo somos nosotros (Rev 1:6; 5:10; 20:6).

· Para los cristianos existe un único sacrificio, el de Jesús (Heb 10:12), pero también nosotros debemos ofrecer “sacrificios” (Fil 2:17; Rom 12:1; Heb 13:15).

· La pasión de Cristo es suficiente para nuestra salvación (todo el Nuevo Testamento), pero Pablo dice: “completo en mi carne lo que falta a la pasión de Cristo a favor de su cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1:24)[11].

· Sólo Dios perdona los pecados (toda la Escritura), pero también los apóstoles (Jn 20:23).

· Dios es el único justo, y no hay ningún justo entre los hombre, ni uno sólo (Rom 3:10). Pero 1 Timoteo 1:9 y 2 Pedro 2:7-8 hablan de los justos, en general y en particular (Lot). Sólo si aplicamos el concepto de “analogía” podremos explicar esta aparente contradicción: Dios es el único Justo, pero análogamente y por participación lo son también los que creen en El, etc.

Claro está que muchos lectores no-católicos se apurarán a explicar cada uno de estos aparentes conflictos. ¡Muy bien! También nosotros decimos que no hay un conflicto real en estas “contradicciones”. La cuestión es: ¿harán el mismo esfuerzo por explicar el supuesto conflicto “único mediador” – “mediación de los creyentes”? ¿Estarán dispuestos a ver que en realidad no hay oposición, así como están dispuestos a no ver oposición en otros pasajes bíblicos que, a primera vista, resultan “evidentemente” contradictorios? [12]

A todas estas manifestaciones y oficios de Jesús, que él ha querido compartir con nosotros, podríamos aplicar la expresión de Yves Simoens, comentando el carácter esponsalicio de Jesús: “Cristo es, sí, el único esposo, pero no en un espléndido aislamiento” [13] (resaltado mío). En efecto, Cristo es la única luz del mundo, el único sacerdote, el único mediador... “pero no en un espléndido aislamiento”. Lo podría haber sido, por supuesto, pero sus planes fueron otros: quiso hacernos partícipes de su vida y de su misión.

Pasemos ahora a ver en concreto el tema que motivó el presente trabajo, a saber, 1 Tim 2:5, habiendo ya señalado las claves para una justa interpretación. Es decir, ¿no podremos ser nosotros, “en Cristo”, mediadores entre Dios y los hombres, así como somos también en Cristo “dioses”, “padres”, “justos”, “maestros”, “luz del mundo”, “obispos”, “fundamento”, etc. etc. etc.? Es más, no solo debemos preguntarnos si “podemos” llamarnos y ser “mediadores”, sino más bien si acaso no “debemos” serlo... Todo depende del plan de Dios, de su voluntad, y no de lo que nos parece a nosotros.

Cristo, único mediador entre Dios y los hombres
Antes que nada, ¿qué es ser “mediador”? Una vez más, acudimos al diccionario de la Real Academia Española; “mediar” es, según esa fuente, “interceder o rogar por uno. Interponerse entre dos o más que riñen o contienden, procurando reconciliarlos y unirlos en amistad. Existir o estar una cosa en medio de otras”. El término mismo no produce gran dificultad, y se entiende en general de buenas a primera: “mediador” es quién está entre dos o más personas, ofreciendo su persona para hacer como de puente entre ellas, sobretodo si estas están en conflicto.

La palabra que se usa en 1 Tim 2,5 es “mesités”, que fuera de nuestro texto aparece, en el Nuevo Testamento griego, en Gal 3:19.20; Heb 8:6; 9:15; 12:24. En los pasajes de Hebreos el término aparece siempre junto a “alianza”: Jesús es el “mediador de la nueva alianza”, en contraposición a Moisés y los ángeles, mediadores de la antigua alianza.

Es interesante la presencia de “hombre” en la formulación de Pablo: el único mediador entre Dios y los hombres es “el hombre Cristo Jesús”: es precisamente como hombre que Jesús es capaz de interceder por nosotros. Esta observación de Pablo ha sido entendida por algunos como queriendo excluir a la Iglesia del oficio de mediador; en otras palabras: “Cristo es la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1:18), pero su oficio de mediador le pertenece solo a él como hombre, no como cabeza del cuerpo. ¿Qué decir de esta lectura?

En mi opinión nos encontramos con una exégesis del texto que deja bastantes dudas. Debemos preguntarnos ¿era esa la idea de Pablo? Cuando escribió en su carta que el único mediador es “el hombre Cristo Jesús” ¿pretendía con ello excluir a la Iglesia de ese oficio? Consultando varios comentadores, tanto protestantes como católicos, todos coinciden en lo mismo: lo que Pablo quiere subrayar con el uso del término “hombre” es que Jesús es verdadero hombre, contra lo que sostenían los herejes docetas[14], a saber, que Jesús tenía una apariencia humana pero no era verdaderamente hombre. Pablo está subrayando que es Jesús, verdadero hombre y no solo aparentemente, el mediador entre Dios y los hombres. No hay ningún motivo, ni en el texto ni en el contexto, para interpretarlo en contraposición de la Iglesia, salvo el motivo “fundamentalista”, a saber, querer excluir la doctrina de la participación de la Iglesia en el oficio mediador de Jesús. Veamos algunos comentadores.

B. Witherington III explica así la presencia del término “hombre” en 1 Tim 2:5[15]:

¿Qué cosa quiere decir Pablo cuando afirma que la gracia viene a nosotros -así como la resurrección y la reconciliación- por medio de un hombre? El pecado era un problema humano que podía resolverse a favor de la humanidad sólo mediante un ser humano. Algunos pueden pensar que la eficacia de la salvación de la humanidad se debiese a Jesús como ser divino, en cambio Pablo aquí quiere acentuar lo contrario: si Jesús no fuese hombre verdadero, la humanidad no habría recibido la gracia, la resurrección, o – como lo hacen notar Colosense y Efesios- la reconciliación. De hecho el evento extraordinario es precisamente que el hombre Jesús murió y resucitó: Dios, prescindiendo del misterio de la encarnación, no está sujeto a la muerte. (...) Resumiendo, para que la salvación llegase a los hombres y los rescatase, debía ser mediada por uno que compartiese la humanidad.

El Vocabulario de Teología Bíblica de Xavier Leon-Dufour[16], entre otras muchas consideraciones, hace el siguiente comentario, bajo el término “mediador”:

El que Cristo sea el único mediador no significa que haya terminado el papel de los hombres en la historia de la salvación. La mediación de Jesús reviste acá abajo signos sensibles: son los hombres, a los que Jesús confía una función para con su Iglesia; incluso en la vida eterna asocia Jesucristo, en cierta manera, a su mediación los miembros de su cuerpo que han entrado en la gloria. (...) Los que desempeñan (las funciones de los apóstoles durante la historia de la Iglesia, n.d.r.) no son, propiamente hablando, intermediarios humanos con una misión idéntica a la que tuvieron los mediadores del AT; no añaden una nueva mediación a la del único mediador: no son sino los medios concretos utilizados por éste para llegar a los hombres. (...) Evidentemente, esta función cesa una vez que los miembros del Cuerpo de Cristo se han reunido con su cabeza en su gloria. Pero entonces, respecto a los miembros de la Iglesia que luchan todavía en la tierra, los cristianos vencedores ejercen todavía una función de otra índole. Asociados a la realeza de Cristo (Rev 2,26s; 3,21; cf. 12,5; 19,15), que es un aspecto de su función mediadora, presentan a Dios las oraciones de los santos de acá abajo (5,8; 11,18), que son uno de los factores del fin de la historia.

Comentando el rol de los “sacerdotes” en el libro del Apocalipsis, los comentadores tampoco dudan de llamar a los cristianos “mediadores”, ya que el oficio sacerdotal, explícitamente atribuido a los creyentes en Jesús (ver Apocalipsis 1:6, 5:10 y 20:6), no es otra cosa que un oficio de mediación entre Dios y los hombres. Citamos alguno ejemplos (resaltado siempre mío):

Los cristianos comparten la autoridad del rey de reyes, constituyéndose en mediadores sacerdotales en el mundo de la humanidad.[17]

El griego “hieréis” –sacerdotes- aparece en oposición a “basiléian” –reino- y subraya el rol mediador de los creyentes en su consagración al servicio de Dios.[18]

... los miembros del nuevo Israel, en virtud de su incorporación por el bautismo a Cristo, Sacerdote y Rey (cf. Ex 19,6; Is 61,6; 1 Pe 2,9) se convierten también ellos en mediadores de la Nueva Alianza.[19]

Como se ve, no es que estamos inventando una interpretación para justificar tradiciones humanas: mucha gente, conocedora del texto bíblico y de vida cristiana, afirma que las Escrituras enseñan que los cristianos son mediadores, por participar del oficio sacerdotal, profético y real de Jesucristo.

El oficio propio del mediador
Si podemos atribuir a un mediador un oficio que le sea propio, que lo defina como mediador, pienso todos estarán de acuerdo en que éste sea la intercesión a favor de alguien. Recordemos que el diccionario nos daba, para el verbo “mediar”, la definición “interceder o rogar por uno”.

En las Escrituras, Cristo aparece como nuestro gran intercesor (griego para “interceder”: entunjano), como así también el Espíritu Santo. Con respecto a Jesús, Rom 8:34 es un texto particularmente fuerte:

¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede (entunjanei) por nosotros.

No menos fuerte y hermoso Heb 7:25:

Por lo cual Él (Jesús) también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder (entunjanein) por ellos.

De modo que es claro que Jesús “intercede” por nosotros, oficio que es propio del mediador, y lo hace en este mismo momento, mientras escribo estas palabras o mientras el amable lector las lee. Ahora bien, según las Escrituras ¿es sólo Jesús que intercede por nosotros?

Dejando de lado el oficio del Espíritu Santo, presentado, como vimos, como intercesor, encontramos en la Palabra de Dios que también los hombres son intercesores ante Dios a favor de sus hermanos[20]. Veamos algunos pasajes, sabiendo que hay muchos otros con un contenido similar.

Pablo no duda en expresar su oración por sus hermanos hebreos, y por los creyentes:

Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos (los hebreos) es para su salvación (Rom 10:1)

...mientras que también ellos (los demás creyentes), mediante la oración a vuestro favor, demuestran su anhelo por vosotros debido a la sobreabundante gracia de Dios en vosotros (2 Cor 9:14)

...con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así, velad con toda perseverancia y súplica por todos los santos (Ef 6:18)

Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho (St 5:16)

Ahora bien, ¿qué es orar a favor de alguien, si no interceder por él?

Pablo manda a orar unos por otros:

Os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que os esforcéis juntamente conmigo en vuestras oraciones a Dios por mí (Rom 15:30)

Y en el contexto de nuestro versículo (1 Tim 2:5) encontramos este mandamiento de Pablo:

Exhorto, pues, ante todo que se hagan rogativas, oraciones, intercesiones (gr. enteuxeis, de entjuno, interceder) y acciones de gracias por todos los hombres (1 Tim 2,1)

Notemos en este pasaje que Pablo usa la misma palabra (sustantivada: “enteuxeis”, “intercesiones”) que se usa en Hebreos para decir que Jesús está siempre vivo para “interceder” (“entunjanein”) por nosotros. Pensemos un momento: si Jesús está intercediendo por mi en estos momentos ¿para qué entonces las “intercesiones” que pide Pablo? No son detalles accidentales y de poca importancia, como se puede ver.

Podríamos pensar también en el concepto paulino de “embajadores de Cristo” de 2 Cor 5:20? ¿Qué es un embajador, si no un mediador entre el “rey” y los demás? ¿Tiene necesidad Jesús de embajadores-mediadores entre él y nosotros? Muchos cristianos no católico martillean sobre este punto, a saber, que ellos van directamente a Cristo, en cambio nosotros lo haríamos “por mediación de” otros (María, los Santos). Pero entonces ¿para qué “embajadores de Cristo”? ¿No podría Jesús comunicarse directamente a nosotros, o bien usar de sus ángeles? Más allá de cómo lo explique cada uno, hay una verdad profunda, y es la que estamos tratando de dejar en claro: la única mediación de Jesús no debe entenderse en el sentido que lo hacen muchos cristianos no-católicos, a saber, negando la posibilidad e incluso la necesidad de que todos intercedan y medien unos por otros ante nuestro Padre celestial.

Dejando a Pablo, tenemos un texto muy hermoso de la Iglesia que intercede por Pedro en prisión, como lo leemos en el capítulo 12 de los Hechos de los Apóstoles:

Pedro era custodiado en la cárcel, pero la iglesia hacía oración ferviente a Dios por él (Hechos 12:5)

¿No era suficiente la intercesión de Jesús por Pedro? ¿Porqué oraban por él también los cristianos? Sabemos la respuesta: la intercesión de Jesús no excluye otras intercesiones, sino que, al contrario, las supone, pues El ha querido hacernos partícipes de su obra salvadora, es decir, de su oficio de mediador.

En el libro del Apocalipsis notamos la presencia de oraciones de los santos, presentadas a Dios por otros intermediarios, los ángeles:

Otro ángel vino y se paró ante el altar con un incensario de oro, y se le dio mucho incienso para que lo añadiera a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió ante Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos (Rev 8:3-4)

¿Cuál es el papel de las oraciones de los santos? ¿Se trata de una superficialidad, o son necesarias?

Habría tantos pasajes para comentar, pero nos detenemos aquí. Llegado a este punto, el creyente no-católico debe hacer la reflexión: ¿cómo puede ser que Jesús, siempre vivo para interceder por nosotros, acepte otros intercesores, sean ellos hombres o ángeles? ¿Acaso no es suficiente la intercesión de Jesús? ¿A qué sirven las oraciones de Pablo o de los santos o de cualquier creyente a favor de su hermanos? ¿Qué agrega la oración del justo a la oración de Jesús a favor nuestro? ¿Acaso no es totalmente inútil, e incluso blasfemo, interceder por un hermano ante Dios, siendo que Jesús está siempre vivo para interceder por nosotros? (Heb 7:25).

Pero entonces... ¿qué significa en realidad la unicidad de Cristo como mediador?
A esta altura más de uno se puede preguntar: pero entonces, ¿en qué consiste la sentencia paulina que declara a Cristo UNICO mediador entre Dios y los hombres? ¿Acaso este discurso “católico” no hace sino anular la Palabra de Dios? Porque si la Palabra dice que Jesús es el único mediador ¿porqué no aceptarlo como está escrito claramente y basta?

La respuesta a la segunda parte de la pregunta está en todo lo que dijimos hasta ahora: la unicidad de Cristo, como vimos, no excluye nuestra participación en su obra salvadora. Y esto lo hemos visto en la misma Palabra de Dios.

Para que nadie tenga la menor duda, quede muy claro al lector que en efecto Jesús ES EL ÚNICO MEDIADOR, y no hay ningún otro nombre bajo el cielo por el cual los hombres puedan ser salvos (Hechos 4:12).

¿A qué se refiere pues 1 Tim 2,5? ¿Qué cosa quería dejar bien clara Pablo?

El contexto explica el significado verdadero de la expresión: excluye otros caminos, otros sacrificios salvíficos, otros sistemas de salvación que no sean Él.

Cito aquí unos párrafo del documento de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe Dominus Iesus, ¡que habla todo él precisamente de este tema! Le ruego al lector que lea estas líneas con atención: me dirá luego si no afirma la Iglesia Católica la exclusividad de la mediación de Cristo, y en qué sentido lo afirma (lo que va en negrita es siempre resaltado mío):

Es también frecuente la tesis que niega la unicidad y la universalidad salvífica del misterio de Jesucristo. Esta posición no tiene ningún fundamento bíblico. En efecto, debe ser firmemente creída, como dato perenne de la fe de la Iglesia, la proclamación de Jesucristo, Hijo de Dios, Señor y único salvador, que en su evento de encarnación, muerte y resurrección ha llevado a cumplimiento la historia de la salvación, que tiene en él su plenitud y su centro.

Los testimonios neotestamentarios lo certifican con claridad: « El Padre envió a su Hijo, como salvador del mundo » (1 Jn 4,14); « He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo » (Jn 1,29). En su discurso ante el sanedrín, Pedro, para justificar la curación del tullido de nacimiento realizada en el nombre de Jesús (cf. Hechos 3,1-8), proclama: « Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos » (Hechos 4,12). El mismo apóstol añade además que « Jesucristo es el Señor de todos »; « está constituido por Dios juez de vivos y muertos »; por lo cual « todo el que cree en él alcanza, por su nombre, el perdón de los pecados » (Hechos 10,36.42.43).

Pablo, dirigiéndose a la comunidad de Corinto, escribe: « Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y de señores, para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros » (1 Cor 8,5-6). También el apóstol Juan afirma: « Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él » (Jn 3,16-17). En el Nuevo Testamento, la voluntad salvífica universal de Dios está estrechamente conectada con la única mediación de Cristo: « [Dios] quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos » (1 Tm 2,4-6).

Basados en esta conciencia del don de la salvación, único y universal, ofrecido por el Padre por medio de Jesucristo en el Espíritu Santo (cf. Ef 1,3-14), los primeros cristianos se dirigieron a Israel mostrando que el cumplimiento de la salvación iba más allá de la Ley, y afrontaron después al mundo pagano de entonces, que aspiraba a la salvación a través de una pluralidad de dioses salvadores. Este patrimonio de la fe ha sido propuesto una vez más por el Magisterio de la Iglesia: « Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos (cf. 2 Cor 5,15), da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que sea posible salvarse (cf. Hechos 4,12). Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro ».

Debe ser, por lo tanto, firmemente creída como verdad de fe católica que la voluntad salvífica universal de Dios Uno y Trino es ofrecida y cumplida una vez para siempre en el misterio de la encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios. [21]

Esta es doctrina de la Iglesia Católica. Es claro que aquí se afirma, sin sombra de duda, que Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres, y que no hay ningún otro. Y quién no crea esto simplemente no es católico. Ese es el sentido, según la Iglesia, de las palabras de Pablo. O para hacerlo más claro aún: lo que Pablo está diciendo es que ni el Gnosticismo, ni Confucio, ni Buda, ni Mahoma, ni la New Age, ni el Dr. Moon, ni la meditación trascendental, ni el nirvana, ni la gimnasia Yoga, ni el espiritismo, ni la ideología comunista, ni la nazista, ni el liberalismo, ni ninguna otra criatura del pasado, del presente o del futuro, jamás puede tenerse como mediador entre Dios y los hombres, sino sólo Jesucristo, y EN EL toda la Iglesia, que es inseparablemente su cuerpo, y que es de Cristo “su plenitud” (Ef 1:23). Lo repetimos una vez más, las mediaciones de los cristianos unos por otros son hechas en Cristo, y por tanto no es esto lo que Pablo quiere excluir; al contrario, él mismo las pide (como vimos más arriba).

La mediación de los santos
Cuando los católicos invocan la intercesión de María o de los santos, hacen lo mismo que hace un cristiano cuando le pide a otro que ore por él. En realidad, cuando los hermanos evangélicos “oran” por alguien, están haciendo de mediadores entre Dios (a quién dirigen la oración) y la persona (a favor de la cual oran). ¿Me equivoco? ¿Si no están ejerciendo el oficio de mediación (mediar es “interceder” por alguien) qué están haciendo?

La mediación que ejerce un cristiano cuando ora por otro (sea entre los vivos, sea de parte de quienes “están con Cristo”, los santos, a favor nuestro) es una mediación EN CRISTO, no al margen de él ni paralela a la misma. Este oficio de mediadores no anula la única mediación de Jesús, pues la nuestra es una mediación participada de la ÚNICA mediación de Cristo, al modo como la luna irradia una luz que no es suya, sino del sol. Toda la primera parte de este artículo fue dedicada a demostrar precisamente cómo en las Escrituras hay muchas cualidades atribuidas exclusivamente a Dios que luego se atribuyen también a los creyentes.

Con respecto a la mediación de los santos (cristianos que ya están con Cristo), el Catecismo de la Iglesia Católica (956) enseña:

Por el hecho que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad.

Aunque parezca mentira, tantos cristianos piensan que un creyente, mientras estaba vivo, podía orar al Padre por otro hermano, pero una vez que muere y está con el Señor (cf. Fil 1:23; 2 Cor 5:8) ... ¡ya no puede orar más! Dios, que es un Dios de vivos, no de muertos, y para el cual todos viven, ¿no permitirá que el amor continúe a interceder por la persona amada? ¿Es siquiera pensable algo semejante? ¿Acaso la muerte nos puede separar de Cristo?

Una palabra en particular para la mediación de María, la Madre de Jesús, que a los pies de la cruz recibió de su Hijo el encargo de ser madre de todos los creyentes[22]. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica, número 970:

La misión maternal de María para con los hombres de ninguna manera disminuye o hace sombra a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su eficacia. En efecto, todo el influjo de la Santísima Virgen en la salvación de los hombres... brota de la sobreabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y de ella saca toda su eficacia”. “Ninguna criatura puede ser puesta nunca en el mismo orden con el Verbo encarnado y Redentor. Pero, así como en el sacerdocio de Cristo participan de diversa manera tanto los ministros como el pueblo creyente, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en las criaturas de distintas maneras, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en las criaturas una colaboración diversa que participa de la única fuente.

La mediación angélica
¿Y qué pensar de la acción de los ángeles? Si Jesús es el único mediador al modo como lo entienden tantos hermanos no católicos ¿qué lugar ocupan los ángeles, que “están al servicio de los que se salvarán”? (Heb 1:14) ¿No es una “mediación” la de los ángeles? En el Apocalipsis aparecen ofreciendo a Dios las oraciones de los santos... La participación de ellos en la obra de la salvación ¿le quita exclusividad a la única mediación de Cristo? ¿Debemos rechazar la ayuda de los ángeles en nombre de la única mediación de Cristo? Cristo quiere servirse de los ángeles para favorecernos en nuestra salvación, ¿vamos a decir nosotros que no necesitamos de ellos, porque vamos directamente a Dios?

Apocalipsis 8:3-4 presenta las oraciones de los santos llevadas a Dios mediante los ángeles. La pregunta que nos hacemos es: ¿tiene Cristo, el Cordero degollado, necesidad de otros mediadores entre Dios y los hombres? ¿Se molesta Jesús con los ángeles que le presentan las oraciones a Dios? Claro que no, porque si los ángeles pueden ser de algún modo mediadores, eso es posible sólo gracias a la mediación de Jesús; la mediación angélica, en efecto, sería absolutamente ineficaz sin la salvación que nos consiguió Cristo y sólo Cristo. Pero en Cristo la obra de los ángeles es eficaz para con nosotros, como es eficaz la oración del justo (carta de Santiago), y ciertamente que se está hablando de una mediación de salvación: ellos están puestos al servicio “de los que se salvan”.

Conclusión
La solución de fondo con respecto a este asunto está en la indisoluble unión entre el creyente y Cristo, que la Iglesia Católica ha comprendido, vivido y desarrollado durante su ya larga historia, y que una mentalidad fundamentalista no puede comprender. Cuando Jesús se acerca a “su hora” y habla con el corazón en la mano, se oyen palabras como estas, una y otra vez: “Yo en vosotros, vosotros en mí” (ver Juan 13-17). “Ya no soy yo, es Cristo que vive en mí”, dirá Pablo. ¿Qué Cristo vive en Pablo? El Cristo Hijo, el Cristo fundamento, el Cristo mediador, el Cristo sacerdote, el Cristo pastor, el Cristo maestro, etc. EN CRISTO y POR CRISTO Pablo y el creyente son también fundamento, hijos, mediadores, sacerdotes, pastores, maestros, padres, luz, etc.

Para Pablo esto era algo que había experimentado desde su primer contacto con el Señor, cuando en el camino a Damasco “y al caer a tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿porqué me persigues?; y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y Él respondió: Yo soy Jesús a quien tú persigues” (Hechos 9:4-5). ¿Pablo perseguía a Jesús? ¡Pero si Jesús estaba muerto, y Pablo no creía en la resurrección! ¿Porqué dice Jesús “ME” persigues? ¿Porqué no dice: “persigues a la Iglesia” o “persigues a mis discípulos”? ¿No será tal vez porque Cristo ya no es más separable de su Cuerpo, la Iglesia?

Como la vid y los sarmientos: “quien permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto”, “y hará obras más grandes” que las de Jesús (Juan 15:2). ¿Obras más grandes que las de Jesús?

¿Y qué decir del “quien a vosotros oye, a mí me oye, quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza”? (Lc 10:16) ¿Nos damos cuenta del peso de esta "interdependencia" entre Jesús y sus apóstoles? ¿No superficializamos su interpretación?

En mi opinión, el problema principal de una interpretación pequeña y “conflictiva” de la Escritura como sucede con el fundamentalismo cristiano no es algo de poca monta. Quién tenga esta visión del evangelio se cierra a la posibilidad de vivir en plenitud el don de Cristo. Es importante aceptar el mensaje evangélico en toda su plenitud, y no quedarse a una cierta distancia. Si Jesús quiere hacernos uno con él, no podemos contentarnos con ninguna otra cosa, sino con ser uno con él. Errando en el entender las Escrituras y el poder de Dios, erramos “gravemente” (Mc 12:27). No son minucias, discusiones sin importancia: negarse a recibir el mensaje de Cristo tal como el Padre lo ha pensado hace que el creyente se auto-excluya de la comunicación que Dios quiere hacerle de sí mismo. No basta con “no estar lejos del Reino de Dios” (Mc 12:34), sino que hay que “entrar” (Mt 23:13). Según el cuarto evangelio, el creer no es nunca una mera profesión de fe, un “aceptar” a Jesús como salvador una vez para siempre y estar así “salvado irreversiblemente”, sino que se trata de un “vivir la filiación divina” hasta las últimas consecuencias, totalmente, viviendo en comunión inseparable con Jesús, hasta dar la vida si fuese necesario. Jesús y el creyente, se podría decir, son “una sola cosa” (ver por ejemplo Juan 14:20; 15:4-9)[23]. Y no solamente con Jesús, sino que, formando con él un solo cuerpo, somos también “miembros los unos de los otros” (Rom 12:4-5).

Espero que el lector católico haya encontrado buen material para profundizar su fe. Con respecto al lector no-católico, no se si este artículo lo convencerá de lo que creemos, pero al menos le dará material para pensar. Aunque no comparta nuestra doctrina, tendrá que reconocer que los textos bíblicos que hemos citado están ahí, y hablan de que Dios ha querido hacernos partícipes de su oficio de mediador.

Queda tan solo esperar que el Espíritu Santo continúe el trabajo, pues en verdad es Él el verdadero maestro interior.

P. Juan Carlos Sack
Apologetica.org




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Notas

[1] La gran cuestión será siempre esta: ¿quién interpretará correctamente lo que está en la Biblia? Muchos se apresuran a decir: “el Espíritu Santo”... Suena hermoso, pero en la realidad eso da pie a las tantas creencias distintas y en gran medida contrapuestas, de las denominaciones fundamentalistas, no por culpa del Espíritu Santo, sino de quines se creen los verdaderos intérpretes de las Escrituras. Mientras escribo estas líneas, alguna “iglesia” cristiana no-católica se está dividiendo, lamentablemente, y sin duda tanto unos como otros lo hacen porque “el Espíritu Santo les ha puesto en el corazón” tal cosa o tal otra. Ya lo decía Lutero, bastante desanimado algunos años después de sus famosas “95 tesis”: “Hay casi tantas sectas y creencias como cabezas; este no admite el Bautismo; aquel rechaza el Sacramento del altar; un tercero dice que hay un mundo intermedio entre el presente y el día del juicio; no falta quién enseña que Jesucristo no es Dios. No hay nadie, sin embargo, por más bufón que sea, que no afirme que él está inspirado por el Espíritu Santo, y que no considere como profecías sus sueños y desvaríos” ¿Porqué sucede esto, si la Palabra de Dios es UNA? Nadie duda que la Biblia sea “infalible” y que sea la Palabra de Dios, pero ...¿es infalible también la interpretación que de ella dará cada cristiano, baste que crea que viene del Espíritu Santo? De todos modos, eso es tema de otros artículos, ya presentes en Apologetica.org.

[2] Son muchos los católicos que provienen de comunidades cristianas fundamentalistas, y no pocos los que consideraban a la Iglesia Católica la personificación del Anticristo. Pero lo que a estos caracterizaba particularmente era que no habían perdido la capacidad de pensar ni la disposición a seguir la verdad cueste lo que cueste, lo que al fin de cuentas significó la diferencia. Ojalá que el amable lector pertenezca a este grupo; si es así, creo le interesará este artículo.

[3] Pienso en concreto en DS, por ejemplo, quien afirma que conoce el catolicismo, ya que vivió en él “durante 32 años”. Pero según sus palabras “la idea de Dios que me habían transmitido era la de aquel viejito bueno de barba blanca que está sentado en el Trono del Cielo, que nos quiere y nos espera. Nunca me enseñaron Su Majestuosidad, Su Soberanía, Su Autoridad Suprema sobre el bien y el mal...” Juzgará el lector si DS conoce el catolicismo. Si en el catolicismo enseñan que Dios no es Soberano o no tiene autoridad sobre el mal, no sólo DS, sino que todo el mundo tendría que salir corriendo de semejante Iglesia. Suponiendo que sea verdadero lo que este hermano dice, sin duda ninguna habrá que recriminar a sus catequistas y sacerdotes (y en primer lugar a sus padres) por haberle trasmitido un mensaje NO católico. De todos modos, el hecho que la Iglesia pase por momentos de crisis en determinados lugares y períodos no la descalifica como iglesia verdadera. Recordemos lo que pasó con el pueblo de Israel: prácticamente TODA su vida fue infiel a Yahvé, con idolatrías, homicidios, injusticias, adulterios... y un largo etcétera; ¿dejó por eso de ser el pueblo elegido? No. ¿Dejan de tener valor las enseñanzas del Antiguo Testamento? No. Así también con la Iglesia. Y atención: los católicos tenemos 2000 años de existencia, y se trata de mil millones de personas al día de la fecha: ¿debemos esperar que todos y siempre sean un san Pablo? ¡Ojalá! En este sentido las denominaciones fundamentalistas no tienen una larga historia, ni una iglesia visible que se pueda “recriminar” por nada, ni pastores visibles que se hagan responsables de los hechos. De este modo pueden pasar por “justos”, siempre y en todo lugar; de hecho, una de las armas que se esgrimen en contra de la Iglesia Católica son los “pecados” históricos de los católicos, haciendo oídos sordos a los ya repetidos pedidos de perdón por parte del Papa Juan Pablo II, y sobretodo escudándose en una realidad que, finalmente, les es contraria: ellos no son recriminables precisamente porque no existían en muchos de los siglos de la historia de la Iglesia. La Iglesia Católica nunca proclamó que era impecable, de modo que los católicos no nos asustamos por la presencia de la cizaña en el campo del Señor. 18:10-14 es también parte del mensaje evangélico.

NOTA: Daniel Sapia, a quién nos referíamos con DS en esta nota, tomando conocimiento de mi cita aquí ha publicado en su sitio una "aclaración" a la que remitimos. Con respecto a la misma, mi respuesta fue la siguiente (no corrijo la nota original del artículo, agrego simplemente la presente), que quiero sirva como mis disculpas a Daniel y aclaración de lo que es sustancial en lo que venimos diciendo:

En cuanto a las observaciones que haces de mi artículo:

a) y b) tenés mucha razón en la diferencia entre "no me enseñaron que era soberano" y "enseñan que no es soberano", etc. Lo cambiaré en la próxima actualización, acotando tu observación. Pero la sustancia (a saber, que no te enseñaron la doctrina de la IC) sigue siendo verdadera, y eso es lo que se pretendía decir.

c) Concedo. Lo sacaré.

d) Lo de que la IC "nunca tiene la culpa" es un sofisma. Cuando digo, por ejemplo, que "los catequistas" erraron (no me interesa atacarlos personalmente, por supuesto), ellos SON PARTE de la IC, y por tanto la IC en ellos no brilla, y en ellos es culpable. Demás está decir que no es un juicio moral, sino en cuanto a la doctrina (sólo Dios sabe quién es culpable de qué). La distinción que hay que hacer es válida y necesaria: una cosa es la enseñanza, la doctrina, otra cosa son las personas que siguen o no esa doctrina: si los catequistas (o tus padres, que entiendo fue un ejemplo demasiado personal, y lo sacaré también del artículo) no te enseñaron que Dios es soberano, etc, eso no es atribuible a la IC como como tal, ya que la IC como tal (en su magisterio público y oficial) enseña que Dios es soberano, etc. Me parece que la distinción es clara y obligatoria. Por otro lado, la auto-crítica que la Iglesia se hace (y no es cuestión de los últimos años, sino siempre, como consta en la vida y obra de tantos santos de todos los tiempos), digo esta auto-crítica que se hace la IC ¿te parece que se debe a que "la Iglesia Romana nunca es responsable de nada"? Eso, hoy, no se puede decir (si vamos a tomar en serio la actitud del Concilio Vaticano II en adelante, y sobretodo JPII; el pasado hay que juzgarlo con ojos de historiador, ese es otro asunto). Cuando Israel se iba detrás de los ídolos, ¿era el Pueblo de Dios como tal, ese que trasmite su enseñanza en las Escrituras, ese que enseña las Palabras de Dios, era ese Israel el que erraba, o eran más bien algunos miembros (¡o la mayoría! ¡y los líderes!) los que erraban? Si hoy ni a mí ni a vos se nos ocurre decir que la Biblia (el A.T.) es culpable de los crímenes de los israelitas (ver todos los libros proféticos) ¿porqué no es válida la diferencia en la IC entre doctrina y personas? ¿No cabe la distinción: doctrina del pueblo de Dios - vida de los miembros del pueblo de Dios? Si en el Israel según la carne era válida esta distinción ¿porqué no es válida para el Israel de Dios? En resumen: que no te hayan enseñado que Dios es soberano, etc., no es la culpa de la doctrina de la Iglesia, sino de quién no la trasmite. Y para juzgar sobre una Iglesia, si es verdadera o no, si trasmite la doctrina de Dios o no, hay que ver la doctrina: los transgresores existieron en el pueblo de Dios de la Antigua Alianza, entre los Doce, en la era apostólica y en toda la historia de la Iglesia. Aquí no se puede aplicar el tema del "árbol de frutos malos", porque, como sabemos, todos somos pecadores, y quién no tenga ningún pecado ("fruto malo") que tire la primera piedra.

e) Ya hablamos.

f) Creo sigue en pie el final y corolario, ya que al no trasmitirte el auténtico mensaje católico, lo desconocías, y por eso lo dejaste. Me dices que "mi salida de la Iglesia de Roma no fue por ignorancia, sino por obediencia"; quiero que sepas que mi permanencia en la Iglesia Católica no es por ignorancia, sino por obediencia.
[4] Hace poco un TJ me recriminaba: “Dígame usted cuándo la Iglesia Católica se dedicó a predicar el evangelio... y cuándo sufrió persecución” De más está decir que no podemos perder el tiempo contestando semejantes mensajes. Por respeto a los millones de católicos misioneros y mártires.

[5] Nos apresuramos a decir que tanto la analogía como la participación, en realidad, son elementos de la vida y el lenguaje cotidianos, que simplemente han sido estudiados y profundizados por grandes pensadores, para provecho de todos. No estamos hablando de ninguna invención filosófica extraña: quién no acepte la idea de analogía o de participación no podría ni siquiera hablar con su vecino. Quedará más claro al avanzar la explicación.

[6] Alguno dirá que estoy llevando agua a mi molino, haciendo una interpretación “católica” y “forzada” del texto. Para probar que esto no es así, transcribo el comentario de Andrew T. Lincoln, protestante, en su obra sobre la carta a los Efesios, publicada en la prestigiosa colección “Word Biblical Commentary”, tan solo como botón de muestra de que no me estoy moviendo a criterio personal y ciego. Así escribe este autor: (en síntesis, para quien no lea el inglés, dice exactamente lo mismo que dije arriba, a saber, que aquí los apóstoles no ponen el fundamento, sino que ellos mismo son el fundamento): “The apostles and prophets are no longer seen as those who lay the foundation of Christ or who build upon it but as the foundation itself. Some have taken the genitive as a subjective genitive, “the foundation laid by the apostles and prophets” (e.g., Meyer, 142; neb; gnb), but such an interpretation, which is sometimes motivated by the desire to harmonize Eph 2:20 with 1 Cor 3:11, introduces total confusion into the writer’s use of metaphor, because it makes Christ both the foundation and the keystone. With the vast majority of commentators we should take the genitive as appositional, i.e., the foundation which the apostles and prophets constitute” (resaltado mío). Como Lincoln afirma, la gran mayoría de comentadores (de todos los credos) interpreta este pasaje como lo hacemos nosotros.

[7] Una curiosidad: en todas las versiones inglesas, la palabra “hedráioma” -que aquí traducimos con “cimiento”- es traducida con “foundation”, es decir, la misma palabra que usan esas mismas biblias -protestantes y católicas- para 1 Cor 3:11; en otras palabras, para todo el mundo anglófono, sea católico o protestante, Cristo es “foundation” -1 Cor 3:11- y la Iglesia es “foundation” -1 Tim 3:15.

[8] En filosofía, modo de ver las cosas se llama determinatio ad unum; un buen ejemplo es el mismo Lutero. El pensaba que la carta de Santiago era “de paja”, y que Apocalipsis no revelaba nada, y que Hebreos no lleva a Cristo..., porque había descubierto fuertemente la verdad de la salvación por la fe (el árbol), pero olvidando el resto de las Escrituras (el bosque), de tal modo que lo que no cuajaba con su visión de las cosas la declaraba “doctrina de paja”, “basura papista”, etc. etc. etc. Ahora muchos cristianos lo justifica y lo consideran como un héroe, disculpándoles todos sus errores (como las publicaciones de Chick, o En la Calle Recta, etc), pero no creo que eso sea ser amigos de la verdad. Si el monje alemán hubiese conservado su visión católica, hubiese podido ser un gran reformador, verdadero, sin necesidad de descartar libros enteros del Nuevo Testamento. Por gracia de Dios, el Concilio de Trento declaró dogmáticamente que tanto Hebreos como Apocalipsis, como todas las cartas de Juan, como Santiago, eran Palabra de Dios tanto como el resto, y no “de paja”, como pensaba el “reformador”.

[9] Así lo entendía un evangélico, que ante mi cuestionamiento me respondió: “Y bueno, Pablo no es Dios, se pudo haber equivocado, allá él; yo sigo las palabras de Jesús y no llamo a nadie ‘padre’”. ¿Qué lleva a un cristiano a pensar así?

[10] Lo starets Ignazio, Lipa Edizioni, Roma (2000), pp. 8-10.

[11] Esta expresión de Pablo trae problemas a más de un cristiano, tal vez porque han recibido un evangelio distinto del de Pablo, y esta expresión, entre muchas otras, no cuaja en ese “evangelio”. Me decía un ex cristiano fundamentalista que al menos en su congregación jamás habían predicado sobre este y sobre otros pasajes, por encontrarlos faltos de sentido. En el caso de esta última cita de Pablo, ¿qué puede faltar a la pasión de Jesús? Falta mi participación a los sufrimientos del Señor, a beneficio de la Iglesia.

[12] Pensemos por ejemplo en la aparente oposición “salvación por fe, sin las obras” de Pablo y la “salvación no sólo por fe, sino también por obras” de Santiago; delante de esta “contradicción” Lutero declaró a Santiago “carta de paja”. Otros prefieren no profundizar el tema, o explicarlo con tanto rebusque que finalmente se niega lo que Santiago está diciendo. Una vez uno me dijo: “lo de Santiago es una cita, en cambio lo de Pablo son muchas”... Cae de maduro que esta no es una solución. Siguiendo a la Iglesia Católica optamos por mantener todo lo que está en la Biblia, y especialmente lo que implica más dificultad, pues Dios es infinitamente mayor a lo que podemos entender de El, y los misterios (y aparentes contradicciones) de la revelación hay que conservarlos, a menos que queramos hacernos un Dios a nuestra medida, como lo han hecho los Mormones, Testigos de Jehová, Moon, etc.

[13] En su magnífico comentario al evangelio de San Juan: “Selon Jean”, ahora traducido al italiano.

[14] Toda la carta de Pablo a los Colosenses, según la mayoría de los comentadores, sería una advertencia contra la primitiva herejía de los docetas, que se había extendido ya en las comunidades apostólicas, viviendo aún los apóstoles, como lo demuestran también las cartas de Juan.

[15] En Dizionario di Paolo e delle sue Lettere, Milano (2000), 376.

[16] Barcelona (1980), 518-523.

[17] W. Harrington, Revelation, en Sacra Pagina, Collegeville (1993), 48.

[18] R. Mounce, The Book of Revelation, en The New International Commentary of the New Testament, Grand Rapids (1998), 50. En una nota de la página 371, este autor protestante comenta: “Una de las palabras latinas para sacerdote es pontifex, es decir “constructor de puentes”. El rol del sacerdote es establecer un puente entre Dios y la humanidad”.

[19] M. Ford, Revelation, en The Anchor Bible, Garden City (1975), 378.

[20] Aclaremos que la oración que se hace a Dios y aquella que se hace a un santo son dos cosas radical y absolutamente diversas: cuando se pide la intercesión de un santo, se trata del mismo caso de uno que pide a un hermano aquí en la tierra “orar por él”. Pero no podemos aquí tratar todos los aspectos del asunto. Remitimos a las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia Católica al respecto de la oración (es decir, la cuarta parte de las cuatro en que está dividido el catecismo).

[21] Números 13 y 14 de la declaración. Puede descarga todo el texto de este bellísimo documento cristológico en http://www.apologetica.org/dominus_iesus.htm.

[22] ¿Y para qué le dio a Juan otra madre, si Juan ya tenía una? ¿Habría registrado ese hermoso diálogo el autor, si se trataba de una eventualidad pasajera y no tendría relación con los cristianos de todos los tiempos?

[23] Véase el capítulo 12 de la Primera a los Corintios, para una comprensión más profunda de la unidad del cuerpo de Cristo, cabeza y miembros.
 
Re: Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

palabra viva dijo:
Comenzemos por el principio. Ya que usted insinúa que no se le contesta. Contesteme usted mis preguntas una por una. Todos estaremos pendientes a sus contestaciones.

Preguntas:



5) ¿El bautismo salva? ¿Cuando se bautizó el ladrón arrepentido que fue crucificado junto con Jesucristo?

"Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio".
1 Corintios 1:17

...

http://www.mexicosiemprefiel.com/nuestra_fe/lo_que_todo_catolico_debe_saber/_200601153233/


Algunos declaran que nacer de agua y del espíritu quiere decir bautismo en agua.... El agua es un símbolo de LA PALABRA DE DIOS" (1).
Para apoyarse, el autor de este articulo cita la primera carta de Pedro: siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1, 23), y Pablo a los efesios: Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra (Ef 5, 25-26).

Para los cristianos evangélicos, el Bautismo no es más que un signo externo de una conversión interna. Es nada más que un testimonio. No hace nada en el alma. El Bautismo para ellos no es tan importante en la salvación como veremos. Lo necesario es creer en Jesús, aceptarlo como "salvador personal", y con esto son "salvos". Si uno nunca se bautiza no es tan importante.

En los folletos distribuidos por los evangélicos leemos: "En el momento en que usted confía totalmente en Jesucristo como su salvador y Señor, en ese mismo momento Ud. es salvo para siempre." (Fellowship Tract League)

En el folleto Tesoros del cielo escrito por Mel Gerrard, se dice, "¿Recibiste a Jesús en tu corazón por fe? ¡Si así es, tú eres nacido de nuevo!".

En otra obra de R. A. Torrey y distribuida por "La Iglesia Evangélica Bautista" leemos: "Nadie puede ser salvo a menos que haya nacido de nuevo por el Espíritu de Dios. Somos nacidos de nuevo por el Santo Espíritu de Dios por medio de su palabra".

Aquí se ve que ser "salvo" consiste nada más en creer, confiar en Jesús. Es nacer del Espíritu por la Palabra de Dios. La Iglesia católica dice que la salvación es un don de Dios; pero implica más que solamente creer. Confiar es sumamente importante pero no es todo. Según la Biblia hay algo más.

Mientras que los hermanos dicen "En el momento de confiar... eres salvo". La Biblia dice otra cosa: El que creyere y fuere bautizado será salvo (Mr 16, 16). La Biblia añade "fuere bautizado". No dice el que cree será salvo y nacido de nuevo Y NADA MAS. Tampoco dice que "nacer de nuevo" es sólo nacer del Espíritu. La palabra de Dios dice que nacer de nuevo, (otra traducción posible es "nacer de arriba") es del agua y del Espíritu. Por ambos.



Nacer de arriba

Los evangélicos citan Juan 3, 3 para decir que se tiene que "nacer de nuevo" para salvarse (ver por ejemplo artículo "Nacer de Nuevo" por C. H. Spurgeon, La Buena Semilla 2 1995, p. 25): De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. La palabra que Jesús utiliza es ANOTHEN que puede significar "de nuevo" como lo entendió Nicodemo. ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? (v. 4). Pero ANOTHEN tiene otro significado también: "de arriba", y esto es lo que quería decir Jesús: A menos que uno nazca de arriba no puede entrar en el reino de Dios. ¿Qué es "nacer de arriba" . Es bautizarse y que "desde arriba" descienda el Espíritu Santo. En Juan 1, 32 Jesús se bautizó y el Espíritu descendió desde arriba: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma . Todo el contexto de Juan 3 trata del bautismo. Por eso Jesús lo aclaró: Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que él que no naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios (Jn 3, 5). Para confirmar con sus acciones lo que acababa de decir, Jesús empezó a bautizar para que entendiéramos esta necesidad: Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba (Jn 3, 22). A veces, como Iglesia naciente, delegaba a sus discípulos hacerlo (4, 2) en su lugar para que la gente no pensara que lo hacía en imitación de Juan (Ver 3, 23 y 4, 1). Por eso el significado que en seguida Jesús utiliza para ANOTHEN en Jn 3, 31: El que de arriba (ANOTHEN), es sobre todo... el que viene del cielo es sobre todos. Nacer de nuevo entonces no es "aceptar a Jesús como mi Salvador personal" (2) sino bautizarse cuando el Espíritu Santo desciende de arriba.

Vemos las dos cosas: agua y Espíritu también en Tito 3, 5: Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento (bautismo en griego) de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.

Entonces la salvación es más que "solamente creer". (De hecho, según Santiago 2, 19 también los demonios creen, pero no son salvos). Las Escrituras nos muestran que, dentro del plan de Dios para nuestra salvación, entra el bautismo: Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura (He 10, 22).

Pedro no dijo, "Conviértanse...acepten a Jesús...nada más y serán salvos" sino: Arrepentíos, y bautícense cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hch 2, 38). En este texto vemos que con el creer y el bautizar llega el perdón de los pecados y el don del Espíritu. Hablando con muchos evangélicos, me decían que el bautismo es nada más que un signo externo de su conversión a Cristo, que el bautismo no hace nada adentro del hombre. El bautismo no salva, según los evangélicos, pero en la Biblia leemos: El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva, no quitando las inmundicias de la carne (otras Biblias: "mancha física" o "limpiar el cuerpo" o "suciedad corporal") sino en la aspiración de una buena conciencia hacia Dios... (1 P 3, 21). En el Bautismo volvemos a nacer y somos renovados por el Espíritu Santo.

"La Confesión de Westminster formulada en 1646 ha llegado a ser la norma doctrinal de las iglesias presbiterianas. Aunque se acepta el bautismo por inmersión, la forma más usada es por aspersión....el bautismo no tiene nada que ver con la regeneración, más bien significa unión a Cristo y a su "cuerpo", es decir la Iglesia visible". Pbro, Les Thompson, El Cristianismo Romano y No Romano, Pub. El Faro, México, 1988, p. 76. ¿Que el bautismo no regenera? sólo hay que leer Tit 3, 5: el lavamiento de la regeneración... ¿Es verdad que el bautismo no hace nada en el alma y que es solamente un testimonio externo? Levántate y bautízate, y lava tus pecados invocando su nombre (Hch 22, 16).

Con estos textos vemos la verdad de la enseñanza de la Iglesia católica. El bautismo es más que solamente una orden ("una ordenanza" dicen algunos protestantes). Es un sacramento que efectúa un lavamiento de pecados (3). Pablo pone el bautismo en la misma lista con "Señor" y "fe" (Ef 4, 5). ¡Esto indica su importancia! Juan Bautista dice que el bautismo de Jesús es con Espíritu y fuego (Mt 3, 11). ¿Por qué "fuego"? Esto indica que el bautismo de Jesús no sólo baña el exterior de la persona, sino que purifica interiormente, así como el fuego cuece también el interior de las cosas y no sólo lo exterior.

Ahora podemos contestar la afirmación del Sr DeHann citada arriba que el agua mencionada en Juan 3, 5 es sólo un símbolo de la Palabra de Dios y no agua de verdad. Cuando Pablo habla del lavamiento del agua por la palabra (Ef 5, 2. 6) está hablando de la formula trinitaria que tiene que acompañar el bautismo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 38, 19). El solo hecho de meter a alguien en agua sin estas palabras no es bautismo. Es mojarse, no más. En cuanto al texto de Pedro de ser renacidos por la Palabra (1 P 1, 23), leyendo el contexto vemos que se trata de haber creído en la predicación de la Palabra de Dios que permanece para siempre de tal forma que la persona confiesa a Jesucristo y se bautiza en su nombre. Su fe, más el bautismo le hace renacer. En Mt 3,11 se añade bautizar con FUEGO porque el bautismo purifica interiormente.

Mira lo que pierdes al no ser bautizado: ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos.... así también nosotros andemos en vida nueva (Ro 6, 3-4. Ver Col 2, 12). Es triste que los evangélicos rebauticen a los católicos que convierten a su iglesia. Cristo murió y fue sepultado una sola vez y el bautismo es participar en su muerte. Por eso no se repite, porque hay una fe, un bautismo (Ef 4, 5).

Es verdad que el malhechor perdonado por Jesús no fue bautizado. Pero, ¿cómo hubiera podido hacerlo en su situación?

Todos ustedes, al ser bautizados en Cristo, se revistieron de Cristo (Gá 3, 26 versión Latinoamérica). Todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos (Reina-Valera). O sea, que no es solamente aceptar a Jesús como mi salvador personal lo que me une a Él, sino el bautizarme también. Y no son dos bautismos porque Ef 4,5 dice que hay "un solo bautismo". Bautizar con agua y con Espíritu va unido.

Yo te digo hermano que he aceptado a Jesucristo como mi Salvador y Señor personal pero no por eso he nacido de nuevo. Nací de nuevo por lo que Cristo, nuestra Vida y Salvación, hizo por medio del Espíritu Santo cuando fui bautizado. Es importantísimo aceptar a Cristo como Salvador y Señor, pero no es lo que Jesucristo dijo a Nicodemo.

El bautismo es tan importante que solamente hay uno dice Ef 4, 5. (Por eso lo antibíblico de rebautizarse cuando uno deja el catolicismo y se bautiza otra vez) (4).

A lo mejor me preguntas ¿por qué bautizan a los niños? Sigue leyendo por favor.



¿Y los niños?

"No bautizamos a los bebés, pero animamos a los padres a dedicar sus niños al Señor en un servicio de adoración pública" (p. 21). Asemblies of God, Who we are and what we believe, Gospel Publishing House (revised edition 1985).

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto... Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo... todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré sus culpas (Jer 31, 31-34).

Los hermanos dicen que se tiene que ser adulto (o por lo menos tener uso de razón) para poder ser bautizado. Usan el ejemplo de Jesús, que era adulto cuando fue bautizado por Juan. Pero EL BAUTISMO DE JUAN NO ES EL DE LOS CRISTIANOS. El bautismo que recibió Jesús no fue porque él se arrepintió. Tampoco fue para recibir el Espíritu Santo, lo tuvo desde siempre. Juan el Bautista nos enseña la diferencia entre los dos bautismos: Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo (Mr 1,8. Ver también Hch 11, 16 y 19, 3-5). Juan no bautizó en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Jesús se bautizó para manifestar su autoridad: Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia (Mc 1, 10-11). El bautismo de Juan era el bautismo judío que era solamente un rito exterior que no purifica interiormente. Todo buen judío, como Jesús, lo hacía.

Es claro que si uno piensa que el bautismo es solamente un signo externo de la conversión y nada más, es razonable solamente bautizar a los adultos que han aceptado a Cristo. ¿Es cierto que el bautismo es nada más que esto? Vimos que no lo es. En la lista de Efesios 4,5 el bautismo aparece junto con "un Señor" y "una fe". ¡Es importantísimo! ¿Es correcto seguir el modelo del bautismo de Jesús como norma? Tampoco.

La Iglesia reconoce lo importante de bautizar a los adultos. El rito se llama Rito de Iniciación Cristiana de Adultos. Es un proceso de estudio, reflexión y oración con la Biblia, por lo menos durante un año. También es claro que, desde el principio, los cristianos bautizaron a los bebés como veremos luego.


Las razones para bautizar niños

Juan 3, 5 dice que para entrar en el Reino de Dios se tiene que nacer del agua. No dice que esta regla sea solamente para adultos. Entonces el niño tiene el derecho de entrar en el reino porque de ellos es el reino (Lc 18, 16). Según el Salmo 51, 5-7 (y Ro 3, 10 y 23) somos todos pecadores desde que comienza nuestra existencia: He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre. Somos pecadores, por naturaleza hijos de ira (Ef 2, 3). Por cuanto la muerte entró por un hombre... en Adán todos mueren...en Cristo todos serán vivificados (1 Co 15, 21-22). ¿Y cómo se realiza esto?: por la fe y por el bautismo.

Por dos mil años, desde el tiempo de Abraham hasta la venida de Cristo, Dios mostró a su pueblo que quería que los niños pertenecieran al Antiguo Pacto con Él: Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo... guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones (Gn 17, 7,9-10). En el AT, la señal de entrar en el convenio con Dios era la circuncisión: Será circuncidado TODO varón de entre vosotros (Gn 17, 10). Se hacía ocho días después de nacer (Ver Isaac en Gén 21, 4 y Pablo en Flp 3,5).

Con Cristo la señal cambió al bautismo. El Nuevo Pacto es ahora una circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo: En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos (Col 2, 11-12).

Como vimos nos acercamos a Jesús por el bautismo (Gá 3,27) y Cristo ordenó que los niños participaran: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos (Mt 19, 14).

Los niños judíos formaron parte del Antiguo Pacto por la circuncisión: Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros y con vuestros descendientes (Gn 9, 8-9). Por eso pues ahora dice Jehová...Tocad trompeta en Sión, proclamad ayuno, convocad asamblea. Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman... (Jl 2, 12-16). ¿Será que el Nuevo Pacto, que no es solamente para los judíos sino para todas las naciones, es más limitado que el Antiguo? La familia de Dios incluye a todos. La promesa es para sus hijos también (Hch 2, 39).

Entonces el rey mandó reunir con él a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. Y subió el rey a la casa de Jehová con todos los varones de Judá, y con todos los moradores de Jerusalén, con los sacerdotes y profetas y con todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande; y leyó, oyéndole ellos, todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa de Jehová. Y poniéndose el rey en pie junto a la columna, hizo pacto delante de Jehová, de que irían en pos de Jehová, y guardarían sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo el corazón y con toda el alma, y que cumplirían las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto (2 R 23, 1-3). Dice que TODO el pueblo confirmó el pacto. Entre el pueblo estaban "desde el más chico" (en esta sociedad, no sólo por su edad el niño era "pequeño" sino por el lugar que ocupaba en ella). Seguramente los papás tuvieron que confirmar el pacto en su nombre.

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto....Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.... todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré sus culpas (Jer 31, 31-34).

La Biblia dice: Creyó Abraham a Dios y le fue contado por justicia (Ro 4, 3), y el signo de la fe del judío adulto era la circuncisión a semejanza de Abraham (Ro 4, 11-12). Y sin embargo, Dios mandó circuncidar a los niños para que formaran parte de la familia de Dios (Lev 12, 3 y Éx 12, 48).

Pablo entendió el paso por el Mar Rojo como prefiguración del Bautismo: Porque no quiero hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar... (1 Co 10, 1-2). ¿Fueron solamente los adultos los que pasaron por el Mar Rojo?

El bautismo es nacer de nuevo en la familia de Dios (Ef 2, 6-19) y los papás toman la decisión de llevar al niño a esta familia. Cuando un niño nace en una familia, él no hace antes un arreglo con sus papás. ¿Acaso tenemos que esperar a ser conscientes para ser verdaderos hijos de nuestros padres? Los Apóstoles siguieron la misma idea. Pedro dice en el día de Pentecostés: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos (Hch 2, 38-39).

El niño tiene derecho de ser revestido por Cristo (Gá 3, 27) y participar en su muerte (Ro 6, 3-4). Por eso la Iglesia bautizó a los niños desde el principio, siguiendo en eso a los Apóstoles. Pablo dijo: el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos (1 Co 7, 14). Al argumento evangélico de que un bebé no puede ser un cristiano porque no tiene una relación personal con Cristo le falta reflexión. Consideramos la relación paralela entre la criatura y su mamá. Esta es claramente una relación personal que el bebé tiene con ella aunque no puede conceptualizar quiénes son sus parientes. Sus padres le cuidan, le aman, le sostienen aún antes de que el bebé pueda reciprocar. El bebé definitivamente tiene una relación con ellos: ¡Son sus papás!. Pasa lo mismo en su relación con Dios. Es SU hijo.


Toda la familia bautizada

En el NT vemos que la familia entera fue bautizada: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa (Hch 16, 31). Fíjate que el amo de la casa toma la decisión para todos, es decir que Pablo le dice "cree" no "crean" (toda la familia): Se bautizó él con todos los suyos (Hch 16, 33). Esta frase tendría que referirse a sus hijos porque siendo carcelero, una posición humilde en la sociedad, era casi imposible que tuviera sirvientes. Si no tuviera hijos diría "él y su esposa fueron bautizados".

Pablo bautizó a toda la familia de Estéfanas (1 Co 1, 16), y en Hechos leemos que: el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? Y mandó bautizarles... (Hch 10, 44-48). Este "todos" incluiría también a los bebés de la casa y a los niños llevados por sus papás y no dejados solos (Ver v. 24).

Mira Hechos 18, 8 donde encontramos a Crispo, un hombre rico que probablemente tenía una familia grande y muchos sirvientes: Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados.

En Hechos vemos la misma idea: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú Y TODA TU CASA (1,14. Ver 10,44 y 48).

Para los enfermos

El pecado es una enfermedad del alma, es un malestar en mi relación con Dios y también una esclavitud: Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado (Jn 8, 34). Y Jesús vino para los pecadores que él describe como enfermos: Al oír esto, Jesús les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos (Mc 2, 17). Los niños nacen con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original. Por la rebeldía de Adán, esta naturaleza está "enferma" y necesita la sanación de Jesús a través del lavamiento por el bautismo (1 P 3, 21). ¿Qué padre, cuyo hijo está enfermo, le diría, "Tú eres un niño y no puedes decidir por tí mismo, entonces no te voy a llevar al hospital hasta que seas mayor y puedas decidir si quieres ir"? ¡El niño podría morir!

¿Recuerdas que al bautizarnos nos vestimos con Cristo? ¿No se preocupan los padres de que su hijo que tenga comida, medicina y todo tipo de cuidado? ¿Se le pregunta antemano al niño si quiere vestirse antes de ponerle la ropa?, por su puesto que no.

El bautizar a los niños demuestra que la unión con Dios es iniciativa de Él antes que del hombre, porque un niño no sabe nada. La historia de la salvación nos muestra que Dios siempre toma la iniciativa al relacionarse con nosotros: cuando éramos débiles... siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios, por la muerte de su Hijo (Ro 5, 6 y 10). "Éramos su enemigo" y Dios actuó por medio de Jesucristo sin pedirnos nuestra opinión o esperar que le pudiéramos responder. Sin que reconocieran a Jesús: Los papás traían a él los niños para que los tocase (Lc 18, 15). (Según dice el griego, eran bebés). La total gratuidad de la salvación se manifiesta particularmente en el bautismo de niños.

Jesús nunca ordenó bautizar solamente a los adultos: Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado (Mt 28, 19-20). El orden de las palabras es interesante. Jesús dice "bautizar" ANTES de "enseñar". Mientras algunos evangélicos dicen que se tiene que enseñar la persona para que crea antes de bautizarlo, -por eso un niño no puede ser bautizado porque no puede aprender-, los padres católicos les bautizan y se comprometen a enseñarles después. La fe que se requiere para el bautismo no es una fe perfecta y madura, sino un comienzo que está llamado a desarrollarse. Los padres y padrinos prometen acompañar al niño en su crecimiento en la fe y maduración en su relación con Jesucristo. Si unos no cumplen su promesa, es otro problema.

Los metodistas bautizan a los niños por inmersión, o por derramar o rociar agua. Los presbiterianos no consideran el bautismo necesario para la salvación sin embargo urgen el bautismo de niños.

Termino con una carta de unos padres a su niño bautizado: (5)

"Querido hijo:

Hoy hemos querido bautizarte en Cristo Jesús, sumergirte en la muerte y resurrección del Dios en el que nosotros creemos.
En esta carta, que tú podrás leer más tarde, queremos explicarte el porqué.

No es por imponerte una opción por lo que hemos querido bautizarte, sino para abrir delante de ti un camino de libertad que, el día de mañana, podrás libremente elegir de nuevo y tomarlo.

Nosotros hemos querido darte lo mejor que teníamos. Creemos que esta pequeña semilla de la fe, sembrada, hoy en el jardín de tu corazón, germinará, a la luz del día y en las tinieblas de la noche, en lo más secreto de tu vida.

Te sumergimos hoy en el océano de amor de Jesucristo para darte una fuerza nueva, mayor que nosotros y mayor que tú. Ella será el valor de tus combates, la lucidez de tus opciones, la luz de tus pasos. Será tu esperanza y tu alegría, para vencer las fuerzas del mal.

Hemos querido bautizarte en Cristo, para que llegues a ser un hombre libre y que se mantiene en pie, en medio de este mundo un tanto loco a veces. Y sobre todo, para que llegues a ser un hermano que construye, con Dios, el futuro de nuestra tierra....

Lo mismo que María cuando ofreció a su Hijo Jesús en el Templo, también nosotros hemos querido conducirte al umbral de la Casa de Dios....

Pues es Jesús, y sólo él, tu Salvador y tu Señor, quien trazará mañana un camino de paz y de libertad para ti. Por encima de tus angustias y de tus miserias, él te abrirá la Casa de su Padre y, en tu muerte, hará brotar su eternidad".



¿Qué dice la Iglesia Primitiva?

En las catacumbas

En las catacumbas antiguas de Roma donde enterraban a los primeros mártires cristianos, leemos las inscripciones sobre las tumbas de los niños fallecidos. Una de ellas dice, "Aquí descansa Arquilla, recién bautizada; tenía un año y cinco meses cuando falleció el día 23 de febrero".

Entre otros epitafios encontrados encontramos lo siguientes:

"149. Nacido con el nombre de Pascasio Severo el jueves de Pascua, día anterior a las nonas de abril... quien vivió seis años, recibió la gracia el 11 de las calendas de mayo y depuso sus albas bautismales en el sepulcro la octava de Pascua.

"151. Aquí está puesta Veneriosa, recién bautizada, que vivió seis años, finó el 8 de las idus de agosto.

"152. A Domisio inocente, recién bautizado, que vivió tres años, treinta días".

¿Tenemos que ser bautizados por inmersión?

Hemos visto que el bautismo de Jesús en el río Jordán por Juan Bautista no es el modelo para nosotros, pero los hermanos lo apuntan para justificar que el nuestro tiene que ser por inmersión. Algunos dicen que debe ser en un río.

El teólogo protestante, James W. Dale escribió una obra de cinco tomos investigando el uso de la palabra baptizo (griego) en la Biblia y en la Iglesia primitiva y concluyó que el significado de la palabra indica que no se tiene que bautizar por inmersión.

Desde el principio el bautismo por inmersión ha sido solamente una opción. También los primeros cristianos bautizaron por rociar, como dice la Didajé cuando menciona que los seguidores de Cristo bautizaban no sólo por inmersión sino por rociar la cabeza: Acerca del bautismo, bautizad de esta manera: Dichas con anterioridad todas estas cosas bautizad en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo en agua viva. Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua; si no puedes hacerlo con agua fría, hazlo con caliente. Si no tuvieres una ni otra, derrama agua en la cabeza tres veces en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Didajé, año 60 - 90 d.C. 7:1-3) (6).

Hubo un tiempo en que los presbiterianos bautizaban por rociar el agua, igual el fundador de los bautistas, Roger Williams. Se bautizó a sí mismo en 1639 por no encontrar, según él, a nadie con la autoridad de bautizar.

Hechos 2, 41 dice que más de 3000 personas fueron bautizadas en Jerusalén, allí donde no hay río y el agua era escasa. Sería ilegal sumergir a 3000 mil personas en el pozo público de donde se sacaba el agua para tomar ¿Es lógico concluir que fueron bautizadas por inmersión?

Hablamos del carcelero que fue bautizado en la noche (Hch 16, 33). Es difícil creer que hubieran caminado hasta el río para ser bautizados porque era peligroso salir después de la puesta del sol. No había policías ni luces para las calles.

Obligar al bautismo por inmersión nos hace pensar en algunos lugares difíciles como el Polo Norte donde todo está congelado, y en personas paralizadas que no pueden levantarse de la cama. Si el bautismo es tan importante, como dice Jesús (Mc 16, 16) ¿por qué hacerlo tan difícil? No todos los hermanos que insisten en que éste sea por inmersión, utilizando el bautismo de Jesús en el río como modelo, son consistentes en su creencia porque bautizan a sus conversos en albercas y piscinas donde el agua no corre como en un río. Si tenemos que ser absolutamente fieles a este modelo tendríamos que esperar hasta los 30 años, bautizarnos en el río Jordán, no hacerlo en el nombre de la Trinidad, y vestirnos como Jesús y Juan (quién sería el modelo para el pastor que bautiza).

Los hermanos citan Hechos 8, 39 de Felipe y el etíope eunuco: descendieron ambos al agua... le bautizó. Cuando subieron del agua... Pero "descender al agua" y "subir del agua" no necesariamente implica inmersión total. Podría implicar que estuvieron en al agua hasta la rodilla, o la cintura, y que Felipe (o en el caso del bautismo de Jesús, Juan) le echó agua en la cabeza. Luego, subieron del agua. El bautismo por inmersión es un buen símbolo de "morir con Cristo" pero por razones prácticas la Iglesia no lo obliga universalmente.


¿Qué Dijo la Iglesia Primitiva?

1) Nacer de nuevo por agua y Espíritu

Como interpretar Jn 3, 5:

Muchos hermanos dicen que el bautismo es solamente un símbolo. Niegan que Jesús hablaba del bautismo en Jn 3, 5. "El agua", dicen ellos, es la palabra de Dios. Si miramos a lo que los primeros cristianos decían en cuanto a este versículo, todos están de acuerdo que se refiere al bautismo. ES IMPOSIBLE ENCONTRAR algún Padre de la Iglesia que diga que Jn 3, 5 se refiere a otra cosa .

Justino Mártir: Primera Apología, 61.

Ireneo: Fragmento, 34.

Tertuliano: Sobre el Bautismo, 12:1.

Recognitiones Clementinas, (221 d. C.), 6:9.

Cipriano: Cartas, 71 (72):1.

Séptimo Concilio de Cártago (año 256 d.C.).

Cirilo de Jerusalén (350): Lecturas Catequéticas, 3:4.

2) Sobre la existencia del Pecado Original

Hermas, El Pastor, 9:16:2.

Teófilo de Antioquía (181): A Autólico, 2:25.

Ireneo (180-190): Contra las herejías, 3:23:2 y 5:16:3.

Tertuliano (199): Del alma, 3:2 y Contra de Marción,5:9:5.

Orígenes: Comentarios sobre Romanos, 5:9 y Homilías sobre Jeremías, 8:1.

3) El bautismo salva y regenera

Hermas, El Pastor, 4:3:1-2 y 9:16:2-4.(III, 7): las aguas del bautismo nos salvan. (IV, 3): Bajamos al agua por nuestros pecados.

Epístola de Bernabé (70), 11:1-10.

Justino Mártir (entre 148- 155), Apología, 61:14-17.(I, 61): "Obtenemos en el agua el perdón de nuestros pecados. Somos regenerados. El lavamiento se llama iluminación" (PHOTISMOS en griego). (66): El bautizar es ser lavados para remisión de los pecados.

Teófilo (181), A Autólico, 12:16.

Tertuliano (200-206): El Bautismo, 1:1, 5:6 y 7:2.

Clemente de Alejandría (200), El Pedagogo, 1:6:26:1,

Orígenes (245): Homilías sobre Números, 7:2.Comentarios sobre Romanos, 5:9.

Cipriano (246): A Donato, 4.

Afraates (336-345): Tratados, 6:14:4.

Cirilo de Jerusalén (350): Lecturas Catequéticas, 3:10:12.

La doctrina actual de la Iglesia dice que mientras es normativamente necesario ser un católico para ser salvo, es posible en algunas circunstancias que sean salvas las personas que no han sido iniciados completamente en la Iglesia católica, éstos por el bautismo de deseo o bautismo de sangre (recuerda que ninguno es un bautismo sacramental). La Iglesia primitiva decía lo mismo::

Ignacio (107): Carta a los Filadelfos, 3:3-4:1.

Justino Mártir (151): Primera Apología, 46.

Teófilo de Antioquía (180): A Autólico.

Ireneo (189): Contra de las Herejías, 3:24:1

Tertuliano (203): Sobre el Bautismo, 16:1.

Clemente de Alejandría (209): Stromata, 1:5.

Orígenes (248): Contra Celso, 4:7 y Homilías sobre Josué, 3:5.

Cipriano (249-255): Cartas, 61 (4):4 y 51 (55):24 y Sobre la Unidad de la Iglesia Católica, 6. Cartas 72 (73):21-22.

Lactantio (307): Institutos Divinos, 4:30:11-13.

Cirilo de Jerusalén (350): Lecturas Catequetas, 3:10.

4) Bautizar a los niños

Ireneo (180): Contra las herejías, 2:22:4.

Hipolito (215): La Tradición Apostólica, 21:16.

Orígenes (244): Homilías sobre Levítico, 8:3 y Comentarios sobre romanos , 5:9.

Cipriano (251): Carta a Fido, 64:2 y 64:5.

Concilio de Cártago: Condena posponer el bautismo.

Orígenes: Comentarios sobre Romanos, 5:9, La Iglesia recibió de los Apóstoles la tradición de bautizar a los niños.

5) Como bautizar

La Iglesia primitiva admitía tres maneras de bautizarse: inmersión, rociar y vertir el agua

Didajé (7): "Bautizar de esta manera: En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo en agua corriente. Si no tienes agua corriente, derrama tres veces agua sobre la cabeza".

Hipólito (215): La Tradición Apostólica, 21.

Orígenes (250): Comentario sobre Romanos, 5:8-9.

Cornelio I (251): Carta a Fabio de Antioquía, 6:43.

Cipriano (254): Carta a un cierto Magno 69 (76):12 y Carta a Jubiano 73:18.


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Notas

1. Religión o Cristo, M. R. DE HANN, Las Américas, Puebla, México, tercera edición,1990, p. 42. Este libro se contradice sobre el tema de la religión. Primero nos hace entender que "religión" es mala (como expresa el título), y que cada vez que se menciona la palabra religión en la Biblia está asociada con obras que son malas también (p. 5). Luego habla de la "religión pura" de Abel que es buena (p. 28). ¿Son todas las religiones malas entonces? Después vuelve al tema de religión como algo malo: "¿Qué tiene usted hoy, RELIGIÓN O CRISTO? ¿Puede ustede decir, SÉ QUE ESTOY SALVO? Si no es así, entonces, olvide sus afanes religiosos..." (p. 36). ¡Qué pasó con la religión pura de Abel entonces!

2. ¡No encontramos estas palabras en Juan 3, 3-5!

3. El famoso erudito bíblico protestante A. T. Robertson admitió que Hch 2, 38 puede significar regeneración para remisión de los pecados. Ver Word Pictures in the New Testament, Tenn, Broadman Press, 1932, 3:391-92 citado en The King's Highway, p. 165 por Ken Guindon, (ex pastor bautista ahora católico). También ver The Interpretatión of Acts of the Apostoles por el luterano R.C.H. Lenski (Augsburg Publishing House, 1961), p. 909

4. ¡Conozco un ex-pastor bautista que fue bautizado cuatro veces!

5. Citado en Guía de las Dificultades de la Fe Católica, PIERRE DESCOUVEMONT, Edit. DDB, España, 1992, p. 546. Es interesante saber que algunos evangélicos hacen cosas que no están en la Biblia como por e. j: el "llamamiento al altar" y "la oración del pecador que salva para siempre". No encontramos esta oración en la Palabra de Dios.

6. "No. 13 Año 1311 D.C. EL BAUTISMO. En el Concilio de Ravena, fue sustituido el Bautismo verdadero de inmersión, por el de Infusión o Ablución". Pequeña Recopilación de Estudios Bíblicos Elementales. Un manual hecho por la Iglesia La Luz del Mundo para los obreros evangelistas.

La fórmula trinitaria para bautizar "Padre, Hijo y Espíritu Santo" que la Didajé menciona (escrito de tiempos del Apóstol Juan) demuestra claramente que La Luz del Mundo NO ES LA RESTAURACIÓN DE LA IGLESIA PRIMITIVA porque ellos bautizan solamente en el nombre de Jesús. Lo que el hermano Aarón recibió se supone por revelación. (Aunque tenemos prueba que no hubo tal revelación. Ver el libro Cuando la Luz Obscurece). Algunos pentecostales bautizan solamente "en el nombre del Señor" porque dicen que "padre, hijo, espíritu santo" son solamente títulos y no nombres. Compara Juan (16, 23-24) con Mt 6, 9 (y Lc 11, 2). Jesús nos invita a orar en su nombre pero actualmente enseña el padrenuestro. Entonces si oramos en la manera que Jesús nos enseñó no estamos rezando sólo "en el nombre de Él".
 
Re: Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

Estimado Palabra Viva ¿continuo hasta responder las 30 preguntas?
 
Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

catòlica dijo:
Estimado Palabra Viva, ¿continuo hasta responder las 30 preguntas?

¿Tú crees que su mente está lo suficientemente abierta como para que
entre en ella cualquier cosa que no sea "lo de siempre", lo que repiten una
y otra vez hasta la saciedad sin caer en la cuenta de que con esos métodos
están dando una idea totalmente negativa e intolerante del evangelismo que
no se corresponde con la sensatez de la mayoría de los evangélicos que yo
conozco? Al menos en mi ciudad, a Dios gracias, no existe ese tipo de
fanatismo anticatólico por parte de los evangélicos y las relaciones entre
unos y otros, salvo raras excepciones, son correctas y civilizadas.

Saludos.
...
 
Re: Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

Demócrito dijo:
Al menos en mi ciudad, a Dios gracias, no existe ese tipo de
fanatismo anticatólico por parte de los evangélicos y las relaciones entre
unos y otros, salvo raras excepciones, son correctas y civilizadas.

Saludos.
...

Me alegro mucho Demócrito. Eso es lo importante: la paz entre hermanos.

Cuando el ángel se apareció a los humildes pastores para anunciarles que el Hijo de Dios había nacido dijeron "Paz a los hombres de buena voluntad".

A mi me encanta estas palabras del ángel.

Dios te bendiga
 
Re: Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

voz777 dijo:
Si, quiero aprovechar para decirte que tus aportes son muy sensatos. Algunos de ellos han sido muy ilustrativos para mi.

Creo que con la información provista podré encontrar este documento en la red.

Muchisimas gracias.

voz

Voz:
Muchas gracias a tí, es un agrado compartir y debatir con respeto y amabilidad.
Saludos!!:)
 
Re: Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

Católica, eres MASTER! Cuando sea grande quiero ser como tú:sombrilla

Muy buenas tus fuentes, además. Te felicito
 
Re: Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

catòlica dijo:
Estimado Palabra Viva ¿continuo hasta responder las 30 preguntas?

Ya que Demócrito no es quien contesta y ya que la forista llamada "CAtólica" hace extensos COPY-PASTE de lo que ella cree contesta las 30 preguntas que he hecho. Le pido a la forista que en vez de hacer COPY-PASTE de otras páginas mejor conteste ella de forma espontánea las 30 preguntas, de su conocimiento y no del conocimiento de otro.
 
Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

palabra viva dijo:
Ya que Demócrito no es quien contesta y ya que la forista llamada "CAtólica" hace extensos COPY-PASTE de lo que ella cree contesta las 30 preguntas que he hecho. Le pido a la forista que en vez de hacer COPY-PASTE de otras páginas mejor conteste ella de forma espontánea las 30 preguntas, de su conocimiento y no del conocimiento de otro.

Creo que Demócrito no está para perder el tiempo en responder a unas
preguntas hechas con un marcado carácter de interrogatorio inquisitorial
y que, problablemente, estén copipegadas de Chick and Company.
...
 
Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

...
La originalidad de Palabra Viva

37 Doctrinas Católicas Romanas

La Salvación por Medio de la Iglesia
La Salvación por Medio de Buenas Obras
La Iglesia Perdona los Pecados
La Unica Iglesia Verdadera
El Bautismo Salva
El Papa: Vicario de Cristo
El Papa: Infalible
Los Sacramentos Salvan
El Pecado de Presunción
El Bautismo de Niños
Grados de Pecado
La Doctrina de la Transubstanciación
La Eucaristía: Nos Guarda del Pecado
La Eucaristía: Ayuda a los Muertos
María: Salvadora
María: Fue Salva Desde su Nacimiento
María: Virgen Perpetua
María: Fuente de Santidad
María: Intercesora
María: Receptora de las Oraciones
María: Reina del Universo
La Misa
El Purgatorio
La Oración a los Santos
La Oración por los Muertos
Las Imágenes
La Confirmación
La Confesión de Pecados al Sacerdote
Las Indulgencias
La Interpretación de la Palabra de Dios
La Oración Católica
La Penitencia
¿Son Cristo los Católicos?
¿Es Posible que 850 Millones de Católicos Estén Equivocados?
La Reconciliación
El Celibato
La Unción de los Enfermos

Fuente: Chick and Company
Credibilidad total.
Objetividad garantizada.
Libertad de conciencia a raudales.
Fanatismo, cero.
...
 
Re: Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

¿Qué es lo que tanto le molesta y disgusta de Chick? ¿Que le diga la total verdad que les resulta como medicina ardiente en sus llagas abiertas?

¿Porque no se dignan a contestar si tienen la babilla?
 
Re: Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

Demócrito dijo:
...
La originalidad de Palabra Viva

37 Doctrinas Católicas Romanas

La Salvación por Medio de la Iglesia
La Salvación por Medio de Buenas Obras
La Iglesia Perdona los Pecados
La Unica Iglesia Verdadera
El Bautismo Salva
El Papa: Vicario de Cristo
El Papa: Infalible
Los Sacramentos Salvan
El Pecado de Presunción
El Bautismo de Niños
Grados de Pecado
La Doctrina de la Transubstanciación
La Eucaristía: Nos Guarda del Pecado
La Eucaristía: Ayuda a los Muertos
María: Salvadora
María: Fue Salva Desde su Nacimiento
María: Virgen Perpetua
María: Fuente de Santidad
María: Intercesora
María: Receptora de las Oraciones
María: Reina del Universo
La Misa
El Purgatorio
La Oración a los Santos
La Oración por los Muertos
Las Imágenes
La Confirmación
La Confesión de Pecados al Sacerdote
Las Indulgencias
La Interpretación de la Palabra de Dios
La Oración Católica
La Penitencia
¿Son Cristo los Católicos?
¿Es Posible que 850 Millones de Católicos Estén Equivocados?
La Reconciliación
El Celibato
La Unción de los Enfermos

Fuente: Chick and Company
Credibilidad total.
Objetividad garantizada.
Libertad de conciencia a raudales.
Fanatismo, cero.
...

¿Piensas que los papas si poseen credibilidad? ¿De quién? ¿De ustedes?:kaffeetri
 
Re: Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

palabra viva dijo:
¿Qué es lo que tanto le molesta y disgusta de Chick? ¿Que le diga la total
verdad que les resulta como medicina ardiente en sus llagas abiertas?

Me parece panfletario y poco profundo.
Podía esforzarse en pensar un poquito más.
Lo de "llagas abiertas" me llegó al alma.
¡Ay, qué dolor!
...
 
Re: Preguntas para el forista llamado "Demócrito"...

Poco profundo es la ausencia de respuestas de su parte... ¿Sigo esperando que contesten o debo terminar la discución de esa manera? "El que calla otorga". :all: Todos hemos sido testigos de sus grandes respuestas...