Con respecto al punto 4, muestro las evidencias de que los apóstoles conocían bien los deuterocanónicos:
No se dan en el Nuevo Testamento citas explícitas de los libros deuterocanónicos. Pero se encuentran frecuentes alusiones que demuestran que los autores neotestamentarios conocían los deuterocanónicos del Antiguo Testamento. Basten los siguientes ejemplos:
Eclesiastico 5,13 - Sant 1,19
Eclesiastico 24,17 (23) - Jn 15, 1
Eclesiastico 24,25 - Mt 11,28s
Eclesiastico 28,2 - Mt 6,14
Eclesiastico 51,1 - Mt 11,25-27
Eclesiastico 51,23s - Mt 11, 28s
2 Macabeos 6,18-7,42 - Heb 11,35
Sabiduria 2,13.18-20 - Mt 27,43
Sabiduria 3,8 - 1 Cor 6,2
Sabiduria 5,18-21 - Ef 6,13-17
Sabiduria 6,18 - Rom 13,9s
Sabiduria 7,25 - Heb 1,3
Sabiduria 12,12 - Rom 9,20
Sabiduria 13-15 - Rom 1,19-32
Sabiduria 17,1 - Rom 11,33
LA IGLESIA PRIMITIVA (S.I-II)
La Didajé (hacia 90-100) 4,5 alude claramente al Eclo 4,31 (36). También Didajé 5,2 se refiere a Sab 12,7, y Didajé 10,3 a Sab 1,4.
SAN CLEMENTE ROMANO (+101) aduce el ejemplo de Judit y la fe de Ester. También alude al libro de la Sab y al Eclo.
La Epístola de Bernabé (hacia 93‑97 d.C.) parece aludir en 6,7 a Sab 2,12, y en 19,9 a Eclo 4,36.
SAN POLICARPO (+ 156) cita, aunque no expresamente, en la Epistola ad Pililippenses 10,2 a Tob 4,11, o bien 12,9.
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA (+ 109) alude al libro de Judit 16,14 en su Epistola ad Ephes. 15,1.
El Pastor de HERMAS (hacia 140‑154) tiene bastantes alu*siones a diversos libros deuterocanónicos: al Eclo, a To*bías, al 2 Mac y a la Sab.
Cuando comenzaron en el Oriente las disputas de los cris*tianos con los judíos, los apologistas se vieron obligados a ser*virse únicamente de los libros protocanónicos, porque los ju*díos no admitían la canonicidad de los deuterocanónicos. Así nos lo dice expresamente San Justino.
SAN JUSTINO (+ 165), en su Apología 1,46, alude a las partes deuterocanónicas de Dan 3. Y en el Diálogo conTrifón 71 acusa a los judíos de rechazar de la versión griega de los Setenta las Escrituras que testificaban en favor de Cristo.
ATENÁGORAS (hacia 177), en su obra Legatio pro Christianis 9 cita explícitamente a Bar 3,36, considerándolo como uno de los pro*fetas.
SAN IRENEO (+ 202) cita a Baruc bajo el nombre de Jeremías. Aduce los capítulos 13 y 14 de Daniel, atribuyéndolos a este profe*ta. También se sirve frecuentemente del libro de la Sabiduría.
CLEMENTE ALEJANDRINO (+ 215) conoce todos los libros y pasajes deuterocanónicos, si exceptuamos el 1 y 2 Mac, y los considera como sagrados y canónicos.
ORÍGENES (+ 254) se sirve con frecuencia de todos los libros deute*rocanónicos, que él considera como inspirados, siguiendo en esto ‑como él mismo confiesa‑ la autoridad de la Iglesia: “Ausi sumus uti in hoc loco Danielis exemplo, non ignorantes, quoniam in hebraeo positum non est, sed quoniam in Ecclesiis tenetur”(“...sabemos que este ejemplo de la vida de Daniel no está en el texto hebreo, pero lo usamos porque es aceptado en las Iglesias”).
TERTULIANO (+ hacia 225) cita todos los libros deuterocanónicos, excepto Tob y las partes deuterocanónicas de Est. Acusa, además, a los judíos de rechazar muchas cosas de los Libros Sagrados que eran favorables a Cristo.
SAN CIPRIANO (+ 258) coloca entre las Escrituras canónicas todos los libros deuterocanónicos, a excepción de Judit.
SAN HIPÓLITO ROMANO (+ 235) admite todos los deuterocanónicos, exceptuando Judit y las partes deuterocanónicas de Ester.