Quiero abrir una reflexión seria sobre una actitud que vengo notando, especialmente en los debates doctrinales donde uno no se casa con ningún “ismo” ni corriente establecida.
A lo largo de mis intervenciones he defendido convicciones que me han puesto en tensión con múltiples sectores:
Que aunque algunos sectores están de acuerdo conmigo en ciertos puntos, prefieren guardar silencio o incluso alinearse contra mí cuando confronto a otro grupo con el que ellos sí coinciden en otra doctrina.
Este tipo de conducta me hace reflexionar:
¿Estamos realmente interesados en la verdad, o en defender nuestra propia parcela de ideas?
Porque si ves que alguien tiene razón, pero no lo apoyás por miedo a quedar pegado a una postura que no compartís, estás cayendo en una forma de parcialidad.
Y peor aún si te unís con los que sabés que están equivocados solo porque el blanco común te conviene.
Eso no es honestidad.
Es política eclesiástica.
Y de la peor clase.
En vez de edificar con verdad, muchos prefieren la táctica del “enemigo común”.
Unirse en silencio o con hipocresía para aislar al que no encaja con ningún molde doctrinal preestablecido.
Pero ¿cuándo Jesús fue aceptado por los grupos religiosos de su tiempo? ¿Acaso no fue también rechazado por todos, no por error en sus argumentos, sino porque no encajaba en sus intereses?
No vine a buscar enemigos, pero tampoco a hacer alianzas tácticas con el error.
Me interesa la verdad, aunque duela.
Y si algunos en este foro alguna vez me leyeron y pensaron: “tiene razón en esto”, pero callaron por conveniencia doctrinal, los invito a reflexionar seriamente si lo que defienden es a Dios o a su propio sistema.
Dios les bendiga ricamente a todos.
Salmo51
El burrito
A lo largo de mis intervenciones he defendido convicciones que me han puesto en tensión con múltiples sectores:
- Enfrento con argumentos teológicos y bíblicos al calvinismo,
- Debato firmemente con adventistas y testigos de Jehová,
- Confronto errores del judaísmo mesiánico y movimientos netzaritas,
- Rechazo la doble naturaleza de Cristo tal como la define la ortodoxia evangélica,
- Y también cuestiono la inmaculada concepción de María sostenida por el catolicismo.
Que aunque algunos sectores están de acuerdo conmigo en ciertos puntos, prefieren guardar silencio o incluso alinearse contra mí cuando confronto a otro grupo con el que ellos sí coinciden en otra doctrina.
Este tipo de conducta me hace reflexionar:
¿Estamos realmente interesados en la verdad, o en defender nuestra propia parcela de ideas?
Porque si ves que alguien tiene razón, pero no lo apoyás por miedo a quedar pegado a una postura que no compartís, estás cayendo en una forma de parcialidad.
Y peor aún si te unís con los que sabés que están equivocados solo porque el blanco común te conviene.
Eso no es honestidad.
Es política eclesiástica.
Y de la peor clase.
En vez de edificar con verdad, muchos prefieren la táctica del “enemigo común”.
Unirse en silencio o con hipocresía para aislar al que no encaja con ningún molde doctrinal preestablecido.
Pero ¿cuándo Jesús fue aceptado por los grupos religiosos de su tiempo? ¿Acaso no fue también rechazado por todos, no por error en sus argumentos, sino porque no encajaba en sus intereses?
“Por esto os aborrece el mundo, porque yo testifico de él, que sus obras son malas.” (Juan 7:7)
No vine a buscar enemigos, pero tampoco a hacer alianzas tácticas con el error.
Me interesa la verdad, aunque duela.
Y si algunos en este foro alguna vez me leyeron y pensaron: “tiene razón en esto”, pero callaron por conveniencia doctrinal, los invito a reflexionar seriamente si lo que defienden es a Dios o a su propio sistema.
Dios les bendiga ricamente a todos.
Salmo51
El burrito