Pre-existencia

7 Febrero 2006
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Aquí va un poco de debtae buenos argumentos:

LA ESTAFA DEL CODIGO REAL


SEGUNDA PARTE

En esta segunda parte, queremos profundizar algo más en las declaraciones del señor César sobre La Estafa. Los que no han leído la Primera Parte, deben leerla primero, antes de la segunda, a fin de tener todo el consejo del asunto clarificado ante sus ojos . En todo caso, uno de sus argumentos gira alrededor de la traducción de Yohanán (Juan) 1:1. Esto es lo que dice:

“EL CRISTO DEL “CÓDIGO REAL” NO ES EL CRISTO DE LA BIBLIA
El apóstol Juan inicia su Evangelio con una identificación clara acerca del Jesús que se hizo carne y habitó entre nosotros. Era la Palabra (o el Verbo o el Logos) que era Dios (Juan 1, 1). Esa afirmación de la plena deidad de Cristo es sustituida en el Código real por una afirmación delirante sin base en un solo manuscrito del Nuevo Testamento:
“Desde un principio era dabar de Elohim y aquel dabar estaba siempre ante Elohim y el dabar que ya existía era la expresión misma de Elohim”.


Respuesta:

Como vemos, para el señor César, Juan 1:1 es, más que todo, “identificación”. Una “identificación clara…”. Mis amigos, este en un caso “clásico” de la diferencia entre la Teología Católica y la Teología Judía (si podemos usar ese término, al menos por ahora).

Aunque volveremos a este “dabar” más tarde, suficiente saber que ambas perspectivas marcan la diferencia entre lo helenista y lo hebraico, entre la filosófico y lo profético.

Sin embargo, para mi resulta interesante que hoy día, hasta los teólogos católicos han comenzado a rechazar la idea romana antigua de “identificación” del “Verbo” o “Logos” (para seguir el vocabulario del señor César) de Juan 1:1, convencidos que la falta de artículo, en la copia manuscrita griega, son indicativos de predicado más que de identificación.

Evidencia:

Por ejemplo, “The New American Bible” (NAB) realizada específicamente para los cristianos (católicos) en América, sobre Juan 1:1, y explicando el significado de cada frase contenida en dicho texto, afirma :

1:1 “En el principio”, también las primeras palabras del Antiguo Testamento (Gén.1,1). “Fue”: el verbo (fue) es usado tres veces en este versículo con diferentes significados: existencia, relación, predicado”.

Como sabemos, tres veces se usa el verbo “ser” en pretérito. El primer “fue”, según esta fuente, se refiere a la existencia del “logos”. El segundo, “la relación del logos” con Dios. El tercero, el predicado (que no tiene nada que ver con el verbo castellano “predicar”) o sea, es una observación que se hace, de forma nominal, al sujeto de la oración, no con el fin de identificarlo sino de explicar su estado primario.

Continúa el comentario de la New American Bible sobre Juan 1:1:

“La Palabra (Griego: logos)”: este término combina la dinámica de Dios, su palabra creativa (Génesis), con la personificada Sabiduría pre-existente como el instrumento de la actividad creadora de Dios (Proverbios) y la realidad final e ininteligible (Filosofía helenista).

Como vemos, para los teólogos que están detrás de la NAB, “logos” (el término griego que traduce del hebreo “dabar”), no es una persona específica, sino “su palabra creativa”.

Que esa “palabra creativa” haya sido “personificada” y plasmada como “pre-existente” y como instrumental, no causal, de la obra de la creación divina, es otra cosa y entendible. Por otro lado, la identificación del concepto “logos” con la filosofía helenista, es algo que nos tiene acostumbrados y lo dejaremos para comentarlo en otras circunstancias. Pero lo importante destacar aquí es el concepto “logos” como ellos lo explican. (Muy diferente al señor Cesar por supuesto), es decir, “logos” es la “palabra creativa” de Dios.

Concluye la NAB:

“Fue Dios”: La preposición Griega aquí implica comunicación con otro. “Fue (era) Dios”. La falta del artículo definido con “Dios” en Griego, significa predicado mas que identificación”.


En otras palabras, según los traductores de “The New American Bible”, el último “fue” de Juan1:1, o sea, “Fue Dios” o “Era Dios”, por la falta del artículo definido (en griego) no permite traducirse ni interpretarse como “identificación” del “logos”, sino como “predicado”, es decir, que se está refiriendo no a la personalidad del “logos” (Palabra-Verbo), sino su estado, es decir, lo que causa que el “logos” sea relevante y por extensión, conocido (revelado) y digno de ser recibido.

Si fuera “identificación” significaría que la intención del autor al escribir “Fue Dios” era mostrar a sus destinatarios la identidad del logos, no su estado, pero al no tener artículo definido, excluye dicha posibilidad que es hecha más por consideraciones teológicas que por exégesis textual.

Como vemos, para el señor César, “fue Dios” es lo opuesto, o sea, que estamos en presencia de “una identificación clara”; sin embargo, hoy día, los mismos teólogos romanos, 1600 años después, en “The New American Bible” reconocen que tal interpretación es definitivamente, errónea.

En otras palabras, hasta los teólogos católicos comienzan a darse cuenta que la manera cómo han interpretado y enseñado el significado de Juan 1:1 es incorrecto y han comenzado a corregir el error en las nuevas ediciones de sus Biblias, como es el caso de la NAB.

“Logos vs. Jesús”

Para el señor César, “logos” en Juan 1:1 es Jesús. Con esta premisa, se concluye que Jesús mismo, el Jesús que anduvo y enseñó y predicó en Israel, había existido previamente y se había dado a conocer y había hablado previamente tanto en la creación como en la historia de Israel y por tanto, Jesús es Dios y esto es lo que garantiza la redención.

Esta interpretación tiene serios problemas, tanto textuales como teológicos.

En primer lugar, si fuese cierto que la persona de Jesús (dejamos este nombre por bien del argumento) en la tierra, no es su primera realidad, sino una “encarnación” de ella, y que antes de su existencia “como hombre”, ya era “como no hombre” y se había manifestado y revelado, tanto en la creación como en la historia de la humanidad y de forma particular, en la historia de Israel, entonces tal afirmación teológica contradice el testimonio de las Escrituras y de forma especial, la del Nuevo Testamento (lo dejamos así por bien del argumento).

En efecto, Hebreos 1:1 afirma:

“Di-os, habiendo hablado en la antigüedad a los padres, muchas veces y de formas diferentes por medio de los profetas, al final de estos días nos habló por el Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, pues teniéndolo a él en mente fue que hizo el universo” ( Hebreos 1:1,2 CR).

Reina Valera 1960 tradujo así:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por quien asimismo hizo el universo”.

La Biblia de las Américas lo vertió así:

“Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas manera a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas por medio de quien hizo también el universo”.

El resto, traduce, más o menos, de la misma manera. Miremos cuidadosamente este texto (Hebreos 1:1,2) por contiene varias afirmaciones. Por ejemplo:

• Se afirma que en la “antigüedad” (desde hace mucho tiempo, o “en otro tiempo” pasado) Di-os ha hablado.

• Se afirma que ha hablado de “muchas veces” y “de muchas formas diferentes”.

• Se afirma que lo ha hecho así, por medio de los profetas.

• Y se afirma que en estos “últimos días ”, nos ha hablado (“nos habló) por el Hijo, una clara referencia a Yeshua (Jesús en el mundo cristiano).

Así que, según el autor de la carta a Los Judíos (Hebreos), Di-os ha hablado siempre y muchas veces, y de formas diferentes a través de los profetas, pero ahora, en esta nueva edad que se identifica proféticamente como “los días postreros”, ha hablado por medio del Hijo.

Observa bien: Es el mismo Di-os quien ha hablado, pero a través de instrumentos diferentes. “Antes” por los profetas, “ahora” por el Hijo. Por tanto, así como los profetas fueron medios de revelación de la voz de Di-os, así el Hijo es instrumental en la revelación de la misma voz de Di-os que había sido escuchada desde antes, muchas veces y de muchas formas diferentes.

Primer problema: textual.

Ahora bien, si es “ahora” o sea, “en los postreros días” que el Hijo ha sido el medio usado para hacer oír la voz de Di-os, entonces previamente no lo había hecho. Porque si el Hijo (Jesús) habló las palabras de Dios antes de su manifestación (encarnación) como humano a Abraham, Yizjak y Yaakov, a Moisés y al resto de los profetas, entonces no se puede decir que es “ahora”, en los últimos días que lo ha hecho, porque si ese fuera el caso, entonces el texto estaría mintiendo, diciendo que “ahora” es que Di-os ha hablado por el Hijo, cuando en efecto, lo había usado previamente, en edades pasadas.

Dicho de otra manera, según el texto: Si el Hijo que menciona aquí es una persona que “antes” ya había hablado, entonces no es Jesús, porque es solamente “ahora, en estos días del fin”, que Jesús (el Hijo) ha hablado, o sea, que Di-os decidió usarlo como Su instrumento revelacional.

Antes usó a los profetas, ahora al Hijo. Por tanto, ni los profetas de la revelación son para ahora, ni el Hijo fue para ayer. Los profetas fueron para ayer , el Hijo es para hoy.

El “antes” y “ahora” son claves aquí. “Antes” Di-os habló, pero no por medio del Hijo, sino de los profetas. Pero “ahora”, por medio del Hijo, no de los profetas”. Por tanto, con el Hijo, Dios, “ahora” no “antes”, ha dicho todo lo que tenía que decirnos acerca de la redención de Israel y del mundo. No necesitamos nada nuevo. Todo ha sido dicho.

Ahora bien, si Yeshua (Jesús) ya había vivido “antes” de una forma diferente a la que conocemos “ahora” y en ese estado había hablado, actuado y revelado la voz de Dios en la creación del universo actual y en la historia, especialmente en la historia de Israel, (“los padres”) entonces es imposible que el texto diga que es solamente “ahora” que Dios ha hablado por medio de él.

Si esa hubiera sido la intención del escritor, simplemente habría dicho:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por medio de Jesús antes de su encarnación, en estos postreros días nos ha hablado por él mismo de nuevo, a quien constituyó heredero de todo…”

Pero eso no lo dice el texto. Lo dice la teología cristiana. Pero hay una diferencia abismal entre Teología Cristiana y Teología Bíblica. Y esto es precisamente la diferencia entre el cristo de César y el Mashiaj judío del Código Real.

Segundo problema: Teológico, el valor real de Yeshua como Mashiaj

En segundo lugar, Yeshua tiene realmente valor como Mashiaj, si “antes” no hubiese existido como la persona de Yeshua mismo. Pero si antes de ser conocido como Yeshua (Jesús) en la tierra de Israel ya había vivido como esa persona, sin haber experimentado la resurrección, entonces no tiene mayor valor para nosotros. Lo que hace a Yeshua una persona de absoluto valor salvífico es precisamente, su condición de hombre resucitado.

Sin la resurrección, Yeshua es sin valor redentor y está, simplemente, al nivel de un gran maestro o un gran profeta, pero nada más. Lo que hace la diferencia es precisamente, la resurrección, que causó su elevación espiritual por encima de todo y por encima de todos, a un punto comparable y semejante (no similar) a la misma Divinidad, porque fue exaltado “hasta lo sumo” y sentado a la diestra del Altísimo, participando de la eternidad de Di-os por el milagro de la resurrección.

Pero sin experimentar la resurrección, Yeshua no tendría más valor que Abraham, Yiztjak, Yaakov o Moisés, porque, repito, estaría simplemente a un nivel de profeta, nada más.

Sin embargo, con la mira de garantizar nuestra redención, la Sabiduría Divina decretó la resurrección de Yeshua que lo llevó a su glorificación y emancipación espiritual por encima de todos.

Y esto es precisamente lo que afirma el apóstol Pablo (citaremos de otra versión para no ofender al señor César) cuando dice :

“Si no hay resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación y vana también nuestra fe. Y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es falsa, todavía estáis en vuestros pecados. Entonces también los que han dormido en Cristo, han perecido”.

Como vemos, lo que hace de valor a Yeshua como Mashiaj NO ES que haya existido previamente como tal, porque si lo que hace grande a Yeshua y que garantiza nuestra redención es que “antes” ya era, como afirma la teología cristiana, entonces luego de haber muerto, se podía haber quedado en su sepultura hasta el día de hoy, porque lo grande no estaba allí, ya era.

Pero justamente Pablo afirma lo opuesto, que sin la resurrección, Yeshua-Mashiaj no tiene ningún valor. En otras palabras, ni siquiera lo que sufrió e hizo por nosotros en el madero tiene valor redentor en lo absoluto, porque de no ser por la resurrección, todo eso habría sido una pérdida. Dice Pablo:

“Si en esta vida solamente esperamos en Mashiaj, somos los más dignos de lástima de todos los hombres” (Reina Valera 1960).

Lo que da valor a Yeshua-Mashiaj es la resurrección. Por lo tanto, la clave para entender la “divinidad” de Yeshua-Mashiaj no está “antes” sino “después” del evento singular, único, trascendente, maravilloso, milagroso y prodigioso de su resurrección por Dios.

Si lo que da valor a Yeshua-Mashiaj es su “pre-existencia divina”, entonces al morir, tal valor no habría sido perdido, porque la divinidad no puede morir y continuar siendo divinidad como la inmortalidad no puede morir y seguir siendo inmortalidad. Sin embargo, para Pablo, la muerte de Yeshua-Mashiaj sin su resurrección, es un total fracaso, una pérdida de proporciones cósmicas, una verdadera vergüenza y la peor tragedia que podría ocurrirnos, al extremo de afirmar que si tal evento no tuvo lugar, entonces incluso nuestra fe es sin valor alguno.

¿Pero cómo podría la predicación, la fe y la esperanza de la redención afectarse por la muerte de Yeshua (sin la resurrección) si Yeshua-Mashiaj ya era desde antes, lo que vino a ser después de resucitado, teniendo así, en él mismo, suficiente dignidad para garantizar la redención por estar en manos de una persona divina en sí?

Al morir, Yeshua retorna a su estado previo, “pre-existencia divinal”, y eso por tanto, no afecta para nada ni nuestra predicación ni nuestra fe. Pero si lo afecta, al nivel desastroso que Pablo lo presenta (“somos los más dignos de lástima de todos los hombres”; “los que murieron antes en la esperanza de Yeshua-Mashiaj perecieron” y “todavía estamos en nuestros pecados”, es decir, no redimidos para nada), entonces debemos esforzarnos por entender su doctrina en su perspectiva bíblica-hebraica apropiada.

En otras palabras, si Yeshua-Mashiaj fue una encarnación de una persona ya existente en un estado superior, entonces no necesitaba la resurrección, porque la resurrección no puede dar lo que ya se tiene, de la misma manera que nuestra resurrección no es para devolvernos lo que ya tenemos, sino devolvernos lo que nos hace falta, esto es la inmortalidad.

En este caso la resurrección de Yeshua es simplemente, “resucitación”, como ocurrió con Eleazar (Lázaro) y otros, que aunque “volvieron a la vida”, no experimentaron aun la “resurrección” como ese evento único y singular del cual nos hablaron los profetas y que incluye “transformación gloriosa”, esto es, lo “mortal siendo absorbido por la inmortalidad”.

En el caso de Yeshua, no la habría necesitado porque ya la tenía. En otras palabras, si Yeshua-Mashiaj existió como tal antes y ya tenía la inmortalidad, entonces la resurrección no añade nada nuevo a su existencia y consecuentemente no la necesita. Pero si la necesita, como Pablo la expone y la demanda, entonces tenemos que abrirnos la idea de que hay algo aquí, escondido y maravilloso que requiere nuestra consideración más atenta.

Consecuentemente el “Cristo de César” crea más problemas que soluciones. ¿Cuál entonces la solución?

Continuará…


saludos
 
Re: Pre-existencia

Hola Andrés: Perdoname, me perdí. ¿Donde está esa primera parte?. QDTB+
 
Re: Pre-existencia

Hola Andrés: Perdoname, me perdí. ¿Donde está esa primera parte?. QDTB+

Saludos

Aquí va Chapter one

PARTE PRIMERAAAAAA.-


LA ESTAFA DEL CODIGO REAL

Parte Primera:hola: :hola:

Un amigo mío me lo envió hace unas semanas. Y luego otro. Y ayer, otro más. Estaba esperando el final de “las entregas” que habían sido prometidas, pero parece que demoran. Así que he decidido comenzar a responder lo que tengo por ahora en las manos. En síntesis, se trata de un comentario hecho por el señor César Vidal, periodista español, aparentemente lanzado desde su página de Internet, contra el Código Real, versión hebraica del documento conocido en occidente como Nuevo Testamento. En todo caso, el documento reza de la siguiente manera:

“En los últimos tiempos circula por medios evangélicos una versión del Nuevo Testamento que se titula “El Código Real” y que se presenta como “Traducción realizada de los manuscritos hebreos y arameos más antiguos a la luz del pensamiento hebraico del primer siglo”. La obra tiene la pretensión de poner al alcance de los lectores el texto verdadero del Nuevo Testamento. En realidad, es una verdadera estafa científica, intelectual y espiritual que sirve de cobertura para algunas de las herejías más peligrosas de la Historia del cristianismo y que no resulta mejor que la Versión del Nuevo Mundo de los Testigos de Jehová.

Soy bastante escéptico con la profusión de traducciones de los textos bíblicos. Lo soy, en parte, porque habitualmente para el estudio utilizo los textos en hebreo y griego; lo soy porque no pocas de las nuevas versiones no son sino operaciones comerciales de dudosa solvencia científica y lo soy porque no suelo ver mejoras sobre las versiones ya existentes que justifiquen la inversión, la publicidad y el esfuerzo de esas nuevas “biblias”.

Sin embargo, el juicio no puede ser igual en todos los casos y el texto del que ahora me voy a ocupar constituye uno de los episodios más bochornosos de alteración y adulteración de la Palabra de Dios con que me he encontrado a lo largo de tres décadas. El texto –que pretende presentarse como una traducción veraz que parte de fuentes hebraicas– es aún peor si cabe que la traducción del Nuevo Mundo difundida por la secta de los Testigos de Jehová.

Lo es por varias razones que voy a intentar ir desgranando brevemente en sucesivas entregas. La primera es porque el Cristo que presenta no es el de la Biblia sino otro “cristo” desprovisto de su Deidad y reducido a simple rabino ben Josef o hijo de José; la segunda porque el Evangelio que encontramos en sus páginas no es el Evangelio de la gracia de Dios que aparece en la Biblia sino otro Evangelio muy diferente de salvación por obras; la tercera porque la esperanza cristiana es sustituida por el punto de vista psicopaniquista del adventismo divulgado posteriormente por los Testigos de Jehová entre otras sectas y la cuarta, porque, para remate, todos los supuestos argumentos en favor de la traducción esgrimidos por el autor son una absoluta falsedad cubierta de ignorancia verborreica.


EL CRISTO DEL “CÓDIGO REAL” NO ES EL CRISTO DE LA BIBLIA

El apóstol Juan inicia su Evangelio con una identificación clara acerca del Jesús que se hizo carne y habitó entre nosotros. Era la Palabra (o el Verbo o el Logos) que era Dios (Juan 1, 1). Esa afirmación de la plena deidad de Cristo es sustituida en el Código real por una afirmación delirante sin base en un solo manuscrito del Nuevo Testamento:

“Desde un principio era dabar de Elohim y aquel dabar estaba siempre ante Elohim y el dabar que ya existía era la expresión misma de Elohim”.

Ni siquiera los testigos de Jehová se han atrevido a tanto. Cristo, la Palabra, no sólo no era Dios sino simplemente una expresión de Dios.

Por supuesto, semejante disparate plantea problemas muy serios como, por ejemplo, el hecho de que Tomás llama a Cristo “Mi Señor y mi Dios” (Juan 20, 28). Sin embargo, ahí el Código real ha ido aún más lejos que la Versión de los TJ y “traduce”: “Respondió Tomah: “Mi Adón y mi Juez”.

De nuevo, no existe un solo texto del NT que justifique esa traducción, pero eso al autor del Código real no le importa lo más mínimo conseguido el objetivo de privar a Cristo de su divinidad. Semejante comportamiento se repite – no podemos citar todos los casos – en otros textos.

Por ejemplo, Hebreos 1, 8, donde se llama Dios al Hijo, afirma el Código real:
“Pero del Hijo dice: “Tu trono divino...”

Tito 2, 13 donde se nos habla de “nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”, aparece en el Código real:
“de nuestro gran Di-os y de nuestro libertador, Yeshua el Mashiaj”

o 2 Pedro 1, 1 donde se hace una clara referencia a “por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo” es vertido en el Código real como:
“a los que por la justicia de nuestro Di-os a través de nuestro libertador, Yeshua el Mashiaj”.

Seguramente, a nadie le sorprenderá a estas alturas saber que Cristo NO es adorado en el Código real sino que “ le rindieron honores reales” (Mateo 28, 17) o, simplemente, le sirven (Hebreos 1, 6).

Deseo insistir en ello. No soy exhaustivo en la exposición. Por el contrario, me limito a dar algunos botones de muestra porque no hay texto sobre la divinidad de Cristo que no haya sido identificado y pervertido por la Versión llamada el Código real. Cristo es llamado una y otra vez “el Rábi” (sic) o ben Yosef. El primer tratamiento apenas tiene repercusión en las Escrituras y, desde luego, es mucho menos importante que títulos como los de Señor, mesías, Hijo de Dios o Dios; el segundo, de manera significativa, sólo fue usado por incrédulos, pero nunca por los creyentes.

Con todo, si deplorable es su “cristo”, no menos degenerado es su “evangelio” como tendremos ocasión de ver en la siguiente entrega”.

RESPUESTA: Parte Primera


Para los que no saben, el Dr. César Vidal Manzanares realizó su segunda enseñanza en colegios católicos (Escuelas Pías de San Antón, Madrid) y trabaja entre otros, para la COPE (Cadena Ondas Populares de España) que pertenece al Vaticano, siendo sus accionistas la Conferencia Episcopal Española, la Diócesis y por supuesto, los jesuitas y dominicos. En otras palabras, el señor César es la voz de un hijo de Roma al servicio del papado y defensor de la teología católica que ha logrado infiltrarse en el mundo evangélico por medio de una graduación por extensión del “Logos Christian Collage” una institución teológica no acreditada en los Estados Unidos .
Como dije previamente, unos amigos, tanto en España como en América, me enviaron este artículo sobre “La Estafa del Código Real” y voy a daros mis comentarios particulares, para que vean la diferencia entre el cristo de César y el Mashiaj judío que aparece en las páginas del Código Real así como los comentarios tendenciosos de esta “Estafa” del señor César. A decir verdad, a los judíos nunca nos ha ido bien con los césares, pero ahí vamos. Analicemos en algunos detalles el asunto de la “Estafa” de César.

Primero: El Verdadero Nuevo Testamento

Afirma César que el Código Real tiene “…la pretensión de poner al alcance de los lectores el texto verdadero del Nuevo Testamento”.

Como todos sabemos, esta declaración es absolutamente FALSA. Jamás ni el editor ni los colaboradores del CR han dicho semejante cosa. Lo que hemos dicho es que al hablar del Nuevo Testamento (haciendo una concesión a la cultura occidental) tenemos que pensar en términos de una “mejor versión”, no de la “verdadera versión” o de un “Verdadero Nuevo Testamento”. Una cosa es hablar de “una mejor versión” y otra de “la verdadera versión”, como afirmando que el resto del trabajo realizado no es importante o carece de valor. La diferencia es abismal. El señor Cesar se toma dicha atribución para usar un viejo argumento de la filosofía helenista que conocemos muy bien. Al momento que alguien afirma: “Esta es la verdadera Biblia”, o “Este es el verdadero Nuevo Testamento”, el proponente se coloca en una posición de juez y crítico del resto de sus colegas que han hecho un maravilloso trabajo de traducción de la Biblia por siglos. El objetivo es evidente: colocar a la comunidad evangélica en contra de dicha versión, sin apenas haberla leído. Los lectores de este artículo lo pueden constatar por sí mismos, simplemente visitando www.codigoreal.com y viendo las respuestas que se dan a 18 preguntas claves sobre el tema que nos ocupa. Destaco una de ellas:
Pregunta: “¿No son las versiones actuales tan confiables como la Versión Hebraica que ustedes representan?
Respuesta: La fidelidad de Di-os es preservada aun en los manuscritos más defectuosos que existan, por lo tanto, ese no es el enfoque ni la motivación a la hora de traducir las Escrituras...”


Por otro lado, en la misma Introducción al Código Real (CR), se reconoce el trabajo realizado por los que antes colocaron las Escrituras en la lengua castellana, se alaba al Eterno por ellos y se reconoce su davídica tarea. Esto es lo que se dice :

“La inmensa mayoría de los que han dado al mundo, en sus lenguas nacionales, el contenido de la historia de Yeshua, el Rabino de Nazaret, como aparecen en los documentos conocidos popularmente como Nuevo Testamento, han realizado una de las labores más nobles y extraordinarias al servicio de la humanidad que jamás se haya hecho”


La honestidad histórica y la gratitud moral, que están ausentes en la “Estafa” de César, llenan todo el Código Real. Por tanto, no pretendemos dar al mundo “La verdadera versión” porque nadie la posee, toda vez que la “verdadera” es la que solamente salió por primera vez del escritor sagrado. Y esa, no es accesible, al menos que sepamos nosotros. Cabe la posibilidad, no obstante, que el señor Cesar la tenga escondida en sus archivos personales y la use para comparar las otras y de esta manera poder realizar mejor su trabajo de desinformación tendenciosa, como es evidente en su artículo de la “Estafa”.

Si el señor César conoce algo de la historia de la escritura, preservación y transmisión de lo que se conoce en occidente como Nuevo Testamento, sabrá que existen aproximadamente unos 5,000 manuscritos griegos y unos cuantos hebraicos, arameicos y siríacos que testifican de una fuente original de donde provienen. Por supuesto, dicha fuente es hebraica como sus autores, el primero de los cuales es el propio Yeshua quien habló en la lengua de su pueblo judío del primer siglo.

La pregunta es: ¿cuál de esos 5,000 manuscritos es el “original” o el “verdadero”?

La respuesta es evidente. Por lo tanto, señores, en círculos académicos podemos hablar de una versión “que exprese mejor el pensamiento del autógrafo original”, pero no de “la verdadera versión” o “El Verdadero Nuevo Testamento”. La premisa del señor César es falsa y por lo tanto, todo lo que edifica encima se cae por su propio peso.

2. Código Real y Testigos de Jehová.

En sentido general, el pueblo evangélico rechaza la doctrina de los Testigos de Jehová y sus versiones bíblicas por consideraciones teológicas evidentes. Ellos, los “testigos” afirman que “Cristo” fue un “ángel creado”, la “primera creación de Di-os” y que por lo tanto tuvo principio. Por ende, no es Dios, porque Dios (con D mayúscula) es Eterno, no tiene “ni principio ni fin”.
Tal doctrina no tiene sostenimiento en las Escrituras y por tanto no forma parte de los principios teológicos de nuestra editorial. Si “Cristo” fue un “ángel” antes de su “encarnación”, entonces los “testigos” están en serio aprieto con el testimonio del propio CR que afirma: “¿A cuál de los malajim (ángeles) dijo Di-os jamás mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy…?” ( Hebreos 1,5). En otras palabras, “Mashiaj” es superior a los ángeles, porque a ningún ángel Di-os ha dicho tal cosa como sucede con el Mashiaj. Y si a ningún ángel Di-os lo ha declarado “Mi Hijo eres Tú”, y los testigos dicen que antes de su “encarnación”, Cristo fue un ángel, entonces hay una evidente contradicción teológica.
El señor César, (que afirma ser teólogo) procura asociar nuestra editorial y el CR con los “testigos” para ahuyentar inmediatamente al pueblo evangélico de nuestra versión por el rechazo histórico al movimiento de los testigos que existe en la mayoría de los creyentes evangélicos. Es un viejo ardid que da resultado cuando las personas no leen por sí mismos ni escudriñan por sí mismos las cosas.
Pero se equivoca el señor César. El pueblo evangélico ya no es tonto ni es manejado por la astucia de vendedores de Roma que le han cubierto los ojos por siglos. El noble pueblo evangélico ha despertado y se está poniendo en pie por sí mismo para comprender la enorme cantidad de mentiras que Roma les ha impuesto y ya no es fácil amedrentarlo ni asustarlo. Ellos, los evangélicos, leerán por sí mismos el Código Real, y se darán cuenta de las diferencias y finalmente saldrán de Roma, la Babilonia apocalíptica, como está escrito: “Salid de ella pueblo mío y no os hagáis partícipes de sus desvíos de las enseñanzas de la Torah…” (Revelaciones 18,4) y al salir, echarán mano al manto (tzit-tzit) de un judío como está escrito: “Vienen días cuando 10 hombres de las naciones tomarán del manto a un judío y le dirán: Vamos con vosotros, porque sabemos que Di-os está con vosotros” (Zac. 8,23) y dirán también: “Mentira poseyeron nuestros padres y vanidad, cosas sin provecho…” (Jer. 16,19). En otras palabras, vienen días cuando Roma no tendrá ya más ninguna autoridad sobre el pueblo evangélico. Y estos son los días que estamos viviendo. De manera que la ardid del señor César se cae por su propio peso al encontrarse con una realidad por la cual ya Roma no podrá más jugar a su antojo con la conciencia de los escogidos. Y el pueblo evangélico simplemente, actuará en consecuencia, leyendo por sí mismos el Código Real y tomando sus propias conclusiones sin la influencia nefasta de los hijos de Roma que todavía pretenden ahogar la voz de la redención final que sacude al mundo.



3. Razones comerciales. Afirma el señor Cesar:

“Soy bastante escéptico con la profusión de traducciones de los textos bíblicos. Lo soy, en parte, porque habitualmente para el estudio utilizo los textos en hebreo y griego; lo soy porque no pocas de las nuevas versiones no son sino operaciones comerciales de dudosa solvencia científica y lo soy porque no suelo ver mejoras sobre las versiones ya existentes que justifiquen la inversión, la publicidad y el esfuerzo de esas nuevas “biblias”.

Por supuesto, al señor César le convienen las “versiones ya existentes”, es decir, Reina Valera 1960, por ejemplo. Porque estas versiones fueron hechas para servir los intereses teológicos de Roma, como es evidente en las declaraciones del Dr. Almeida, líder evangélico de Brasil quien, resumiendo el sentir de muchos, afirmó :

“Las Sociedades Bíblicas Unidas son lo peor que existe en términos de fidelidad a las Escrituras Sagradas. En 1943, 13 Sociedades Bíblicas apóstatas se unieron para formar las Sociedades Bíblicas Unidas (SBU) que no es nada más que un ayuntamiento de buitres liberales y ecuménicos que corrompieron la pura Palabra de Dios en todas las lenguas posibles. En el Inglés, ellos produjeron todo lo que no sirve a través de la American Bible Society (ABS), incluyendo la diabólica “Today’s English Version” (también conocida por Good News Bible). En Portugués, ellos son representados por la Sociedad Bíblica de Brasil, un escándalo de ecumenismo e infidelidad Bíblica. En Español, ellos son representados por las "Sociedades Bíblicas en América Latina" las cuales produjeron esa Reina-Valera revisada de 1960. Vea el equipo de apóstatas de las Sociedades Bíblicas Unidas, que tenía hasta un cardenal católico”.

Como es evidente, Roma se encuentra detrás, como siempre, de todos estos movimientos para los cuales trabaja el señor Cesar. ¿Es de extrañar lo venenoso de sus afirmaciones? La ponzoña del Vaticano se sigue moviendo por medio de sus tontos útiles que le siguen el juego disfrazados de evangélicos e infiltrándose entre los escogidos para intentar, si fuese posible, apartarlos de la fe original de Yeshua.

Por otro lado, sugerir que las razones por las cuales existe el CR tiene fines comerciales, (“Operaciones comerciales de dudosa solvencia científica”) y venido de un supuesto “abogado” debe servir de recordatorio a todos de los peligros del falso testimonio y la lengua mentirosa, asuntos que son penados en la ley judía con la plaga de lepra. En otras palabras, este señor César es un leproso moral que es capaz de jugar con los sentimientos y motivaciones de los demás fundamentado en premisas que rayan en la maldad y el odio sin causa. Un buen caso para los tribunales. Si el propósito del CR es con fines comerciales, ¡entonces hemos escogido el peor negocio! La acusación es un mensaje sublimal enviado por el señor César que no hace otra cosa que proyectar su propia alma católica que lleva dentro. ¿Y quién no sabe de los intereses comerciales de Roma a lo largo de su historia? ¡Esto es el colmo de la desvergüenza, que Roma proteste por “razones comerciales”!

4. Lenguas Originales.

Según su propio testimonio, el señor César utiliza personalmente los textos hebreo y griegos de las Escrituras. A juzgar por sus argumentos y por lo que otros han demostrado, tal declaración es difícil de aceptar. Por ejemplo, encontramos la siguiente revelación sobre el señor Cesar :

“Afirma hablar ocho idiomas y traducir dieciséis.[5] En realidad sabe suficiente inglés como para procesar y reciclar trabajos de otros investigadores que publican en lengua inglesa. Sin embargo, es evidente que no conoce la mayoría de lenguas originales. De hecho, su currículum no hace mención alguna de una posible formación en lenguas antiguas, filología, o lingüística. Por ejemplo, como Miguel Ángel Molinero Polo[6], doctor en egiptología por La Sorbona y profesor de la Universidad de La Laguna ha demostrado[7], la "traducción" de “Manetón” que Vidal publicó en 1993 no lo es del original griego, si no de la traducción inglesa presentada en la edición bilingüe inglesa de Manetón en la serie Loeb[8], de la cual también recicla numerosas notas y materiales sin reconocerlo[7]. Del mismo modo, sus libros sobre los textos de Qumrán (los manuscritos del Mar Muerto), el Nuevo Testamento, el Talmud y otros asuntos varios, para los cuales el conocimiento del hebreo, arameo y griego es fundamental, están basados exclusivamente en otros trabajos existentes en lengua española e inglesa. Que estas abundantes publicaciones presentan tan sólo material reciclado y de segunda mano se puede ver claramente en el hecho de que ninguna publicación académica ha reseñado jamás ninguno de sus libros (se pueden consultar publicaciones tan respetables como Sefarad en España y cualquier journal internacional de estudios judíos, biblícos, etc.)”.

Como es evidente, el señor Cesar confunde la opinión pública presentándose como un “erudito en ciencias bíblicas”, cuando en realidad al decir de Wikipedia, “es evidente que no conoce la mayoría de las lenguas originales”. Este mismo personaje es el autor de “La Estafa”. ¿Quién estafa a quién? Esa es una pregunta que todo lector inteligente sabrá contestar por sí mismo ante la evidencia de los hechos que son presentados.

5. El Cristo de César

El quinto elemento que deseo subrayar en esta serie, es la que tiene que ver con las supuestas “razones” esgrimidas por el señor César para tratar al Código Real como una “estafa”. La primera que establece es la que llama “la deidad de Cristo”. En otras palabras, que el Cristo del Código Real no es el “Cristo de la Biblia”. Mejor aun, no es el Cristo de “Cesar”, o sea, el Cristo de la Iglesia Católica, el “Cristo de los jesuitas” para quien trabaja el señor César.

Como evidencia, se trascribe la traducción hecha por el CR de Iojanan (Juan) 1:1 y que reza de la siguiente manera:

“Desde un principio era dabar de Elohim y aquel dabar estaba siempre ante Elohim y el dabar que ya existía era la expresión misma de Elohim”.

Varios elementos debemos destacar aquí:

5:1 Primero: No sé cuántos de mis lectores recordarán esos dibujos paralelos que aparecen en algunas revistas de entretenimiento donde se pide al lector encuentre “las siete cosas que faltan” en uno de ellos. Son “casi” iguales, pero difieren en siete cosas que solamente el ojo concentrado puede detectar.

En esta cita que hace el señor César, hay un cambio hecho al texto que no aparece en la versión Código Real (CR) y que él, astutamente no destaca, con la mira evidente de confundir al lector. Parece ser que el señor César no ha leído la Introducción que se ofrece en el CR, porque si lo hubiera hecho, habría detectado que la frase “la expresión misma de”, está en cursiva, para indicar al lector, como es lo correcto, que está en presencia de una ayuda gramatical para entender la intención del texto, según la apreciación del traductor y que tales cursivas “no forman parte de los manuscritos” usados en la traducción. Lo mismo sucede con los subtítulos de ciertas narrativas; no forman parte del texto, pero ayudan a entender mejor el entorno del texto.

Todo el que tiene la tarea de traducir un documento de una lengua a otra, conoce de esta necesidad porque no todas las lenguas tienen la misma sintaxis que demanda el uso de ciertas expresiones que indican, fuera de texto, la intención del texto. Para indicar la presencia de este recurso, generalmente se colocan “en cursiva” para indicar por un lado, lo que no pertenece al texto y por el otro, aclarar mejor el sentido del texto. Este es el caso aquí.
La frase “la expresión misma de” están en cursiva para mostrar al lector lo que el traductor considera es el sentido, sin ser parte del texto.
Por supuesto, el señor César no ve esa distinción, (¿por qué será?) la generaliza, la hace parte del texto y la lanza al mundo como un ejemplo. Dada la naturaleza de la “estafa”, es evidentemente tendenciosa.

Continuará…